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Soy Daniel Duarte, editor general, y esta semana cayó como un baldazo de agua fría en Paraguay un resultado preliminar del Censo Nacional 2022: la población apenas supera los 6,1 millones de personas.
Esto es más de un millón menos de lo que se creía. Muchos instintivamente acusaron al Instituto Nacional de Estadística de falsear datos o no haber censado realmente a la cantidad de hogares declarados. Pero también hay explicaciones plausibles: las proyecciones estaban hechas con datos defasados del último censo de hecho, hace 20 años; se sobreestimó la cantidad de mujeres y la tasa de fecundidad; y no se pudo calcular el factor migratorio.
Habrá que esperar a los resultados finales en 2024, pero mientras hay que dimensionar el daño del censo fallido del 2012: datos irreales con los cuales se elaboraron políticas públicas, se presupuestaron fondos, se realizaron inversiones económicas y se realizaron investigaciones académicas que seguro deberán corregirse. Hasta la profesión estadística se puso en duda.
Si se confirma el resultado, el censo debe ser fuente de lecciones para no repetir errores y aprender de una vez la importancia de tomar en serio la generación de evidencia. |