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Soy Daniel Duarte, editor general, y esta semana en Paraguay hubo dos sucesos importantes.
Por un lado, una buena: el jueves 2 salió el decreto que nombró al nuevo presidente del CONACYT. Se trata de Benjamín Barán, destacado científico de la computación y profesor de varias universidades. Sin duda una decisión acertada que augura muchas esperanzas.
Por otro lado, el Ministerio de Educación y Ciencias y el propio presidente Peña siguen con su vergonzosa genuflexión ante el lobby evangélico. En lugar de garantizar el derecho a una educación laica y científica, el Gobierno difundió a escondidas un libro para docentes lleno de falsedades y estereotipos de género impulsado por desinformadores y extremistas religiosos.
El nombramiento en el CONACYT, más que consolidar una tendencia prociencia, parece una excepción. Una de cal y otra de arena del Gobierno Peña.
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