Ignacio Rintoul combina investigación con emprendedurismo. Además de ser investigador independiente y profesor en la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral, Argentina, es fundador y creador de empresas con alto contenido tecnológico, tales como Novartek. Obtuvo un doctorado en química de la Escuela Politécnica Federal de Lausana, Suiza, y se especializa en diseño y desarrollo de productos de innovación.
También lidera el Grupo de Investigación en Materiales Avanzados y Energía y forma parte del Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas desde Santa Fe, Argentina.
Este junio estuvo en Paraguay visitando universidades públicas y privadas para compartir experiencias en la vinculación entre academia e industria, por lo que Ciencia del Sur aprovechó para conversar sobre ello.
¿Por qué son importantes la ciencia, la tecnología y la innovación en nuestros países?
Las formas tradicionales de creación de riqueza de nuestros países se basan en la explotación del territorio para obtener commodities de escaso valor agregado. Esta situación, si bien es el actual pilar económico de nuestros países, dista muchísimo de ser suficiente para cubrir nuestras necesidades de desarrollo económico y social.
A esto, la innovación propone la creación de riqueza a partir del capital intelectual de nuestros pueblos, y para alcanzar la masa crítica de capital intelectual en un país se requiere una fuerte inversión en ciencia y tecnología.
Se habla mucho últimamente de innovación, pero cuando vemos los indicadores en Latinoamérica, la región se posiciona muy por detrás de todos en el ranking mundial.
¿Qué hace falta para que países como Argentina den el salto cualitativo en incorporación de innovación que impacte en su matriz económica y para que países como Paraguay sigan ese camino?
Personalmente, creo que el problema es político. En primera instancia, nuestros gobernantes y la sociedad que les confía la administración de los recursos estatales deben convencerse de que tenemos que generar nuevas formas de producción de riqueza basadas en conocimiento.
Es la sociedad la que debe reclamar estas acciones de forma que se incorporen como políticas de Estado. En segundo término, debemos asumir que Latinoamérica tiene un enorme capital intelectual pero al mismo tiempo no podemos darnos el lujo de duplicar esfuerzos. Y por ello es indispensable generar acciones de integración regional en innovación.
¿Cuál es el camino a seguir cuando surgen iniciativas innovadoras? ¿Dónde surgen estas ideas y quienes se encargan de llevar a la realidad?
La innovación surge naturalmente. Donde hay un problema hay espacio para la innovación. La innovación surge en todos los ámbitos: en laboratorios científicos, industrias, universidades e incluso en el seno de nuestros hogares.
Estoy seguro de que todos nosotros podemos mencionar alguna idea innovadora que se nos haya ocurrido para resolver un problema específico. La innovación es una cualidad humana. Sin embargo, es en las universidades donde esos talentos naturales pueden ser educados y entrenados.
Respecto del camino a seguir, entiendo que se debe fomentar la mayor cantidad posible de propuestas de innovación, al menos en sus primeros estadios. Un árbol debe invertir en muchas flores, frutos y semillas solo para que unos pocos sobrevivan y prosperen. Por eso son importantes las acciones de fomento.
A modo de ejemplo, su empresa, ¿qué innovaciones ha generado con impacto social real en la sociedad?
Sin dudas la innovación con mayor impacto ha sido el diseño de un software que permite monitorear los efectos adversos en medicamentos.
¿Cuál es el rol de los investigadores en estos procesos?
Los investigadores son los protagonistas de la historia. Son los que pueden materializar las ideas (sean propias o ajenas) en innovaciones.
¿Cómo ve el panorama actual y cuál es la perspectiva en cuanto a los emprendimientos de base tecnológica en nuestra región?
Creo que hemos dado grandes avances. El hecho de lograr este espacio comunicacional es una muestra de ello. Nuestras sociedades actualmente valoran y reconocen estos conceptos. Incluso puedo decir que la emergencia COVID-19 ha ayudado muchísimo en este sentido. Pero falta mucho por hacer.
Nuestros emprendimientos tecnológicos no tienen cultura colaborativa. Trabajamos en forma egoísta y solitaria. En este sentido, se hace necesaria la integración sinérgica de capacidades de innovación a lo largo y ancho de Sudamérica. La innovación rara vez reconoce una frontera entre países.
En Paraguay he encontrado personas muy sabias, emprendedoras e inteligentes. Se están gestando cosas importantes. Se siente en el ambiente. Es la calma antes de la tempestad. El diluvio de ideas se ve venir.
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Equipo periodístico y científico de Ciencia del Sur
