El Atlas de la Violencia en América Latina arroja datos y caracterizaciones sorprendentes y graves. La obra, coordinada por Juan Solís Delgadillo y Marcelo Moriconi, señala que en Paraguay las ciudades más violentas son Capitán Bado, Pedro Juan Caballero y Salto del Guairá y no Asunción, como comúnmente se cree.
Los departamentos del norte de la región oriental, fronteriza con Brasil, constituyen la zona más peligrosa del territorio paraguayo. Amambay, Concepción y Canindeyú son los más violentos, según el trabajo que fue financiado por la Secretaría de Educación Pública de México, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y la Fundación para la Ciencia y la Tecnología de Portugal.
El capítulo paraguayo fue escrito por Sarah Cerna y Carlos Peris. Cerna es doctora en ciencias políticas y sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México y tiene un máster en ciencia política por la española Universidad de Salamanca, España. Además, forma parte del Programa Nacional de Inventivo al Investigador (PRONII) del Conacyt de Paraguay.
Por su parte, Peris es candidato a doctor en ciencias Humanas y sociales en la Universidad Nacional de Misiones de Argentina. Tiene un máster en acción solidaria e inclusión social por la Universidad Carlos III de Madrid, España. Es sociólogo de carrera y también forma parte del PRONII.
Ciencia del Sur conversó con ambos para que hablaran de la violencia en el Paraguay, un país sudamericano extremadamente desigual, donde la violencia tiene diferentes orígenes.
-¿Por qué decidieron hacer un atlas de la violencia en América Latina?
Porque América Latina se ha convertido en la región más violenta del mundo. Es la región donde se cometen 4 de cada 10 homicidios a nivel global y en la que paradójicamente la gran mayoría de los países son democráticos, no existen conflictos armados abiertos y apenas vive el 8 % de la población mundial.
-¿Qué tiene en común el fenómeno de la violencia en la región?
Más que hablar de cosas en común, la principal conclusión a la que se llega es que el fenómeno de la violencia es muy heterogéneo pero generalizado. Es decir, que mientras en algunos países la expansión del crimen puede estar más asociado al crecimiento de los cárteles de la droga con motivo de una mayor demanda en Norteamérica, Europa y Asia, en otros países el fenómeno puede estar más asociado a disputas entre pandillas, o bien a cuestiones vinculadas con la propiedad.
Al final de cuentas, lo que logramos identificar con mayor claridad es el patrón que explica la paz y no tanto la violencia, derivado, precisamente, de que la paz es más una excepción que una regla en la región. En ese sentido, lo que explica la paz es la ausencia de mercados ilegales en el sentido más amplio de la expresión.
-¿Es el narcotráfico uno de los principales problemas?
Sí para algunos países, pero no se puede generalizar como la principal causa de la expansión de la violencia. Esto es más visible en los países del arco norte del continente, pero no necesariamente es un factor para los países del Cono Sur.
-¿Qué metodología científica aplicaron para investigar el caso paraguayo?
Cabe apuntar que todos los capítulos del Atlas tienen la misma estructura, con el fin de que los casos estudiados sean comparables entre sí. En suma, se trata de un ejercicio de política comparada que mezcla elementos cualitativos con otros de corte más cuantitativo.
Para el caso paraguayo utilizamos una metodología mixta. Por un lado, utilizamos el método cuantitativo para analizar los datos estadísticos sobre los delitos de mayor incidencia en el país, así como los índices de violencia por cada uno de los departamentos a nivel nacional. Por el otro lado, profundizamos el análisis cualitativo de los factores que explican la violencia en el país.
-¿Quién financió el trabajo?
El Atlas fue financiado por la Secretaría de Educación Pública de México y la Universidad Autónoma de San Luis Potosí a través del Fondo de Apoyo a la Investigación y la Fundación para la Ciencia y la Tecnología de Portugal.
-¿Cuáles elementos pueden explicar la situación de violencia en Paraguay?
En Paraguay la situación de violencia se explica por los siguientes elementos: los departamentos más violentos se encuentran ubicados en el norte del país en zonas fronterizas; los delitos de mayor incidencia son aquellos relacionados con la propiedad privada como hurtos, robos y abigeatos y en las zonas de mayor violencia del país existe una fuerte disputa por el control del territorio para el trasiego de drogas.
También las zonas más violentas cuentan con la presencia de bandas criminales como el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), la Agrupación Campensina Armada (ACA), el Comando Vermelho y el Primeiro Comando da Capital; un sistema penal deficiente que criminaliza a los pobres y altas tasas de impunidad.
-¿Qué factores son los detonantes? ¿Incluyen a la pobreza, el narcotráfico y la corrupción?
Los factores que detonan la violencia guardan relación con la presencia de bandas dedicadas al narcotráfico y al secuestro extorsivo en ciertos departamentos del país; con los conflictos en torno a la propiedad privada; con la corrupción de las fuerzas de seguridad; con políticas públicas que criminalizan la pobreza y la impunidad generalizada.
-¿Cuáles son los datos más alarmantes de la violencia en Paraguay?
La violencia que no siempre se visibiliza y atiende de manera prioritaria como aquélla ejercida hacia los sectores más vulnerables de la sociedad como las mujeres, niños y niñas, las personas de la tercera edad o las personas con discapacidad, así como también la violencia feminicida y los abusos sexuales a menores.
Otro dato alarmante es que el número de asesinatos por cada 100.000 habitantes en los departamentos del norte de la región oriental alcanzan cifras estimadas de 60, números muy altos, comparables con las regiones más violentas del mundo.
-¿Cómo pueden medir la incidencia de la corrupción con respecto a la violencia?
El Atlas no ofrece un dato como tal respecto a esta relación, sin embargo, lo que sí podemos extraer es que los grupos delincuenciales como los cárteles de la droga se distinguen por su enorme capacidad corruptora, misma que cuando deja de ser eficiente, orilla a que utilicen la violencia como un medio para conseguir fines.
-¿Cuáles son los departamentos y las ciudades más violentos en Paraguay?
En Paraguay los departamentos más violentos son Amambay, Concepción y Canindeyú. Las ciudades más violentas Capitán Bado, Pedro Juan Caballero y Salto del Guairá.
-En el material aseguran que Asunción no es tan violenta como se cree, ¿a qué se debe esto?
La violencia medible, por lo general expresada en asesinatos, en Asunción alcanza 7 por cada 100.000 ciudadanos, números que se catalogan como bajos. La cuestión aquí está en la comparación con lo que uno esté haciendo. Por ejemplo, si comparamos con Pedro Juan Caballero (60 por cada 100.000 habitantes) efectivamente Asunción no es tan violenta.
Una cuestión interesante que no abordamos es el impacto de los medios de comunicación. Es decir, estos son de la capital y gran parte de sus relatos provienen de ella. Se generan sensaciones que vivimos en una ciudad violenta, cuando en verdad no lo es.
-¿La sensación de alta inseguridad en la capital está relacionada con la proyección mediática?
Sí, la sensación de alta inseguridad en Asunción guarda relación con la proyección mediática de corte amarillista y/o sensacionalista, más que a una incidencia importante de delitos en este distrito.
-¿Manejan datos sobre aumento o disminución de la violencia en Paraguay?
Por el momento éste es un estudio de primeras características. Con un segundo Atlas podremos observar tendencias al alza o a la baja en los índices y ahí empezar a analizar las variables que las expliquen.
Actualmente estamos armando el proyecto del Observatorio de Violencia Letal en Paraguay para actualizar los datos desde 2012 hasta 2018.
-¿Señalan algunas políticas que se deben estudiar o canalizar para paliar la situación?
Solamente se señalan los desafíos en materia de inseguridad y violencia para los actores políticos, las autoridades judiciales y otros tomadores de decisión en política pública, tales como el replanteamiento de las políticas de seguridad en cuanto a la criminalización de la pobreza; la reestructuración de los mecanismos del sistema penal que cada día produce más presos y castiga, mayoritariamente, a los más desfavorecidos económicamente.
También el mejoramiento de las condiciones en cuanto a infraestructura y servicios al interior de las instituciones penales, ya que actualmente son espacios de hacinamiento y de violaciones permanentes de los derechos humanos de las personas privadas de su libertad, y el cumplimiento de las funciones de reinserción social, principalmente, en capacitaciones y formación para el ámbito laboral.
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Equipo periodístico y científico de Ciencia del Sur