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«La protección de las minorías es de vital importancia; e incluso el más ortodoxo de nosotros puede encontrarse en una minoría algún día, de modo que todos tenemos un interés en contener la tiranía de las mayorías.”
Bertrand Russell – Ideales Políticos (1917)

Decidimos dar inicio a esta nueva propuesta digital de divulgación en una fecha especial para la ciencia y la filosofía. Me complace homenajear a la persona de mayor influencia en mi formación ética e intelectual y cuya obra y legado perduran hasta hoy: Bertrand Russell, quien nació un día como hoy pero de 1872.

Bertrand Arthur William Russell, tercer conde de Russell y vizconde de Amberlit nació en Trelleck, Gales, Reino Unido. Su abuelo fue Lord John Russell, primer ministro de la Reina Victoria, y su padre fue miembro del Parlamento británico por un breve período.

Perdió de manera prematura a sus padres, quienes pidieron que él y sus hermanos fueran criados por algunos amigos cercanos de la familia, entre los cuales estaba su padrino John Stuart Mill, a quien nunca llegó a conocer (pero que igualmente influiría en sus posteriores ideas filosóficas). Fue finalmente su estricta y conservadora abuela quien se hizo cargo de su educación. Toda su infancia y adolescencia fue en extremo triste y solitaria, llegando Bertrand a considerar el suicidio hasta que descubrió una pasión que le mantendría entusiasmado y daría sentido a su vida: las matemáticas.

Formación y contribución a las matemáticas

Las matemáticas poseen no solo la verdad, sino la suprema belleza, una belleza fría y austera, como la de una escultura”.
Bertrand Russell – Autobiografía.

La persona que lo introdujo al mundo de las matemáticas fue su hermano, Frank Russell, a la edad de 11 años. El entusiasmo y la pasión que despertaron en él las ciencias exactas marcarían definitivamente su rumbo académico.

En 1890 ingresó al Trinity College de Cambridge para continuar su formación en matemáticas. Su mentor fue Alfred North Whitehead, con quien posteriormente escribió los tres volúmenes de Principia Mathematica que reformularían los fundamentos de la matemática.

Previamente a su aporte, la matemática estaba basada en una teoría intuitiva de los conjuntos. Bertrand llegó a demostrar que, debido a problemas de autorreferencia, esa teoría conduce a paradojas. Entonces creó, junto con Whitehead, la teoría de tipos y proveyó un fundamento más sólido al edificio lógico de la matemática moderna.

Contribuciones humanitarias e intelectuales

A pesar de su origen aristocrático, Russell fue muy crítico y frontal con los grupos de poder. Siempre rechazó la comodidad de aceptar lo que la tradición le imponía, al punto de no haberle importado ir a la cárcel por eso, y toda su labor se basó en abrir puertas, en allanar caminos, en acercarse a la gente común y compartir sus conocimientos e ideas con la mayor cantidad de personas posibles.

Su larga vida se extendió desde la Inglaterra victoriana hasta poco después de la llegada del hombre a la Luna. Vivió lo suficiente para ver los cambios más importantes en lo social, cultural, tecnológico e industrial.

Por un lado, estos significaban progreso y bienestar, pero también preocupación y alarma. Russell sabía que el desarrollo industrial y tecnológico traería consigo una terrible amenaza que podría echar a perder todo lo conquistado: la invención de armas nucleares que hasta hoy supone un peligro constante para la continuidad de la vida en la Tierra. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, hasta el último día de su vida, su principal preocupación fue la amenaza nuclear.

“Al principio imaginé que la tarea de alertar al pueblo sobre ese peligro no iba a ser difícil (…) Creí que a las personas no les agradaría la perspectiva de que las achicharraran con sus familias, convecinos, y todas las personas vivientes de quienes tuvieran noticia. Imaginé que bastaría con darles a conocer el peligro y que una vez hecho esto, los hombres de todas partes del mundo se unirían para restablecer la anterior seguridad. Pero descubrí que estaba equivocado. Hay un estímulo más fuerte que la conservación: el deseo de ganarles la partida a los otros. La gente no se preocupa tanto de su supervivencia, o la preservación de la especie como del exterminio de sus enemigos”.

Activismo pacifista

Consciente de un peligro que al parecer la gente ignoraba o veía con indiferencia, Russell decidió poner todo su empeño, conocimiento, influencia y energías para preservar la paz y evitar la muerte total. Lo hizo hasta el final de sus días, enviando cartas a importantes líderes mundiales, ofreciendo entrevistas, conferencias, publicando libros y escribiendo columnas en todos los medios a su alcance.

Estableció una relación de amistad con el físico Albert Einstein luego de un intercambio de correspondencia que más tarde sería publicado en la autobiografía de Russell, donde cada uno expresaba su admiración hacia el otro.

En 1955 unieron fuerzas para crear el famoso manifiesto Russell-Einstein a favor del desarme nuclear, poco antes de la muerte del último. Russell comentó en su autobiografía que este manifiesto fue uno de los últimos actos de la vida pública de Einstein.

Esta declaración pública fue firmada por ambos y también por varios otros importantes científicos e intelectuales como Max Born, Percy Williams Bridgman, Leopold Infeld, Frédéric Joliot-Curie, Linus Pauling, entre otros.

En los años 60, su carrera pacifista se consolidó con la creación de la Fundación Bertrand Russell Para la Paz, la cual continúa en funcionamiento hasta nuestros días.

En aquel entonces, muchos intelectuales y otros pacifistas creyeron en él y contribuyeron con importantes donaciones, desde obras de arte hasta herencias que la gente dejaba en su testamento para las arcas de la fundación.

Persecución, cárcel, censura y ostracismo

Russell fue encarcelado en dos ocasiones por sus manifestaciones públicas contra la guerra: la primera vez en 1918, en Reino Unido, poco antes del fin de la Primera Guerra Mundial por haber publicado un panfleto antibelicista; y la segunda vez en 1961 en Estados Unidos, a los 90 años, por apelar a la desobediencia civil de cara a la Guerra de Vietnam.

Russell también participó en numerosas protestas juveniles que condenaban la ocupación de Estados Unidos y la creciente carrera armamentista que mantenía en vilo a toda la población mundial.

Sus opiniones favorables a la libertad sexual, la cual llevaba a la práctica sin esconderlo, sus críticas al cristianismo y otras religiones, le valieron varios poderosos enemigos que mediante falsas acusaciones de lascivia, inmoralidad y tergiversaciones del contenido de sus libros, en 1940 consiguieron —juicio de por medio— que se le impidiera dar clases en la Universidad de Nueva York, a la cual había sido invitado a enseñar.

El premio Nobel

Recién una década después, ya en el ocaso de su vida a los 78 años, le llegaría por fin el merecido reconocimiento: el premio Nobel de Literatura, con una sola nominación «en reconocimiento a sus escritos variados y significativos en los que defiende los ideales humanitarios y la libertad de pensamiento«.

La persona encargada de nominar a Bertrand fue Eugen Tigerstedt. En 1950 hubo 79 nominaciones y nuestro pensador se impuso a Winston Churchill, que ganó finalmente el Nobel en 1953, a Lagerkvist (1951), Hemingway (1954), Camus (1957) y a otros que nunca ganaron como Graham Greene y Robert Frost.

Bertrand Russell recibió, además, 45 nominaciones para el premio Nobel de la Paz en 1963, pero no obtuvo el galardón.

Más allá de su carisma, sentido del humor y el tono sarcástico de sus críticas, Russell se destacó por su claridad al momento de transmitir sus conocimientos.

Quizás sin darse cuenta, fue el precursor de una nueva manera de divulgar, ejerciendo una influencia enorme en nuevas generaciones de filósofos y científicos, entre los cuales se encuentran el Círculo de Viena, G.E. Moore, Ludwig Wittgenstein, Robert Oppenheimer, Kurt Gödel entre sus contemporáneos y a Carl Sagan, Isaac Asimov, Karl Popper, Christopher Hitchens, Richard Dawkins, Daniel Dennett, Paul Kurtz, Mario Bunge, Fernando Savater entre las generaciones de pensadores y divulgadores más recientes.

Un filósofo que no pierde vigencia

Adelantado a su tiempo, Bertrand Russell abarcó una inmensa variedad de temas desde la divulgación científica hasta filosofía de la ciencia, la epistemología, semántica, ontología, lógica, ética y filosofía práctica. Se ocupó de casi todos los problemas que plantea la filosofía, lo que le convierte en uno de los pensadores más completos que hayan existido. Marcó la diferencia al abordar todos estos profundos temas con un lenguaje sencillo y claro, volviéndolo no solo accesible sino también divertido para el gran público.

Russell, en una labor incansable e inquebrantable, cuestionó y desafió todo aquello que se consideraba virtud en su época, y estuvo dispuesto a pagar un precio muy alto por defender ideas que hoy son aceptadas.

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Editora de fotografía y columnista de arte en Ciencia del Sur. Fotógrafa profesional especializada en ciencias y humanidades.
Estudió filosofía en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción. Es actualmente miembro de la Comisión Directiva de APRA.

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3 COMENTARIOS

  1. Enorabuena por el artículo, y la página está excelente
    «Nos enfrentamos con el paradójico hecho de que la educación se ha convertido en uno de los principales obstáculos para la inteligencia y la libertad de pensamiento»
    Bertrand Russell

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