Los incendios forestales de las últimas semanas conmocionaron a todo Paraguay. Hoy expertos califican a dichos incendios de “sexta generación” y hasta hace una semana se había quemado 1.500 km2 de terreno en ambas regiones del país (Occidental y Oriental), más de 10 veces la extensión de Asunción. ¿Cómo hacer frente a esta crisis ambiental, tanto para detenerla como para evitar que vuelva a suceder?
Guyra Paraguay tiene algunas posibles respuestas. Es una organización que desde hace mucho trabaja en la conservación de la naturaleza. Además de proyectos de acción directa e investigación científica, hace difusión del conocimiento, especialmente en las ciencias naturales. Tiene experiencia en el tratamiento de incendios, ya que posee reservas o parques privados.
Para dimensionar y comprender este desastre nacional hablamos con el biólogo José Luis Cartes, actual director ejecutivo de Guyra. Obtuvo su licenciatura en la Universidad Nacional de Asunción, tiene una maestría en manejo de vida silvestre por la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) y actualmente hace su doctorado en biología por la Universidad Nacional del Nordeste (Argentina).
Cartes, quien también se especializa en áreas protegidas, es investigador nivel I del Programa Nacional de Incentivo a los Investigadores (PRONII) del Conacyt.

-¿Qué tanta gravedad representan los incendios en el Chaco y la Región Oriental?
Si bien los incendios entendidos como “quema de campos” son desde todo punto de vista no deseables y generan perjuicios, para comprender sus impactos necesariamente tenemos que hablar de casos diferentes que se pueden dar en nuestra geografía.
Tradicionalmente la “quema” se entendía como la herramienta práctica para mantener los campos, o sea los pastizales, como tales y favorecer el rebrote de las matas. En esos ecosistemas de sabanas herbáceas el daño que un incendio puede ocasionar ya depende de la frecuencia con que se aplican estas quemas. Por ejemplo, un campo en Misiones comienza a degradarse luego de reiteradas quemas en poco tiempo.
Esto es válido para los campos de Paraguarí, Misiones, Ñeembucú, Caazapá, Guairá, la cuenca del Río Paraguay y la sabana palmar del Chaco Húmedo y el Pantanal.
Por ejemplo, el Pantanal fue uno de los primeros sitios que este año se quemó en gran extensión. Sin embargo, se observa que ante una pequeña lluvia ya existe una pronta recuperación de la vegetación.
No pasa lo mismo con otros ecosistemas donde el fuego no es un factor al que están adaptados. Por ejemplo los bosques del Chaco y en particular los quebrachales, labonales, palo santales, entre otros no son resilientes a la quema. El Bosque Atlántico también es muy sensible a la quema y en realidad este tipo de bosque solo es “incendiable” ya cuando está degradado y posee más vegetación herbácea de lo normal.
Cuando estos bosques se queman es muy difícil que su vegetación se recupere sin ayuda del ser humano. Mucho menos si es que la quema se realiza con el objeto de cambiar su uso a cultivos, lo que tradicionalmente se conoce como “rozado” o “roza”. Actualmente, en el caso de los incendios que se están observando los patrones de focos de incendios sugieren que se está aplicando esta técnica para cambiar el uso, en especial a cultivos ilegales de marihuana en los remanentes forestales.
Existen otros ecosistemas que son muy particulares y que también se corresponden a lo que se conoce como una sabana arbolada. Aquí tenemos a los cerrados y cerradones, al norte de la Región Oriental y al extremo norte del Chaco en Chovoreca.
En realidad no tenemos muchos antecedentes sobre la dinámica del fuego en estas áreas, pero tienen muchas especies de árboles y plantas con la capacidad de resistir el paso del fuego. Sin embargo, también se observan especies de transición a otros ecosistemas por lo que se requiere de mayores estudios para comprender mejor su dinámica.
También se debe considerar que, si bien varios tipos de vegetación presentan adaptaciones especiales para aguantar los incendios, los eventos que cubren grandes áreas en relativo poco tiempo producen necesariamente una gran mortandad de fauna.
Esto es algo prácticamente imposible de cuantificar, pues mucha de la fauna muerta desaparece del terreno, ya sea por carbonización, o por remoción hecha por animales carroñeros. Solo es posible monitorear la recuperación de sus poblaciones. Y para que esas poblaciones se puedan recuperar, se necesitan de áreas naturales que sirvan de refugios a los animales.
Estas áreas sirven de “fuente” de animales que vuelven a poblar las áreas una vez que la vegetación de recupera. Esto es importante de entender porque a su vez explica y justifica la necesidad de mantener grandes áreas protegidas que sirvan de fuente de vida silvestre en estos casos.
-¿Cómo se producen estos incendios? ¿Tienen diversos orígenes?

Los incendios tienen su origen de tres principales causas: la antrópica, cuando el ser humano pone fuego en el ecosistema, que es la más común y habitual; los incendios provocados por tormentas eléctricas; y por último los incendios espontáneos que se dan en ciertos ecosistemas y bajo ciertas circunstancias. Vamos a describir las tres fuentes por separado.
Las causas antrópicas tienen un fuerte componente cultural que se remonta a la época colonial y precolonial. Existen incluso ecólogos que teorizan sobre el origen y el mantenimiento de las grandes sabanas herbáceas, en muchos casos relacionados a las quemas de origen antrópico.
Los indígenas en general quemaban los campos para mantener y favorecer sus terrenos de caza de los grandes herbívoros que buscaban el rebrote tierno.
Esto se potenció con la venida de la colonización española y la introducción de la ganadería, ya primero con los caballos al mismo momento de la fundación de Asunción y las primeras expediciones, y la vaca en 1555 con la famosa historia de un toro y siete vacas, y más firmemente en 1568.
Sería interesante consultar con algún sociólogo que pueda explicar esto, porque así como se pudo observar un video viralizado en los medios sociales es una práctica generalizada y que trasciende clases sociales. Mucha gente tiende a quemar en nuestro país, y es algo muy natural para la mayoría.
Las tormentas que generan rayos no deben ser despreciadas. Tenemos que considerar que toda la región en la cual se ubica nuestro país es una zona donde los sistemas climáticos del Amazonas y del Atlántico sur se encuentran. Eso implica que es una zona propensa a tormentas e incidencia de rayos.
¿Se puede decir entonces que los rayos deberían caer en todas partes y crear incendios en todos los ecosistemas? Sí, por un lado sí cae en todas partes, pero por otro, no necesariamente tiene la capacidad de generar un incendio donde cae. Es decir, que si no cae en un ecosistema propenso a estos incendios, el fuego se apagará solo y el rayo afectará solo el árbol o el sitio donde hizo contacto.
La generación espontánea es algo mucho más complejo y difícil de entender. Se da donde existe mucha acumulación de material orgánico, el cual empieza a descomponerse, generando calor y gases. Es común observar en ecosistemas muy parecidos al Pantanal como los Everglades y en los lugares de turberas.
No obstante, además del origen también debemos considerar las condiciones generales del ambiente para que ocurran este tipo de incendios.
Por ejemplo, en los años anteriores tuvimos seguidamente varios años muy húmedos, con excesiva cantidad de precipitaciones. Bajo excesiva humedad ocurren dos fenómenos: se dificultan los incendios y se desarrolla mucha biomasa (las plantas crecen mucho).
Seguido a estos años húmedos, viene un clima con extremo de sequía, temperatura y vientos y es la fórmula del desastre, en especial en un país donde todo el mundo está acostumbrado a usar el fuego como herramienta de manejo de los campos. Por eso, a pesar de que todos los años la gente normalmente quema los campos, en los años húmedos no pasa a mayores y en los años extremos se producen estos incendios.
Lo observado en Chovoreca, por ejemplo, fue muy llamativo. Los expertos definieron ese incendio como de “sexta generación” o de “nueva generación”. Entiendo yo que ese tipo de incendio se da hoy en día con los climas extremos favorecidos por los cambios climáticos.
Comprenden incendios de tal magnitud que genera columnas de calor que provocan una dinámica que autosustenta la quema y aumenta cada vez más de intensidad y de tamaño.
-¿Varias especies de animales se encuentran en peligro?

Por la extensión de los incendios se puede afirmar que mucha población animal es afectada y muere, tanto por efectos de las llamas como de los gases que producen las quemas. Esto puede alterar la viabilidad de algunas especies de forma local. Las especies amenazadas que se encuentran en las zonas generalmente tienen distribuciones más amplias que el área afectada, por lo que se espera que no se extingan.
La fauna del Pantanal por ejemplo, tiene características de adaptación a este tipo de eventos. Por ejemplo el ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus) reaparece después de los incendios, lo que demuestra una gran habilidad para evadir el fuego.
Es de esperar que otras especies amenazadas como el jaguarete (Panthera onca), el tatu carreta (Priodontes maximus) y el tapir (Tapirus terrestris) tengan esa misma capacidad.
Sin embargo, hay otras especies que son bastante susceptibles a los incendios como el jurumi u oso hormiguero gigante (Myrmecophaga tridactyla) y las especies arborícolas como monos y murciélagos. Estas especies dependen de las áreas de refugio donde pueden sobrevivir y desde donde puedan repoblar.
Un último caso se trata de especies que tienen amplios rangos de distribución en Sudamérica, pero que en Paraguay apenas están. Aquí tenemos, por ejemplo, especies de ardillas del Pantanal y norte del Chaco y los grandes guacamayos en Concepción que dependen de árboles maduros y huecos para nidificar, lo cual estos incendios afectan mucho.
-¿Está Paraguay preparado para esta crisis? ¿Debe pedir ayuda internacional?
Como se puede ver en mi descripción de los distintos casos, es necesario contar con más y mejor información detallada para poder afrontar estas crisis. En Guyra Paraguay contamos con datos de hace 10 años en forma de parcelas permanentes de vegetación en el Pantanal, así como más de 15 años de información geoespacial, lo que nos permitió definir ciclos de 10 años para incendios con estas características en esa región. A esto estamos sumando monitoreo de fauna desde nuestra reserva.
Este tipo de conocimiento hace falta para el Cerrado, el norte del Chaco y los pastizales del sur. La magnitud de los incendios del norte del Chaco, calificados como de “sexta generación”, ya indicaba que esto era imposible de contener. No es que la gente “sigue quemando”, esto no es cierto. Tenemos que comprender que para apagar este tipo de incendios existen solo dos vías: o se quema todo el combustible disponible o se inician las lluvias en cantidad necesaria.
Esto se comprobó en Chovoreca, donde los ganaderos de la zona combatieron durante un mes con la ayuda de la Secretaría de Emergencia Nacional y en dos ocasiones resurgió el incendio. ¿Por qué? Simplemente porque estos incendios se mantienen bajo tierra, en las raíces, en troncos de árboles, en pozos, y cuando baja la humedad, sube la temperatura y la velocidad del viento a más de 50 km/h se vuelve a desatar la catástrofe.
Sí se necesita en estos casos de la ayuda internacional para salvaguardar las poblaciones y la vida de la gente de la zona. Pero este tipo de incendios no se combate en un escenario ex post, sino que se debe afrontar en un plan ex ante.
-¿Qué propone Guyra Paraguay?
Aquí viene la propuesta interesante: ex ante significa poder tener la capacidad técnica científica para predecir con suficiente tiempo antes el riesgo de contar con este tipo de incendios. Eso servirá para desarrollar sistemas de manejo del fuego o de quemas prescriptas, especialmente en estas regiones que presentan incendios de grandes dimensiones de forma cíclica.
Como dice el refrán, el fuego se combate con fuego, pero esas quemas controladas se deben practicar con suficiente personal y equipamientos necesarios, incluyendo movilidad y accesibilidad a sitios remotos. En otras palabras, necesitamos bomberos forestales, helicópteros, vehículos todo terreno, equipamientos de seguridad, etc.
Ya en años anteriores ocurrieron incendios generalizados que provocaron una reacción, en especial de algunas ONG como la nuestra que maneja áreas de reserva y necesita manejar las quemas. En esas oportunidades, 2007 recuerdo, se desarrollaron varios cursos de bomberos forestales bajo la coordinación de la Oficina de Desastres en el Extranjero de los Estados Unidos (OFDA) y se capacitaron muchos bomberos en el país.
Gracias a eso podemos decir que los focos de incendio en la zona de San Rafael, Itapúa, donde tenemos la estación Kanguery, son atendidos pronta y efectivamente y no pasan a mayores.
En tanto, 1.200 km al sur tuvimos otro frente en la Reserva Guyra Reta, Alto Vera, Itapua. En el núcleo Kanguery otro equipo de guarda reservas, con la ayuda de bomberos locales de Caronay y otros, controlaron rápida y profesionalmente la situación. pic.twitter.com/mzL2ZBDAQg
— José Luis Cartes (@Jlcartes) August 30, 2019
Con el apoyo de los bomberos forestales de Caronay y de Colonias Unidas tenemos ese logro, y basta mencionar que al inicio de los incendios del Chaco también tuvimos incendios en esa reserva que no pasó a mayores.
Por eso proponemos conformar una mesa nacional de contingencia con todos los actores y en especial con los actores locales, pues ellos están más cerca de las áreas sensibles a quemas. Necesitamos coordinar y realizar un plan de quemas prescriptas para aliviar la cantidad de biomasa acumulada en los periodos húmedos y, por sobre todo, para evitar grandes extensiones quemadas pues impactan mucho a la fauna.
Las quemas prescriptas se realizan en pequeños parches, en forma de mosaico, para dar tiempo a la fauna de refugiarse, evitan la acumulación de biomasa y mantienen la dinámica de los ecosistemas adaptados al fuego. Esto se debe complementar con una capacitación y prácticas constantes.
Para los ecosistemas no adaptados al fuego esta constante práctica y disponibilidad de equipo producirá mucha capacidad para combatir y apagar esos incendios.
-¿Deben trabajar mejor el Gobierno y las ONG que se encargan del tema?
Claro, de hecho estamos proponiendo una mesa nacional con mucha participación. Pero también tenemos que observar un detalle, pues las ONG como la nuestra generalmente no reciben fondos para este tipo de contingencias. Es muy difícil que un donante extranjero te dé dinero “por si haga falta”, y ahí tenemos que comprender que nuestra función principal no es atender estos incendios.
Nosotros proponemos todo lo que mencioné, la mesa de contingencia, las capacitaciones, los equipamientos, porque necesitamos atender la conservación de nuestras áreas de reserva y de la biodiversidad, es decir de los ecosistemas del país. Por ello no tenemos capacidad de conseguir un helicóptero por ejemplo, para hacer las quemas en áreas remotas del Pantanal.
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Equipo periodístico y científico de Ciencia del Sur