Antonieta Rojas de Arias, premio Ingenias Latam 2025
Antonieta Rojas de Arias, premio Ingenias Latam 2025 (Foto: INAPI Chile).
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Antonieta Rojas de Arias, destacada bióloga, rectora de la Universidad Comunera y consejera del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), fue recientemente distinguida en Santiago de Chile por una patente fruto de 20 años de trabajo contra enfermedades negligenciadas o desatendidas, un ejemplo de lo que llama innovación con impacto social.

En su primera edición, el Premio Ingenias LATAM 2025 de la Unión Europea no solo reconoce trayectorias de cuatro inventoras de Chile, Brasil, Uruguay y Paraguay; el galardón visibiliza capacidades científicas locales y tiende puentes con la región. La patente premiada es un proceso que abarata la obtención de una molécula prometedora contra la enfermedad de Chagas y la leishmaniasis, condensa dos décadas de investigación colaborativa y abre la puerta a una eventual industrialización.

Desde su rol académico y de gestión, la Dra. Arias insiste en que Paraguay debe sostener políticas de largo aliento: financiamiento estable, formación de capital humano avanzado y una vinculación más estrecha entre universidades, Estado y empresas para que la transferencia tecnológica ocurra desde la concepción de los proyectos. 

En esta entrevista con Ciencia del Sur, la científica también defiende la investigación básica y de frontera, repasa experiencias de transferencia al sistema de salud y propone alianzas regionales en áreas críticas como energía, salud pública y cambio climático.

 

¿Cómo evalúa que el Premio Ingenias LATAM 2025 posicione a la ciencia paraguaya dentro del ecosistema de innovación latinoamericano?

El Premio Ingenias LATAM 2025 representa un hito para posicionar a la ciencia paraguaya dentro del ecosistema de innovación regional, porque visibiliza nuestras capacidades científicas y tecnológicas en un escenario donde muchas veces no somos suficientemente reconocidos.

Este reconocimiento no es solo personal; es colectivo: nuestra patente tiene mucha gente detrás y además abre puertas para que investigadores, emprendedores y mujeres innovadoras de Paraguay puedan conectarse con redes latinoamericanas, atraer colaboraciones y mostrar que nuestro país también genera soluciones con impacto social y productivo.

¿Cuál de sus proyectos científicos o de innovación cree que fue clave para que la organización del premio reconociera su trabajo?

El premio se da a una patente producto de 20 años de trabajo, donde hemos buscado compuestos con actividad sobre los parásitos que causan la enfermedad de Chagas y las leishmaniasis, ambas enfermedades consideradas negligenciadas por la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud. Se logra patentar el proceso para obtener una molécula prometedora, que abarata mucho los costos de su obtención, con miras a un escalamiento industrial.

Yo lideré este proyecto, pero no soy la única inventora. Está detrás de todo esto mi equipo de investigación conformado por las Dras. Celeste Vega y Miriam Rolón y el equipo del Dr. Enrique Pandolfi del Uruguay.

¿Qué ejemplos de transferencia de conocimiento o tecnología de sus investigaciones ya tienen impacto directo en comunidades o en políticas públicas?

Hasta este momento, nuestras transferencias tecnológicas han sido al sector privado mediante estandarización y validación de técnicas de diagnóstico molecular que se aplican localmente en el diagnóstico de enfermedades raras, o que recién se instalan en los servicios.

Además, en la evaluación de productos insecticidas para producción local y aplicación de prototipos de control vectorial para vectores de enfermedad de Chagas con grupos en Argentina. Estamos a la espera de una nueva patente y de iniciar nuevos registros de propiedad intelectual para expandir los hallazgos al sector de la salud y al agrícola.

Desde su experiencia como investigadora y consejera del CONACYT, ¿qué cambios estructurales ve necesarios para consolidar un sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación?

La política actual del CONACyT contempla los aspectos estructurales básicos para lograr la consolidación del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación en Paraguay. Sin embargo, externalidades frenan este progreso, que esperamos sea temporalmente.

Un proceso de consolidación exige un financiamiento estable y creciente, lo cual actualmente no se ha alcanzado al 100%. La inversión se ha mantenido en torno a 0,14% del PIB en los últimos 10 años, el distanciamiento en los llamados a financiamiento de proyectos, y los periodos cortos de ejecución en el sistema limitan esta consolidación.

Además, la capacidad de articular a universidades, centros de investigación, sector privado y Estado está en sus inicios. Los datos muestran que solo el 29% de las empresas que han participado en proyectos del CONACyT tiene vínculos con universidades, centros de investigación o el Estado, lo cual es una oportunidad para la formalización de vínculos entre el sector académico y productivo, y sin dudas requiere un fuerte apoyo para crecer.

Otro aspecto esencial que ha focalizado el CONACyT es la inversión en capital humano. Ha invertido en formar y retener talento altamente calificado, fomentar la participación de mujeres y jóvenes en la ciencia, y promover oportunidades equitativas en todo el territorio.

Una característica de nuestro sistema es el alto desarrollo de la investigación aplicada, llegando al uso del 76% de los recursos invertidos. La formación de capital humano avanzado se ve reflejada en los 84 grupos de investigación que posee el sistema. Así vemos que existen 19% de grupos consolidados, 39% en desarrollo y 42% en formación.

Con relación a la producción científica alcanzada en revistas internacionales de impacto, la misma han aumentado 200% en los últimos 10 años. Por lo tanto, es impostergable el sostenimiento de estas acciones para construir una comunidad científica robusta y sostenible.

En mi opinión, para lograr una consolidación efectiva y sostenible del sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación, se requiere un financiamiento estable y creciente a proyectos y a la formación de capital avanzado, un plan de desembolsos regular que garantice financiamiento, y adjudicaciones a proyectos en periodos a mediano y largo plazo, que permita garantizar la obtención de productos de calidad o resultados de utilidad pública y fortalezcan la vinculación entre la investigación y la producción, creando incentivos para la innovación empresarial y mecanismos eficaces de transferencia tecnológica.

¿Qué papel deberían jugar las universidades privadas en la generación de investigación de frontera en Paraguay¿ ¿Cómo lo hace la UCOM?

Las cuatro ganadoras del Premio Ingenias Latam 2025 (Foto: gentileza Antonieta Rojas).
Las cuatro ganadoras del Premio Ingenias Latam 2025 (Foto: INAPI Chile).

En paises en vías de desarrollo, la investigación de frontera es mal vista con la justificación de que los recursos son limitados y se requieren soluciones a corto plazo. Sin embargo, si no hay investigación básica o disruptiva, la innovación puede convertirse en una estrella fugaz.

Las innovaciones en todos los campos se nutren de esa investigación de vanguardia para permanecer y consolidar el desarrollo tecnológico de sus empresas y, por ende, de un país. Ya que las universidades son el lugar de producción de conocimiento e innovación por excelencia de un país, la investigación de frontera debe tener un espacio importante en el ámbito académico, además de preparar graduados para empleos de alta demanda.

El Estado es el mayor inversionista en ciencia y tecnología en Paraguay y en el resto del mundo. Las universidades privadas locales contribuyen con solo un 4% del total aportado en el país, y existe muy poca en investigación de frontera. Sin dudas se requiere más aporte privado para investigación de vanguardia en este sector, si su interés se centra en la innovación.

Con relación a la Universidad Comunera, la UCOM desde 2018 inició un cambio radical de su visión académica, apostando a la innovación y poniendo el ojo de su formación académica en el mercado. Priorizamos la investigación de frontera en ciencia de datos y tecnologías en todas las áreas del conocimiento. Este enfoque no solo nos distingue en el mercado académico competitivo, sino que nos ha permitido establecer colaboraciones interdisciplinarias en la búsqueda de fondos internacionales para investigar.

Si bien estamos en el despegue, ya constatamos que la integración de la investigación de frontera en ciencia de datos y tecnologías resulta ser una estrategia fundamental para impulsar la innovación, el crecimiento económico y el progreso a nivel de la sociedad.

Nuestro énfasis en inteligencia artificial (IA), machine learning, big data y automatización entre otras, nos permite ofrecer a nuestros aliados herramientas para superar sus límites convencionales y contribuir a políticas públicas e industriales. Ofrecemos programas prácticos que impulsan empleabilidad de nuestros estudiantes en un 90% y fomentamos colaboraciones abiertas con empresas e instituciones públicas y privadas, utilizando la ciencia de datos para apoyar sus actividades y dar uso a sus datos que generan evidencias para las mejoras de sus servicios.

Tenemos, obviamente, desafíos como la necesidad de alfabetización en IA, ya que solo una fracción del profesorado domina estas habilidades, requiriendo entrenamiento específico. Además, lidiamos con las necesidades de inversión para infraestructura computacional e internacionalización, indispensables para competir en un futuro en el mercado con productos licenciados, mediante transferencias tecnológicas y alianzas industria-sociedad civil-Estado vía patentes y emprendimientos.

¿Cuáles son los mayores obstáculos para financiar investigación aplicada en el país y qué estrategias pueden superar esas limitaciones?

La investigación aplicada en Paraguay es la de mayor financiamiento. El problema radica en el valor que se le da al producto de estas investigaciones. Una limitación no menos importante es que desde la investigación, los propios investigadores no priorizan el valor del producto que se genera, y las oficinas de transferencia tecnológica entran a colaborar cuando ya se ha concluido el proyecto y, en general, no participan desde su concepción.

Se requieren políticas de financiamiento de largo plazo, con fondos concursables orientados a la investigación aplicada y esquemas de cofinanciamiento que incentiven la inversión privada, ya que existe una escasa participación del sector privado en actividades de I+D por la falta de incentivos fiscales.

Asimismo, se requieren marcos regulatorios claros que faciliten la transferencia tecnológica, que se tenga asesoramiento desde la concepción del proyecto, que se garanticen de alguna manera las regalías y, sobre todo, que se generen programas que fortalezcan la confianza entre academia y empresas para asumir el riesgo compartido y finalmente se opte por la tecnología local.

La falta de instrumentos financieros específicos que conecten las necesidades productivas con las capacidades científicas es la mayor dificultad para la transformación del conocimiento científico en una innovación concreta.

¿Qué oportunidades específicas identifica para alianzas de investigación entre Paraguay y otros países de la región a raíz de este reconocimiento?

Con este reconocimiento, en el área de la innovación social, se abre la oportunidad para que Paraguay fortalezca su integración científica en la región. Las oportunidades deberían focalizarse en áreas donde compartimos desafíos comunes, como la energía, salud pública, el cambio climático, la seguridad alimentaria y la innovación en cadenas productivas sostenibles. La investigación colaborativa en estas áreas puede generar soluciones regionales con alto impacto social.

Además, es importante la participación en redes latinoamericanas de innovación, ya que ofrecen la posibilidad de acceder a financiamiento conjunto, compartir infraestructura y acceder a programas de movilidad que ayuden en la formación de jóvenes investigadores. Estos espacios permiten que Paraguay aporte su experiencia y, al mismo tiempo, aproveche las capacidades instaladas en países vecinos.

Sus trabajos se destacan por el impacto social. ¿Cómo define “innovación con impacto social” y qué ejemplos paraguayos le parecen modelos a seguir?

La innovación con impacto social es aquella que transforma positivamente la vida de las personas y las comunidades, especialmente para los sectores más vulnerables, y no se limita a generar solamente nuevos productos o servicios. La innovación social combina el conocimiento científico ajustado a la cultura, es sostenible y asegura beneficios concretos para la población.

Nosotros somos pioneros en el desarrollo de tecnologías con impacto social para el control de la enfermedad de Chagas, porque nuestros proyectos integran ciencia básica y aplicada con participación comunitaria; las estrategias de control vectorial innovadoras realizadas en alianza con la Facultad Politécnica de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social son destacables en este contexto.

Otras tecnologías innovadoras de impacto a nivel nacional son las emprendidas en el área de la biotecnología aplicada a la agricultura familiar.

Por ejemplo, el Instituto Paraguayo de Tecnología Agraria (IPTA) desarrolla variedades mejoradas de mandioca, maíz y sésamo adaptadas a condiciones locales; la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNA impulsa investigaciones en biofertilizantes, bioinsumos y mejora genética vegetal; la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción y la Universidad Nacional de Itapúa apoyan proyectos de biotecnología aplicada en horticultura y cultivos regionales. En tecnologías renovables y economía circular, la Facultad de Ingeniería de la UNA y la Universidad Nacional de Itapúa desarrollan proyectos de biodigestores comunitarios para producción de biogás a partir de estiércol y desechos agrícolas. La Fundación Moisés Bertoni y Fundación Paraguaya poseen programas de aprovechamiento de biomasa, energía solar y reciclaje de materiales para viviendas sostenibles y, por supuesto, el CONACyT ha financiado y financia un sinnúmero de proyectos de innovación social a través de PROCIENCIA.

¿Qué mensaje científico y ético quisiera transmitir a los jóvenes investigadores del país que buscan combinar excelencia académica con impacto en la sociedad?

Cuando decimos excelencia académica nos referimos a la práctica responsable del rigor en los procesos metodológicos, en la reproducibilidad y en la validación de los resultados, asegurando que los avances de las investigaciones contribuyan al bien común, y es aquí donde surgen las implicaciones éticas: como el respeto a la condición del sujeto, la honestidad en los datos, la transparencia en los métodos y en el conflicto de interés para mantener la credibilidad pública. La excelencia no se limita solo a publicaciones académicas, sino que se expande a buscar soluciones prácticas que aborden desafíos que posee la sociedad.

Mi mensaje a los jóvenes investigadores parte de un proverbio filosófico y colectivo: todo parece imposible hasta que se hace, especialmente si se crece bajo el paraguas del mentorazgo, que es una escuela donde se aprende la colaboración responsable, el manejo de la capacidad individual en pro del grupo y a generar conocimiento que sea accesible y beneficioso para la sociedad, ya sea desde la frontera del conocimiento, donde a veces no se espera un resultado inmediato, desde la investigación aplicada o desde la tecnológica.

El investigador debe ser empático con las diversas líneas de pensamiento científico, respetar la condición de los seres vivos y el ambiente y fortalecer, sobre todo, su compromiso con la verdad y la justicia. Para mí, no existen impedimentos para combinar excelencia académica con impacto en la sociedad si se abordan desafíos reales con contribuciones justas y sostenibles.



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Equipo periodístico y científico de Ciencia del Sur

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