De 1954 a 1989 Paraguay sufrió la más larga dictadura de América Latina, encabezada por el totalitario Alfredo Stroessner. Este concentró todos los poderes del Estado en su persona y se quebrantaron, prácticamente, todos los derechos ciudadanos y en particular los derechos humanos. La transición política que no concluye se caracteriza por los reclamos sociales.
El cambio de régimen totalitario al democrático, a diferencia de otros procesos revolucionarios y de desarrollo, no han resuelto a la fecha los problemas sociales del Paraguay, solo se han recuperado las libertades públicas.
Cambio de mentalidad
Un cambio de mentalidad, actitudes y comportamientos debe arribar para superar los efectos del sometimiento del régimen autoritario anterior. Cambio de mentalidad urgente y necesario para tomar el rol de ciudadanos libres en una sociedad en proceso de democratización.
La exclusión social no ha sido superada por un sector importante de paraguayos debido a su deterioro socioeconómico, indicativo de las desigualdades y sus respectivos reclamos sociales. Se hace necesaria e imperiosa una mayor autonomía de las organizaciones y movimientos sociales y el surgimiento de espacios reales de poder y participación ciudadana. La descentralización es una tarea pendiente.
Dentro de este panorama se avizoran, sin embargo, nacientes reconstituciones de organizaciones sociales: reconocimientos de derechos laborales, derechos participativos electorales reinstaurados, etc. Los grupos más notorios en reclamar son los campesinos por la tierra, los jóvenes en defensa de la democracia y las reivindicaciones estudiantiles, los trabajadores por sus derechos y en general los ciudadanos por justicia, empleo y seguridad.
La calidad de la democracia paraguaya y las consecuentes políticas públicas se verían beneficiadas con la participación efectiva de los ciudadanos al vislumbrar los posibles resultados de mejora de su calidad de vida.
Se deben abordar temas que preocupan e interesan a la población. Las personas deben ver posibilidades reales de progreso y desarrollo, personal y colectivo, y sin duda comprometerán su participación y adhesión en la ejecución de las políticas y en el cuidado del entorno.
Deben existir procesos transparentes para evitar conflictos y choques de intereses particulares o sectoriales, y participación ciudadana efectiva en todas las etapas: relevamiento, formulación, ejecución, seguimiento, evaluación y vigilancia de las políticas públicas.
Participación ciudadana
De hecho, es necesario un proceso de educación en la participación. El ciudadano debe aprender a participar y solo se aprende participando. Se debe asumir, además, funciones y responsabilidades compartidas. La formación en la participación de los actores es fundamental (otra tarea esencial pendiente es la educación para el desarrollo integral y sostenible, con espíritu crítico y responsable).
Paraguay necesita construir la confianza mutua entre los tomadores de decisiones, los empresarios y los ciudadanos, y en esto el Gobierno tiene un rol primordial para crear los entornos favorables que estimulen la participación ciudadana.
Dentro de este escenario nacional se ubican las políticas de ciencia y tecnología del país. En general, hay una ausencia de políticas en prácticamente todos los ámbitos nacionales. Sin embargo, al menos en el papel, en 2002 fue escrita una política de ciencia y tecnología por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Política elaborada entre cuatro paredes, decretada y engavetada, o sea sin ningún uso en la práctica. Ni siquiera fue publicada. Conclusión: su impacto fue nulo.
Al analizar los posibles trasfondos de esta situación, se evidencia que no hubo apropiación de la política por la falta de participación en su elaboración de los agentes principales del sector. Mucho menos hubo participación ciudadana. Se cometieron errores crasos de procesos de definición y gobernanza que comprometieron su puesta en práctica.
Errores de los tomadores de decisiones
Este es el caso que se puede presentar como típico cuando la política nada tiene que ver con la realidad a la que va destinada, elaborada según criterios y visiones parciales o percepciones incompletas de los tomadores de decisiones. Cuando autoridades y técnicos desconocen las reales necesidades del sector al que la política va dirigida.
Las visiones, criterios y conocimientos de la ciudadanía fueron ignorados o no considerados relevantes, quizás por una subestimación de los aportes de los agentes, sectores y ciudadanía sobre el tema. Pero esto no es extraño en Paraguay.
Este comportamiento institucional es un resabio más del antiguo régimen autoritario que aún permanece con más o menos intensidad en muchas autoridades nacionales, instituciones y personas.
Conacyt, creado en 1997 por iniciativa de algunos académicos y empresarios, ha sido una institución sin ningún tipo de injerencia real en los gobiernos sucesivos de los últimos 20 años. A pesar de esto, desde 2011 ha iniciado un proceso de definir nuevas políticas de CTI, en reemplazo de las del 2002, evidenciando un cambio de mentalidad dentro del consejo. Esto porque se optó por un método participativo en la elaboración de una nueva política, con el uso de método del Libro Verde y el Libro Blanco (2013).
Pero al 2017, lastimosamente, aún no se han definido dichas políticas.
Gobiernos ignoran a la ciencia
Durante este periodo de transición democrática, ningún gobierno le ha dado mayor importancia a los temas de ciencia, tecnología e innovación, principalmente por desconocimiento de su rol fundamental en el desarrollo de un país.
El Conacyt se ha mantenido, de alguna manera vigente, gracias al empeño de académicos, científicos y algunos representantes de sector privado. Se han conseguido en los últimos ocho años apoyos del Banco Interamericano de Desarrollo (2008) y de los royalties provenientes de la hidroeléctrica binacional Itaipu (2012).
Con los fondos provenientes de Itaipu, el Conacyt ha puesto en andamiento un ambicioso programa para el desarrollo de la ciencia y la tecnología (ProCiencia) que no contempla temas de innovación, que serían objetivo de otros fondos, específicamente del Banco Interamericano de Desarrollo.
La pertinencia del programa ProCiencia es un tema debatible y debatido en los distintos sectores de su alcance, pues fue elaborado sin tener ninguna política oficial de Estado al respecto, teniendo a vista lecciones aprendidas desde 2008 y al buen entender de los técnicos, autoridades de turno de la institución y los presupuestos del Libro Blanco, que vale aclarar, no es aún la política, pero que sin duda puede dar aproximaciones más cercanas para que los objetivos del programa respondan a lo que la realidad CTI del país necesita.
Sin duda la intención del Conacyt para elaborar y definir una nueva política de CTI debe considerarse altamente positiva. Utilizar el método del Libro Verde y el Libro Blanco como proceso participativo ha sido una buena experiencia para los agentes y sectores de la CTI en Paraguay.
Consultoría externa
A cuatro años de haberse publicado el Libro Blanco, no ha sido elaborada aún la nueva política CTI paraguaya. De julio 2014 a junio de 2017 no ha habido ningún avance en el proceso. Según información obtenida del Conacyt, se ha contratado una consultoría externa de expertos para la elaboración de un documento anteproyecto de la política de CTI. Se esperaba tener ese documento al final del primer trimestre del 2017. Como principal motivo de este atraso se apunta a la inestabilidad del Gobierno nacional y del gobierno interno del propio Conacyt.
Este anteproyecto de política deberá ser sometido al escrutinio en audiencias públicas, mecanismo de participación con sus muchas ventajas y desventajas, antes de su entrada en vigencia (en Paraguay es necesario un decreto del Poder Ejecutivo para su ejecución efectiva).
El largo tiempo transcurrido desde la elaboración definitiva del Libro Blanco podría jugar en contra de la nueva política, con riesgo de estar desactualizada o desencajada, debido a los cambios de otros escenarios políticos del país.
Habrá que ver cómo se da el proceso en los próximos meses y si realmente se arriba al puerto deseado, al menos como proceso de elaboración de política. La relevancia, seguimiento, evaluación e impacto de la nueva política es arena de otro costal, que ya se verán en estudios analíticos futuros.
En síntesis, Paraguay es un país donde el conocimiento esta relegado hace larga data y no se le ha dado el valor que tiene como factor importantísimo en el desarrollo nacional. A pesar de existir un ente rector de los temas de ciencia, tecnología e innovación, este da pasos a tientas en la oscuridad sin políticas de Estado definidas en su materia, y obviamente sin un plan estratégico que apunte a metas tangibles a mediano y largo plazo. Así no se avizoran horizontes de crecimiento endógeno ni sostenido.
En Paraguay hay temas más urgentes como la gobernabilidad, la seguridad, la lucha contra la pobreza, la lucha contra la corrupción o el hábitat. La institucionalidad es débil, igual que la participación civil en general. Toda esta atmósfera compromete, sin duda, el desarrollo del conocimiento como prioridad, pues ni siquiera figura como ítem en la agenda de Estado.
Evidentemente en cuestiones de políticas de Estado de ciencia, tecnología e innovación, y ni qué decir de los temas de gobernanza, hay un largo camino por realizar, pero no imposible.
El rol de los científicos, académicos y autoridades del Conacyt es fundamental para que los temas de CTI se instalen dentro de las prioridades de los gobiernos de turno. Los ejercicios de sinergias y procesos participativos se están dando, aún, sin el apoyo explícito de las autoridades nacionales.
Por lo tanto, es una tarea imperiosa que sí sean esfuerzos conscientes de los tomadores de decisiones para apuntar al desarrollo integral y sostenible del país a mediano y largo plazo. De otro modo el Paraguay perderá definitivamente el tren del desarrollo y será permanentemente dependiente, sin monedas de cambio con otras regiones y países en la era del conocimiento, que ya llegó.
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Excolumnista de políticas CTI de Ciencia del Sur. Formado en ingeniería química, filosofía, gestión de la investigación, transferencia del conocimiento, gestión de la ciencia y de la innovación y en ciencias de la educación.
Expresidente del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de Paraguay, Conacyt y exvicepresidente segundo de la Comisión Interamericana de Ciencia y Tecnología de la OEA, COMCYT.
Es docente y tutor universitario, además de consultor experto en temas de ciencia, tecnología, innovación y educación superior. Realizó trabajos para el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, y el Conacyt. Ideó e impulsó el Programa Paraguayo para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología, ProCiencia.
Tiene publicados diversos documentos de trabajo y artículos en revistas especializadas y publicó los libros: “Emprendiendo la Innovación” y “La Educación en Valores” con Erasmus Ediciones de Barcelona – España.
Es miembro activo de la Sociedad Científica del Paraguay.