Para el mexicano Orlando Lima Rocha, filósofo e historiador de las ideas, la sociedad latinoamericana está en deuda consigo misma. Hay insuficiente lectura e interés en los pensadores regionales.
No obstante, afirma que el proyecto iniciado hace varias décadas por las «filosofías de la liberación» está como nunca vigente.
Lima actualmente realiza el doctorado en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Autónoma de México (UNAM) y se especializa en filosofía e historia de las ideas, filosofías y teologías de la liberación.
Sus investigaciones giran en torno del pensamiento, cultura y filosofía de América Latina. Ha sido profesor titular y actual profesor adjunto en la Facultad de Filosofía y Letras a nivel de grado y posgrado (UNAM), igualmente se desempeña como docente en el Colegio de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Colabora con el suplemento cultural La Jornada Semanal.
Se encuentra en Asunción dictando un seminario y ofreciendo charlas al público, invitado por colegas de la comunidad local filosófica, ocasión que aprovechamos para entrevistarle acerca del presente y futuro de la filosofía latinoamericana.
Su área es la filosofía latinoamericana, ¿por qué decidió especializarse en ella?
Elegí estudiar Estudios Latinoamericanos en la UNAM como licenciatura porque me ofrecía una pluralidad de visiones humanísticas y sociales sobre la realidad sociohistórica, especialmente la latinoamericana por supuesto. Pluralidad de visiones que, consideré al principio de mis estudios, no me ofrecían otras carreras.
Si bien ya estaba leyendo filosofía por mi cuenta y en el primer año llevé una materia llamada “Problemas filosóficos” (referidos eurocéntricamente), fue a partir del segundo año de mi licenciatura que cursé “Filosofía en América Latina” y entonces me encontré con un cúmulo de reflexiones que vinculaba la dimensión política del pensar con el ejercicio del filosofar.
Fue allí, y con un seminario primero sobre las filosofías de la liberación argentinas en su momento inicial (1970-1975), que me acerqué a la filosofía latinoamericana y me identifiqué con el sentido de liberación de la región como proyecto político añejo y aún en ciernes que está latente no solo en el filosofar con sentido latinoamericano sino también en la propia realidad de la región.
Proyecto cuya latencia le viene de la propia historia latinoamericana, por lo cual la cuestión interdisciplinaria (tema muy presente en mi licenciatura y pendiente aún por debatir como es deseable) le era intrínseca a la filosofía desde su propio dimensionamiento como disciplina social e históricamente condicionada.
Luego de tantos años de desarrollo, ¿puede hablarse de una definición de filosofía latinoamericana? ¿Cuáles son sus rasgos distintivos?
No podemos hablar de una sola definición de la filosofía latinoamericana. Toda definición está siempre referida a su situación histórica concreta, a su circunstancia y horizonte.
Sin embargo, cuando consideramos algunos criterios específicos del filosofar latinoamericano es preciso distinguir algunos elementos que, más allá de los autores a los que podamos referir para ello, me parece que coinciden en elementos como los siguientes: el filosofar es un ejercicio siempre referido a su propia historia y colectividad, en tal sentido, lo latinoamericano es un eje problemático de la identidad filosófica e histórica que ha enmarcado los distintos proyectos de filosofar con horizonte latinoamericanista.
El compromiso con el ejercicio crítico, que lo es siempre en tanto autocrítico, conlleva una vocación ejercida responsable y militantemente con su propia realidad; por tal motivo, la tarea epistemológica y la radical historicidad de todo filosofar son dos elementos cruciales que condicionan el trabajo con la memoria histórico-filosófica y sus modos de expresarla, trabajarla, debatirla y configurarla.
Por ello, ha sido preciso reconocer nuestras propias situaciones de alienación que, sin dejar de tener ecos geopolíticos transregionales y hasta planetarios, presentan una especificidad propia que permite configurar un horizonte utópico de liberación colectiva. Esto es el principal reto: la proyección de un modo de vida abierto a las diferencias humanas como criterio de identidad históricamente condicionada; en tal sentido, el horizonte de una democracia radical es todavía un proyecto pendiente como expresión de integración regional y colectiva.
Es allí donde la filosofía tiene que asumir su tarea de interpretar la realidad para poder transformarla desde un horizonte ético asentado en la dignidad humana, colaborando con el resto de disciplinas y saberes existentes en la propia realidad que le da cabida; por eso mismo, el horizonte antropológico, pensado siempre desde el conflicto y la violencia como eje de realización de la historia y tensionante de la memoria políticamente configurada, es punto crucial de debate y reflexión para el ejercicio latinamericano de la filosofía como una vocación eminentemente humana.
¿En qué países o redes académicas están los focos de pensamiento latinoamericano? ¿Sigue teniendo peso la teología de la liberación o nuevas corrientes han tomado la posta?
Se ha hablado de países como México y Argentina en tanto focos de la filosofía latinoamericana. Esto pensado sobre todo desde el horizonte de la gestación de la historia de las ideas en la llamada por Francisco Romero época de “normalización filosófica” hacia la década de 1940.
Empero, no podemos dejar de lado regiones como la “latina” en la América del Norte (Estados Unidos, Canadá) y la América no hispana (lusitana, anglófona, francófona, etc.), que han mostrado, sobre todo en las últimas décadas, interesantes aportes al pensamiento latinoamericano y que nunca han dejado de estar en el concierto del filosofar latinoamericano.
Aquí es preciso tener en cuenta la producción filosófica nacional presente en cada país de la región y, desde este punto de vista, es preciso hablar de las situaciones de subdesarrollo que condicionan la producción filosófica nacional. Situaciones que condicionan tanto la circulación de las ideas y proyectos filosóficos (en clave latinoamericana y nacionalista, desde la propia realidad como eje de reflexión y problematización) como la propia producción misma de los propios modos de filosofar originarios de cada lugar.
En tal sentido, no solamente es lamentable el que, como dijera el chileno Francisco Bilbao, no nos leamos, sino tampoco no nos hemos puesto a pensarnos a nosotros mismos con la debida suficiencia proyectivamente colectiva porque no hay un conocimiento propio o interés por conocerse a sí mismo. El olvido del ente es un olvido del otro tanto como un olvido de sí.
Hoy las teologías de la liberación están más vigentes que nunca. No sólo porque el papa Francisco sea argentino y tenga sus orígenes en la llamada teología del pueblo o teología argentina, no solo porque Juan Carlos Scannone se ha posicionado como un pensador de gran importancia para dimensionar el proyecto político del papa, sino también y sobre todo porque, más allá de autores y corrientes (que las hay y muy variadas, ricas, vigentes y más vivas que nunca), sigue estando pendiente el proyecto de liberación latinoamericana desde las víctimas del sistema como eje fundamental del horizonte político de vida digna.
Mientras persista esta huella, esta falta, esta deuda para con la sociedad misma, pensamientos como las teologías de la liberación, así como otras expresiones religiosas y teológicas, seguirán latentes en la realidad de nuestra América.
¿Cómo se encuentra la actividad filosófica en México?
Actualmente la actividad filosófica en México se encuentra en un momento teórico de gran movimiento y con una gran cauda de posiciones teóricas y proyectos de distinta índole. Desde la filosofía en un sentido más estricto (filosofía de la ciencia, filosofía analítica, etc.) hasta la filosofía mexicana y latinoamericana.
De estas últimas es de resaltar la hermenéutica analógica mexicana de Mauricio Beuchtot Puente, filosofía de la liberación (Enrique Dussel), las historias de las ideas (Mario Magallón, Horacio Cerutti, María del Carmen Rovira Gaspar).
Todas estas corrientes y posiciones se concitan en distintos congresos y eventos públicos, tales como el que organiza la Asociación Filosófica de México, que realiza un congreso nacional de filosofía bianual, y este año, en noviembre, tendrá su edición XIX (evento donde tengo el honor de colaborar con el doctor Francisco Xavier Sánchez en la organización del simposio sobre Emmanuel Levinas).
Asimismo, las carreras y posgrados de filosofía, lo mismo que las publicaciones de revistas, se encuentran en distintas instituciones de educación superior públicas y privadas, amén a las publicaciones existentes independientes de instituciones educativas; todas ellas dan cuenta de la gran relevancia que tiene la filosofía desde el ámbito de la investigación sobre todo.
¿Cuáles son sus líneas de investigación? ¿Qué plantea como tesis de doctorado?
Mis líneas de investigación se refieren al pensamiento latinoamericano desde las dimensiones de la cultura, la filosofía política, la historia, la antropología, la filosofía de la historia, estética e historia de las ideas latinoamericanas.
Líneas que actualmente desarrollo en mi tesis de doctorado titulada El temor de los vencidos. Para una filosofía de la historia desde nuestra América, donde abordo y problematizo la propuesta del filósofo de la liberación Osvaldo Ardiles Couderc (filósofo muy olvidado en el marco de las filosofías de la liberación, cuya obra abordé en mi tesis de maestría y tiene plena vigencia y actualidad) referida a una “filosofía de la historia sacrificial” para pensar las lógicas de marginación y exclusión sistémicas que anulan la vida de las víctimas hasta dejarlos inermes y solo en manos de la memoria como único campo de recuperación.
De este modo, recuperando el planteamiento ardilesiano citado, aludo a la necesidad de considerar filosóficamente el tema de la memoria como un ámbito de crítica antropológica desde la historia que se sitúa desde el conflicto social para problematizar los modos y las formas en que recuperamos y planteamos históricamente nuestra historia (local, nacional y global) y realidad. No solemos considerar la dimensión de los vencidos, entendidos como sujetos sin historia que solo pueden ser recuperados por medio de la memoria y son producto de las violencias de la historia enmarcadas en una lógica sacrificial que administra la escasez y se reafirma en el temor como ámbitos de justificación de un orden colectivo de vida autoritario.
De este modo, es preciso pensar la historia desde la memoria como un campo políticamente situado que permita recuperar la existencia plena de los vencidos de la historia.
¿Qué le trajo a Paraguay?
Conocer y comprender la realidad de nuestra América desde uno de los países de nuestra región, interés que surgió fuertemente a partir de un curso que tomé con Horacio Cerutti sobre filosofía paraguaya contemporánea en la primera mitad de 2014.
Este curso me permitió acercarme a materiales de autores como Sergio Cáceres, José Manuel Silvero, Cristian Andino o Gaya Makarán, por mencionar algunas lecturas hechas en el curso. Ello, aunado a la oportunidad que tuve de viajar por primera vez a Sudamérica en la segunda mitad del 2014 (propiamente haciendo una estancia de investigación en Córdoba, Argentina), donde pude viajar a Paraguay a partir de mi inquietud por conocer esa realidad que había leído y reflexionado en clase.
La amistad trabada con personas de la academia paraguaya y la vida común me trajo ahora nuevamente en este 2018, teniendo una muy grata experiencia de esta realidad latinoamericana. Una realidad que me dice mucho de mi propia identidad como ser humano, como mexicano, como latinoamericano.
Una realidad que pude conocer de la mano de colegas como el propio Silvero y Andino, hoy amigos entrañables también, y otros colegas y amigos tanto del área académica (filosofía, historia, educación, religión, etcétera) y no académica. Constatando así la riqueza, pluralidad y grandes retos de lucha por la dignidad de la vida existentes en Paraguay y comunes con México y nuestra América toda.
En estos días brindará varias charlas, ¿sobre qué versarán?
Fue gracias al coordinador de la carrera de filosofía de la Universidad Nacional de Asunción, quien me invitó a realizar un seminario después de una charla que hice en el marco de la cátedra de filosofía latinoamericana de mi colega y amigo Cristian Andino, así como al apoyo de la Sociedad Paraguaya de Filosofía que tuve la oportunidad de realizar un pequeño seminario que titulé “Políticas del filosofar: memoria, violencia e historia desde nuestra América”.
El objetivo del seminario fue dar cuenta del trayecto histórico del filosofar desde nuestra América, constituido a lo largo de los siglos y hasta la actualidad, a través de distintos proyectos filosóficos y destacar la dimensión política que constituye su vocación latinoamericanista como horizonte para un proyecto vital colectivo.
A partir de un breve repaso histórico panorámico, se ubicarán los distintos momentos y sujetos clave para entender la constitución de lo que se ha llamado “filosofía latinoamericana” que, desde el siglo XX y lo que va del XXI, se han configurado con relación a la memoria y la historia: la historia de las ideas, la filosofía de la historia y el pensamiento de(s)colonial. Todo ello a partir del análisis de la relación dialéctica de la memoria de la violencia y la violencia de la memoria gestada en el campo de la historia latinoamericana.
Para terminar, si puede recomendar algunos textos para iniciarse en la filosofía latinoamericana.
Para acercarse al estudio de la filosofía latinoamericana existe siempre la vía de los manuales y tratados de orden más general que abordan tanto su historia como sus temáticas, corrientes y autores; una segunda vía es la referida a elementos específicos del pensamiento latinoamericano.
En la primera vía puedo recomendar:
- Historia del pensamiento filosófico latinoamericano de Carlos Beorleguí.
- El pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y latino editada por Enrique Dussel, Carmen Bohórquez y Eduardo Mendieta.
- Dialéctica de la filosofía latinoamericana: una filosofía en la historia de Mario Magallón
- Doscientos años de pensamiento filosófico nuestroamericano y Filosofar desde nuestra Américade Horacio Cerutti.
Por supuesto, son esenciales los diccionarios y en este orden existen algunas referencias muy valiosas:
- Diccionario del pensamiento alternativo editado por Arturo Roig y Hugo Biagini.
- Pensamiento crítico latinoamericano (3 volúmenes) de Ricardo Salas Astraín.
- Diccionario de estudios culturales latinoamericanos coordinado por Mónica Szurmuk y Robert Mckee Irwin.
En cuanto a la segunda vertiente, se encuentran múltiples referencias, de las que me permito citar algunas con intención panorámica en su tratamiento temático específico:
- La democracia en América Latinade Mario Magallón, en filosofía política.
- La estética en México de María Rosa Palazón.
- Historia de las ideas feministas latinoamericanas de Francesca Gargallo.
- Filosofía de la historia americana y Discurso desde la marginación y la barbarie de Leopoldo Zea.
- Pensamiento de lengua española de José Gaos.
- América Latina y la filosofía de la historia de José Mateos Castro.
- Las críticas a la modernidad en la filosofía latinoamericana contemporánea de María Cristina Liendo.
- Religión y nuevo pensamiento de Juan Carlos Scannone.
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Cofundador y editor general de Ciencia del Sur. Comunicador, docente universitario, traductor y divulgador, estudió filosofía en la Universidad Nacional de Asunción y ciencias de la computación en la Universidad París XI. Ha sido reportero y editor de portales de noticias latinoamericanos en español e inglés.
Exelente entrevista y sobretodo las respuestas. Saludos.