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Incendios en la reserva San Rafael en 2022
La reserva San Rafael sigue teniendo focos de incendios en 2022. (Foto: Gentileza de los Bomberos Forestales de San Rafael y PRO COSARA)

Una investigación de Ciencia del Sur revela que alrededor de 24 mil hectáreas de tierras malhabidas rodean la Reserva para Parque Nacional San Rafael, uno de los últimos remanentes del Bosque Atlántico del Alto Paraná (BAAPA). A la deforestación, los incendios y el narcotráfico se suma un limbo jurídico sobre la tierra que amenazan la biodiversidad y la existencia misma de lo que debería ser un parque pero que hoy se encuentra gravemente degradado y olvidado por las autoridades regionales y nacionales.

Aunque parezca un asunto lejano, la adjudicación y apropiación irregular de tierras durante el régimen totalitario de Alfredo Stroessner (1954-1989) tienen efectos hasta el día de hoy. Recién en 2003, el Estado paraguayo, con el Gobierno de Nicanor Duarte Frutos, creó una Comisión de la Verdad y Justicia (CVJ) para investigar los crímenes cometidos durante la dictadura.

Al presentar el informe de la CVJ en 2008, el Gobierno de Fernando Lugo pidió perdón en nombre del Estado a las víctimas del estronismo. Uno de los trabajos de la CVJ fue revelar, oficialmente, la existencia de las tierras malhabidas con nombres y apellidos y cantidad de hectáreas.

En el marco de los Fondos para Producción Periodística de El Surtidor, un trabajo en alianza de medios nativos digitales de Paraguay, Ciencia del Sur pudo constatar que en los distritos de la reserva San Rafael las propiedades irregulares son la norma.

Detectamos 24.220 hectáreas de tierras malhabidas en manos de 41 personas con un total de 49 adjudicaciones irregulares, según la base de datos de la CVJ, organizada, sistematizada y mejorada por El Surtidor y actualizada hasta enero de 2022.

Dos veces la capital paraguaya

Los distritos de influencia de la reserva San Rafael —San Pedro del Paraná, Tomás Romero Pereira e Itapúa Poty en Itapúa; y Tava’i en Caazapá— albergan unos 240 km2 de tierras malhabidas adjudicadas no solo durante la dictadura sino también en la transición democrática. Esto equivale a dos veces el tamaño de Asunción.

De todo esto, solo hubo una expropiación: la finca N° 1874 de San Pedro del Paraná. El Congreso expropió 285 hectáreas para una comunidad campesina en 1995.

Mapa de la reserva San Rafael
Fuente: PRO COSARA.

Alto Verá es un distrito de la reserva pero no figura en la lista ni en la base de datos porque se desmembró de San Pedro del Paraná y hasta 1989 se denominaba Heriberta Stroessner, en homenaje a la madre del autócrata que fue expulsado del poder ese año.

Los delitos por los cuales son señalados incluyen adjudicación mayor a la establecida y adjudicación a personas no beneficiarias según los registros del extinto Instituto de Bienestar Rural (actual INDERT). No se puede geolocalizar a estas propiedades alrededor de la reserva debido a que el Gobierno paraguayo no facilita los datos correctos.

Sin embargo, todas las adjudicaciones son reales y están avaladas por la CVJ, en representación del Estado. En algunos casos, la Procuraduría General de la República intentó recuperar las propiedades irregulares, sin éxito alguno. Estas tierras antes albergaban el mismo bosque, del cual hoy quedan apenas fragmentos.

 

El postergado parque nacional

Aunque sea uno de los dos principales remanentes del BAAPA en el Paraguay, la Reserva San Rafael, con 73 mil hectáreas, arrastra un problema de al menos tres décadas: el Estado no da los pasos necesarios para convertirla en un parque nacional. Por inacción, esto permite su desprotección ante invasiones, una gran deforestación, el rollotráfico y el cultivo ilegal de marihuana, entre otros problemas.

Al contrario, hubo intentos de desprotegerla. En 2002, el presidente Luis Ángel González Macchi, avalado por la entonces Secretaría del Ambiente (SEAM), rebajó San Rafael a reserva de recursos manejados, una categoría de manejo de áreas protegidas que permite un uso más intensivo de la tierra. No fue hasta 2005 que el Gobierno paraguayo dio marcha atrás y volvió a darle el estatus de “reserva para parque nacional” decretado ya en 1992. Sin embargo, nunca se concretó efectivamente el parque.

Los incendios perjudicaron enormemente a San Rafael. (Foto: PRO COSARA)

El plan estratégico del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas de Paraguay 2020-2030 (SINASIP) establece que el objetivo principal de un parque es proteger la integridad ecológica a largo plazo de las áreas naturales no perturbadas por las actividades humanas significativas. Su característica principal es conservar el alto grado de naturalidad. Un parque también posibilita la educación e investigación, según el SINASIP.

Pero San Rafael está en un limbo jurídico como reserva para parque del cual no sale. Uno de los obstáculos es que el Estado nunca presupuestó la compra de las tierras privadas dentro de la reserva, ya que un parque nacional debe ser de dominio público. En un relevamiento catastral de 2008, se identificó a 39 propiedades con 34 dueños en total, además de 6 comunidades indígenas, un asentamiento campesino y un excedente del Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (INDERT). También existe una indefinición sobre qué sucederá con las tierras de las comunidades indígenas allí, ya que la Ley 352/94 “De Áreas Silvestres Protegidas” las exime de formar parte del parque.

propietarios dentro de la reserva San Rafael
Fuente: “Parque Nacional San Rafael: justificación técnica y jurídica”.

Para la ambientalista Alicia Eisenkölbl, investigadora científica y directora de la organización Pro Cordillera San Rafael (PRO COSARA), lo ideal es consolidar el área como un parque nacional, además de realizar, de manera urgente, un nuevo censo que permita conocer la situación real de las tierras que tiene la reserva.

“Hay organizaciones internacionales para la compra de áreas para protección. Lo único que nos resta pensar es que al Estado paraguayo no le importa la conservación de San Rafael. Hay muchas formas de conservarlo, pero no se hace”, aseguró a Ciencia del Sur.

La importancia de San Rafael

pastizales naturales y bosques en la reserva San Rafael
Pastizales naturales y bosques en la reserva San Rafael (Foto: PRO COSARA).

San Rafael forma parte del BAAPA, que a su vez es una de las 15 ecorregiones del Bosque Atlántico, pero apenas queda el 6 % de lo que fue siglos atrás en partes de Brasil, Argentina y Paraguay. En 2003, Paraguay tenía unos 33 mil km2 de este bosque, pero 10 años más tarde se perdieron unos 6 mil km2, a pesar de que en 2004 haya entrado en vigor la Ley de Deforestación Cero en la Región Oriental.

Según el Dr. Alberto Esquivel, biólogo conservacionista y miembro de WWF Paraguay, la ecorregión BAAPA tiene una gran relevancia por tres aspectos:

  1. Su suelo es uno de los más aptos para el desarrollo agrícola, lo que llevó a una masiva conversión de bosques a cultivos.
  2. Sus bosques protegen a la ribera de los ríos de la erosión y hasta contribuyen al funcionamiento de las represas hidroeléctricas Itaipú y Yacyretá. También son los principales protectores y responsables de la infiltración de agua al Acuífero Guaraní.
  3. Es regulador del clima.

“Muchas especies nativas del Bosque Atlántico son hoy en día nuestros principales insumos diarios, como la yerba mate. Muchas especies cumplen el rol de polinizadores o dispersores de semillas. Y aunque la cacería hoy en día es una actividad ilegal —con excepción de la caza de subsistencia que pueden realizar algunas comunidades indígenas—, los animales del bosque siguen siendo la principal fuente de proteína para muchas poblaciones aledañas”, dijo Esquivel.

El también conservacionista y director ejecutivo de Guyra Paraguay (organización que posee tierras en San Rafael), José Luis Cartes, coincide en esta visión, ya que históricamente, la cultura criolla local dependió de los recursos naturales, especialmente del BAAPA y de la ganadería, aunque más de los bosques.

Arasari banana (Foto: Wikimedia).

“Es una región donde existen endemismos, es decir, especies con áreas de distribución muy restringidas a esta ecorregión. No hay en otro lugar del mundo. Entre esos endemismos podemos citar al venado colorado o pororoka (Mazama nana), una cotorra de cabeza roja (Pionopsitta pileata), el arasari banana (Pteroglossus bailloni) y el picochato chico (Platyrinchus leucoryphus)”, dijo Cartes.

Para este investigador, las características que tiene el BAAPA lo definen como un ecosistema muy complejo tanto en función como en estructura y en composición. Se llegó a ese punto de manera evolutiva; el bosque maduró gracias a millones de interacciones en un periodo de miles de años, un proceso que está terminando por la inacción de las autoridades y los delitos ambientales.

Según los datos del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sustentable (MADES) y de PRO COSARA, en la reserva existen por lo menos 61 especies de mamíferos, 429 de aves, 27 de reptiles, 33 de anfibios, 52 de peces, 650 invertebrados y 322 especies de plantas. Pero para la Dra. Fátima Mereles, botánica e investigadora de la Universidad Nacional de Asunción, las especies de flora pueden ser superiores, y eso es lo que ve como peligroso: a la par de mejorar la conservación falta investigación científica que determine qué hay y qué ya se perdió.

Bosque fragmentado

Para Esquivel, una de las principales amenazas a la biodiversidad del BAAPA es su alta fragmentación, la discontinuidad de los bosques. Actualmente, solo quedan dos fragmentos de más de 50 mil hectáreas en el país: la Reserva Natural del Bosque Mbaracayú y la Reserva para Parque Nacional San Rafael. Estos dos remanentes son la última oportunidad para mantener poblaciones viables de muchas especies del Bosque Atlántico, como el jaguarete.

Con el estado de fragmentación del BAAPA, existe una necesidad imperiosa de empezar a manejar las poblaciones de fauna en los remanentes.

“Eso implica los trabajos de traslocaciones, cría en cautiverio y reintroducciones, o de otro modo iremos perdiendo a esa fauna por degradación genética. En esto se incluyen mamíferos grandes, varias especies de aves y otros que necesitan iniciar ya estas primeras experiencias para ir creando el know how y la capacidad local”, manifestó Cartes.

¿Se puede recuperar el bosque y las tierras malhabidas?

La comunidad mbya guaraní es uno de los principales pueblos autóctonos n San Rafael. (Foto: Eduardo Quintana / Ciencia del Sur)

El caso de San Rafael es emblemático. Además de la rica fauna y flora, también salvaguarda la cultura de pueblos autóctonos como los mbya guaraní y tradiciones y costumbres de diferentes poblaciones campesinas. Itapúa, de hecho, es uno de los departamentos con mayor riqueza cultural y lingüística.

En la zona todavía faltan resolver problemas como el acceso al agua potable o a servicios básicos. Para complicar aún más el panorama, la reserva ha sufrido uno de los peores incendios forestales que registró Paraguay en las últimas décadas.

Entre 2020 y 2021, debido a los incendios, la tala ilegal y el rollotráfico, el bosque quedó degradado en un 50 %. Reconstruir esto tomará varias décadas si no te toman acciones inmediatas. PRO COSARA pide un nuevo censo y le preocupa las invasiones y tierras malhabidas en la zona.

En verde se observan los bosques y en amarillo, los incendios de 2020. (Foto: MADES – PRO COSARA)

La Dra. Mereles, por su parte, asegura que el bosque de San Rafael puede recuperarse con mucho esfuerzo y aplicando medidas naturales, pero para ello hay que trabajar en conjunto. Y esto, a su modo de ver, implica: cambio de figura legal, respeto a las leyes nacionales, claridad en delimitación de las zonas de conservación y establecimiento de los corredores biológicos.

“La investigación puede ir en paralelo. Lo importante es aplicar medidas de control, iniciar el proceso de resistencia y consolidar las áreas ya establecidas como núcleos. El resto y con esfuerzo de todos se puede lograr. Es como subir un vagón sobre el riel: va solo”, dijo a Ciencia del Sur.

Por su parte, Esquivel sostuvo que las acciones del Gobierno nacional, las municipalidades y gobernaciones han sido siempre insuficientes para el mantenimiento del Bosque Atlántico. “Si bien puede haber voluntad del MADES y el Instituto Nacional Forestal, sabemos que son entidades con recursos insuficientes para poder cubrir las áreas de trabajo”, manifestó.

Sus propuestas incluyen restauración del bosque, producción sostenible, combate a la deforestación y mejoramiento de los mecanismos financieros para la conservación.

Para Cartes, existe una total falta de justicia en la aplicación de las leyes y sanciones. Existen denuncias documentadas y presentadas que duermen en los cajones de las autoridades.

“En tanto la justicia no aplique el principio básico de condenar un delito y reparar el daño ocasionado no vamos a poder recuperar las áreas que constantemente están siendo devastadas. Entonces, el llamado en primer lugar es a que exista una justicia efectiva y que las condenas se apliquen en función de los principios básicos de la teoría del daño, que es de pagar por la falta y reparar la falta también. Tomemos por ejemplo los incendios forestales”, finalizó.

Desidia y descoordinación

La extracción ilegal de madera en la Reserva para Parque Nacional San Rafael sigue siendo común. (PRO COSARA)

Ciencia del Sur buscó la versión de todas las municipalidades, gobernaciones e instituciones que trabajan con el BAAPA y con San Rafael, específicamente. El MADES se comprometió a contestar nuestras preguntas en diciembre de 2021. No lo hizo. Volvimos a contactar en enero y solo obtuvimos otra promesa de Frederick Bauer, director de Vida Silvestre del ministerio. Aunque no es la única institución que debe proteger los recursos naturales, el MADES es la más criticada por sus grandes omisiones e ineficiencias.

Empero, la Gobernación de Itapúa, la Gobernación de Caazapá y la Municipalidad de Alto Verá sí respondieron a nuestro medio a través del mecanismo de acceso a la información pública. Increíblemente, sus propuestas de recuperación se limitan a campañas de concienciación y plantar árboles. No tienen programas definidos, estudiados, planificados o integrales que permitan la conservación a gran escala de la Reserva.

Los gobiernos municipales de Tava’i ni de San Pedro del Paraná no respondieron a nuestras consultas al cierre de la redacción de este reportaje. Tampoco lo hizo el Instituto Nacional del Indígena (INDI).

“La Municipalidad de Alto Verá no cuenta con datos oficiales sobre el Bosque Atlántico del Alto Paraná, por lo cual no posee planes de protección ni otros. En 2008 se realizó un convenio con la SEAM (hoy MADES) que duró dos años pero no prosperó por falta de recursos”, respondió a nuestro medio Pedro Maciel Cardozo, secretario de este municipio itapuense, que tiene la mayor parte de la reserva en su territorio.

Lo cierto es que, aunque organizaciones como Guyra Paraguay, PRO COSARA, WWF Paraguay e iniciativas como el Fondo de Conservación de Bosques Tropicales luchen a favor de de San Rafael y todo el BAAPA, no existen planes reales y eficaces para su protección ni un interés genuino por parte de los diferentes gobiernos.

Mientras San Rafael no sale del limbo, su riqueza se está perdiendo. Ni se avizora que el Estado busque recuperar las tierras malhabidas a su alrededor para brindar un cordón de protección ambiental y establecer los conectores biológicos. Estamos asistiendo en vivo y en directo a su destrucción por falta de voluntad política. No solo significa la muerte de fauna y flora y la degradación de la calidad del aire y del agua en Paraguay, sino también el abandono de culturas autóctonas de campesinos e indígenas que pueblan estas zonas desde hace décadas y siglos.

La Reserva San Rafael, de 73.000 hectáreas, se encuentra muy dañada en los últimos años. (Foto de Mónica Bareiro – IDEA)

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Director ejecutivo de Ciencia del Sur. Estudió filosofía en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y pasó por el programa de Jóvenes Investigadores de la UNA. Tiene diplomados en filosofía medieval y en relaciones internacionales.
Condujo los programas de radio El Laboratorio, con temática científica (Ñandutí) y ÁgoraRadio, de filosofía (Ondas Ayvu).
Fue periodista, columnista y editor de Ciencia y Tecnología en el diario ABC Color y colaboró con publicaciones internacionales. Fue presidente de la Asociación Paraguaya Racionalista, secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica y encargado de cultura científica de la Universidad Iberoamericana.
Periodista de Ciencia del Año por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2017). Tiene cinco libros publicados.

Cofundador y editor general de Ciencia del Sur. Comunicador, docente universitario, traductor y divulgador, estudió filosofía en la Universidad Nacional de Asunción y ciencias de la computación en la Universidad París XI. Ha sido reportero y editor de portales de noticias latinoamericanos en español e inglés.

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