Si observamos los debates sobre la situación de la ciencia y la investigación en Paraguay, vemos que generalmente está centrada en los números actuales y en el desempeño de los científicos e investigadores que están en ejercicio de la profesión.
Sí, dedicarse a la ciencia y la investigación es una profesión, o cuanto menos un oficio, independientemente de la rama científica a la cual se pertenezca.
Más allá de los magros resultados y sus diversas causas, nos damos cuenta de que somos pocos, y que por más esfuerzos que hagamos, por más exigentes que seamos, el sacrificio no sería suficiente. Si somos pocos, probablemente seguiremos teniendo poco impacto en la región y aún menos en el mundo.
Los indicadores de la cienciometría son principalmente cuantitativos, y el modo de calcular dichos indicadores dista de ser proporcional al tamaño, y sobre todo, al estado o al momento histórico de un sistema nacional de ciencia y tecnología.
En relación al año pasado o al antepasado, o incluso a cinco años atrás, en Paraguay dimos pasos gigantes, de manera más acelerada que otros países de la región cuando empezaban a desarrollar sus sistemas de ciencia y tecnología, pero eso no se verá reflejado al momento de compararnos con la región o con el mundo. Es cierto, aún nos falta mucho.
En la mayoría de los casos, los países de la región o del resto del mundo vienen desarrollando regularmente sus sistemas de ciencia y tecnología desde hace más de 20 años, con incrementos progresivos de presupuestos estatales e inversión privada. Mientras tanto, en Paraguay, de no tener casi nada de presupuesto en los últimos años pasamos a tener bastante presupuesto. Aún reducido en relación al PIB, fue un gran cambio.
Nos apuramos por alcanzar a los países de la región, pero han pasado pocos años desde que empezamos, y aún somos pocos investigadores.
Pocos investigadores
Si bien hay un incremento de investigadores por cada 1.000 habitantes de la Población Económicamente Activa en los últimos años, aún somos muy pocos en relación a la región. Siendo pocos, no lograremos un despegue que adquiera alguna inercia.
Los actores individuales del sistema de ciencia y tecnología del Paraguay —los investigadores y los gestores— deben incrementarse en cantidad, lo cual no significa dejar de lado la calidad. En la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT), tenemos amplias bases de datos para ir profundizando el análisis.
Las instituciones del Estado se encuentran haciendo importantes esfuerzos, se financian investigaciones (el programa ProCiencia), se pone en marcha un escalafón de investigadores (el PRONII), se becan jóvenes al exterior buscando dar énfasis a programas de posgrado volcados a la investigación (Becal), se forman docentes en el exterior buscando objetivos similares.
Un paréntesis para comentar algo bastante notorio: si comparamos la fuente del financiamiento de la ciencia en los países latinoamericanos, con los países europeos, norteamericanos o asiáticos, veremos que en América Latina el principal motor financiero que impulsa la ciencia es el Estado. Esto cambiará recién cuando se llegue verdaderamente a una economía basada en el conocimiento, preparémonos. El camino es largo.
Sumemos a ello ahora un hecho: en Paraguay existe un bono demográfico. Más del 60% de su población es menor de 35 años y, lo que aun es más importante, 29% de la población tiene entre 15 y 29 años, según la Dirección General de Estadísticas y Censos (2012). Casi el 30% de la población paraguaya está en la etapa en la cual, por lo general, se van configurando las opciones profesionales y laborales de la población.
¿Buscar jóvenes científicos?
Paraguay es un país de jóvenes y de jóvenes profesionales. ¿Por qué entonces mirar solamente la universidad, a la cual accede un mínimo porcentaje de la población, al momento de captar vocaciones científicas investigadoras o al momento de presentar la carrera del investigador como una opción para los jóvenes profesionales?
En la escuela secundaria, a pesar de que ésta también tiene una alta deserción, existe un amplio potencial de futuros investigadores y científicos paraguayos.
Ya en 2011, la encuesta de la Organización de Estados Iberoamericanos denominada “Los estudiantes y la ciencia: encuesta a jóvenes iberoamericanos” puso la mirada en los jóvenes iberoamericanos estudiantes de escuelas secundarias.
Bien sabemos que la dedicación a la ciencia y la investigación, además de ser un oficio o una profesión, es una vocación, la cual puede y debe trabajarse ya en la época de las escuelas primarias y secundarias. Existen importantes grupos de docentes preocupados por inculcar la cultura científica en los jóvenes estudiantes, y en Paraguay no nos quedamos atrás. Las cátedras impartidas por el CONACYT, que ya van por su quinta edición, forman a cientos de docentes en el área de Ciencia Tecnología y Sociedad (CTS), disciplina esencial para tener una perspectiva de nosotros mismos en relación a un mundo cada vez más dominado por la ciencia y la tecnología.
Por todo lo mencionado anteriormente, es necesario poner la mirada en los jóvenes estudiantes, considerándolos como los futuros científicos de Paraguay y empezar a trabajar ya con una perspectiva estratégica pensada a mediano y largo plazo, orientada a incentivar la carrera científica en los jóvenes.
El panorama no es tan desalentador como parece. Los jóvenes estudiantes tienen un alto interés en la ciencia, sumado a un desconocimiento general sobre en qué exactamente consiste. Ese panorama, con lujo de detalles se puede ver en los resultados de la investigación que ponemos a consideración de la comunidad científica, denominada “Percepción Pública de la Ciencia, Tecnología e Innovación en Jóvenes de Asunción y cuatro ciudades principales del interior del país”.
El objetivo que persigue la investigación es explorar y medir a través de una encuesta la percepción y la comprensión que tienen los jóvenes paraguayos sobre la ciencia, la tecnología y la innovación, mediante la selección de una muestra representativa del universo poblacional. Los estudios de percepción social de la ciencia y la tecnología son una herramienta que muchas administraciones públicas han ido incorporando para incrementar los insumos que permiten orientar sus políticas.
Dicha percepción social tiene componentes simbólicos y cognitivos que se expresan como actitudes, valoraciones, conocimientos fácticos e institucionales y expectativas sociales sobre el desarrollo científico-tecnológico y sus impactos económicos, sociales y culturales.
La encuesta fue aplicada a una muestra probabilística proporcional al tamaño de la población, conformada por 881 personas. El cuestionario utilizado contiene 50 ítems para facilitar la comparación con otros países de la región y las preguntas son compatibles con la encuesta de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt) del año 2012, el Manual de Antigua de 2015 y el Eurobarómetro 340 de 2010. Además, se incluyeron preguntas propias adaptadas al contexto local.
Se estableció un sistema de cuotas para garantizar la representatividad del sexo, la ubicación territorial y la edad de las personas entrevistadas. Dicha capacidad permite realizar posteriores profundizaciones y comparaciones entre cuotas. Instamos a su aprovechamiento para futuras profundizaciones y puesta en práctica de recomendaciones fundadas para políticas públicas basadas en evidencia científica que puedan obtenerse de este trabajo.
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Columnista de ciencia, tecnología y sociedad de Ciencia del Sur. Licenciado en Sociología por la Universidad Católica "Nuestra Señora de la Asunción", Máster en Estudios Sociales de la Ciencia y Tecnología por la Universidad de Salamanca, España.
Actualmente es doctorando en Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Salamanca y es investigador miembro del PRONII del Conacyt.
Excelente artículo que describe claramente nuestra situación actual. Leeremos Camilo tu encuesta de percepción.
Gracias Antonieta!