La involucración de las categorías científicas

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involucracion de las categorias cientificas
Cada ciencia no agota íntegramente su campo categorial. quedan muchos contenidos comunes a diferentes dominios, campos o categorías, que facilitan el fenómeno de la involucración. (Wikimedia)
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Tras haber publicado Gustavo Bueno los cinco primeros volúmenes de la Teoría del Cierre Categorial entre 1992 y 1993, la gnoseología materialista que sitúa a las ciencias como una transformación efectiva de nuestro mundo (no como meras teorías relacionadas con unos hechos observables) fue desarrollándose considerablemente, especialmente entre 2000 y 2006 aproximadamente, con vistas a la publicación de un sexto volumen que por diversas circunstancias no llegó a ver la luz.

No obstante, muchos de los conceptos de la gnoseología materialista fueron incluidos en otros trabajos y libros que se fueron publicando durante esos años. Uno de ellos es el de la involucración de las diversas categorías científicas, al que dedicaremos este artículo.

Las diversas categorías científicas, constituidas como tales a lo largo de la historia, tanto las más añejas, como la geometría o la astronomía, como las ciencias más recientes (biología, química, etc.), no se consideran desde esta perspectiva como esferas de la realidad aisladas entre sí, en el sentido del megarismo, como modulación del monismo metafísico, que afirma que «nada está conectado con nada», sino que tienen algún tipo de vínculo entre sí, ya sea compartiendo términos que serían comunes o descomponiéndolos a diversas escalas.

Todo ello resulta clave para determinar cuáles son los principios de cada categoría científica y cómo surgen las nuevas categorías, que compartirán términos o descompondrán los términos considerados simples en otros más complejos. Como señala el propio Gustavo Bueno en el tomo 5 de su Teoría del Cierre Categorial, la química clásica fue descomponiendo sus elementos básicos a medida que surgía la teoría atómica o la genética, y se iban incluyendo dentro de la biología, la física, etc.

Asimismo, en varios lugares Bueno aclara que lo que denomina como «cierre categorial» como constitución de una categoría científica diferenciada de otras no implica aislamiento o clausura de una categoría respecto a otras. Siguiendo con el mismo ejemplo, que la química clásica, lejos de tener que permanecer aislada o clausurada en un campo y escala definidos por la tabla periódica, haya entrado en comunicación con la teoría del calor, con la teoría de la electricidad, e incluso con la teoría atómica, no significa que su cierre categorial se haya roto o se haya desvanecido. Por el contrario, ese cierre permanece en la misma medida en la que permanecen los eslabones de la cadena, los elementos químicos (como la genética permanecerá en la misma medida en que permanezcan los «eslabones» genotípicos).

De esta idea originaria que apareció en 1993, Bueno fue desarrollando diversas cuestiones; así, cuando se refiere a la formación de disciplinas de nuevo cuño (no necesariamente científicas), señala varias vías de constitución de las mismas a partir de disciplinas o categorías ya dadas.

Dos son las vías principales: la que denomina como «desprendimiento» de alguna categoría dada de algún componente suyo, o el de «incorporación» en una categoría de contenidos propios de otras categorías, que tomado en un sentido amplio incluye el de «involucración entre categorías» pero no se reduce a él: así, existe involucración entre aritmética y geometría en la famosa «serie de Leibniz» utilizada por el filósofo y matemático para calcular el valor del número π, obligando a comunicar aquellos géneros matemáticos tradicionalmente considerados como incomunicables.

De este modo, la serie:

expresada también como sumatorio entre infinito y 0:

obliga a comunicar los géneros matemáticos de cantidades discretas y cantidades continuas, tradicionalmente considerados como incomunicables.

También está el caso de los cristales no orgánicos de la especie Paracentrotus lividus, que confrontan las categorías cristalográficas y las biológicas. Estos y otros casos implican la involucración entre diversas categorías científicas.

Involucración vs. diferenciación: una tensión solo aparente

De hecho, la pluralidad de las ciencias es esencial a la existencia de las mismas, por encima de las pretensiones de diversos tipos de fundamentalismos científicos.

Es esa misma pluralidad la que permite establecer el campo propio de cada ciencia y sus límites, según un criterio inmanente a las propias ciencias. Cualquier campo es en gran medida común a ciencias positivas distintas. De ahí podemos concluir que cada ciencia no agota íntegramente su campo categorial.

La propia pluralidad de las ciencias implica la pluralidad de campos y la discontinuidad gnoseológica. Pese a la involucración de las categorías, no es posible demostrar, partiendo de los principios geométricos, las leyes de composición de los elementos químicos, o viceversa. Las ciencias categoriales se circunscriben a campos o dominios de contornos específicos, lo que no excluye la posibilidad de reunirlos en círculos genéricos próximos o remotos.

En este sentido, las categorías no son esferas autónomas y discontinuas, sino que la regla general sería la de las involucraciones entre las categorías. La razón es que las ciencias categoriales no agotan los campos o dominios que cultivan, y esto significa que, sin perjuicio de las categorías, quedan muchos contenidos comunes a diferentes dominios, campos o categorías, que facilitan el fenómeno de la involucración.

Los propios campos categoriales no se pueden concebir como conjuntos de términos pertenecientes a una misma clase homogénea de términos; antes bien, los términos de un campo categorial habrán de entenderse como enclasados en clases diferentes, lo que nos lleva a ver los campos categoriales no como esferas homogéneas o lisas, sino como agregados heterogéneos.

Campos gnoseológicos

Hay que aclarar asimismo que lo que denominamos como «campo gnoseológico» (científico o no) es principalmente el territorio en el que tienen lugar las operaciones con conjuntos de términos dados, que mantienen relaciones unos con otros, y que dan lugar a transformaciones de unos términos en otros términos pertenecientes a ese territorio. Transformaciones previamente preparadas por las técnicas, de cualesquiera tipos que sean (por ejemplo, la agrimensura como precedente de la geometría). Y, por extensión, lo que se dice de las ciencias habrá que decirlo de otras disciplinas que mantengan alguna semejanza o parentesco con las ciencias positivas, o incluso con aquellas que se autoconciben así en determinadas épocas pero no lo son en absoluto, incluyendo a algunas disciplinas filosóficas.

Un campo gnoseológico estará siempre inmerso en un espacio gnoseológico, porque ninguna ciencia puede considerarse capaz de agotar su campo, siempre «superficial» (aunque sea el «campo unificado» que buscan los físicos); es decir, porque su campo gnoseológico está limitado por los campos de otras ciencias o de otras disciplinas que no son científicas.

Es dentro de los campos gnoseológicos donde se produce el plural y diverso fenómeno de la involucración entre categorías científicas, aspecto que Gustavo Bueno dejó sin completar dentro de su Teoría del Cierre Categorial y cuya terminación constituye un gran desafío.

 

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Es columnista de filosofía e historia en Ciencia del Sur. (Gijón, España 1976). Es doctor en Filosofía por la Universidad de Oviedo, España. Profesor de Filosofía de Enseñanza Secundaria.
Es autor de, entre otros libros, "El alma de los brutos en el entorno del Padre
Feijoo" (2008), "La independencia del Paraguay no fue proclamada en Mayo de 1811 (2011)" y "El Estado Islámico. Desde Mahoma hasta nuestros días (2016)".

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