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¿Se puede amar a un país que lo expulsó por tener ideas diferentes? ¿Se puede uno identificar con una nación y aún así ser universal? ¿Puede uno poner todo su esfuerzo intelectual para combatir a una dictadura, pero luego apoyar a otra, de otra ideología?

Para el Ministro de Cultura de Paraguay, Fernando Griffith, está claro: Augusto Roa Bastos es el paraguayo más universal.

(De i. a d.) Roque Molinari Laurín, Hérib Campos Cervera, Augusto Roa Bastos, Liber Fridman y Sila Godoy. (Libro Roa Bastos: vida, obra y pensamiento de Antonio Pecci)

El 13 de junio se cumplirán 100 años del nacimiento del escritor, poeta, dramaturgo y guionista de cine que en 1989 recibió el Premio Cervantes de Literatura.

Griffith es doctor en bioquímica, egresado de la Universidad Nacional de Asunción, con una especialización en biología molecular y becas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Consejo Superior e Investigaciones Científicas de España.

El secretario de Estado también realizó investigaciones científicas y montó un laboratorio clínico en Asunción. Asumió el cargo en setiembre de 2016 y actualmente preside la Comisión Interamericana de Cultura de la Organización de Estados Americanos (OEA) y es vicepresidente de la Comisión de Diversidad Cultural de la Unesco.

En exclusiva para Ciencia del Sur, Griffith conversó sobre cultura, ciencia, Roa Bastos y corrupción. Habló de los derechos de los indígenas, de la inclusión a las colectividades LGBTI y recordó a Isaac Asimov como un bioquímico al que tampoco pusieron barreras para escribir.

El poder, el exilio, el amor a la patria, la esperanza y el sueño de tener un pueblo educado. De eso y más, en esta entrevista.

– Para los lectores y literatos, la obra de Roa Bastos y su persona giran en torno al poder, el exilio, la literatura, el silencio y amor a la tierra. Pero para el ministro de cultura, ¿quién fue Augusto Roa Bastos?
Quizás el paraguayo quizás más universal que tenemos. Aunque tengamos grandes deportistas muy conocidos, como José Luis Chilavert o Víctor Pecci, el escritor trasciende.

Sus palabras van a resonar en el mundo por quizás cientos de años. Uno debe admirar la mente de ese hombre. Sus obras están traducidas en más de 25 idiomas.

Griffith es doctor en bioquímica. (Fotografía: Luis Quintana)

-Es un punto de inflexión en la historia de la cultura paraguaya. Tanto como escritor que modela la palabra y como intelectual a favor de su pueblo históricamente oprimido y sufrido. ¿Qué significa para la historia local?
Paraguay, lamentablemente y con mucha pena, no valora totalmente a Roa Bastos. Lamento contradecir a las misses de Paraguay, pero no mucha gente lo lee.

También debemos reconocer que no toda la obra de Roa es fácil y accesible para el lector común.

-¿Usted le leyó?
Sí, unas cuatro obras suyas.

-¿Leyó con dificultad Yo el Supremo?
Sí, cuando fui joven. Pero Roa fue mucho más que esta gran obra. Escribió poesía, cuentos y guiones. Debemos recordar que se mantuvo en Buenos Aires gracias a su labor como guionista, entre otras profesiones.

Criticaba a los que fustigaban contra la capital argentina; él amaba Buenos Aires.

-¿Por qué es importante celebrar el centenario de su nacimiento?
Si lo leemos nos va a maravillar más. Este año es importante para instalar en la sociedad la importancia que tuvo el escritor para la cultura.

La Secretaría Nacional de Cultura tiene diversas actividades agendadas. Aunque el presupuesto es escaso, estamos cargados de eventos para homenajear a Roa y que la gente se apropie de los actos.

-¿Qué tipo de actividades?
En unos días arranca el congreso sobre su obra, en el Parlamento y en la Feria Internacional del Libro de Asunción. Fuimos a homenajearlo en la libroferia de República Dominicana, y la Real Academia Española de la Lengua también lo recordará. Además de los eventos que tendremos en todo el país.

-¿Todavía sigue en vigencia la mentalidad roabastiana de educar a los niños para mejorar el país?
Hay que leer y ver la propia vida de Roa Bastos y luego replicar el modelo. Sus padres le pusieron enfrente al libro, no obligarle a leer, sino sino que le hicieron un comentario para incentivarle.

Le ofrecieron un gancho y le permitieron que él mismo gestione el conocimiento. Le dieron las condiciones para leer. Eso es educación. Lo que hicieron con él fue «encender un fuego».

Cuando llegó del interior al Colegio de San José, Augusto ya era un tren en marcha. No podemos imponer la lectura, pero sí podemos encender la mecha para amar la cultura. Estamos viviendo en un Paraguay con escaso poder de análisis, en general. Tenemos escaso desarrollo en pensamiento crítico, tanto en jóvenes como en adultos. Tenemos adultos que se comportan como niños porque no pudieron desarrollar las habilidades críticas de una persona madura.

¿Qué pasa cuando enfrentamos al conocimiento y no estamos preparados? Hay que analizar la realidad críticamente, dejar las falacias de lado. Si vamos a darle Nietzsche a un adolescente de 14 años, démosle también las herramientas para que él mismo pueda generar conocimiento y no procurar que sea solo la esponja de un pensamiento más.

-¿Roa Bastos despertó ese pensamiento crítico?
Sí. Encendió el fuego y ya se hizo una locomotora imparable, que manejó no solo su obra literaria, sino toda su vida. ¿Por qué se exilió? ¡Porque pensaba por sí mismo! Si no, no se hubiera ido del país. Esto también le pasó a tantos otros artistas e intelectuales paraguayos.

-Más allá de su trabajo como escritor, como intelectual se opuso con mucha fuerza al estronismo y luchó contra los totalitarismos. Sin embargo, en las últimas décadas de su vida siguió apoyando a la dictadura comunista de Fidel Castro. ¿Es una contradicción en el escritor?
Roa era un humano, a pesar de escribir como los dioses. Fue tan subjetivo o tan emocional como cualquier otro ser humano. Esa es nuestra naturaleza. El ser humano toma la información del ambiente, que es excesiva, y con un porcentaje pequeño tiene que entender la realidad. A esto se suman a los conocimientos previos, las emociones, los valores y así se construye la realidad.

A Roa le habrá pasado que se enfocó tanto en todos los errores de la derecha chauvinista, ultrarreligiosa o militarista y le costó más enfocarse en los errores del otro lado. Hoy sabemos más cosas de lo que sabía Roa sobre Cuba y o los gobiernos socialistas. Pero no por ello podemos obviar el análisis político del escritor. No es tan fácil el análisis ni tan simplista. Los seres humanos no se dividen en buenos y malos.

-Roa fue un apátrida que perdió la ciudadanía paraguaya, se exilió en Argentina, y España y Francia le dieron nacionalidad. ¿Fue justo Paraguay con él?
A mí me da mucha vergüenza admitir que en Paraguay no se le haya valorado como lo merecía. Lo mismo pasó con Mangoré, con Demetrio Ortiz, con José Asunción Flores y otros. Pero no podemos negar la realidad, eso fue lo que sucedió.

Griffith muestra un cuadro del pintor y escritor Carlos Colombino (1937 – 2013) que adorna su oficina. (Fotografía: Luis Manuel Quintana)

España y Francia supieron enmendar el error gravísimo de ningunear a Roa que cometimos nosotros. Estamos muy agradecidos con Buenos Aires, Madrid y París por lo que hicieron por Roa. Cuando nosotros no éramos conscientes, otros ya lo fueron.

-Además del centenario, se celebra estos días en Asunción la Feria Internacional del Libro (FIL). ¿Qué significa este evento para la SNC?
Significa mucho para nosotros. La SNC quiere organizar la FIL Asunción el próximo año. El Estado paraguayo tiene que hacerse cargo.

-¿Por qué?
Porque es un modelo que funciona en otros países, como en Uruguay, Argentina o República Dominicana.

Por otro lado, en Paraguay, los gremios de libreros y escritores están divididos, ¿por qué nos dividimos tanto? ¿Por qué no podemos hacer un gran evento unidos? Debemos generar respeto y empatía entre nosotros para tener la anhelada tolerancia y respeto a las ideas diferentes. Debemos reflexionar.

En ese marco, tenemos dos diferentes ferias del libro en Asunción. Ciertamente, una es más grande que la otra. En un momento dado estuvieron juntas, ¿pero qué pasó? Estamos en un solo país. La FIL Asunción debe ser un evento nacional e internacional grande. Debemos estar grandes eventos asociados a la feria del libro, que sean multidisciplinarios.

¿Por qué no podemos invitar a mucha más gente del exterior? Debemos visualizar a Paraguay a través de la feria del libro, no solo a través de los partidos de fútbol. Quizás necesitamos que el Gobierno se haga cargo.

-¿Van a incluir en el presupuesto del próximo año?
Sí, incluiremos un rubro para la feria en el presupuesto del 2018. Pero el evento no se va a realizar si no hay participación, aval y acuerdo entre todos los gremios libreros. No haremos la feria si no están todos. Paraguay tiene que recuperar la conciencia.

-¿Y en las otras áreas de la cultura?
También queremos organizar la Semana del Teatro, para ayudar al Centro Paraguayo del Teatro (CEPATE), que trabaja a puro pulmón; el Festival Nacional del Arpa y otros grandes eventos. La comunidad cultural va a apoyar y hacer algo grande.

-¿Cómo ve hoy a la cultura paraguaya?
Paraguay tiene que recuperar la conciencia. Necesitamos más cultura de la responsabilidad, de la prevención, del respeto, de la planificación, de la puntualidad y la cultura científica. Hay que superar la procrastinación.

-¿Cómo ve a la ciencia?
En Paraguay, la gente piensa que la ciencia es apenas una materia de colegio. Pero no es así, la ciencia es una forma de pensar, es un método que nos ayuda a llegar a verdades verificables.

La cultura científica debe estar presente en el hablar y accionar de los paraguayos. ¿Cuántas patentes mensuales tenemos? ¿Cuántos inventores están en el país hoy en día?

-¿Qué responde a las críticas que sostienen que es mejor invertir en otras áreas que no sean ciencia ni cultura?
La ciencia y la cultura son la base del desarrollo. El desarrollo no se da solo porque vengan las empresas extranjeras a invertir al país, eso no es sustentable.

Paraguay debe ser capaz de generar su propia riqueza y conocimiento para responder a sus propias necesidades. Eso viene a través de la cultura.

-¿De qué trata el decálogo de la cultura en el que está trabajando actualmente la SNC?
Es un decálogo que tiene unos 10 puntos de análisis y discusión. Lo trabajamos en una instancia que llamamos Con Cultura, que fue creada por ley. Allí están las minorías, los pueblos originarios, LGTBI, libreros, sociedad de escritores, etc.

Es una redefinición de nuestra identidad, de lo que somos los paraguayos. La ignorancia es terrible y produce daños irreparables al país. Tenemos que hacer mucho aún.

-Más allá de su cargo, ¿cómo ve el futuro de la cultura paraguaya?
En el país hay una fuerza vital distinta. Estamos atrás en infraestructura o conciencia; para muchas cosas todavía somos «bestias» y vemos a otras naciones adelantadas. Pero tenemos grandes capacidades para salir adelante.

El futuro de Paraguay para mí, es brillante. Podemos hacer cosas inconcecibles. La historia de Paraguay es muy trágica, se metió la pata muchas veces, pero todo eso se puede cambiar.

El ejemplo lo tenemos hoy en día, con los jóvenes de UNA No te Calles o los de Unasur. Somos pacíficos, pero también aguerridos. No somos sumisos; la dictadura nos impuso el miedo, pero ya tenemos que superar eso. Hoy hay libertad de prensa, libertad de expresión. Este ya no es el Paraguay de los años 90 tampoco.

-¿Por qué?
En esa década no había esperanzas, no había trabajo, los bancos quebraban y la corrupción dominaba. Hoy también hay corrupción, pero hay muchísima más transparencia. Hoy existe control. Hoy se ejerce ese control, que es necesario para nuestra transformación.

Durante la dictadura estronista apenas se llegaba al 1% de inversión en educación, hoy estamos pagando las consecuencias. Tenemos todas las armas para la transformación social cultural.

-¿Cambiará el país?
Estoy convencidísimo de que sí. Puede ser subjetiva esta esperanza, pero también vemos fuertes indicios de los cambios.

No podemos imponer la lectura, pero sí podemos encender la mecha para amar la cultura. Estamos viviendo en un Paraguay con escaso poder de análisis, en general. Tenemos escaso desarrollo en pensamiento crítico, tanto en jóvenes como en adultos.

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Director ejecutivo de Ciencia del Sur. Estudió filosofía en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y pasó por el programa de Jóvenes Investigadores de la UNA. Tiene diplomados en filosofía medieval y en relaciones internacionales.
Condujo los programas de radio El Laboratorio, con temática científica (Ñandutí) y ÁgoraRadio, de filosofía (Ondas Ayvu).
Fue periodista, columnista y editor de Ciencia y Tecnología en el diario ABC Color y colaboró con publicaciones internacionales. Fue presidente de la Asociación Paraguaya Racionalista, secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica y encargado de cultura científica de la Universidad Iberoamericana.
Periodista de Ciencia del Año por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2017). Tiene cinco libros publicados.

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