Reunión entre Antonio Cubilla (centro), el presidente Santiago Peña y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Foto: CONACYT).
Reunión entre Antonio Cubilla (centro), el presidente Santiago Peña y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Foto: CONACYT).
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A fines de enero, la comunidad científica de Paraguay entró en modo alerta por el anuncio del presidente Santiago Peña de que desaparecería la principal fuente de financiación de la la investigación científica en Paraguay, el Fondo Nacional de Inversión Pública y Desarrollo (FONACIDE).

Actualmente, el FONACIDE a su vez financia el Fondo para la Excelencia de la Educación y la Investigación (FEEI), cuyo programa emblemático PROCIENCIA, en su primera fase de 2014 a 2022, posibilitó más de 650 proyectos de investigación científica en varias áreas por un total de USD 79 millones, administrados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). La segunda fase irá hasta 2027 y contempla destinar unos USD 84 millones. Una vez finalizada esta fase, los fondos del FONACIDE que iban al FEEI se redestinarán a un programa centralizado de alimentación escolar denominado Hambre Cero, en caso de aprobarse el proyecto de ley impulsado por Peña.

Para comprender el alcance de estos cambios y de dónde provendrán los nuevos fondos, conversamos con el patólogo e investigador Antonio Cubilla, recientemente designado asesor científico de la Presidencia de la República.

Cubilla, ganador del Premio Nacional de Ciencia en 2002, también comentó a Ciencia del Sur sobre sus actividades como asesor oficial en temas de ciencia y proyectos de investigación en curso, así como un logro de una de sus líneas de trabajo, ya que hace poco reconfirmó sus investigaciones anteriores del VPH en el cáncer peneal.

Hace 29 años, Cubilla y su equipo había descubierto una estrecha relación entre la morfología y la presencia del virus, fenómeno que pasó a ser aceptado en el mundo científico. 

PRimera fase de Prociencia
Fuente: FEEI.

Hay una gran preocupación en la comunidad científica del Paraguay. ¿Se suspenderán o no la financiación de los proyectos de PROCIENCIA y el PRONII?

La financiación, presente y futura, de la ciencia del Paraguay está asegurada. De ninguna manera el programa Hambre Cero afectará a los fondos destinados a investigación. No se suspenderá la financiación. Lamentablemente, hubo un problema de comunicación. Ya desde el día siguiente de haber aparecido la primera noticia alarmista en la prensa, sobre la supuesta pérdida de la financiación de los programas del Fondo para la Excelencia de la Educación y la Investigación (FEEI), en mi calidad de asesor, y también erróneamente preocupado, intercambié ideas con el presidente Santiago Peña.

El presidente me aseguró que, de ninguna manera, iba a comprometer la financiación de la ciencia y la investigación en Paraguay, la cual él considera de mucha importancia para la cultura científica y el desarrollo del país.

Compartimos la buena nueva con el presidente del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), Dr. Benjamín Barán, quien a su vez explicó esta posición a miembros del consejo y lo divulgó en una entrevista periodística con mucha claridad. Sin embargo, continuó el ruido.

Es que la desconfianza en nuestro país es tan grande. Como mi opinión obviamente no fue suficiente para contrarrestar el muy científico escepticismo de mis apreciados colegas, y conociendo el terreno, le solicité al presidente una reunión explicativa con el consejo, lo que aceptó.

El lunes 5 de febrero el presidente Peña recibió a todos los miembros titulares del CONACYT en Mburuvichá Róga junto a sus consejeros y ministros Gustavo Villate, Lea Giménez y Roberto Ilo Moreno. Allí, en un periodo de una hora y media, con claridad, reiteró su posición de preservar los fondos en discusión en su totalidad, expresando que constitucionalmente, sería imposible no hacerlo.

Notoriamente, y esto es característico del CONACYT y causa de que en el pasado me alejara de la institución, buena parte de la discusión, en lugar de debatir y reflexionar sobre el futuro institucional y sobre nuevas visiones para la ciencia en el Paraguay, se centró en tecnicalidades jurídicas.

Un tema importante tratado fue el de nuestra explicación de los tiempos de la ciencia, es decir, la duración habitual de los trabajos científicos, que se inicia con la generación de la idea o hipótesis, su desarrollo observacional o experimental, su análisis, la preparación de las publicaciones y la validación internacional de los trabajos. Que esto lleva tiempo, de por lo menos 5 años, y que la financiación debe contemplar los tiempos de la actividad científica y no pretender evaluaciones anuales.

¿Cuál fue el compromiso del presidente con respecto a la nueva financiación de la ciencia que reemplazará al FONACIDE? Porque más allá del 2027 no está garantizada. ¿Se comprometió a incluirla en el presupuesto general de gastos o aún no hay un plan concreto?

Reunión entre consejeros titulares y el presidente Peña el 5 de febrero (Foto: Presidencia).

El presidente Peña manifestó que habrá una financiación segura para la ciencia, dentro del presupuesto de la nación, así como de otras fuentes, luego del 2027. Y que esta seguirá los tiempos de la ciencia, como en un fondo fiduciario, que no será anual.

Miembros del consejo plantearon la existencia de esta estructura administrativa ya en la ley del CONACYT, que se llama FONACYT. Se estudiará en detalle conjuntamente la manera y los montos de la futura financiación post-FONACIDE.

¿Hay que buscar también otras fuentes de financiamiento a la investigación científica en el Paraguay en el futuro?

Por supuesto. Durante la última reunión, también abordamos sobre las fuentes de financiación de la investigación. Se habló de la identificación de los mecanismos para salvaguardar y blindar los recursos futuros, que provendrían de las empresas privadas, los impuestos, las donaciones internacionales y privadas locales y los préstamos bancarios a largo alcance.

¿Cuál es el plan del Gobierno para la investigación científica para los próximos años?

El plan en materia de políticas científicas de este gobierno estará muy bien explicado en la Agenda Nacional para la Ciencia, Tecnología e Innovación 2024-2030, siendo elaborada actualmente en el CONACYT, de próximo lanzamiento oficial.

¿Cómo está siendo su labor como asesor presidencial de ciencia en los primeros meses?

Conociendo al presidente Peña desde su infancia como una persona preparada y sobre todo honesta y altruista, aun no perteneciendo a su grupo político y en contra de la opinión de algunos familiares y amigos muy queridos, que por esto se han distanciado, me animé a aceptar este cargo, con la idea de contribuir al desarrollo de la ciencia en el Paraguay en mis últimos años de vida.

Cuando aún estaba definiendo cuál sería mi rol en el cargo se dio una situación interesante, que me reveló lo que sería el presidente ante problemas serios relacionados con la ciencia. Me refiero a su posición ante el cambio climático en una importante reunión internacional.
Sin haber todavía iniciado sus consultas conmigo en temas de ciencias, él afirmó en esa reunión ser un creyente en el cambio climático y como causante de este cambio la intervención del hombre. Es también mi posición en este tema, donde sin ser un experto, veo y leo que la gran mayoría de la comunidad de científicos confían en esta interpretación de los investigadores meteorológicos, que por supuesto tiene sus escépticos también científicos, pero estos son una minoría.

Respecto a mi cargo, creo que buena parte del público, sobre todo el no científico, confunde mis funciones con el de una agencia de empleos. Es increíble el número casi diario que recibo de personas e instituciones variadas pidiendo cargos o empleos o de mejoramiento de su situación laboral actual o financiación de sus programas o proyectos no investigativos. Sobreestiman mi capacidad y no intuyen o no conocen mi aversión de pedir, equivocando mi función. Me asombra la crisis de empleos o subempleos o empleos no satisfactorios que existen en el país. Lastimosamente para ellos, no es el asesor científico quien puede ayudarlos.

¿Y su trabajo con el CONACYT?

Benjamín Barán, presidente del CONACYT
Benjamín Barán (izq.), investigador y presidente del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Foto: CONACYT).

Sigo de cerca las actividades del CONACYT, donde la presidencia del Dr. Barán, eximio científico paraguayo de mucha calidad humana, me da mucha tranquilidad. Mi principal preocupación teórica es, junto a algunos consejeros, intercambiar ideas sobre una conceptualización filosófica de la ciencia y de la cultura científica y la práctica y el mejoramiento de la metodología utilizada para evaluar proyectos.

Hemos visto proyectos de niveles no muy elevados recibir financiación, restando credibilidad a la actividad científica, por lo que es perentorio elegir jurados pares científicos de alta calidad y confiables, internacionales, aunque esto cueste dinero, y que las evaluaciones sean anónimas.

Esta elevación de la excelencia en la selección de los proyectos redundará en el mejoramiento de la calidad de los trabajos y generará confianza y credibilidad.

Otro tema preocupante es la preservación de las libertades necesarias para la investigación. Por eso me opongo a esa fuerte inclinación de los administradores y algunos científicos de priorizar áreas de estudio con la supuesta y errónea creencia de que lo que ellos elijan sean las áreas que el país necesita.

Veo con cierta aprehensión que el nuevo CONACYT, conformado por científicos y organizaciones paralelas de valor como son las sociedades científicas y empresariales, están postergando las discusiones fundamentales sobre temas de las ciencias. Los veo preocupados por la opinión pública, utilizando métodos de comunicación no tan científicos como manifiestos, solicitadas, y con opiniones exaltadas en las redes sociales o usando el valioso  tiempo en tecnicalidades jurídicas.

Me preocupa que algún consejero cuestione o minimice uno de los pilares conceptuales de la investigación científica, la medición de la productividad en publicaciones y el valor de las citas de nuestros trabajos por otros colegas científicos de la comunidad internacional.

Me inquieta que algún consejero opine que la financiación de la actividad científica no tiene un valor propio sino que representa en cierta medida una sustracción del dinero público dirigido más naturalmente a salud o educación.

Me hubiera gustado que se elevara el debate a problemáticas centrales como: la epistemología de la ciencia, sus variadas modalidades e interacciones, sus límites o fronteras, las interpretaciones sobre el progreso o retroceso de la ciencia, las relaciones entre las distintas ciencias, los niveles jerárquicos de investigación y sus valoraciones, las relaciones entre la  ciencia y la técnica, de qué manera las ideas científicas conforman las evidencias como fundamentos de  las políticas públicas, la definición y alcance del impacto científico y el destino de la actividad científica en Paraguay.

Me hubiera encantado, además, que se discuta el valor de la investigación social en relación con las demás ciencias, complementando postulaciones o exposiciones teóricas, que los investigadores sociales observen, documenten y analicen lo que ocurre en las instituciones, la actividad, la producción y la vida de nuestros científicos.

En estos últimos 10 años se han producido significativos cambios. Se han creado nuevas instituciones, nuevas leyes, se han incorporado más de 700 investigadores a una agrupación formal, se ha determinado y valorado, aunque muy empírica y superficialmente, la producción científica de las personas y de las instituciones.

El CONACYT ganó prestigio en la sociedad como entidad seria y honesta. Están estos valiosos datos al alcance de cualquiera, como el tipo de investigaciones que se realizan y donde fueron publicadas. Es decir, muchísimos datos en relación con la ciencia que esperan ser enfocados, observados, analizados, valorados con metodología científica.

Esto sería de gran ayuda para la formulación y ejecución de las políticas públicas del país. ¿No es acaso esta la función del CONACYT en lugar de interminables discusiones jurídicas que deberían quedar en el territorio de los técnicos?

¿Trabaja además con alguna otra institución estatal?

Junto con ministros de Salud Pública, el MITIC, el director del Instituto Nacional del Cáncer  y algunos directores y funcionarios de excelencia estoy trabajando de a poco en algunos temas relacionados con la salud, como son el Registro Nacional de Tumores, la investigación oncológica, las investigaciones epidemiológicas futuras y el estado situacional de algunas especialidades médicas importantes que afectan a la calidad de los servicios como a la investigación.

Aunque fuera de mi función de asesor científico, con el Ministerio de Salud Pública, la Academia de Medicina del Paraguay, el Círculo Paraguayo de Médicos y las Sociedades Médicas Científicas compartimos la preocupación por la proliferación inatajable de nuevas facultades de medicina, la baja calidad de los programas de residencias médicas y los criterios para la habilitación a la práctica de las especialidades médicas.

Un tema tangencial, aunque aún muy preliminar, donde empecé a colaborar se relaciona con la Universidad Taiwán Paraguay, donde estamos, junto con otros colegas de Taiwán y de Paraguay, planteando una reconversión de una universidad docente tecnológica a una de investigación, donde todos los profesores, no solamente los taiwaneses, que todos lo son, sean investigadores.

Esta institución por el momento abarca únicamente tres facultades de temas relacionados con las ingenierías y tecnología, pero aun así se podría generar un microcambio experimental, una pequeña revolución académica. En una reunión reciente me costó convencer a un profesor, médico muy prominente de fama internacional de la universidad de Taiwán, que en Paraguay los profesores no son necesariamente investigadores, que quizás menos del 5 % lo sean. No podía creer que aún existan ese tipo de universidades.

Con la UNESCO compartimos en reuniones internacionales algunas ideas sobre la libertad académica y la seguridad de los científicos, apoyando la preocupación de este organismo internacional sobre estos temas. Establecimos nuestros criterios sobre este punto, señalando las graves violaciones a la libertad de los científicos existentes en Paraguay.

El investigador debe elegir libremente sus temas de investigación, sus colaboradores para un proyecto, el costo y la financiación y administración de su proyecto y sobre todo decidir sobre los tiempos, duración y finalización de su proyecto. El investigador es quien decide en cuál revista publicar su proyecto.

Muchas de estas características que parecieran obvias no se dan en nuestro país, especialmente en las universidades, donde se notan notorias trabas burocráticas al libre ejercicio de la investigación.

También expusimos sobre otros atentados externos contra la libertad científica, como la decisión política sobre supuestas prioridades de investigación que deviene en políticas públicas que pueden estar equivocadas o en discriminación en la financiación de proyectos.

Hemos criticado las costumbres tan propias de los administradores de la ciencia, de los políticos y algunas ideologías, de ajustar, relacionar, cohesionar, obligar, proponer políticas de investigación, áreas de investigación, temas de investigación, proyectos especiales de investigación que se asocien a las políticas nacionales de desarrollo.

Es una equivocación. La ciencia debe ser autónoma y no es el resultado del desarrollo sino su causa. Antecede al programa de desarrollo. Es decir, las políticas deben basarse en los resultados de la investigación y no la investigación decidirse en programas de desarrollo. La universidad por medio de la ciencia mira y decide el futuro de la nación y del mundo y no al revés, la política local señalando el camino de la ciencia.

Esto es dirigismo, contrario al pensamiento científico que, como diría el Dr. Juan Andrés Cardozo, nace de la filosofía. Por eso existen fundamentaciones epistemológicas que rigen el descubrimiento científico y sus aplicaciones. Se requieren ideas previas a la práctica.

Otros cuestionamientos que hicimos en UNESCO se referían a las ideologías y la ciencia. La política y las ideologías de moda cercenan las libertades científicas: las de derecha cuando pretenden que la ciencia solo produzca materiales útiles con valor de mercado; las de izquierda, cuando sesgan la investigación y su financiación hacia temas relacionados con la problemática social, como la desigualdad y la pobreza. Las ciencias básicas para ser objetivas deben en lo posible despojarse de prejuicios ideológicos e intentar, aunque es difícil, una neutralidad.

Planteamos otras violaciones de las libertades científicas existentes en Paraguay: el abuso de los comités de ética de la investigación para frenar proyectos legítimos de investigación. Se malentiende en Paraguay que estos comités son complementos necesarios para promover la investigación científica con altruismo y no consejos detractores de la actividad científica. Sus miembros no corresponden en su mayoría al sector científico.

Cuestiones personales, malquerencias y enemistades afloran con frecuencia, perjudicando la evaluación justa de proyectos. Señalamos otras dificultades para la investigación como son los permisos o autorizaciones por escrito para iniciar proyectos de investigación en alguna universidad o institución pública, así como la inducción a la publicación de proyectos en revistas propias de la universidad, la obstrucción a la participación de extranjeros en trabajos colaborativos, requiriéndose para el efecto firma previa de convenios institucionales. De esta manera se obstruye la modalidad más difundida, la de la colaboración internacional, que es la relación de un científico a otro, de un proyecto de interés mutuo, más allá de las políticas institucionales de sus universidades.

Indicamos para el conocimiento del mundo la imposibilidad de un investigador extranjero de ser parte de la universidad pública del Paraguay.

Por fin, indicamos que una libertad fundamental ausente en el país es el salario decente para que un investigador pueda realizar sus estudios a tiempo completo y al mismo tiempo mantener a su familia de manera digna. Los científicos de las universidades en Paraguay tienen salarios muy bajos, por debajo de la posibilidad de la subsistencia, y deben realizar otras actividades para sostener a sus familias.

Además, deben con sus propios medios sostener gastos de viajes a congresos a presentar sus trabajos. Sus salarios en las universidades provienen de sus responsabilidades de docencia y no de investigación. Hay algunas excepciones en la Universidad Nacional de Asunción, donde un grupo pequeño de investigadores tiene salarios específicos un poco más altos. La falta de recursos económicos para subsistir restringe sus libertades de acción investigativa.

¿Cuál es el estado actual de sus investigaciones?

Sofía Cañete y Diego Sánchez
Sofía Cañete y Diego Sánchez en la reunión anual de la USCAP en Los Ángeles (Foto: Instituto de Patología e Investigación).

Estoy haciendo todo lo posible para que mis nuevas funciones como asesor no entren en conflicto o dificulten el desarrollo de mis dos actividades vitales principales: el servicio a los pacientes mediante el diagnóstico patológico y la investigación científica.

Tengo la suerte de colaborar con un grupo de investigación de colegas paraguayos locales e internacionales. En el círculo más cercano están los doctores María José Fernández-Nestosa (UNA), Diego Sánchez (Universidad de Manchester), Sofía Cañete (Universidad de Birmingham), Elsa Velázquez y Adriano Piris (Universidad de Harvard), Nicolás Prieto (Universidad de Vanderbilt), Gustavo Ayala (Universidad de Texas) y Alcides Chaux (Uninorte).

También nos apoyan los estudiantes de medicina y recién graduados en preparación para viajar al exterior, como los doctores Urizar, Loup y Bo.

Seguimos focalizando nuestros estudios en la patología y virología del cáncer peneal, cuya relativa alta frecuencia se mantiene en Paraguay, quizás con una leve disminución de la incidencia poblacional. Estos datos los vamos a confirmar cuando finalice el análisis del nuevo Registro Nacional de Tumores del Ministerio de Salud Pública. Si esto se confirma, buscaremos las explicaciones.

Una explicación sería un acompañamiento lógico y secuencia esperada de la ya demostrada disminución del cáncer de cuello uterino en Paraguay, entidad etiológicamente relacionada con el cáncer de pene. Ambos tumores se originan en buena parte debido a la promiscuidad sexual y el contagio del virus del papiloma humano (VPH). El uso de las vacunas en las niñas, el cuidado y protección en las relaciones sexuales y la tendencia a relaciones monógamas son factores epidemiológicos favorables posibles.

Estoy abriendo un nuevo campo de estudio, que es el epidemiológico, para responder este tipo de preguntas, consolidar nuevos conocimientos, y que al mismo tiempo estos sean útiles.

Recientemente, reconfirmamos estudios anteriores del VPH en el cáncer peneal. En 1995 habíamos descubierto una estrecha relación entre la morfología y la presencia del virus, y hoy podemos decir que hemos convencido de este fenómeno al mundo científico.

Muy recientemente, demostramos, mediante un estudio realizado con colegas de la Mayo Clinic de EE. UU. que, con observaciones patológicas de rutina, el ojo humano bien entrenado puede reconocer los tumores producidos por el VPH en más del 95 % de los casos.

Un trabajo delineó el mapa de los genotipos virales de cánceres de cuello uterino, pene, vulva, ano y cabeza y cuello en el Paraguay. Es probable que nuestras contribuciones desde este país hayan servido al desarrollo de las vacunas contra este virus, que están cambiando el panorama de la frecuencia de estos tumores en el mundo.

Otro efecto práctico de esos estudios, que se iniciaron por mera curiosidad, sin esperar resultados útiles, es que sabemos con certeza cuáles son los genotipos de VPH de los tumores del Paraguay y entonces podemos deducir o predecir el efecto benéficos o no de las vacunas existentes contra este virus.

¿Qué proyectos de investigación tiene para 2024?

En estos últimos años incursionamos en la investigación clínica, realizando una evaluación crítica del rol de la patología en la estadificación de los cánceres peneales, señalando los problemas y los aciertos de los modelos internacionales propuestos por las agencias como la American Joint Commission, la Unión Internacional contra el Cáncer y la Organización Mundial de la Salud. Varias investigaciones ya publicadas se refieren a los factores patológicos y a modelos matemáticos que pueden predecir el desenlace de la enfermedad con alta precisión.

Nuestros estudios de las lesiones precancerosas del pene, el origen de la enfermedad, también han delineado el mapa morfológico y viral de estas lesiones, que son heterogéneas y con causas múltiples.

Logramos algunas publicaciones al respecto en revista de mediano y buen impacto, lo que posibilitó que la Sociedad Internacional de Patología Urológica nos invitara a dirigir un grupo internacional de estudios de seis personas de renombre en el área, de los cuales tres, todos mencionados arriba, ¡son de nacionalidad paraguaya!

El grupo se reunirá en Florencia este año, y de sus intercambios de experiencia y lectura de otros trabajos resultará una publicación científica en la mejor revista de patología.

Paralelamente, estamos examinando un grupo experimental de 100 secciones peneales de ratones genéticamente modificados para producir tumores relacionados con el VPH. En colaboración con colegas de Portugal y Brasil ya hemos publicado hace no mucho el primer modelo experimental animal para cáncer de pene. Este modelo puede servir para realizar ensayos de nuevas drogas para el cáncer de pene avanzado, de alta mortalidad.

Y la última actividad este año, no menor, es escribir el capítulo de Tumores del pene, de un conocido libro de patología de tumores, editado por el Dr. Jason Hornick, afamado profesor de patología de la Universidad de Harvard.

El Dr. Antonio Cubilla es director del Instituto de Patología e Investigación, uno de los organismos científicos más productivos del Paraguay y actual asesor de la Presidencia. (Ciencia del Sur)

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Director ejecutivo de Ciencia del Sur. Estudió filosofía en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y pasó por el programa de Jóvenes Investigadores de la UNA. Tiene diplomados en filosofía medieval y en relaciones internacionales.
Condujo los programas de radio El Laboratorio, con temática científica (Ñandutí) y ÁgoraRadio, de filosofía (Ondas Ayvu).
Fue periodista, columnista y editor de Ciencia y Tecnología en el diario ABC Color y colaboró con publicaciones internacionales. Fue presidente de la Asociación Paraguaya Racionalista, secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica y encargado de cultura científica de la Universidad Iberoamericana.
Periodista de Ciencia del Año por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2017). Tiene cinco libros publicados.

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1 COMENTARIO

  1. Muy interesante la entrevista. Que bueno sería que el Asesor también se pregunte sobre la legitimidad del Conacyt en cuanto a su conformación. No le sería muy difícil darse cuenta del copamiento grosero por un grupo muy ‘entusiasta’ como ‘sectario’ que ha hecho del Conacyt nicho y sustento… Van a seguir evitando tocar estos temas harto conocidos?

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