Un aspecto importante pero poco conocido de la cultura guaraní es que esta civilización realizó diversas denominaciones científicas, especialmente en zoología y botánica, y de dichos estudios se encargaron numerosos investigadores e instituciones especializadas reconocidas de varios países.
En nuestro país, el Prof.Dr. Dionisio González Torres, experto en la materia, publicó el libro Catálogo de plantas medicinales del Paraguay, donde asevera: “Los guaraníes tuvieron un profundo conocimiento de la flora e hicieron de ella una aplicación justa; creían que toda planta debía tener propiedad curativa y tenían conocimiento de la afinidad de ciertas plantas y del antagonismo entre otras».
«En bosques y campos hallaron los elementos de su rico arsenal terapéutico. Su profunda observación de la naturaleza los llevó al concepto del género, en botánica (y en zoología) y a la sorprendente exactitud y precisión científica y descriptiva de la clasificación de la flora y conocimiento, de propiedades que, más tarde, la ciencia confirmó».
González Torres continúa:
«En los diccionarios y vocabularios científicos se registran más de 1.100 géneros botánicas guaraníes y más de 40 familias botánicas. En las farmacopeas son innúmeras las plantas medicinales cuyas propiedades descubrieron y nos legaron. Citemos al pasar: la quassia, nuez vómica, ipecacuana, copaiba, jaborandi, quinina, ruibarbo, guajakán, palo santo, aguara yva, ysypo diversos, kupa’y, kokũ, tapekue, zarzaparrilla, abutua, ka’arẽ, amba’y, jaguarundi, jate’i-ka’a, akapo, tarope, kalaguala, kambara, taperyva, urupe, mandyju, ka’a he’ẽ; estimulantes como la yerba mate y el guaraná, etc.
En cuanto a propiedades terapéuticas, tuvieron un vasto conocimiento y de ello hicieron grande aplicación.
Distinguían los poha ro’ysã o refrescantes, que empleaban como tales y como diuréticos, en las fiebres, dispepsias, los pohã aku o remedios calientes, como el jaguarundi, la borraja, etc., que empleaban en los catarros, bronquitis y enfermedades debidas a enfriamiento; los pohã pochy o remedios bravos o peligrosos (tal como distinguían alimentos pesados y leves, o calientes y fríos, los que se pueden y los que no deben mezclarse) que se usaban con cuidado bien dosados; y también depurativos, vomitivos, astringentes, diuréticos, febrífugos, bálsamos y resinas, vulnerarios, carminativos, expectorantes, repelentes, antídotos, etc.”.
Se destacaron principalmente en las ciencias naturales (botánica, zoología y mineralogía), también en la astronomía. Sin ninguna duda, el centro de atención de los guaraníes fue y sigue siendo el medio natural. En efecto, nada escapó de su análisis y denominación. A la llegada de los conquistadores, todo lo que había en la región tenía nombre en guaraní (plantas, animales, minerales, ríos, arroyos, cerros, etc.).
Además, construyeron una filosofía de vida sintetizada en su religión cuyo centro fue Ñande Ru Papa Tenonde (que el antropólogo y etnólogo León Cadogan tradujo a «Nuestro Padre, el último y el primero de todos»). Siempre apreciaron la “perfección” y dedicaron su vida a perfeccionarse.
Así su propia denominación Ava katu (personas perfectas) o bien la denominación ñe’êngatu que se traduce por “palabras perfectas” (quien usa la palabra debe ser un ñe’êngatu, debe decir buenas palabras) y su constante búsqueda del tekokatu que significa “vida plena o perfecta”.
Los guaraníes todavía tienen muy presente la concepción de un estado de plenitud o de gracia: el aguyje. Por otro lado, cuentan con una clara definición del cuerpo y del alma y entienden que somos almas (almas-palabras o almas que hablan) y que al producirse la muerte física el alma se desprende (ojehekýi).
La cosmovisión y la vida guaraní se basa en su religión, nada se puede entender fuera de ese ámbito.
Conocimientos médicos
Los guaraníes fueron y son sanos, lo cual proviene del ambiente sano en el cual siempre vivieron y también de una alimentación casi vegetariana. Este aspecto de la vida guaraní lo describió perfectamente Moisés Bertoni en su obra la Civilización Guaraní. Raras veces enfermaban o enferman y en esas circunstancias el Ava Paje (guía espiritual y médico de la comunidad) se encargaba de prescribir la medicina comúnmente de origen vegetal.
La educación o paso de conocimientos médicos tiene una linea de transmisión, donde el Ava Paje le va contando los “secretos” a un iniciado llamado Paje Mirĩ (el aprendiz de médico), que accede a los conocimientos de manera teórica y práctica pues, en el monte y de la mano del Ava Paje, va conociendo y probando las diferentes variedades botánicas. Al consumir el fruto, la hoja y la raíz de una variedad, el “espíritu” de esa planta se “incorpora” en él y pasa a poseer la fuerza de ese elemento.
En la tradición indígena, los únicos que curan son los Ava Paje. En la tradición paraguaya, todos conocemos las plantas medicinales y cualquiera hace «recetas» a otros recurriendo a las plantas.
Música y danza
Además de las ciencias, los guaraníes también incursionaron en la música y la danza, que diariamente se ponen de manifiesto en sus Ñembo’e jeroky (video). Los cantos y las danzas tienen un profundo valor religioso y místico.
También la artesanía (fibras de karaguata, guembe, karanda’y, lo mismo que el barro) es otra expresión auténticamente indígena. Su gastronomía se caracteriza por la sencillez y por el consumo de los alimentos de forma comunitaria, es decir, comparten los alimentos.
Desde las frutas silvestres (pakova, arasa, pakuri, etc.), otros como la mandioca, el maíz, la batata, el poroto, la calabaza y el zapallo; también la miel y el consumo de pescados; además de productos más complejos como el chipa.
Nómadas no apegados al mundo material
Los guaraníes estaban seguros de que la tierra es apenas un medio para llegar al yvy mara’ỹ o tierra sin mal, y que los bienes materiales son de la tierra; los guaraníes nunca fueron apegados a lo material. La madre tierra provee el sustento. La vida guaraní fue y es muy espiritual. Siempre fueron monteses.
Al agotar los frutos de un sitio se mudaban a otro. Esa es la razón de su nomadismo. De ahí que sus construcciones siempre fueron precarias, pues agotado de alimentos el entorno, lo único que hacen es tomar sus tembipuru (sus utensilios y herramientas) y migrar a otro sitio próximo.
Sorprendentemente, las grandes culturas nativas de América (aztecas, mayas e incas) caracterizadas por sus grandes construcciones y su vida sedentaria, sucumbieron más rápidamente; en cambio, la condición nómada y de construcciones precarias de los Guaraní les brindó un blindaje especial ya que nunca pudieron ser ubicados en un solo lugar y permanentemente.
El único caso en que los Guarani fueron obligados a hacer grandes construcciones fue en el período de las reducciones (preferentemente jesuitas y franciscanas). Lo notable del caso es que cuando los jesuitas fueron expulsados —luego de 150 años— los guaraní volvieron a los montes y las reducciones se convirtieron en “ruinas”.
Sufren todo tipo de discriminaciones
Las diferentes etnias indígenas tienen una población que apenas pasa los 100 mil habitantes en Paraguay. Lastimosa y hasta criminalmente, los indígenas del país siguen sufriendo todo tipo de discriminaciones, vejámenes y atropellos violentos. Los indígenas no formaron ni forman parte de la “agenda” de ningún gobierno, por consiguiente, no son la prioridad de las autoridades. Fueron desposeídos de todo.
Hoy viven o mejor sobreviven como pueden y muchos de ellos tuvieron que migrar a las grandes ciudades para engrosar el cinturón de miseria. Tristemente los vemos mendigando en las calles en medio del calor, el frío o la lluvia o bien sometidos al alcohol, las drogas ilegales o la prostitución.
Son ninguneados de una manera inhumana y perversa. Para muchas autoridades ellos no pasan de ser simplemente “indios”.
A fuerza de sinceridad, son muy pocas las comunidades beneficiadas por algún programa educativo o sanitario, que casi siempre es precario. Hasta hoy no existen planes de estudios diferenciados por etnias en materia educativa; es decir, los niños indígenas concurren a escuelas paraguayas y aprenden lo mismo que un paraguayo y ya no aprenden nada de su cultura nativa.
Ya no conocen a Arapysandu, hoy sus héroes pasaron a ser el Mcal. López y el Mcal. Estigarribia.
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Es columnista de lengua y cultura guaraní de Ciencia del Sur. Fundador y Director General del Ateneo de Lengua y Cultura Guaraní. Es licenciado en Lengua Guaraní por la UNA, licenciado en Antropología Cultural Guaraní y Paraguaya (Ateneo), especialista en Metodología de la Investigación Aplicada (UNA) y Doctor en Lengua Guarani (Ateneo).
Es catedrático en la UNA, en la Universidad Nacional de Itapúa y en la Universidad Tecnológica Intercontinental. Tiene más de 15 publicaciones sobre lengua y cultura guaraní, cultura popular y antropología.
Recibió diversas distinciones por su labor de promoción y difusión del guaraní a nivel nacional e internacional.
Artículo dedicado a todas esas personas que critican a la raza guaraní diciendo que comen todo lo que encuentran y se mandan mudar y que por eso los pyos somos haraganes, ignorando el elevado concepto de la vida terrenal y post terrenal que tienen los guaraníes.