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Agenda diaria de un biólogo molecular de Harvard
08:00 Leer algunos papers 
10:00 Escribir artículos científicos
12:00 Probar experimentos para crear vida sintética en el laboratorio
14:00 Planificar tutoría con alumnos de posgrado
15:00 Reuniones de comité en la Universidad de Harvard
17:00 Tratar de encontrar una respuesta para el origen químico de la vida en la Tierra
20:00 Conferencia a universitarios
22:00 Cenar

Esta quizás sea la agenda diaria aproximada del profesor Jack William Szostak (Londres, 1952), un destacado biólogo molecular  canadiense-americano de Harvard, que fue galardonado con el Premio Nobel de Medicina o Fisiología en 2009, por sus estudios sobre la telomerasa, una enzima que protege a los cromosomas de su destrucción.

El galardón fue compartido con las científicas Elizabeth Blackburn y Carol Greider, ambas distinguidas investigadoras y catedráticas de la Universidad de California en San Francisco y en la Johns Hopkins University School of Medicine, respectivamente.

“Los genes de un organismo se almacenan dentro de las moléculas de ADN, que se encuentran en los cromosomas dentro de los núcleos de sus células. Cuando una célula se divide, es importante que sus cromosomas se copien en su totalidad, y que no se dañen.

En cada extremo de un cromosoma se encuentra una «capa» o telómero, como es conocido, que la protege. Después de que Elizabeth Blackburn descubrió que los telómeros tienen un ADN particular, a través de experimentos llevados a cabo en ciliados y levaduras, ella y Jack Szostak demostraron en 1982 que el ADN de los telómeros impide que los cromosomas se descompongan”, según indicó la Fundación Alfred Nobel.

Szostak, investigador del Hospital General de Massachusetts figura en el mapa científico mucho antes de su Nobel. Londinense de nacimiento, pero educado en Canadá y Estados Unidos, a los 19 años comenzó su doctorado en la prestigiosa Universidad de Cornell. El profesor Jack ayudó a crear un mapeo de ubicación de genes en mamíferos, diseñó técnicas innovadoras de manipulación genética y formó a decenas de investigadores que se destacan en las principales universidades del mundo.

Los científicos galardonados con el Premio Nobel de Medicina o Fisiología en 2009. (De i. a d.) La Dra. Elizabeth Blackburn, el Dr. Jack Szostak y la Dra. Carol Greider. (Imagen: Torbjörn Zadig/Fundación Nobel)

En medio de tanto trabajo, Szostak dedicó unos minutos a Ciencia del Sur para hablar de la importancia de la ciencia, de sus investigaciones sobre la vida sintética y el origen químico de la vida en la Tierra. El científico está convencido de la educación científica y de la popularización de la ciencia.

Este biólogo, que contribuyó al Proyecto Genoma Humano, asegura que no existe una sola y unívoca definición de vida, pero que en su trabajo no se plantea esta cuestión epistemológica y bioética, sino que se centra específicamente en el camino que prepara la química para la biología.

-¿Cuánto tiempo tomó hacer el primer cromosoma artificial de levadura (YAC)?

Este trabajo fue realizado por uno de mis primeros estudiantes graduados, Andrew Murray, ahora un eminente profesor en Harvard. Pensamos que teníamos todas las piezas necesarias, los primeros diseños de la broca no funcionaron, y tomó un tiempo para averiguar lo que faltaba. Tuvimos que hacer el cromosoma más largo, así que tomó más de un año.

-Su trabajo ayudó a estudiar mejor la recombinación cromosómica y la función telomérica, un gran avance dentro de la biología molectular. ¿Esperaba cambiar los paradigmas dentro de su área científica?

No, no realmente, sólo estábamos interesados en resolver algunos rompecabezas de larga data. Tomó varios años para que las implicaciones de nuestro trabajo sobre los telómeros, por ejemplo, que son importantes para el cáncer y el envejecimiento, se hagan evidentes.

-¿Cuál fue su contribución en el Proyecto Genoma Humano?

Bastante menor. Los cromosomas artificiales de levadura se utilizaron como una forma de manejar grandes trozos de ADN, por lo que podrían ser fragmentados y secuenciados. Las piezas grandes en YAC también ayudaron a ordenar bits distantes de datos de secuencia.

Sin embargo, el papel de los YACs fue pronto superado por los BAC (cromosomas artificiales bacterianos).

-¿Está investigando sobre el origen de la vida en nuestro planeta?

Sí, estamos tratando de aprender cómo surgió la vida de la química de la joven Tierra. Una vez que la química dio lugar a los bloques de construcción de la biología, ¿cómo se unieron esas sustancias en las primeras células primitivas simples? ¿Cómo crecieron y se dividieron esas células y comenzaron a evolucionar? ¿Qué ambientes fomentaron las primeras formas de vida? Estas son las preguntas que nos ocupan actualmente.

-¿Existe una sola definición de la palabra vida?

No, la vida se utiliza para describir varias cosas diferentes, lo que conduce a una gran confusión. Para mi trabajo, evitamos discutir sobre la definición de vida, y concentrarnos en entender el camino de la química a la biología.

-Según sus largos estudios sobre el tema, ¿es posible la vida sintética?

Creo que es posible la vida sintética, y de hecho es el objetivo de mi laboratorio. Es difícil decir cuánto tiempo tomará, tal vez unos años o tal vez muchos más años si hay problemas futuros inesperados.

-¿Cuál es el futuro de la biología molecular?

Todavía queda mucho por hacer para comprender cómo funcionan realmente las células y los organismos más complejos. Ni siquiera sabemos la función de muchos genes, tal vez apenas conocemos un tercio de todos los genes. Y luego están las aplicaciones a la salud y la enfermedad, en los seres humanos y en la agricultura. Los biólogos moleculares estarán ocupados en el futuro previsible.

El Dr. Szostak recibe el Premio Nobel de Medicina o Fisiología, en diciembre de 2009. (Imagen: Frida Westholm / Fundación Nobel)

-¿Hay que invertir más en ciencia y tecnología, tanto en países grandes como los que están en vías de desarrollo?

Sí, por supuesto. Tiene más sentido que las economías en desarrollo inviertan más en investigación que está más directamente relacionada con sus necesidades prácticas, en medicina, agricultura o energía, por ejemplo. Sin embargo, a medida que crece la economía de un país, debería comenzar a invertir más en la investigación básica o fundamental, que es la fuente de todos los avances futuros.

Si toda la investigación es a corto plazo, entonces los avances más grandes pero a largo plazo no serán posibles.

-¿Cuál es la rutina diaria de un profesor del Hospital General de Massachusetts?

Tengo un horario muy variado. A veces estoy escribiendo artículos científicos, trabajando con estudiantes y discutiendo experimentos. Algunos días tengo reuniones de comité, incluyendo comités de consejo estudiantil en Harvard y en la Escuela de Medicina de Harvard.

Mientras que otros días puedo viajar a ofrecer charlas o conferencias de ciencias.

-Usted ha ganado la Medalla de la Sociedad Americana de Genética, el Premio Nobel de Medicina, el Premio Lasker, entre otros, por sus diferentes trabajos. ¿Se queda o prefiere alguna contribución en especial al conocimiento?

Eso es difícil de decir. Nuestro trabajo sobre telómeros tuvo impacto en ese sentido, ya que una vez que publicamos los artículos científicos de los telómeros en el cáncer y el envejecimiento, muchas otras personas comenzaron a trabajar en esos problemas.

Sin embargo, mi trabajo sobre la evolución dirigida como una forma de descubrir nuevas secuencias de ARN, ADN y proteínas que podrían hacer cosas interesantes, como unirse a moléculas diana o catalizar reacciones, es más fundamental y puede ser más significativo a largo plazo.

Y, por supuesto, estoy muy emocionado por nuestro trabajo actual no el origen de la vida, que es una pregunta verdaderamente fundamental.

-¿Cambió su vida después de ganar el Premio Nobel?

Mi vida sí, porque estuve más ocupado, pero todavía hago ciencia y escribo artículos. El Nobel también abrió nuevas oportunidades para tratar de alentar a los jóvenes científicos, y para aumentar el apoyo a la ciencia.

-¿Trabajó con otras científicas en estos proyectos?

He colaborado principalmente con Elizabeth Blackburn en nuestro trabajo temprano en telómeros. Liz, su estudiante Carol Greider, y yo compartimos el Premio Nobel en 2009, muchos años después de que nuestro primer trabajo clave estuviera hecho.

-¿Ya no da clases magistrales en Harvard?

No, ya no enseño grandes clases magistrales, aunque doy algunas conferencias invitadas en varios cursos. Pero mi papel más importante es trabajar con los estudiantes de posgrado en mi laboratorio y ayudar a aconsejar a los estudiantes en otros laboratorios.

-En abril pasado miles de científicos salieron a las calles de EEUU y del resto del mundo pidiendo y demandando más apoyo a la ciencia. ¿Considera usted que hay peligros en la ciencia de los Estados Unidos?

Sí, hay un gran peligro por la falta de pensamiento crítico. Vemos gente que se niega a vacunar a los niños debido a historias falsas, y vemos a muchas personas que no creen en hechos importantes como el cambio climático. Como resultado, estamos viendo brotes de enfermedades que no deberían suceder.

Y vemos políticas energéticas incorrectas que serán perjudiciales para el mundo entero.

-¿Cómo ve la ciencia en el siglo XXI?

Creo que un buen entendimiento y apreciación de la ciencia es esencial. El mundo enfrenta enormes problemas en medicina, energía, transporte y tecnología de la información. Los avances en la ciencia son más importantes ahora que nunca.

Por supuesto, esto no es suficiente por sí solo: necesitamos una población mundial educada y necesitamos líderes que lideren y apoyen buenas políticas.

 

«La vida se utiliza para describir varias cosas diferentes, lo que conduce a una gran confusión. Para mi trabajo, evitamos discutir sobre la definición de vida, y concentrarnos en entender el camino de la química a la biología».

Dibujo principal: Enzo Pertile.

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Director ejecutivo de Ciencia del Sur. Estudió filosofía en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y pasó por el programa de Jóvenes Investigadores de la UNA. Tiene diplomados en filosofía medieval y en relaciones internacionales.
Condujo los programas de radio El Laboratorio, con temática científica (Ñandutí) y ÁgoraRadio, de filosofía (Ondas Ayvu).
Fue periodista, columnista y editor de Ciencia y Tecnología en el diario ABC Color y colaboró con publicaciones internacionales. Fue presidente de la Asociación Paraguaya Racionalista, secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica y encargado de cultura científica de la Universidad Iberoamericana.
Periodista de Ciencia del Año por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2017). Tiene cinco libros publicados.

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