guía para el divulgador científico
El astrofísico y divulgador Carl Sagan en la Universidad de Cornell, 1987. (Wikicommons)
8 min. de lectura

 

Podemos definir a la divulgación científica como un conjunto de actividades que tienen por objetivo común diseminar la cultura científica entre los distintos estamentos de la sociedad.

Esta cultura es más que mera información y conocimiento; incluye un conjunto de hábitos de pensamiento y juicio crítico que hacen a nuestro comportamiento en la sociedad, a escalas de valores, a nuestra cosmovisión del mundo y del universo articulada sobre el conocimiento científico de una época dada.

La cultura científica implica una cierta actitud general ante el mundo y la sociedad en la que se valora particularmente la evidencia y la razón a la hora de justificar nuestras opiniones y acciones.

La divulgación científica, además, trata de interpretar y comunicar los logros científicos de las ciencias especiales. Se trata de transmitir una actitud ante el mundo que ha caracterizado a la cultura occidental desde la Grecia temprana, la Grecia presocrática.

Si tuviera que definir en una frase esta actitud sería “opiniones sí, creencias no”, ya que las opiniones son mudables y se basan en la evidencia y en la razón; si éstas cambian, la opinión puede cambiar. La creencia en cambio es el apego psicológico al supuesto valor de verdad de un enunciado, proposición o afirmación; si es un apego psicológico, puede que no haya evidencia que nos haga cambiar nuestra creencia. Incluso es posible que se crean cosas contra la evidencia, o que se crean cosas que ni siquiera se entienden, cosas absurdas.

Una de las grandes tareas del divulgador científico es llevar las actitudes de la cultura científica a los distintos estamentos de la sociedad, para que en vez de creer, el público pueda opinar con fundamentos, lo cual redundaría es una sociedad mejor.

Fuentes para divulgadores

Esto nos lleva a una cuestión importante: ¿De qué fuentes deben informarse los divulgadores científicos? Recurrir a las fuentes primarias, esto es de las revistas académicas, puede ser muy problemático.

El problema de las revistas académicas es la ultraespecialización: son difíciles de comprender y por lo tanto es difícil extraer de ellas las ideas principales; eso lleva a su vez a una dificultad para evaluar la importancia relativa de los diferentes temas abordados en las revistas especializadas. Esto es un inconveniente grave, ya que puede hacer que los divulgadores científicos cometan errores de interpretación o no logren separar lo relevante de lo que no lo es en temas de investigación reciente.

Entre las posibles soluciones está recurrir a los servicios académicos de difusión de las propias revistas que publican la información primaria y a las organizaciones científicas reconocidas que avalan estas publicaciones. Por ejemplo: Science (News from Science); Nature (News and Views); Scientific American; New Scientist; NASA news, Astronomy Now, etc.

Estos servicios son accesibles en forma gratuita a través de internet. También los grandes experimentos y misiones espaciales (CERN, NASA, ESA, LIGO, AUGER, etc) tienen sus departamentos de difusión, así como los tienen las universidades, institutos y grupos de investigación. Ejemplos relacionados a mis propias actividades son el Boletín Radio@astronómico del Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR), y la página GARRA de Facebook, mantenida por mi grupo de investigación.

Existe una superabundancia de noticias que aparecen en fuentes directamente derivadas de las investigaciones primarias y por científicos. ¿Cómo debe proceder el divulgador ante esta enorme variedad para escoger sus noticias? A continuación ofrezco una serie de pautas o guías para poder mejorar la calidad de la divulgación:

  • Identificar la noticia de la fuente primaria a partir de la exposición realizada por los propios científicos.
  • Elaborar una descripción adecuada al público al que se destina la noticia y al medio que va a usar (audiencia de TV, revista de divulgación, blog de internet, etc.).
  • Siempre pedir la opinión de al menos 2 expertos no relacionados con el experimento o descubrimiento que se pretende divulgar. Esos expertos, si bien no involucrados en el descubrimiento en sí, deben trabajar en el área. Esto nos permite tener el contrapunto adecuado para hacer una evaluación objetiva de la importancia de la noticia. Muchas veces los científicos tienden a exagerar la importancia de sus propios resultados; siempre es bueno incluir en una nota de divulgación algunas opiniones de otros científicos que no estén implicados en el descubrimiento pero que tengan el conocimiento y la autoridad para opinar. Esto da la perspectiva y el contexto necesarios para toda discusión crítica.
  • Si las opiniones de los expertos son escépticas respecto de la noticia original, no por eso hay que descartarlas. Siempre se debe dar lugar a las visiones críticas ya que sirven para enfatizar un punto esencial de la ciencia: no hay conocimientos finales, no estamos en posesión de la verdad absoluta: todo esta sujeto a revisión. Una buena nota de divulgación siempre tiene que dar lugar a que haya elementos que puedan ser cuestionados y cuando esos cuestionamientos aparecen los expertos los deben justificar claramente. Los científicos son seres humanos, y muchas veces también los mueve la envidia y la competencia. El buen divulgador debe buscar siempre el balance y la objetividad en la presentación de su noticia.

Un problema adicional es ¿cómo reconocer a un experto? Algunos puntos para tener en cuenta:

  • Afiliación académica del experto. Debe formar parte de algún sistema científico.
  • Grado académico.
  • Número y calidad de sus publicaciones y premios. Un experto reconocido es alguien a quien el reconocimiento se le ha manifestado de alguna manera; si se puede acceder al curriculum vitae del investigador uno podrá percatarse si está frente a un experto o un autodenominado «experto» que en realidad que no lo es. Una persona no es experta porque se autoproclame así; es experta porque se la reconoce en un cierto medio y hay hechos que la acreditan como tal.

Un experto no es necesariamente una persona que habla bien. De hecho, rara vez lo es. La tarea del divulgador científico es trabajar el lenguaje, y presentar la información de una manera que sea accesible al público. Muchas veces personas que hablan muy bien no son expertas y dicen estupideces, aunque las dicen muy bien. Y otros que no hablan bien, dicen cosas importantes y correctas. Le corresponde a los divulgadores traducir ese lenguaje a veces torpe del experto en un lenguaje más adecuado para llegar a un público más amplio.

Una sugerencia para todo divulgador que aspire a realizar un buen trabajo es que trate de formarse  literariamente; el buen divulgador debe adquirir los elementos del estilo que le permitirán expresar en palabras, en ideas, los conceptos de la ciencia que quiere llevar a los distintos tipos de público. Pensemos en Bertrand Russell, George Gamow, Carl Sagan, Martin Gardner, Arthur C. Clarke: leerlos no sólo es instructivo; es además un placer.

Divulgar astrofísica

Repasemos ahora algunos ejemplos de problemas a la hora de divulgar tomados del ámbito de la astrofísica. Se trata de noticias que fueron divulgadas en forma resonante, y terminaron siendo grandes fiascos.

  • BICEP 2 y la inflación que no fue. BICEP 2 fue un experimento realizado hace algunos años en la Antártida. Se trataba de un radiotelescopio submilimétrico ubicado en la base que Estados Unidos tienen en el Polo Sur. La función de este aparato era medir la polarización de la radiación del fondo cósmico. El fondo cósmico de radiación es la radiación que se produjo en una etapa muy temprana del universo, cuando la temperatura del mismo cayó por debajo de la temperatura en que pueden existir los plasmas y entonces los electrones y protones formaron átomos de hidrógeno y de helio por primera vez. Entonces, la radiación que antes estaba absorbida por el plasma pudo escapar. Esa radiación se puede detectar hoy, y la polarización, que es una propiedad de esa radiación, si se pudiese medir indicaría la presencia de ondas gravitacionales generadas en el universo temprano. Si eso se detectase apoyaría algunas teorías contemporáneas acerca de la evolución del universo actual (como el llamado Modelo Inflacionario del Universo Temprano).

    Los científicos de BICEP 2 hicieron una declaración de prensa en 2014 diciendo que habían detectado esa radiación antes de realizar ninguna publicación académica estrictamente controlada. Los medios periodísticos de todo el mundo recogieron esa declaración y la publicaron en todo el planeta causando un enorme revuelo. Tiempo después se demostró, sobre la base de datos del satélite Planck, que BICEP 2 no detectó polarización producida en el universo temprano sino simplemente un efecto generado por el gas y el polvo que hay en nuestra propia galaxia. La información transmitida por la prensa finalmente no resultó ser lo que se dijo y el descubrimiento anunciado no fue tal. Esto llevó a una crisis que terminó en la renuncia de varias de las personas que estuvieron a cargo del experimento, lo que produjo a su vez un importante retraso en las investigaciones científicas. Por otro lado los medios periodísticos que recogieron la noticia perdieron  credibilidad al no haber consultado con otros expertos que les podrían haber advertido que era apresurado anunciar los resultados sin haber pasado por revistas con arbitraje.

 

  • Neutrinos superlumínicos. El experimento OPERA en 2012 usó un haz de partículas creado en el Large Hadron Collider del CERN que se enviaron a través de los Alpes hacia un detector que queda en Italia. De todas las partículas del haz, solo los neutrinos pueden atravesar los Alpes. Al medir la llegada de los neutrinos, los investigadores de OPERA anunciaron que las partículas se habían movido más rápido que la velocidad de la luz. Este es un enunciado muy fuerte porque la teoría de la relatividad especial de Einstein, que es la teoría que establece el límite a la velocidad de propagación de las interacciones y de las partículas materiales, es una teoría muy bien corroborada. Afirmar que esa teoría está equivocada requiere una evidencia abrumadora. Sin embargo, los investigadores comunicaron este aparente efecto y una vez más, divulgadores de todo el mundo recogieron la noticia. Al poco tiempo se estableció que el problema era una fibra óptica en Italia que no funcionaba bien e introducía un retraso de una fracción de segundo. Eso llevó a afirmar incorrectamente que los neutrinos viajaban más rápido que la luz.

¿Cuál es la moraleja que podemos extraer de estos dos ejemplos? Los experimentos modernos son en extremo complejos y muchas cosas pueden fallar en ellos. Cosas que incluso los que hacen los experimentos no controlan completamente. En palabras de Carl Sagan: “Afirmaciones extraordinarias requieren evidencia extraordinaria”.

Muchas veces los científicos debido a presiones sociales, políticas, o económicas para lograr resultados se apresuran, comenten errores e incluso en algunos casos extremos hasta fraude. Los científicos están sometidos a las mismas tensiones a las que estamos sometidos todos nosotros. Incluso, a veces, a presiones mucho mayores debido a la importancia de lo que está en juego. Es importante, pues, para el divulgador evitar las afirmaciones grandilocuentes y siempre buscar opiniones variadas y consignar esas opiniones variadas como contrapunto a las noticias originales.

Hay divulgadores y divulgadores

James Randi, ilusionista, divulgador y experto en desenmascarar a seudocientíficos. (Wikicommons)

Los divulgadores que también son científicos tienden a exagerar enormemente la importancia relativa de sus propios descubrimientos. Por eso, enfatizo, es necesario acompañar siempre una noticia de varias opiniones.

Ejemplos de divulgadores que tienden a sobre enfatizar sus propios logros sobran. Entre otros puedo mencionar a Stephen Hawking, Lawrence Krauss, Leonard Susskind, Max Tegmark y muchos más que suelen escribir para el gran publico sobre temas en extremos específicos. Cuando estos investigadores dicen algo, la prensa inmediatamente levanta la noticia; siempre sería conveniente tomar un contrapunto porque muchas veces lo comunicado son exageraciones o meras especulaciones.

Otro problema común en la literatura científica son los divulgadores que con cierta falta de ética que a fin de vender más introducen conceptos que no son científicos o rótulos sensacionalistas; esto el buen divulgador lo debe evitar. Algunos ejemplos son Paul Davis y su libro Dios y una nueva física, Hawking con Breve historia del tiempo, Krauss y Un universo de la nada, entre muchos otros. Algunos directamente caen en la pseudociencia, como es el caso de Michio Kaku.

Ejemplos de algunos divulgadores claros y confiables son Martin Gardner, George Gamow, Bertrand Russell, Carl Sagan, James Randi, David Eagleman, Bruce Hood, Stephen Jay Gould, Jonathan Allday, y muchos otros.

Otro de los problemas que enfrentan los divulgadores es que muchas veces los científicos y las fuentes primarias son ambiguas, confusas y poco claras en el uso de ciertos términos y conceptos clave, lo que lleva a innumerables malentendidos. Algunos ejemplos de conceptos que se usan en ocasiones en forma alarmante son “energía”, “mente”, “entropía”, “información”, “matemáticas y realidad”, “Big Bang”, “nada» y «vacío”.

En conclusión: el divulgador científico debe informarse en fuentes derivadas de las primarias pero siempre con un espíritu crítico que lo lleve a buscar opiniones autorizadas pero independientes de la fuente principal a fin de presentar un visión balanceada de los hechos. Por otro lado, debe estar alerta de que incluso el discurso científico puede estar afectado de problemas semánticos, por eso una cierta formación filosófica es importante en el divulgador científico. Una vez que el divulgador esté seguro de que tiene el material adecuado, su arte y habilidad debe estar en adaptar ese material al medio de comunicación elegido y al público que es el destinatario final.

 

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Columnista y miembro del Consejo Directivo de Ciencia del Sur. Doctor en física por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Actualmente es Investigador Superior del CONICET, Argentina y director del Instituto Argentino de Radioastronomía (CONICET, CICPBA, UNLP). Además, se desempeña como Profesor Titular de Astrofísica Relativista en la UNLP. A la par de su trabajo como científico, es investigador en filosofía. Entre sus libros se destacan Introduction to Black Hole Astrophysics (con G.S. Vila, Springer 2014) y Scientific Philosophy (Springer, 2018). En 2019 fue nombrado Graduado Ilustre de la UNLP.
Dirige un grupo de investigación de más de 20 personas que trabajan en astrofísica, cosmología y teoría de la gravedad. Es uno de los científicos más influyentes de la Argentina por su productividad académica.

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4 COMENTARIOS

  1. Creo que al Dr. G. Romero le gusta menospreciar a Hawking sin motivo aparente. Desde mi punto de vista Hawking representa la superación a la imposibilidad funcional de un ser humano, y eso es lo que se rescata de la persona más allá de la personalidad. La falsa humildad no es humildad, y para ser soberbios hay que tener con que, y a Hawking le sobra. Tal vez Hawking no sea un gran escritor como Carl Sagan, pero durante 4 décadas ha presentado una de las más admirables batallas debido a su condición, con lo cual se ha ganado mis más profundo respeto.

  2. Yo divulgo que el divulgador Y EL OYENTE/LECTOR adquieran conciencia de ser DEL SIGLO 55… de la CIVilización, pues ésta nació con el desarrollo de la ciencia de la arquitectura para construir CIVitas e incluso de la geografía, la geometría y la astronomía. Lo que está en su siglo 21 es la cultura, era y mentalidad cristiana cuya función no es desarrollar ciencia. Así que esto es para lectores/oyentes/divulgadores del siglo 55. Creo que si Sagan lo leyera diría: es una afirmación extraordinaria basada en una evidencia extraordinaria, o sea fuera de lo ordinario.

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