«La historia en Paraguay ha sido prisionera de los usos político-sectarios»

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historia en Paraguay
"Es usual que pensemos que la historia es solo recordar nombres y fechas o que tiene como fundamento principal enardecer el patriotismo." (Herib Caballero)
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Para Herib Caballero Campos (Asunción, 1975), por mucho tiempo la historia en Paraguay fue prisionera del uso político y sectario. Asegura que es momento de divulgar la historia científica, aquélla que se construye con el método científico y y no mediante los dictados de políticos o militares interesados.

El investigador, categorizado en el PRONII del Conacyt, enseña en la Escuela de Posgrado en la Universidad Nacional del Este y es docente investigador de la Universidad Nacional de Canindeyú. Dirige grupos de investigación y también enseña en la Academia Diplomática Carlos Antonio López. Herib tiene una licenciatura y un doctorado en historia por la Universidad Nacional de Asunción. También realizó un doctorado en historia del mundo hispánico, por la Universidad San Pablo CEU, de España.

El profesor Caballero, quien realizó esta entrevista con Ciencia del Sur para analizar el año de las humanidades y ciencias sociales, realizó su posdoctorado en la Universidad de Barcelona. También decidió tomar otro posdoctorado en la Universidad Federal de Grandes Dourados, de Brasil.

En general, a su modo de ver, ¿mejoraron las ciencias y las humanidades en Paraguay en los últimos años?

Indudablemente, sí. Se nota un auge en todas las disciplinas, donde es clave el rol del  Conacyt, que mediante sus diferentes programas está ayudando a consolidar proyectos de investigación en todas las áreas. Eso es muy loable, pues evidentemente un país que desea  progresar debe invertir en ciencia y tecnología.

-¿Cómo evalúa el 2017 en cuanto a ciencias sociales y humanidades en nuestro país?

En 2017 hubo avances tanto en ciencias sociales como en humanidades, tanto por las producciones realizadas por proyectos financiados por Conacyt como por investigaciones desarrolladas por universidades y organizaciones no gubernamentales.

Pese a esos avances, aún es necesario una mayor inversión en la producción científica en ambas áreas, especialmente en humanidades, pues es el área que requiere un mayor impulso en materia de fondos que ayuden a implementar proyectos de investigación para consolidar grupos de investigación.

-¿Por qué hay pocos investigadores de humanidades y ciencias sociales en el PRONII del Conacyt?

No sé si se puede decir que son pocos, de hecho el país necesita un mayor número de investigadores en todas las áreas. De las cuatro áreas científicas del Conacyt, las Ciencias Sociales y Humanidades ocupa el tercer lugar con 85 de los 516 científicos categorizados hasta 2016.

Ahora bien, de esos 85 científicos la mayoría son de ciencias sociales, siendo un número muy reducido el de investigadores en historia. Hasta este momento somos solo 4 categorizados en dicha área, dos en nivel II y dos en nivel I. Son varias las razones por las que existen pocos investigadores en humanidades, entre ellas se puede señalar que solo 3 universidades del país ofrecen la carrera de historia.

En el área de letras también son solo dos las instituciones de educación superior que incluyen dicha licenciatura. Además, no existe una revista especializada en historia que esté indexada y arbitrada; en la primera convocatoria de ProCiencia solo fue seleccionado un proyecto de investigación en historia. Además, no hay instituciones de investigación en humanidades. En ese sentido, hay más centros de investigación universitarios y no universitarios en ciencias sociales.

Espero que la consolidación del PRONII incentive a los egresados en ciencias sociales y humanidades a tener como opción de vida profesional dedicarse a la investigación, y eso es muy importante para consolidar la profesionalización.

-En cuanto al número de investigaciones, las ciencias sociales y humanidades suelen estar muy relegadas en cuanto a convocatorias del Conacyt. ¿A qué se debe?

Creo que las ciencias naturales, las ingenierías y las ciencias de la salud tienen en el país una mayor tradición y experiencia investigativa. En ciencias sociales los principales centros de investigación funcionaron fuera de la universidad debido a cuestiones vinculadas principalmente a razones políticas originadas en el autoritarismo.

Un claro ejemplo es el cierre de la carrera de sociología en la Universidad Católica y que las licenciaturas en ciencia política y sociología en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) fueran creadas en 1973, pero recién puestas en funcionamiento en la primera década de este siglo. Las carreras universitarias en ciencias sociales y en humanidades tienen una mínima carga de prácticas y de actividades de investigación, lo cual afecta no solo la formación de las nuevas generaciones sino que también dificulta la formación de grupos de investigación en el seno dichas instituciones de enseñanza superior.

Por otro lado, siempre en el caso de historia o letras, la formación se ha vinculado  exclusivamente a la práctica pedagógica, dejando en un segundo plano la formación  investigativa.

-¿Cómo ve el recorte presupuestario de Hacienda a las universidades públicas?

Obviamente es una situación lamentable, pues ha afectado al crecimiento vegetativo de los cursos. Por otro lado, hay normativas que exigen productividad científica a los docentes universitarios, dedicación a procesos de acreditación y evaluación, pero el tiempo invertido en ese tipo de actividades no es pagado.

Lamentablemente, en Paraguay la docencia universitaria sigue siendo una actividad complementaria, cuando se observa que tanto en la región como en el resto del mundo la única manera de hacer una universidad con producción científica, ofreciendo educación de calidad, es teniendo un alto porcentaje del cuerpo docente con dedicación de tiempo completo, laboratorios, bibliotecas actualizadas, etc.

-¿Qué entendemos hoy por historia en Paraguay? ¿Es una ciencia que está madurando o todavía queda mucho por hacer?

Es una pregunta difícil, pues todavía se escucha con frecuencia la definición de los romanos de la historia como Magistra vitae, es decir maestra de la vida. En su caso era entendible, pues creían que la vida era cíclica. Creo que aún falta una mayor divulgación de lo que es historia científica; es usual que pensemos que la historia es solo recordar nombres y fechas o que tiene como fundamento principal enardecer el patriotismo.

La historia es una ciencia que al estudiar la vida de la sociedad en el pasado busca que comprendamos por qué ocurrieron determinados procesos históricos. Creo que la historia en Paraguay ha sido prisionera en exceso de los usos político-sectarios, que han impedido que se desarrollen estudios que incorporen las nuevas corrientes historiográficas.

Todavía predomina una concepción positivista del estudio del pasado que sacraliza al documento, que por ser antiguo ya es verdadero, cuando el trabajo del historiador es dudar de lo que encuentra y comenzar a contrastar los hechos con el propósito de lograr construir un marco de comprensión del tema o el proceso que esta investigando.

Aún es todavía popular una historia que sea más episódica que se enfoca en el qué pasó antes que en el por qué pasó y qué elementos entraron en juego para que dicho acontecimiento se produzca.

Creo que es significativo que se esté produciendo una historia que no se centre en los temas tradicionales y que se arriesgue a abordar con marcos teóricos innovadores procesos históricos que hasta ahora fueron abordados de una forma tradicional.

-Para ubicarnos, ¿quiénes y dónde se estudia hoy historia de manera científica en el Paraguay?

La historia como carrera se estudia en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción (UNA), en la misma Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional del Este (UNE) y en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Católica Ntra. Sra. de la Asunción. El número de estudiantes no es muy elevado y además de dichas carreras, tanto en la UNA como en la UNE, funcionaron sendas maestrías en historia. En la Universidad Nacional de Pilar este año concluyó la primera promoción de una especialización en historia del Paraguay.

Los primeros graduados universitarios en historia egresaron en la Facultad de Filosofía de la UNA en 1951. La primera doctora en historia fue Irma Ramona Isnardi, quien elaboró una tesis sobre la campiña paraguaya en el siglo XVIII.

-¿Dónde y cómo publican los investigadores de historia? ¿Deben hacerlo en revistas indexadas, libros y/o congresos?

La mayor parte de los historiadores publica libros para divulgar sus investigaciones, pero si se pretende ingresar al Sistema Nacional de Investigación del Conacyt obviamente hay que someter las investigaciones al juzgamiento de los pares, por lo tanto es lo mejor publicar en revistas arbitradas e indexadas.

La gran dificultad que tienen los historiadores es que en Paraguay no existe ninguna revista enfocada en las ciencias históricas que reúna dichas condiciones. Los congresos son también espacios importantes para presentar los avances de las investigaciones y tienen un valor relevante, pero no tanto como el de los artículos sometidos a revisión y evaluación por pares.

De hecho, en los últimos años, en diferentes reuniones académicas realizadas en  universidades y centros de investigación fuera del país es cada vez más importante el número de mesas, simposios o seminarios que se ocupan de discutir investigaciones sobre Paraguay. En ese sentido creo que es muy importante que la comunidad académica local  participe de dichos encuentros, con el fin de divulgar los resultados de su actividad científica y recibir críticas, que enriquecen el trabajo del investigador.

-¿Faltan más estudios serios y grupos formados para hacer investigaciones en historia?

Lo necesario es fortalecer la historia académica no solo a través de grupos sino que las  propias instituciones universitarias sean proactivas en la generación de proyectos de investigación que superen una historia tradicional en sus abordajes y en sus temáticas. Incluso se pueden abordar temáticas ya aparentemente más que exploradas pero utilizando nuevas fuentes o nuevas interrogantes.

El historiador inglés Edward H. Carr hace varias décadas afirmó que la doble función de la historia como ciencia es “hacer que el hombre pueda comprender la sociedad del pasado e incrementar el dominio sobre la sociedad del presente”.

Con el bicentenario de la independencia paraguaya en 2011, los estudiosos de la historiografía han destacado un incremento significativo de producción histórica, reediciones, ediciones de nuevas obras y de fuentes que no estaban accesibles. Obviamente que ese creciente interés ha sido propicio para que se desarrollen todo tipo de libros de historia. En ese auge editorial una vez más se observa la ausencia de producción generada desde las universidades.

En los últimos años, algunos historiadores tratan de recuperar la historia social o la historia no política ni militar de Paraguay. ¿Hay mucho que investigar en áreas no relacionadas con la política o la milicia?

Totalmente, la historia social o la misma historia cultural tuvo un desarrollo tardío en el Paraguay, salvo los trabajos pioneros de Juan Francisco Gaona, Rafael Eladio VelázquezBranislava Susnik. Es recién a partir de la década del 90 del pasado siglo cuando la  historia social aparece con fuerza en el Paraguay. Un grupo de historiadores académicos nos hemos agrupado en el Comité Paraguayo de Ciencias Históricas en 2015 que forma parte desde el presente año del Comité Internacional de Ciencias Históricas con sede en Ginebra.

El comité paraguayo organizó en 2017 un ciclo de charlas en el que se enfocaban Nuevas Perspectivas y Temáticas en Historia del Paraguay. En dichas charlas se han abordado  diferentes temas, dejando de lado la historia bélica o la historia centrada en personajes políticos, militares o diplomáticos. El resultado de dicho ciclo ha sido muy satisfactorio por la gran afluencia de público que estaba ávido de escuchar otros aspectos del pasado de la sociedad paraguaya.

En ese sentido, ese ciclo ha demostrado que existe un público muy ávido de aprender  otras cuestiones que hacen a la historia de nuestro país y que no se centren en saber si x persona fue buena o mala, porque una visión maniquea de la historia está más que superada. Esa visión de que la “historia me absolverá” está dejándose de lado, al menos  los historiadores profesionales saben bien que no es su trabajo absolver o condenar a nadie, sino explicar y ayudar a comprender cuáles fueron las motivaciones y los elementos  que entraron en juego en determinados procesos históricos.

Incluso hoy en día se habla de una historia global que enfoque los diferentes aspectos vinculados a un hecho histórico a nivel supranacional.

-¿Qué áreas usted investiga? ¿En qué está trabajando actualmente?

En la actualidad estoy en la etapa de conclusión de dos líneas de investigación. La primera está vinculada a la construcción de la idea de nación a través de los monumentos,  las fiestas y las conmemoraciones, línea en la cual he publicado varios artículos que ahora están en proceso de revisión para editar un libro.

La segunda línea tiene que ver con un proyecto de investigación financiado por el Conacyt  a través de ProCiencia, ejecutado por el Rectorado de la UNA que busca “El Rescate histórico de El Semanario de Avisos y Conocimientos Útiles 1853-1868”, que pretende en primer término disponibilizar la mayor cantidad de números de dicho periódico y analizar los discursos de modernidad y de la construcción de la nación que en él estaban  insertos.

Desde 2018 me concentraré en dos temáticas: una que analizará los juicios de residencia a gobernadores y funcionarios de la administración colonial a lo largo del siglo XVIII, y la otra cuestión, que es parte de mi estancia posdoctoral, investiga sobre la  frontera hispano-portuguesa y sus vínculos políticos, económicos y sociales.

La primera línea me llevará varios años desarrollar, porque cada juicio de residencia consta de varios volúmenes y en ellos se encuentran plasmados no solo los aspectos burocrático-administrativos, sino también los vínculos sociales y económicos que permitirán tener un mayor conocimiento sobre el funcionamiento de una provincia periférica que tenía una posición fronteriza entre los dominios hispánicos en América.

La segunda  tiene como plazo máximo un año, durante el cual se pretenden rescatar otros aspectos que hacen a los vínculos entre portugueses y españoles durante la segunda mitad del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX.

 

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Director ejecutivo de Ciencia del Sur. Estudió filosofía en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y pasó por el programa de Jóvenes Investigadores de la UNA. Tiene diplomados en filosofía medieval y en relaciones internacionales.
Condujo los programas de radio El Laboratorio, con temática científica (Ñandutí) y ÁgoraRadio, de filosofía (Ondas Ayvu).
Fue periodista, columnista y editor de Ciencia y Tecnología en el diario ABC Color y colaboró con publicaciones internacionales. Fue presidente de la Asociación Paraguaya Racionalista, secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica y encargado de cultura científica de la Universidad Iberoamericana.
Periodista de Ciencia del Año por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2017). Tiene cinco libros publicados.

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