Ocampos: la literatura es marginada por el Estado y la sociedad en Paraguay

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Los Premios Nacionales de Literatura de Paraguay (i. a d.): Alcibiades González Delvalle, Susy Delgado, Renée Ferrer y Maybell Lebrón, junto a Sebastian Ocampos, durante el Foro. (José Galeano / Foro Internacional del Libro)
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Paraguay todavía es visto como un país funcionalmente analfabeto, donde el sector del libro no se reconoce como una comunidad y donde algunas editoriales crecen mientras los escritores continúan con los mismos problemas. Esta es la visión del escritor y editor Sebastian Ocampos, presidente de la Asociación Literaria Arandu (ALA) y director de la Revista Y, que afirma que en nuestro país la literatura es marginada tanto por el Estado, como por las ONGs, las empresas privadas y la sociedad en general.

El mes pasado, decenas de escritores, libreros, editores y lectores se reunieron por cuatro días en el emblemático Centro Cultural de España Juan de Salazar, en un inédito primer Foro Internacional del Libro Asunción 2018, donde los autores y analistas coincidieron en alertar sobre la situación del libro en nuestro país.

Ocampos (1984) asegura que en la actualidad los nuevos autores ven a internet como un puente para ayudar a la trascendencia de la literatura paraguaya, al mismo tiempo que aboga por una ciudadanía lectora, donde el lector sea sensible y rebelde, además de consciente.

Sebastian, autor de Espontaneidad (Fondec-Editorial Y, 2014) y editor de Eclosión (Editorial Y, 2016), fundó el taller literario “Salón de Lectura”, liderado por la escritora Maybell Lebrón (Premio Nacional de Literatura 2015) y luego el taller de escritura “Semiomnisciente”. Editó, además revistas y otros libros. En 2017 quedó  seleccionado como uno de los 23 escritores jóvenes de América para el ProyectoArraigo.com.

Ocampos compartió con Ciencia del Sur algunas reflexiones tras el Foro que organizó. En un país donde alrededor del 5% de la población no sabe leer ni escribir, urge cambiar las políticas culturales.

-¿Qué significó la realización del primer Foro Internacional del Libro de Asunción?

Para nosotros, significó que somos capaces organizar un encuentro literario modestamente internacional, con gestión eficiente, trabajo profesional y poco dinero (aunque solicitamos apoyo a algunas instituciones culturales, públicas y privadas, que ni siquiera nos respondieron).

Para todos, organizadores y participantes, significó el reconocimiento de los problemas en común, problemas de lectura y escritura que afectan a todo el Paraguay, país funcionalmente analfabeto, manipulado, sometido a la pobreza y la miseria, incapaz de organizarse para exigir y ejercer sus derechos.

En Paraguay se publican alrededor de 800 libros al año, siendo una pequeña fracción la de literatura. (Machi Gamarra / Foro Internacional del Libro)

 

-¿Cuáles fueron las conclusiones principales?

Puedo hablarte de las que compartí en la mesa de conclusiones, el último día del Foro, la noche del sábado 8 de septiembre. El sector del libro paraguayo no es una comunidad: el individualismo y los intereses grupales son las características principales.

Las instituciones públicas son burocracias para sostener funcionarios que, en su mayoría absoluta, ignoran hasta los conceptos políticas públicas culturales. Las empresas privadas trabajan para abaratar los costos, licitar con el Estado y aumentar sus ganancias. Algunas editoriales crecen y los autores continúan en las mismas.

Y las organizaciones no gubernamentales, con proyectos para fomentar la lectura y la escritura, trabajan descoordinadamente, sin resultados significativos en la sociedad.

¿Qué hacer? Una decisión individual: todos los lectores podemos ser mediadores de la lectura, para contagiar el amor por el acto diario de leer libros.

Todo ciudadano necesita ser lector, ni qué decir entre los protagonistas del libro, como el escritor, el editor, el corrector, el diseñador, el ilustrador, el librero, el crítico, el traductor, el periodista cultural. Necesitamos, urgentemente, profesionalizar el sector del libro para trascender las fronteras internas y externas con obras que nos dignifiquen.

Como organizaciones de la sociedad civil, genuinos trabajadores en pos de una sociedad lectora, podemos organizarnos en una comunidad del libro paraguayo que dependa de sí misma, no de los vaivenes de la política electoral  ni de la función pública. Una comunidad que elabore una hoja de ruta a partir del diagnóstico hecho en el Foro, que firme un compromiso interinstitucional, coordine proyectos y participe de las políticas públicas culturales y educativas, como el Plan Nacional de Lectura.

Los protagonistas del libro también debemos integrar la Mesa Técnica del Libro para revisar el anteproyecto de ley del libro y la lectura, y volverla incluyente, en beneficio de todos. -La ley del libro de 1991 es limitada y anacrónica, y no sé dónde podríamos encontrar los registros de que alguna vez se hayan cumplido alguno de sus artículos-.

-¿Es verdad que la literatura local no trasciende mucho (a veces, ni siquiera en Paraguay)? ¿Esto a qué se debe?

-En el Paraguay, se publican ochocientos títulos al año aproximadamente, de los cuales solo una parte es literatura. La tirada media es de quinientos ejemplares. Una estadística dice que el paraguayo solo lee un cuarto de libro por año. ¿A qué se debe todo esto? Como dijo Mempo Giardinelli en la conferencia de apertura del Foro: a las decisiones políticas, de todos los gobiernos y de todos los titiriteros que manejan a los gobernantes de turno, desde el inicio hasta ahora, para que el pueblo no lea.

Un pueblo lector, entre otras cosas, es capaz de reconocer los engaños y de elegir mejor.

-Uno de los temas que se abordó en el Foro fue el libro fuera de Asunción, ¿se escribe fuera de la capital y el área Central?

-Sí, muchos paraguayos, en cualquier lugar del Paraguay, escriben. La poesía, según Susy Delgado, es el género más practicado. Pero estos autores escriben, en general, por intuición, sin ser lectores, y ni siquiera piensan en publicar, pues las editoriales son empresas inexistentes en casi todos los departamentos.

En el panel debate: Paraguay, más allá de Calle Última, María Zaracho Robertti, de Ka’aguasu, contó que ella presentó su obra a las editoriales capitalinas y que recibió solo nones como respuesta.

Entonces, se jugó por la audoedición. Hugo Centurión, de San Ignacio (Misiones), contó que en el interior todo queda lejos, hasta el cyber donde debe ir para conectarse a internet y comunicarse con colegas de la lectura y la escritura. No hay interlocutores con quienes conversar sobre literatura, sobre arte en general.

-¿Qué es la Asociación Literaria Arandu (ALA)?

-Es una asociación de utilidad pública que tiene el objetivo de fomentar la lectura y la escritura literarias en el Paraguay. ALA nació del Taller de Escritura Semiomnisciente (TES), taller anual de narrativa de ficción y no ficción que dirijo desde 2013. Antes de fundar la asociación, éramos un grupo unido por la literatura que organizada actividades literarias, donaba libros y apoyaba a otras asociaciones culturales.

Decidimos fundar ALA porque necesitábamos una personería jurídica que pudiera llevar adelante proyectos importantes que tuvieran impacto en la sociedad, como el Foro del Libro.

 -¿Quiénes la conforman y qué hacen?

-Los socios fundadores somos trece. Actualmente somos veinte. La mayoría jóvenes. Cada uno aporta su trabajo profesional, entusiasmo infinito y hasta su dinerillo para hacer realidad los proyectos. Como un adelanto, te cuento que presentaremos el Premio Crítica Literaria, un concurso que consideramos urgente y fundamental para estimular la escritura, la publicación y la lectura de crítica sobre la literatura paraguaya.

-¿Cómo evaluás el movimiento cultural en Paraguay, específicamente en literatura? ¿Hay más ofertas y demandas?

-Hay más publicación de libros impresos. También hay más publicación de libros electrónicos. Al parecer, los escritores paraguayos por fin están enterándose de que internet es el camino para cruzar las fronteras, para hacerse conocer ante los muchos lectores que quieren saber qué escribimos aquí.

También hay más antologías, más coediciones con editoriales de países vecinos. En cuanto a la demanda, no lo sé. No tengo datos específicos al respecto. Pero si tomamos las estadísticas de hábitos de lectura como fuente, la demanda es trágica.

-¿Cómo ves a las nuevas generaciones de escritores locales? ¿Hay un despliegue de nuevos autores? 

-Sobre la antología Nueva narrativa paraguaya (Arandurã, 2013), un crítico escribió: «(…) goza de una excelente cantidad, pero al mismo tiempo de una sospechosa calidad.» Concuerdo con él.

En literatura, sobre todo en un país como el nuestro, carente de crítica literaria, la mediocridad es permitida y hasta festejada, de acuerdo a los recursos económicos y de los seguidores y los contactos del autor o la autora.

Yo sostengo que, así como recibimos lo mejor de la humanidad a través de la literatura, cada autor/a solamente debe publicar, en libro, lo mejor de sí mismo/a. Es más, cada libro debería incluir esta advertencia (que lamento no haber incluido en Espontaneidad): «Este libro es lo mejor que pude escribir hasta ahora. Maestros de todos los tiempos y lectores, un ruego: sepan disculpar mi atrevimiento.»

Solo los lectores incompetentes publican todo o casi todo lo que escriben. Necesitamos leer muchísimo, escribir y reescribir, las veces necesarias, ser autocríticos, y trabajar con profesionales cuando queramos publicar un libro.

Sebastian Ocampos, presidente de la Asociación Literaria Arandu y director de la Revista Y. (José Galeano / Foro Internacional del Libro)

-¿Cuál es tu postura con relación al libro en papel y en digital? ¿Considerás que es una discusión superada la preferencia por uno de ellos?

-Ambos soportes son importantes. Pero solo el digital es económicamente accesible y abierto a todos los paraguayos y al mundo. Como país, necesitamos una gran biblioteca y una gran librería digitales, completas y actualizadas, de ser posible en castellano, guaraní, portugués e inglés.

Ambos proyectos son realizables; costaría menos que las dietas de los parlasurianos, por ejemplo. El libro impreso es valioso si se lo trabaja cuidadosamente, en cada una de sus partes, para que la lectura sea cómoda. También, cuando trabajamos el libro impreso, debemos pensarlo como un objeto de belleza y de colección.

-Frecuentemente, nos encontramos con situaciones como el ninguneo, la discriminación o la falta de apoyo a las letras por parte del Estado paraguayo. ¿Cuál es tu visión al respecto?

-La literatura es el arte más marginado por el Estado paraguayo, las organizaciones no gubernamentales, las empresas privadas y la sociedad en general. Una razón, quizá, es que la literatura es el arte más exigente y transformador. Para conocerla, debemos aprender a leer, un proceso lentísimo (puede durar años, décadas) y colectivo: necesitamos de los familiares (madres, padres, hermanas/os, tías/os, abuelas/os), la escuela (docentes, bibliotecarias/os, compañeras/os) y la comunidad (amigas/os, entre otros).

Nadie nace leyendo ni aprende a leer solo. Y cuando aprendemos a leer, gracias a la literatura, somos capaces de leer cualquier libro, hasta los más técnicos y aburridos (que no serían tales si sus autores fuesen buenos lectores de libros literarios).

Y cuando leemos cientos, miles de libros, somos conscientes de las injusticias y podemos transformarnos de Alonso Quijano en Don Quijote para salir a luchar por la verdad, el amor y la paz.

Si eso te parece muy idealizado, ¿quijotesco?, tengo una anécdota real: En Crimen y castigo, Raskolnikof tiene un sueño horrible: vuelve a verse en el pueblo donde vivió con su familia cuando era niño. De una taberna, salen algunos borrachos. Uno de ellos invita a todos a subir a su carreta, estirado por un rocinante.

El hombre golpea al caballo; sus nuevos compañeros también lo golpean. Entre el griterío del público, el caballo camina. Rodia (Raskolnikof) pregunta a su padre por qué esos hombres martirizan al pobre caballito. El padre dice que están borrachos y que así se divierten esos imbéciles… El niño no lo acepta, se desprende de su mano y va hacia el caballo y llora.

Los hombres golpean y golpean al animal, con látigos, palos, estacas. Algunos golpes rozan a Rodia. El caballo intenta escapar. Los hombres no descansan de golpearlo, hasta matarlo.

Rodia grita, «se abre paso entre la gente y se acerca al caballo muerto. Coge el hocico inmóvil y ensangrentado y lo besa; besa sus labios, sus ojos.» Dostoyevski publicó Crimen y castigo en 1866. En 1889, Nietzsche, lector de Dostoyevski, sale de un hotel en Turín y ve a un cochero golpeando con un látigo a un caballo. Entonces, «Nietzsche va hacia el caballo y, ante los ojos del cochero, se abraza a su cuello y llora.» «Y ése es el Nietzsche al que yo quiero», escribió Kundera.

Y ése es el lector que necesitamos, digo yo: consciente, sensible y rebelde ante toda injusticia.

 

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Director ejecutivo de Ciencia del Sur. Estudió filosofía en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y pasó por el programa de Jóvenes Investigadores de la UNA. Tiene diplomados en filosofía medieval y en relaciones internacionales.
Condujo los programas de radio El Laboratorio, con temática científica (Ñandutí) y ÁgoraRadio, de filosofía (Ondas Ayvu).
Fue periodista, columnista y editor de Ciencia y Tecnología en el diario ABC Color y colaboró con publicaciones internacionales. Fue presidente de la Asociación Paraguaya Racionalista, secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica y encargado de cultura científica de la Universidad Iberoamericana.
Periodista de Ciencia del Año por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2017). Tiene cinco libros publicados.

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