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El escritor Damián Cabrera coordina algunas actividades culturales del Centro Juan de Salazar. (Fotografía Víctor Candia)

Damián Cabrera (1984) es un escritor y poeta paraguayo de Ciudad del Este galardonado con el Premio Roque Gaona de Literatura en 2012. Entre sus obras publicadas se destacan Sh… horas de contar…, Xiru y Wanderlust. Participó en varias antologías y en los últimos años incursionó en el ensayo.

En este diálogo con Ciencia del Sur, Damián habló de su visión sobre Augusto Roa Bastos, sobre las oportunidades para los jóvenes escritores y la falta de una academia que haga crítica literaria en Paraguay.

Cabrera coordina actualmente algunos espacios literarios y de formación en el Centro Cultural de España Juan de Salazar de la capital paraguaya.

-¿Qué rescatás de Augusto Roa Bastos la nueva generación de escritores?
No sabría decir si existe unanimidad en torno al papel que juega la figura de Roa Bastos en nuestros sistemas literarios. Es verdad que tiene cierto carácter fundacional en el sentido de que logró una visibilidad y audibilidad insólitas, pero eso no es algo que, particularmente, me interese en este momento.

-¿Qué te interesa, entonces?
Algo que tiene que ver con su programa, puesto que fue un escritor en el que ocurrió, en mi opinión, algo que podemos llamar un «calce» entre el proyecto literario y su ejecución. Ocurre con autores como Gabriel Casaccia, donde hay una idea brillante, pero tal vez no la ejecución. Simplificando mucho, esto una cuestión que está atravesada por otras complejidades. Con Roa hay cierta preocupación con el rigor que me atrae.

Me parece importante que se estime ese rigor en la ejecución hoy. Hay muchas formas de escritura, con muchas funciones, pero la que me seduce es aquella en la que hay una verdadera preocupación por la forma: mucho más el «contar en sí» que el «qué contar». Aunque en Roa sea cuestionable, de cualquier manera, el resultado que dejó por fuera la interferencia del guaraní, se nota que hay una preocupación por el lenguaje, una ansiedad, una paranoia inclusive —eso da gusto leer.

Entonces creo que podemos rescatar dos cosas de Roa, quienes escribimos después de él: rigor y ansiedad.

-¿Cuál fue el legado de Roa Bastos a la literatura?
Roa tiene unos legados que exceden su figura como «autor», en tanto sujeto que tiene qué decir sobre su obra, y en tanto figura pública, que no dejan de ser interesantes, y también que exceden lo estrictamente literario.

Para muchos lectores fue uno de los que supo poner en palabras muchos dramas sociales de su tiempo, de nuestro tiempo inclusive. Lo popular tiene cabida en su obra de una manera respetuosa (salvo el lenguaje popular, por supuesto, al que se puede especular por qué Roa rehuía). Narró unas historias que hoy forman parte de nuestros imaginarios colectivos como sociedad letrada y mitificó escenas y personajes como no se había hecho antes.

También, me parece, supo catalizar y condensar en su obra una tradición literaria incipiente en Paraguay y ensartarla en una narrativa latinoamericana. Aunque eso pueda no formar parte de nuestras agendas hoy, tuvo su importancia, digamos.

-¿Por qué otros escritores paraguayos no fueron tan universales como él?
Creo que se dieron muchas condiciones para que él fuera, hasta cierto, punto, universal. Y su universalidad es marginal también. Primero, él vivió en fechas de dictadura. El exilio supuso una movilidad forzada de personas que obligó a los intelectuales a desarrollar sus trabajos en escenas transnacionales.

Por otro lado, él operó una traducción a través de su escritura, tornando legibles para un público no paraguayo los dramas de Paraguay. Era una escena en la que él tenía que buscar interlocutores más allá de las fronteras nacionales, y los encontró.

Roa también era un buen escritor, digamos, un escritor de oficio. Fueron condiciones. No quiere decir que no haya habido otros escritores interesantes de Paraguay. También, él escribió novela, un género mucho más popular y rentable en términos editoriales que la poesía, por ejemplo. Y luego el Premio Cervantes le dio gran visibilidad.

Fueron muchas condiciones.

-Hay mucha competencia hoy en el mercado literario local. ¿Se puede ser escritor en Paraguay?
Siempre se puede ser escritor. Sin un nombre como el de Roa, que «opaque» otras emergencias, la escena se volvió más diversa. Hay lugar para todos. Digamos que la escena se democratizó. No existe academia en Paraguay, y las humanidades en las universidades están muy precarizadas.

Quizás por eso escasee la crítica —que sí existe, pero viene de ámbitos paraacadémicos, lo cual también es interesante. No hay investigación seria ni discusión. En términos de mercado, no creo que se pueda vivir de la literatura, al menos no legítimamente, y menos si lo que importa es la literatura, si lo que preocupa es el contar en sí y el lenguaje.

Sin embargo, en un ámbito en el que hay mucha prosa y poesía de lectores, facilitada por internet, me parece importante ese rigor del que hablaba para construir algo más perdurable o más comprometido, algo que no se desvanezca con el siguiente post.

-¿Cómo son los circuitos culturales y económicos para los jóvenes escritores?
Hoy hay muchos espacios para nuevos autores, sobre todo en Asunción: hay foros de internet, inclusive grupos de WhatsApp. Hay una discusión absurda alrededor del «elitismo» en la literatura a veces. Se habla de grupos elitistas que excluyen a otros. Me parece que la exclusión existe, claro, pero que es un derecho asociarse con quien uno desee.

Y no desearía integrar colectivos o espacios en los cuales me excluyeran por alguna razón. Así que vale la pena asociarse por intereses e ideales. No es que haya demasiado en disputa. No hay un mercado editorial sólido que esté siendo copado por algún grupo «elitista», aunque sí hay gente que hace dinero con los libros, no siempre de manera legítima, pero eso tampoco debería interesarnos, ¿no?

Se habla acerca de viajes a los que unos tienen acceso y otros no. Algunos hacen lobby para ello, y no sé si a un escritor joven debería interesarle entrar en ese circuito. Yo no lo recomendaría. Otros participan de redes más serias, más sensibles y más solidarias. Hay que tratar de identificar esas redes e integrarlas. Y que la participación de uno en las mismas sea de modo serio, íntegro.

-¿Es muy difícil publicar hoy?
Está difícil publicar en Paraguay si no se tiene dinero, y es poco probable que una editorial apueste por un escritor novel, porque no es rentable, y porque la editorial no hace ni el trabajo de edición ni el de promoción necesarios. Entonces hay que ver estrategias de autoedición o completar esos procesos que las editoriales no cumplen uno mismo: revisión, edición y promoción, por ejemplo.

Estatua de Augusto Roa Bastos en la Plaza Uruguaya de Asunción. (Secretaría Nacional de Cultura)

-¿Qué espacios alternativos tienen los escritores que no llegan a la Feria Internacional del Libro de Asunción?
La oferta editorial es bastante pobre en Paraguay. Los libros cuestan caro para lo que gana una persona promedio, pero a veces se producen hallazgos interesantes. Siempre es loable que haya espacios de discusión en dichas ferias, sobre todo porque dichos espacios no existen en la academia, que tampoco existe como tal.

Ojalá fuera un espacio en el que escritores pudieran cerrar acuerdos con editoriales también, conocer ofertas de instancias para publicar. Quienes no tienen acceso a dichos espacios tienen instancias alternativas: desde las plazas públicas hasta las ferias independientes donde cuesta menos o nada poner en circulación contenidos propios.

-¿En qué obras trabajás actualmente?
Tengo una decena de libros que están aguardando ser publicados, sobre todo ensayos, en los que vengo trabajando hace algunos años: mi tesis de maestría (que de hecho es sobre literatura), una novela, libros de poemas en prosa y cuentos. Integro una editorial independiente, Ediciones de la Ura, con la que se hace un trabajo serio de edición y hay una preocupación por el diseño. Los resultados son libros-objetos preciosos, con ediciones bien cuidadas.

Ojalá pueda publicar algo en breve a través de esta editorial. Mientras, estoy pensando poner en circulación de manera gratuita algunos textos. También estamos conversando con algunos poetas acerca de la posibilidad de crear cooperativas con fines editoriales, o publicar antologías, trabajando cooperativamente para poder poner en circulación textos que por falta de recursos permanecen inéditos.

-¿Actualmente estás trabajando en el Centro Cultural Juan de Salazar?
En el Juan de Salazar coordino las actividades literarias de la Biblioteca Cervantes, espacios formativos, como el Seminario Espacio/Crítica coordinado por Lía Colombino; clubes de lectura, recitales de poesía que se abren a lo interdisciplinario, y cuestiones editoriales del centro.

-¿Cuáles son los escritores recomendados por Damián Cabrera?
Es difícil elaborar listas, sin embargo, hay algunos autores que leo con placer: Montserrat Álvarez escribe los artículos más deleitables e inteligentes de nuestro tiempo; Cristino Bogado tiene una prosa oscura y ansiosa, que se debate en una frontera entre lo popular y lo erudito, entre el pesimismo y la rebeldía.

Me gusta la poesía de Lía Colombino. Ever Román también es un narrador interesante. Soy un admirador de la obra de Joaquín Morales, uno de los poetas que más ha tocado mi sensibilidad y que escribió una crónica de la transición cultural y política de Asunción, una Asunción reinventada, a través de versos de un erotismo ácido. Lo mismo me pasa con Jorge Canese, que es muy prolífico y casi intraducible y al que se puede leer en la pura forma de los fonemas.

En la prosa ultrabreve, Nico Granada me gusta mucho. También Aida Riso, que publicó apenas un libro, Secreta tendencia. No hay otra verdad más transparente que Edgar Pou. Últimamente estoy conociendo a poetas jóvenes que han publicado poco o nada. Me interesa conocer esos proyectos y voces, pero no quiero arriesgar nombres todavía… Pronto.

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Director ejecutivo de Ciencia del Sur. Estudió filosofía en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y pasó por el programa de Jóvenes Investigadores de la UNA. Tiene diplomados en filosofía medieval y en relaciones internacionales.
Condujo los programas de radio El Laboratorio, con temática científica (Ñandutí) y ÁgoraRadio, de filosofía (Ondas Ayvu).
Fue periodista, columnista y editor de Ciencia y Tecnología en el diario ABC Color y colaboró con publicaciones internacionales. Fue presidente de la Asociación Paraguaya Racionalista, secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica y encargado de cultura científica de la Universidad Iberoamericana.
Periodista de Ciencia del Año por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2017). Tiene cinco libros publicados.

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