La quimioterapia es una herramienta médica de tratamiento oral o intravenoso para un amplio grupo de tumores que, si bien es tolerada a las dosis que se usan en veterinaria, resulta necesario un conocimiento de los medicamentos y sus efectos. Además, es importante una valoración individual de cada caso para optimizar su resultado, tanto clínico como de satisfacción de los propietarios.
Los protocolos veterinarios tienden a usar dosis más bajas y combinaciones menos agresivas de medicamentos que la mayoría de los protocolos de quimioterapia humana, por lo que se observa mucha menos toxicidad en mascotas de lo que tradicionalmente se asocia con quimioterapia en personas.
La mayoría de los perros y gatos sometidos a quimioterapia tienen una calidad normal de vida.
Los agentes quimioterápicos y los protocolos utilizados en la oncología veterinaria son bien tolerados por la mayoría de los animales de compañía. Estos protocolos son diseñados para resultar en menos del 5% de tasa de hospitalización por toxicidad debida a quimioterapia y menos de 1% de mortalidad directamente causada por la toxicidad (Withrow & Vail, 2007).
Objetivos de la quimioterapia en mascotas
El objetivo de los oncólogos veterinarios es controlar el cáncer y prolongar la supervivencia del paciente mientras se mantiene una calidad de vida aceptable. Existen casos en los que es posible la cura con quimioterapia, como en el tumor venéreo transmisible o tumor de Sticker en perros, pero los demás tipos de tumores incurren en remisiones y recaídas.
A medida que las personas conocen más sobre las modalidades de tratamiento disponibles a los humanos, también demandan opciones más sofisticadas para sus mascotas, popularizando cada vez más a la quimioterapia como opción.
El veterinario oncólogo es responsable de asegurarse que los propietarios comprendan los objetivos de la terapia para su mascota antes de invertir emoción, tiempo y dinero en el tratamiento. Al proveer suficiente información sobre los objetivos, el número de visitas requeridas y los costos, la mayoría de los propietarios aprecian los intentos honestos de controlar la enfermedad y prolongar la vida de sus mascotas.
Es importante que el propietario entienda la diferencia entre una remisión completa y una cura. Por ejemplo, la mayoría de los perros con linfoma tienen una rápida remisión completa —el paciente no presenta evidencia de su enfermedad, ni local ni general— después del inicio de la quimioterapia.
Sin embargo, los propietarios que no entienden que el linfoma finalmente reaparecerá quedarán insatisfechos con el tratamiento de su mascota.
Indicaciones de quimioterapia en mascotas
La quimioterapia se emplea generalmente en las siguientes circunstancias (Withrow & Vail, 2007; Foale & Demetriuo, 2011):
- En animales con un tumor con sensibilidad conocida y comprobada a la quimioterapia (linfoma, leucemias, mieloma múltiple, tumor venéreo transmisible, entre otros);
- Como tratamiento auxiliar a la cirugía, orientada a control o erradicación de los focos microscópicos ocultos de células tumorales (en el osteosarcoma y hemangiosarcoma caninos).
- Como terapia adyuvante para prevenir la recurrencia de nuevo tumor local después de la cirugía (por ejemplo, sarcoma asociado a inyecciones en gatos y tumores mamarios)
- En pacientes que necesitan tratamiento paliativo debido a un cáncer sistémico o metastásico y en los que no se considera viable la cirugía.
Encontramos efectos secundarios sobre la sangre y médula ósea. La inapetencia, la letargia intensa y fiebre son hallazgos que más refieren los propietarios de los animales con conteo de glóbulos blancos bajos.
La fiebre posquimioterapia constituye una situación de urgencia, para lo cual es relevante el monitoreo en la casa de la temperatura del animal mediante termómetro.
El daño a las células madre de la médula ósea ocurre porque la quimioterapia daña las células que están creciendo y dividiéndose constantemente sin discriminar entre las normales y las cancerígenas.
Un análisis de sangre completo debe realizarse en todos los animales tratados con quimioterapia una semana después de la misma. Si el recuento de neutrófilos es inferior a 1000 células/ul y el paciente no está febril, la terapia antibiótica oral de amplio espectro debe ser implementada en la casa.
Si el recuento es inferior a 1000 células/ul y el paciente está febril, se indica la hospitalización y terapia antibiótica intravenosa, al igual que cultivos de orina y sangre.
Efectos secundarios digestivos
La mayoría de los casos de malestar digestivo después de la quimioterapia son leves y autolimitados (es decir, se resuelven por sí solos sin intervención médica). Diarrea, náuseas y vómitos son los síntomas posibles.
El inicio de la diarrea generalmente se retrasa de 3 a 5 días después del tratamiento. La diarrea ocurre por el daño a las células epiteliales del intestino, que también se hallan dividiéndose constantemente. Las náuseas y los vómitos surgen debido a la estimulación del “centro del vómito” del encéfalo.
En raras ocasiones, los animales tendrán vómitos o diarrea intratables. Si es necesario, los animales pueden ayunar durante 24 horas o pueden ser alimentados con una dieta suave de arroz hervido mezclado con pollo sin huesos ni piel o carne magra. En casos graves, es necesaria la hospitalización para fluidoterapia intravenosa y antieméticos (medicamentos que suprimen el reflejo de la náusea).
Caída del pelo
La caída de pelo o alopecia es una preocupación común de los dueños, pero raramente aparece. Las únicas razas de perros en las que la alopecia es más probable que aparezca son aquellos con cabello que crece continuamente, como el caniche, maltés, viejo pastor inglés y algunos terriers.
No obstante, tanto perros como gatos sometidos a extensos protocolos de quimioterapia pueden perder sus bigotes temporalmente.
El cabello vuelve a crecer una vez que el paciente ha completado el protocolo, pero puede variar en color y textura por algún tiempo posterior. La alopecia se asocia con la administración de quimioterapia porque los folículos pilosos están constantemente creciendo y produciendo pelo.
Otros efectos secundarios
Es relevante informar a los propietarios que algunos medicamentos oncológicos poseen efectos secundarios particulares, que a veces contraindican su uso o se tendría que realizar cuidados especiales durante y días después de la utilización de esos fármacos. Además, estos efectos en general se resuelven tanto con tratamiento médico de sostén como al ajustar la dosis utilizada del quimioterápico.
Pueden aparecer reacciones alérgicas durante la administración de muchos fármacos (particularmente con asparaginasa) que se previenen con administración de antialérgicos antes de la sesión. La doxorrubicina no debe usarse en animales con enfermedad cardiaca, y tampoco se utiliza por más de 6 aplicaciones.
La ciclofosfamida puede generar inflamación de la vejiga después de una terapia continua o en una sola dosis. Esto se previene facilitando la diuresis del animal u optando por usar este medicamento por vía oral. Finalmente, el cisplatino y el 5-fluorouracilo son fatales para los gatos y no deben usarse en esta especie.
La comunicación activa del veterinario oncólogo con los dueños, la participación de éstos en el tratamiento y vigilancia del animal, y el seguimiento continuo de cada caso, mejora el manejo y la calidad de vida de los pacientes oncológicos veterinarios haciendo que en muchos casos los tumores sean como una enfermedad crónica.
Referencias
- Foale, R., & Demetriou, J. (2011). Oncología de pequeños animales. Barcelona: Elsevier.
- Morris, J., & Dobson, J. (2001). Small animal oncology (pp. 41-45). Oxford: Blackwell Science.
- Rosenthal, R. (2001). Veterinary oncology secrets (pp. 67-70). Philadelphia: Hanley & Belfus.
- Vicario, P. (2016). Quimioterapia en la clínica diaria. Ibiza: La Merced Oncovet.
- Withrow, S., & Vail, D. (2007). Small animal clinical oncology (4th ed., pp. 163-167). St. Louis, Mo.: Saunders Elsevier.
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El Dr. Ignacio Camacho es médico veterinario por la Universidad Nacional de Asunción y docente en la Universidad Columbia de Paraguay y en la Universidad Nacional del Sur. Es miembro de la Sociedad Argentina de Oncología Veterinaria.
Como propietario de un perro con linfoma, le quiero dar mi enhorabuena por el artículo. Me ha parecido muy completo, muy honesto, y muy preciso. En un tratamiento de este tipo, lo primero es tener las expectativas claras (no hacerse ilusiones infundadas) y lo segundo es entender lo mejor posible el funcionamiento de los agentes quimioterápicos para que el tratamiento sea lo más efectivo posible y el perro pueda tener una calidad de vida lo más elevada posible. Tengo la gran suerte de tener un veterinario meticuloso, que me explica bien los procedimientos, y que se preocupa de hacer todo lo que está en sus manos por el bienestar del animal. Entre lo que llevo aprendido gracias a mi veterinario y lo que he estudiado por mi cuenta al respecto (tengo una base «ingenieril» y sobre genética detrás), puedo corroborar lo dicho al inicio: un artículo muy útil y acertado en todo.
Ah, ya que estamos, lanzo una pregunta por si fuera tan amable de dar su opinión al respecto: ¿Qué le parecería la idea de, en un protocolo CHOP, sustituir la doxorubicina por epirubicina, manteniendo todo lo demás igual (dosis de cada agente, cantidades administradas, etc.) y usando la misma cantidad de epirubicina que la recomendada en doxorubicina? ¿cree que podría suponer algún problema o tener menos efecto contra el linfoma?
Me parece básico, pobre en detalles. Ahora que tengo una mascota tratándose un linfoma con quimioterapia, me doy cuenta de la poca información que se puede encontrar al respecto. Por ejemplo, habla de los efectos secundarios como la fiebre, pero no de cómo identificamos que la mascota puede tener fiebre. Uno puede pensar que la mascota está con nauseas, ya que se trata de otro efecto secundario, típico en los humanos también. En cualquier caso, como identificas también que tu mascota tiene nauseas, ya que puede ser así y que no llegue a vomitar. Y así en general allá donde leo en internet.
Otra cosa de la que no se habla en ningún sitio es sobre su toxicidad los días posteriores a la sesión de quimioterapia y si hay que tomar algún tipo de precauciones, en el caso por ejemplo de mujeres embarazadas o personas inmunodeprimidas, ya que la quimio se elimina del cuerpo en los días posteriores a través de la orina, heces, en el caso de los animales también la saliva.
Para terminar, puesto que tampoco se encuentran apenas relatos de experiencias por internet, que muchas veces ayuda a los dueños, dejo resumida mi experiencia y conclusión, que por lo anterior ya se intuye, por si le puede servir a alguien:
Gata de 6 años con un linfoma multicéntrico, esperanza de vida si se trata de 1-2 años máximo. Diagnóstico en diciembre, inicio del tratamiento en enero, unas 8 sesiones de vincristina en clínica cada 10-15 días, más tratamiento oral en casa con corticoides y ciclofosfamida. Durante ese periodo la gata fue muy bien. El linfoma remite. Fin del tratamiento en mayo, revisión al mes, la gata ya presentaba síntomas de decaimiento de nuevo, y efectivamente, bultito de nuevo de 3cm. Ya nos advirtieron de que el rescate no siempre iba bien, y así ha sido. Ha ido fatal, tras cada sesión la gata ha ido a peor, ha tenido vómitos, diarreas, y tras la cuarta sesión 4 días con fiebre. A todo eso hay que sumarle las numerosas visitas al veterinario, con lo que eso supone para la gata. Sin mencionar el coste de todo. Ecografia, el bulto sigue ahí y ha cambiado de forma. Conclusión: le hemos alargado su vida apenas 6 meses, con cierta calidad, si, pero ya empieza a no merecer la pena. La gata cada vez sufre más y está peor, con lo cual hemos decidido que ya no hay más tratamiento. Si se recupera de esta última sesión, tratamiento en casa y en cuanto empiece a empeorar la cosa, pues la dejaremos marchar en paz. ¿Merece la pena el esfuerzo y sacrificio, tanto para ella como para nosotros, para solo unos pocos meses? Esa es la pregunta que uno debe hacerse.