Leí con interés el reciente artículo del Dr. Carlos Galeano Ríos publicado por Ciencia del Sur: “Empleabilidad, materia pendiente en la educación superior paraguaya”. Estoy de acuerdo con sus principales críticas al sistema universitario del Paraguay. Tiene razón en decir que a nuestras universidades les falta flexibilidad, tienen un enfoque arcaico y obligan a los estudiantes a tomar materias poco relacionadas con sus objetivos laborales o con sus intereses personales.
Sin embargo, esta crítica me lleva a conclusiones bastante diferentes. Primero en los hechos: el autor implica que en “universidades de categoría mundial” hay mucho más énfasis en la salida laboral que cada materia pueda dar al estudiante que en Paraguay. Mi impresión es exactamente opuesta: en las mejores universidades de Estados Unidos, Canadá y del Reino Unido, que son también consideradas las mejores del mundo, hay mucho menos énfasis en que las materias estudiadas tengan algo que ver con lo estrechamente relacionado a su futuro empleo.
Doy un ejemplo de mi propia experiencia. Cuando empecé mis estudios de grado en física y matemáticas en la Northwestern University de EE. UU. tenía completa libertad de escoger qué cursos tomar de todos los ofrecidos por la universidad. Eso sí, guiado por un orientador, como bien lo dijo el Dr. Galeano, y con ciertas materias obligatorias para mis majors. No solo eso, sino que estaba obligado a tomar dos cursos en ciencias sociales, dos en historia, dos en literatura y dos en “ética y valores” (filosofía, ética, religión y similares). Además, debía estudiar alguna lengua extranjera por al menos un año lectivo.
Esto no se justificaba desde un punto de vista económico sino porque una universidad tiene una misión más amplia que formar recursos para el actual mercado laboral: la de formar ciudadanos completos. Claro que es importante que una ingeniera sepa lo necesario para ejercer su profesión, pero también es importante que sepa, por ejemplo, el valor de sus instituciones democráticas y cómo defenderlas. Saber algo de historia y política le serviría sin importar las demandas actuales de la economía, y si algún día le piden que construya una universidad sobre el Parque Guasú, es importante que ella sepa algo sobre los valores no económicos que dan sentido a la vida humana, como podría aprender en clases de literatura y filosofía, o de ciencias fuera de su rama específica.
Sin embargo, la flexibilidad también es importante desde un punto de vista económico, como bien lo nota el Dr. Galeano. En una época como la nuestra, en la que industrias enteras aparecen y desaparecen de un año al otro, es el colmo de arrogancia pensar que un comité universitario puede saber qué conviene estudiar mejor que los propios estudiantes, que por lo general están más al tanto de las últimas tendencias. Lo mejor que pueden hacer es ofrecer los cursos más actuales que puedan y dejar que cada estudiante prepare un plan de estudio que cubra lo que quiera hacer una vez concluídos sus estudios. Claro, con un orientador como guía para que el plan no resulte tan descabellado.
Doy otro ejemplo de mi experiencia: una amiga mía era apasionada de la astrobiología, el estudio de la vida en el universo fuera de la Tierra. Aún hoy es un campo emergente de la ciencia. La universidad no podía ofrecer una malla curricular entera centrada en esta materia, ni mucho menos. Pero sí ofrecía cursos en astronomía, biología y geología que cubrían todo lo necesario para una buena formación en astrobiología. Entonces le permitieron a ella que, con ayuda de varios profesores entendidos en el tema, creara su propia malla curricular, y en su título de grado figura como “bachiller en astrobiología”.
Este es tal vez un caso extremo, pero lo importante es que le dieron la flexibilidad para combinar lo ofrecido por la universidad de formas que ningún comité de profesores podría anticipar. La flexibilidad permite que un estudiante se prepare para ciencias y tecnologías emergentes mejor que cualquier malla curricular preestablecida, por más actualizada que pudiera estar.
Por supuesto, esto también requiere que los empleadores sepan valorar una educación amplia. Las empresas de tecnología de Estados Unidos valoran que sus empleados sepan de literatura francesa e historia del Japón, no porque esto les ayude con sus planes a corto plazo, sino porque saben que les conviene tener una base amplia de conocimiento para estar listos para los nuevos desafíos que una economía cambiante les pueda presentar.
Los constantes cambios en la ciencia y tecnología significan que les sirve más tener un empleado que sepa aprender cualquier cosa que un empleado inflexible que solo entienda de su disciplina especializada. Un estudio de líderes de empresas estadounidenses concluyó que a los empleadores les interesa más que sus empleados “sepan pensar de forma crítica, comunicarse claramente y resolver problemas complejos” y no qué materia estudiaron en la universidad.
Por último, la libertad de escoger también ayuda con otro problema del que sufren los estudiantes de Paraguay y de todo el mundo: no saber qué quieren ser al terminar sus estudios. Me parece ridículo esperar que un joven de 18 años sepa a qué quiere dedicarse el resto de su vida. Yo mismo cambié la física por la filosofía a mediados de mis estudios gracias a aquella materia obligatoria en “ética y valores”.
La libertad que me ofrecieron me permitió experimentar varias ramas del conocimiento que ni siquiera sabía que existían antes de decidirme por una carrera, y aún así pude terminar mis estudios en los cuatro años preestablecidos. Ahora aún me dedico a la filosofía. Conozco muchos estudiantes en Paraguay que, por culpa de la rigidez de nuestro sistema, al descubrir que la carrera que escogieron no era lo suyo, no tuvieron otra opción que dejar sus estudios. Esto es una pérdida tremenda para ellos y para el país.
En conclusión, nuestro tiempo requiere una educación más amplia y libre que la que ofrecen nuestras universidades. La flexibilidad en el plan de estudios permite que los estudiantes estén mejor preparados para nuevos desafíos, no solo tecnológicos, sino también políticos o de cualquier índole. También corresponde a los empleadores saber valorar este tipo de educación para que nuestro país se pueda adaptar a los constantes cambios de la economía mundial y que no sigamos formando estudiantes especializados en lo que el país necesitaba décadas atrás.
Mauricio Maluff Masi
Actualmente, cursa un doctorado en filosofía en Northwestern University, EE. UU. Su investigación trata de la relación entre movimientos sociales y la democracia institucional, con énfasis en democracias emergentes como la paraguaya. También posee una maestría en filosofía y licenciaturas en filosofía y matemáticas de la misma universidad.
Creo q hace falta un mayor rigor en el analisis de la contribucion de las universidades a ls fuerza laboral del pais..no hay una vision de lo que el pais necesitaria para su modelo dedarrollo..la famosa regla de oferta y la demanda no se cumple por ej. Se pensaria q siendo el pais productor de alimentos las profesiones relacionadas al agro deberian ser las mas demandadas y generadoras de empleo..lo cual no ocurre…lo mismo se piensa q las industrias o empresas deberian absorber las ofertas de profesionales sin embargo las estadisticas dicen q las mipymed son la fuente principal de empleo de ls poblacion…algo no funciona como deberia..o los oferentes ofrecen humo a los desprevenidos interesados o las necesidades de empleo van hacia otras fuentes no suficientemente difundidas
Buenísimo el artículo. Recuerdo que la instalación del Plan Bolonia en Europa tenía esa intención, pero no fue tal… ahora llega la resolución de «créditos a Paraguay». La complejidad de ésta en Paraguay es la carga horaria laboral que tiene, habitualmente, la gente que estudia. Además, el sistema universitario de Paraguay no parece estar preparado para ese sistema en tanto a penas hay docentes que se puedan dedicar a tiempo completo (real) a la Universidad.
Muy buen punto destacar la necesidad de promover la flexibilizacion del plan de estudios en las universidades. Conocí el metodo Maastrich siendo profesor y me cambió la visión de la enseñanza. Nuestra sociedad es compleja y con muchas diferencias según sus regiones por lo que requiere profesionales formados para comprender y resolver con creatividad esos problemas.
Felicitaciones!