Tiene directa relación con Descartes, promovió nuevas formas de relacionamiento ético y sigue demostrando que la filosofía no es olvidada. Hablamos del filósofo neerlandés Baruch Spinoza (1632-1677), uno de los padres del racionalismo clásico.
Pero su figura va más allá, afirma Raúl Acevedo, quien está haciendo su tesina de licenciatura en filosofía por la Universidad Nacional de Asunción sobre el pensador europeo.
Justamente, Acevedo, investigador independiente y columnista de AkãBoom, trata de rescatar la figura del filósofo con una ponencia que ofrecerá este viernes 18 de mayo. El evento, denominado «Filosofia en el bar», presentará la charla «Dark Spinoza: La política de la impotencia y los dispositivos pasionales», en el local de Literaity (Chile 1027 c/ Manduvirá). La organización está a cargo de la Sociedad Paraguaya de Filosofía (SOPAFIL).
Ciencia del Sur conversó con Raúl para obtener un adelanto de la charla e indagar un poco más sobre la obra del filosófo.
-¿Quién fue Baruch Spinoza?
Antes que otro concepto, hay que decir que la figura de Spinoza es enigmática. Para muchos, Spinoza es visto como un filósofo maldito, ateo, inmoral, materialista y un sinfín de “apodos” que recibió a lo largo de su vida. Por otra parte, dentro del círculo filosófico, Spinoza es uno de los filósofos más admirados por Goethe, Hegel, Nietzsche, Marx, Kropotkin, Russell y un sinfín de autores que se sintieron atraídos por el holandés. Una posible respuesta a tal admiración sea la coherencia de su pensamiento, su manera de entender la realidad, el amor a la vida incluso con sus avatares, su profundo conocimiento de las pasiones humanas y su singular teoría política.
Podemos decir que Spinoza fue un filósofo virtuoso, alejado de las discusiones estériles, cauteloso, generoso, que prefería la tranquilidad de ánimo y sobre todo mantener la libertad de pensamiento, llegando a rechazar la cátedra de filosofía de la Universidad de Heidelberg, por el simple hecho de querer seguir pensando.
Por último, como filósofo crítico fue uno de los pensadores que más atacó todo aquello que nos separa de la vida, los valores trascendentes que niegan la vida, envenenando y cargando la vida de culpa y pecado.
-¿Cuál fue su principal legado filosófico?
Siempre que me hablan de legado, pienso en algo parecido a una “voluntad heredada”. Las cosas que encontré indirectamente mientras trabajaba en mi tesina, respecto a los posibles legados –en plural– de Spinoza, tienen que ver con la ética, la política, la ecología y la neurociencia.
Respecto a la ética, atendiendo a la crisis de valores que hace tiempo viene avanzando, muchos pensadores han encontrado en Spinoza elementos para repensar tal crisis, no como una nostalgia de valores pasados, sino como un desafío para poder gestar nuevas formas éticas de relacionamiento; obviamente acá se da un diálogo profundo con Nietzsche (pienso así en Gilles Deleuze).
En la esfera de la teoría política, muchos autores encontraron en Spinoza, con su noción de multitud, elementos teóricos para repensar la democracia, especialmente en discusión con las formas contractualistas, el formalismo representativo y la distribución jerárquica de los bienes comunes; pienso en los autonomistas italianos (Negri, Virno, Berardi y muchos otros), spinozistas latinoamericanos (Tatián, Chaui) y por supuesto los althusserianos franceses (Balibar, Macherey).
Con respecto a la ecología, creo que mi tutor de tesina, Jorge “Manolo” Benítez, me ha ayudado mucho a rastrear las implicancias de Spinoza en la teoría ecológica, especialmente en la relación ontológica y la visión relacional de los seres, no entendidas como meras monadas leibnizianas, sino como seres complejos que interactúan constantemente, creando nuevas relaciones, tanto afectivas como ambientales. Pienso en Félix Guattari y su etapa ecosófica, en Arne Naess, y sin miedo a incluirlo, también agregaría a Jorge Benítez, con quien en las innumerables reuniones de mi tesina charlábamos sobre Spinoza y cómo encontrábamos similitudes enormes con las nuevas perspectivas ecológicas.
Por último, la neurociencia, el legado que Spinoza da a este saber, se puede rastrear en António Damásio, un neurólogo que encuentra elementos nuevos para el debate sobre los sentimientos y afectos, el debate cuerpo-mente, que según Damasio, Spinoza logra anticiparse a muchos de los debates que se están germinando respecto a la neurología y neuropsicología.
Atendiendo a esa “voluntad heredada” o legado de todos los que cité arriba, puedo decir que Spinoza se mantiene vivo gracias a que su filosofía no es olvidada; su voluntad se reactualiza en los diversos saberes. Como diría un gran científico, la única manera de que una persona muera no es mediante una enfermedad incurable, ni matándola a tiros o envenenándola. La persona muere cuando se la olvida —no en sentido místico, sino en el plano de la potencia del pensar.
-¿Por qué es considerado uno de los más grandes racionalistas de la historia?
Los libros de historia de la filosofía que he leído colocan a Spinoza como racionalista por su directa relación con Descartes, por su conocimiento del avance científico de su época, por su relación con la razón y por el método deductivo que utiliza en sus obras.
Obviamente, esto es hacer de su pensamiento algo estático. Siendo sinceros, siempre me causó bronca que se lo catalogue de esa manera. Creo que el término “racionalismo” es útil y pedagógico como primera entrada al pensamiento de los autores, pero quedarse con eso me parece que hace perder la singularidad de cada pensador. Con esto no niego que Spinoza sea racionalista, solo digo que Spinoza es mucho más que eso.
-Su crítica a la religión, ¿sigue teniendo vigencia?
Si atendemos a nuestro presente, especialmente en Paraguay, es más vigente que nunca. Antes que hablar de religión, es importante la reflexión que hace Spinoza respecto a la superstición, ya que sirve para poder ver la íntima relación que se dan entre la religión y la política.
Según nuestro filósofo se da un vínculo “perverso” entre ambos, que condiciona la manera de situarnos en la sociedad, la manera de vivir y de pensar. Si nos ponemos a analizar, la mayoría de las decisiones políticas y las opiniones, al menos en Paraguay, están ligadas a presupuestos religiosos y morales, ya sea la cuestión del género, la despenalización del aborto, o la mirada despectiva hacia ciertas mujeres que quieren otra forma de vida.
Hay toda una subjetividad dominante que quiere mantener estática una realidad infestada y triste que hace —parafraseando a de La Boétie— que luchemos por la esclavitud, como si fuera nuestra libertad.
Amplificando la crítica de Spinoza, no podemos olvidar la precarización creciente en el orden laboral, en donde se utiliza el “sacrificio”, “castigo” y el “premio» como argumentos de explotación. Nada más cargado de religiosidad que esas palabras. La crítica que hace Spinoza abarca muchas áreas de la vida y permite ver las configuraciones religiosas, políticas y afectivas que se dan sobre las cosas.
-¿De qué trata «Filosofía en el bar»? ¿Hay que trascender o traspasar las paredes de la academia?
Antes, un poco de historia de cómo surge el evento, que es una idea de Sebastián Arestivo. Si mal no recuerdo, Sebas andaba viendo un show de stand up y se le ocurre la gran e interesante idea de hacer algo similar, pero sobre filosofía. Es así que se junta con César Zapata y tratan de pensar en cómo concretar eso. Se les ocurrió que uno de los personajes que llena las características para un show similar soy yo.
Como la idea es dar lugar a las investigaciones de los futuros licenciados y los que ya son licenciados, pensamos en una pareja de nuevos licenciados en filosofía: Amaya Riveros y a Diego Ibáñez. Les contamos la idea y quedaron con muchas ganas de participar. Es así que se armó el primer grupo de ponentes: yo que estaré hablando sobre Spinoza, y Amaya y Diego sobre Horkheimer.
Como es un ciclo de investigaciones filosóficas, que es muy distinto a una clase de filosofía, se presentarán las respectivas investigaciones sobre los autores a tratar, pero en un formato un poco particular, experimental diría. En este aspecto, «Filosofía en el bar» busca traspasar las paredes de la academia, juntar personas interesadas en la filosofía y que, por supuesto, tenga efecto en las personas, que provoque un “corto circuito” en su vida cotidiana. Y como el evento es en un bar, también disfrutar de la ponencia en un ambiente que se aleje del ajetreo.
-¿De qué trata la charla sobre Dark Spinoza?
Antes que nada, quisiera responder a una pregunta que varios amigos me hicieron respecto al nombre de la charla. Muchos pensaron que “Dark” viene de la serie alemana del mismo nombre y no es así. Dark Spinoza es un guiño al libro de Andrew Culp, Dark Deleuze.
Yendo a lo serio, la charla va tratar de enfatizar la analítica de las pasiones de Spinoza, el uso que se hace de las imaginaciones en relación a los efectos de la superstición. Eso en primer lugar. En segundo lugar, es hacer un análisis de la “antropología spinoziana” desde una perspectiva realista maquiaveliana, ver sus coordenadas y sus puntos de acción o inacción. Obviamente, aquí aparecen los correlatos con lo imaginario, las creencias y las ilusiones respecto a la naturaleza.
Todo esto para terminar analizando los usos políticos que se hacen respecto a todo el andamiaje pasional, antropológico e imaginario dentro de las relaciones sociales, o en términos spinozianos, las relaciones complejas entre los modos singulares.
-¿Qué significa la política de la impotencia y los dispositivos pasionales?
La política de la impotencia es una hipótesis que vengo queriendo trabajar hace tiempo. Lo que quiero poner sobre la mesa es la vinculación del deseo con la política, dentro de las configuraciones afectivas, especialmente, en el caso de Spinoza con la esperanza y el temor como elementos centrales del análisis político.
La política de la impotencia significaría en síntesis la correlación entre el deseo y la política en las configuraciones sociales, mirada desde las limitaciones del hombre y sus proyecciones sobre la realidad.
Respecto a los dispositivos pasionales, mi intención es hacer referencia al uso de ciertos elementos afectivos que sirven para apaciguar la fuerza de los hombres, direccionar sus deseos, con el afán del mantenimiento de cierto orden que alimenta el infortunio, la miseria espiritual –no en sentido religioso- y social, vendiendo una realidad trascendente que asienta el poder de aquellos que se nutren de las tristezas de otros.
-En Paraguay, ¿conoce la gente de filosofía? ¿O hay mitos y prejuicios al respecto?
Sí, pero está contaminada de mitos y prejuicios. Si bien se le cataloga al filósofo como una persona encerrada en su “torre de marfil”, leyendo todo el día, está la contracara de la persona que se pasa “haraganeando” y fumando alguna que otra sustancia ilegal. Son los imaginarios predominantes respecto a la filosofía que no permiten imaginar otras variantes o formas de pensar a la filosofía.
Tal vez la filosofía tenga otras características, como las dadas por los viejos maestros de la antigüedad, los cínicos, epicúreos, estoicos y un sinfín de autores dejados de lado por cierta historia de la filosofía.
-¿Cómo evaluás la enseñanza de la filosofía en Paraguay?
Algo que me he dado cuenta, compartiendo experiencias con amigos de otros países, es que la enseñanza de la filosofía no es tan diferente de la nuestra. No quiero decir que es mala, porque existen grandes profesores, a quienes de mi parte debo muchísimo, pero tampoco puedo decir que es excelente.
Es decir, están los profesores buenos que motivan y dan color a la filosofía, pero están los profesores “fantásticos” que lo único que logran es que pienses en dejar de ir a clases. Estos últimos pintan de gris el panorama del pensamiento, matando las ganas de pensar. Como veo la cosa, va seguir manteniéndose así. Pero por suerte existen alumnos que en vínculos con aquellos profesores que pintan de color las cosas trabajan en conjunto para sobrellevar las falencias de la enseñanza. Un poco de aire puro, dentro de la toxicidad burocrática.
-¿Qué planes tiene SOPAFI para divulgar la filosofía en el país?
Se vienen barajando varias posibilidades para divulgar la filosofía. Una de ellas es «Filosofía en el bar», que es un experimento para ver qué tal reacciona la gente. Se mencionaron cursos de filosofía y actividades similares que se darán dentro de las posibilidades. Digamos que SOPAFI está dando sus primeros pasos y que todo está por hacerse.
¿Qué te pareció este artículo?
Equipo periodístico y científico de Ciencia del Sur
Baruch Spinoza fue un filósofo pulidor de lentes, se ganaba la vida de esa forma, mantuvo una fuerte amistad con los hermanos Huygens, especialmente con Constantijn un famoso pulidor de lentes para telescopios.