El apocalipsis o fin del mundo está presente desde que nuestra especie tomó conciencia de la mortalidad y emprendió un viaje de ida al pensamiento simbólico. En los años 90, Terminator 2: El juicio final mostraba a una avanzada inteligencia artificial (IA) que destruía el planeta, eliminando a los humanos.
Hoy ese miedo sigue presente con “nuevos profetas” que anuncian nuestro fin gracias a la IA o, en el mejor de los casos, la suplantación de la mayoría de los empleos y actividades humanas, no muy distinto al miedo durante la Revolución Industrial.
Esta semana se realizaron las XIII Jornadas de Comunicación y Divulgación Científicas, Campus Gutenberg, organizadas por el Centro de Estudios de Ciencia, Comunicación y Sociedad de la Universidad Pompeu Fabra, la UPF School of Management y la Fundación Caixa.
Con el lema “Inteligencia artificial en la comunicación científica”, el Museo de la Ciencia CosmoCaixa de Barcelona fue sede de este importante evento.
La profesora Virginia Dignum, de la Universidad Umeå de Suecia, inició el evento asegurando que la IA es “un artefacto que creamos nosotros los humanos”, por lo que tenemos la posibilidad —y el deber— de decidir responsablemente sobre ella para que sea parecida a un humano, a una herramienta o a una simulación.
Varios otros investigadores, periodistas científicos, comunicadores y divulgadores abordaron temas sobre cómo ChatGPT puede construir argumentos a favor del terraplanismo, cómo la IA otorga más recursos a la desinformación o cómo algunos científicos usan estas herramientas para crear papers de manera industrial con una calidad criticable o perjudicial.
Una de las sesiones paralelas abordó la IA y la comunicación científica. ¿Debemos tener los periodistas de ciencia, divulgadores y comunicadores un manual, unas recomendaciones o una guía de cómo tratar la IA? Es uno de los debates que, en un momento en que las investigaciones y abordajes se actualizan sin darnos respiro, debemos tener.
Además, debemos exigir a las empresas que desarrollan productos y servicios con IA mayor transparencia y equilibrio, ya que finalmente los sesgos, prejuicios y sinrazones humanas se ven reflejadas en esta tecnología.
¿Cómo hacemos para comunicar sobre la IA en un momento de gran demanda que no espera el curso normal de la revisión por pares de revistas científicas? Ante la apabullante información, ¿cómo decidir qué comunicar y qué no? Y sobre todo, ¿cómo hacerlo? ¿Qué pasará con las redacciones clásicas y digitales, con los museos de ciencia, con los eventos de divulgación?
¿Se acostumbrarán los periodistas y comunicadores a declarar cuando alguna porción de un artículo o imagen fue realizada con IA, o no porque se volverá tan normal como los procesadores de texto que usamos diariamente?
Más dudas que certezas tenemos por el momento, pero algo que sabemos es que fomentar mitos no ayuda. Que una Skynet, como la de Cameron de 1991, nos liquide a todos es muy improbable. Es más probable que otra guerra mundial lo haga, pero de la mano del homo sapiens.
En la última mesa redonda, que trató sobre “Formación e incentivos para que la comunidad científica comunique”, José Manuel López, vicerrector de transferencia, comunicación y divulgación científica de la Universidad de Murcia, pidió superar los mantras o prejuicios. “Los científicos sí quieren comunicar. Sí se puede hacer mucho por la comunicación científica. A veces hay trabas, hay burocracia. Y los recursos son limitados. Todos quieren algo, los de infraestructura o los estudiantes. El punto es ser valiente”, aseguró.
En esta misma mesa, Gema Revuelta, la coordinadora del evento, manifestó que no podemos dejar de explicar los procesos de la ciencia, por más imperfecta que sea. Recordó que en muchas ocasiones la ciencia se construye sobre equivocaciones y superando retos como el que presenta la IA hoy.
Sobre IA hablamos mucho pero comprendemos poco. Por eso es fundamental el papel de los periodistas científicos, de los comunicadores y de los divulgadores, quienes debemos formarnos. Un artículo, un podcast o un video pueden ayudarnos, siempre y cuando lo hagan personas realmente expertas.
Así como durante la pandemia de la COVID-19, la comunicación científica vuelve a tener protagonismo con la IA. Del evento de Barcelona nos queda el compromiso de escuchar, aprender y no temer.
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Director ejecutivo de Ciencia del Sur. Estudió filosofía en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y pasó por el programa de Jóvenes Investigadores de la UNA. Tiene diplomados en filosofía medieval y en relaciones internacionales.
Condujo los programas de radio El Laboratorio, con temática científica (Ñandutí) y ÁgoraRadio, de filosofía (Ondas Ayvu).
Fue periodista, columnista y editor de Ciencia y Tecnología en el diario ABC Color y colaboró con publicaciones internacionales. Fue presidente de la Asociación Paraguaya Racionalista, secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica y encargado de cultura científica de la Universidad Iberoamericana.
Periodista de Ciencia del Año por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2017). Tiene cinco libros publicados.