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Paraguay invierte el 0,13% del PIB en investigación y desarrollo, tiene 516 investigadores categorizados en el Programa Nacional de Incentivo a los Investigadores, PRONII, cifra que disminuirá en las próximas semanas, y hoy en día se publican entre 250 a 280 artículos científicos de primer nivel en revistas indexadas y arbitradas. Todo esto, a 20 años de crearse el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

Para el ministro-presidente del Conacyt, el ingeniero Luis Lima Morra, el panorama del futuro es claro: si no se invierte más en investigación y desarrollo, Paraguay no llegará en 2030 a la «sociedad del conocimiento». Destaca como principal logro del Conacyt el haber creado capacidades en ciencia y tecnología, que antes no había.

Por su parte, el doctor Idelín Molinas, secretario ejecutivo del Conacyt, aseguró que las políticas científicas del Paraguay estarán orientadas a solucionar los problemas socioeconómicos que enfrenta el país. Molinas sostuvo que es gracias al Conacyt que hoy la ciencia está presente en el discurso público, pero que todavía hay mucho por hacer en cuanto a involucrar a la sociedad con el conocimiento generado.

El doctor Sergio Duarte, asesor científico del Conacyt, manifestó que mejoró enormemente la calidad de los trabajos de investigación y que hoy en día los jóvenes ya ven a la investigación como potencial carrera de vida, no ya como un pasatiempo o complemento aislado de unas cuantas personas.

-¿Qué se puede destacar de los 20 años del Conacyt?
Lima: Estamos dentro de un proceso en el que fundamentalmente nos dedicamos a crear capacidades que nos permitan concretar investigaciones que den respuestas y soluciones a los problemas económicos, sociales y empresariales del país. La ciencia y la tecnología pueden dar mejores soluciones a los problemas de la gente.

El Conacyt se ocupa de la ciencia, tecnología, calidad y también la innovación, que es un concepto reciente en Paraguay.

-¿Cómo cobran importancia y relevancia las políticas científicas más allá de los gobiernos?
Lima: No fue ni es algo fácil. Hay que ser sinceros, porque los distintos gobiernos no tuvieron como prioridad crear políticas de ciencia y tecnología, porque no lo vieron como una herramienta de desarrollo.

El Conacyt fue producto de un movimiento de la universidad, al que se unieron los científicos y empresarios.

El Ing. Luis Lima Morra es el actual ministro del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Conacyt. (Fotografía: Ciencia del Sur)

-¿Qué hicieron los primeros tiempos?
Lima: Tratar de crear las políticas de ciencia y tecnología. El doctor Sergio Duarte, hoy asesor del Conacyt, y Victorio Oxilia, hoy en la Universidad Nacional de Asunción, fueron los que empezaron a analizar y convocar a la gente, a los empresarios, académicos y sociedad civil.

-¿Cómo se construyeron políticas CyT en un país sin tradición científica?
Duarte: Una política se genera a partir de la existencia de un problema. La escasa actividad científica ya es un problema para generar propuestas de políticas públicas para encarar la situación. Es así como con ayuda de los científicos e industriales se escribe el primer documento del 2002.

La elaboración de una política también se ajusta al elemento presupuestario. En ese primer momento, el Conacyt se encontraba con muchas limitaciones de recursos. Había una declaración de principios colectivos que no se podían llevar a la práctica por carecer de presupuesto.

Existía una masa pequeña de científicos en Paraguay y eso era lo que queríamos cambiar.

-¿Pero esas políticas se realizaron abiertamente con los diversos actores involucrados en ciencia y tecnología?
Duarte: La política tuvo una serie de encuentros públicos que datan del año 2000, del mes de mayo específicamente. En la Universidad del Cono Sur de las Américas (UCSA) realizamos las primeras jornadas sobre demandas y necesidades científicas y tecnológicas del Paraguay. Allí se formaron unos ocho grupos de trabajo, de diferentes ámbitos. Había grupos que trataban la carrera científica, otros de energía, las TIC, medioambiente, etc.

En cada grupo se juntaban varios actores y confluían los protagonistas de cada rama. Se involucraron investigadores, académicos y empresarios. De esos encuentros construimos las primeras políticas de ciencia y tecnología, que finalmente se aprobaron y promulgaron en octubre de 2002.

Fueron dos años de trabajo. Esa es la historia de la construcción de políticas científicas, con todas sus deficiencias. En ninguna parte enseñan a ser gestor del Conacyt, así que aprendimos mucho en el proceso.

-¿Qué modelos utilizaron?
Duarte:
 Primero realizamos sondeos y evaluaciones de lo que había en la región.

Nuestros modelos eran Colciencias de Colombia, Conacyt de México y la Unesco. Teníamos que elegir entre un viceministerio, ministerio o consejo.

-¿Por qué eligieron la figura del consejo?
Lima: 
La Unesco nos asesoró con la legislación comparada y vimos que la opción del consejo se podría ajustar a las necesidades de Paraguay. Se decidió de manera abierta, no unipersonal.

Hace falta recordar la historia. Los entonces rectores de la Universidad Nacional de Asunción, Dr. Luis Berganza, y de la Universidad Católica de Asunción, Padre Usher, en ese entonces, los dos únicos grandes centros de educación superior, convocaron a representantes del sector público, la academia y empresarial.

Los rectores nos dijeron que no había una institución que promoviera la ciencia y la tecnología y que, además, eso dificultaba las relaciones internacionales para concretar convenios y fondos para realizar investigaciones en el Paraguay. No había un ente que administrara los fondos. Había necesidad de interactuar más entre los distintos actores, que la universidad se acerque al sector público y privado. Queríamos tener un modelo que se aplicara a nuestras necesidades.

-¿Cómo funcionaba al principio?
Con 12 instituciones miembros. Actualmente son 14, ya que ingresaron la Sociedad Científica del Paraguay y la Asociación Paraguaya para la Calidad.

-¿Cómo se consiguieron los primeros fondos?
Nos manejamos con un minipresupuesto los primeros años. Nos teníamos que ajustar a unos USD $150 mil a partir de 1998.

La cooperación internacional era la que nos dotaba de ayuda, que vino de a poco. Primero fue la Organización de Estados Americanos (OEA), luego las Naciones Unidas, con unos fondos. Con OEA realizamos los primeros indicadores de ciencia y tecnología en Paraguay. Conseguíamos ayuda.

En el área de calidad también recibíamos ayuda internacional, especialmente del Instituto Metrológico de Alemania.

(De izq. a der.) El Dr. Sergio Duarte, el Dr. Idelín Mollinas y el Ing. Luis Lima Morra durante la entrevista con Ciencia del Sur. (Fotografía: Ciencia del Sur)

PROCIT fue el primer gran programa del Conacyt
Duarte:
 Sí. En noviembre de 2005 conseguimos el préstamo de USD $8 millones para un proyecto de cinco años. Los primeros indicadores de cómo estaba la ciencia en Paraguay sirvieron para conocer dónde estábamos posicionados. Con PROCIT se desarrollaron varios proyectos.

-¿Cuál es el mayor logro del Conacyt en dos décadas?
Lima: Creamos capacidades. No había nada aquí. Creamos instrumentos que nunca existieron, generadores de fomentos a la ciencia, tecnología e innovación. Conacyt permitió aumentar el número de investigadores e investigaciones, además del número de publicación en revistas indexadas.

El plan Paraguay 2030 asegura que si no hay un fuerte apoyo al sistema de ciencia y tecnología no se llegará a la sociedad del conocimiento. Sin investigación es imposible tener una sociedad del conocimiento, por eso necesitamos invertir más.

Molinas: Conacyt posicionó a la ciencia y la tecnología en Paraguay, como elemento clave para el desarrollo. El Conacyt puso en la agenda y el discurso público la importancia de la ciencia. Costó mucho, pero se está logrando.

Duarte: Se derribaron mitos. Ideas como las de «en Paraguay no se investiga luego», «aquí no hay científicos», etc. cambiaron notablemente. Es verdad que antes no figurábamos en el mapa científico. Eso sí, no podemos desvalorizar el esfuerzo de muchos investigadores que solitariamente se esforzaban para investigar y mostrar sus trabajos afuera. Fueron los emprendedores de la investigación, que ahora el Conacyt también apalanca.

-Cuentan  como «los quijotes de la ciencia paraguaya»
Duarte:
 Sí, los que desarrollaron sus carreras como pioneros y con poca ayuda o inexistente, como el Dr. Antonio Cubilla, la Dra. Antonieta Rojas, el Ing. Agr. Moisés Santiago Bertoni o el Dr. Juan Francisco Facetti, o los mismos investigadores del nivel III del Programa Nacional de Incentivo a los Investigadores (PRONII).

-¿Se avanzó enormemente, entonces?
Duarte: Sí. Primero tuvimos el PROCIT, luego el programa Desarrollo Tecnológico, Innovación y Evaluación de la Conformidad (DETIEC) con fondos del Mercosur, luego ProCiencia y ahora ProInnova, para la innovación.

-¿Mejoramos en producción científica?
Duarte: Sí, exponencialmente. Antes de los apoyos del Conacyt, el promedio de artículos de paraguayos en Web of Science estaba en la franja de los 20 a 25 al año. Ahora llegamos a los 250 a 280 al año.

Un factor tal vez haya sido el PRONII. En la última década ni llegábamos a 190 al año. Los jóvenes ven a la investigación como posible carrera. Son varios los factores que ayudaron a mejorar el número y nivel de producción científica.

El Conacyt cumple dos décadas de labor en materia de políticas científicas y creación de capacidades en I +D.

Los trabajos no eran publicados o eran depositados en revistas de calidad mediana. Con PROCIT se presentaban 60 proyectos y ganaban 10. Con PROCIENCIA se presentaron 400 y financiamos 240. El salto es muy grande. Se está investigando mucho en Paraguay, pero todavía falta mejorar el nivel. Faltan todas las cualidades de grandes proyectos científicos.
Pero la gente investiga y se está encaminando.

En el sistema de curriculum vitae de Paraguay, hay 3.300 trabajos declarados. Pero si uno los busca nominalmente en la Web of Science o en Scopus, en realidad 1.300 trabajos son los visualizados. Más de la mitad no aparece en esas bases, capaz estén en otras. Muchos temas de las revistas son globales, piden que tengamos una visión más amplia. Hay temas que ya fueron superados o debatidos en otras partes del mundo.

Lima: Nos falta todavía desarrollar la cultura de la publicación. Mucha gente hace investigación, pero no quiere publicar en Paraguay. Es muy difícil publicar, porque en las mejores revistas uno mismo tiene que pagar para publicar. Un fenómeno que surgió con estos incentivos son las revistas científicas de las demás universidades. Incluso varias facultades de una misma universidad tienen revistas especializadas.

Molinas: Gran parte de los trabajos se presentan en congresos internacionales, pero no todos quieren llevar a las revistas y ese es un gran problema.

-¿Pero falta mejorar la calidad y la indexación?
Duarte: Sí, falta. Hay algunas que ya están indexadas en Latindex y Scielo Paraguay.

-¿Qué falta para mejorar las publicaciones paraguayas?
Duarte: Sobre todo, periodicidad. Las revistas no cumplen con sus plazos previstos. No imprimen ni ponen online las publicaciones en las fechas acordadas. Hay instituciones que se demoran dos o tres meses y eso hace que SCielo Paraguay no pueda cumplir con Scielo internacional.

Las exigencias de las revistas internacionales son muy estrictas para nuestros investigadores.

-Según el estudio de percepción pública de la ciencia, los paraguayos desconocen a sus instituciones científicas y desconfían hasta cierto punto de la ciencia porque no la entienden. ¿Por qué sucede esto?

Lima: Salimos mal en la encuesta.

Molinas: La sociedad paraguaya todavía no está valorando a la ciencia. Es un camino de doble vía. Por un lado, el Conacyt y por el otro, los académicos, científicos e instituciones que trabajan en investigación y desarrollo necesitamos transmitir con mayor claridad y vehemencia los aportes y objetivos de nuestras investigaciones.

No es un camino fácil para los investigadores. Es un desafío con el cual se trabaja. Actividades como las ferias científicas en los colegios, las actividades en la Expo o los concursos de monólogos ayudan a visualizar a los científicos y hacen que la gente tome consciencia y valore la actividad científica y su vinculación con el desarrollo.

-¿Cuesta mucho que la sociedad paraguaya valore la ciencia? ¿Existen estrategias para mejorar el nivel de divulgación?
Molinas: Cuesta en cualquier sociedad. Estamos hablando de algo intangible, de algo abstracto como el conocimiento científico. Se debe traducir y utilizar un lenguaje más accesible para el gran público.

La muestra de ello es que la actividad que más interés generó en la Expo Nacional en años anteriores es el uso de microscopios. La gente podía ver microorganismos y saber para qué servía. Lo mismo pasa con la exposición de robótica, que tenía que ver con la vida cotidiana.

La divulgación en un lenguaje no muy técnico ayuda mucho a la hora de transmitir conocimiento, sin desmeritar. No se menosprecia la capacidad de entendimiento de la ciudadanía, sino que lo queremos hacer más popular.

Aumentó considerablemente el número de gente que accede y utiliza la información científica. Se va a usar más en las aulas para que no solo sean libros de textos o folletos, sino artículos que hoy están siendo discutidos en la universidad. Es cambiar el enfoque.

Lima: La puesta en vigencia del Centro de Información Científica del Conacyt (CICCO) es digno de mencionar también por el uso que le dan los investigadores y estudiantes.

-¿Creen que hay colisión con el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), ya que cambió su denominación?

Lima: Estamos trabajamos muy bien con el ministerio de Educación.

Duarte: Conacyt tiene una mirada horizontal, para todas las áreas del conocimiento. Sobre todo, en áreas que los ministerios no trabajarían. El MEC estaría orientado de manera vertical a estudiar y diseñar planes de ciencia, tecnología e innovación orientadas a la educación.

-¿Qué temas, por ejemplo?
Duarte: Investigaciones sobre nuevos tipos de enseñanza, innovación curricular, investigación en problemas del aprendizaje, tecnologías para la educación, etc. Ojalá cada ministerio incorpore un área fuerte de CyT como lo hace ahora el MEC. No hay colisiones en los objetivos. El MEC quiere profundizar en ciencias en la educación, y el Conacyt incidir en más áreas.

-¿Hacia dónde van las políticas de ciencia y tecnología de Paraguay?
Molinas: A la solución de problemas socioeconómicos que enfrenta el país. Las políticas apuntan a construir las soluciones a través de la generación de capacidades locales de creación de conocimiento, con los cuales se están promoviendo la carrera del investigador, la investigación misma, la publicación a nivel internacional, construcción de redes internacionales, aplicación de esos conocimientos a problemas concretos y el uso de tecnología.

Queremos promover más la investigación aplicada, aunque explícitamente no figure en las áreas priorizadas del Conacyt, que es más abierta.

Duarte: Queremos incluir y profundizar la iniciación a la investigación, para que más jóvenes se hagan científicos, ya que buscamos que se valorice más la ciencia en Paraguay.

Hay varias propuestas con proyectos escolares, concursos, parques temáticos, museos interactivos para que la familia se acerque más a la ciencia sin temor. Es un desafío en Latinoamérica en general.

Las revistas científicas paraguayas no cumplen con sus plazos previstos. No imprimen ni ponen online las publicaciones en las fechas acordadas. Hay instituciones que se demoran dos o tres meses en cumplir con los plazos internacionales.

 

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Director ejecutivo de Ciencia del Sur. Estudió filosofía en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y pasó por el programa de Jóvenes Investigadores de la UNA. Tiene diplomados en filosofía medieval y en relaciones internacionales.
Condujo los programas de radio El Laboratorio, con temática científica (Ñandutí) y ÁgoraRadio, de filosofía (Ondas Ayvu).
Fue periodista, columnista y editor de Ciencia y Tecnología en el diario ABC Color y colaboró con publicaciones internacionales. Fue presidente de la Asociación Paraguaya Racionalista, secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica y encargado de cultura científica de la Universidad Iberoamericana.
Periodista de Ciencia del Año por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2017). Tiene cinco libros publicados.

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