Según cifras de la UNESCO, más de 1.500.000 de niños y adolescentes están sin clases en Paraguay. Las aulas están vacías en todas las instituciones educativas. (MEC)
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Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender.

Alvin Toffler

Estas líneas parten de la necesidad de priorizar la salud, y a partir de ello, considerar escenarios que permitan previsibilidad y planificación al sistema educativo. Pueden darse oportunidades para una nivelación de alumnos, y pruebas piloto de plataformas en línea propuestas por el MEC; cumplir con la capacitación y evaluación docente pendiente; y avanzar con la mejora de la infraestructura educativa.

Cada punto tiene aristas, pero este enfoque lo planteo desde el educativo, entiéndase, de la propuesta, calidad, alcance, cobertura, aplicación técnica, y resultados. En un segundo plano, escenarios que puedan darse a partir de intereses económicos.

1.

La pandemia nos tiene en cuarentena. El invierno está llegando, y en cualquier año convencional se plantea una revisión de fechas de retorno al aula luego de las vacaciones de invierno, debido a la gripe y el frío. En este escenario, se suma la COVID-19, con el riesgo de confusión de síntomas con la gripe (en todas sus variantes), y de mayor contagio por exposición.

Esto podría generar un estado/sensación de alarma social, psicosis de exposición y contagio, y derivar en una nueva determinación de suspensión de clases presenciales.

La información es imperfecta, con incertidumbre sobre el virus y su avance, posibles mutaciones, no tener una vacuna curativa, proyecciones estadísticas, estrategias preventivas y la experiencia de otros países, y las deficiencias históricas del sistema de salud.

¿Dónde estamos hoy? Sin clases presenciales, con niños y jóvenes en casa con algunas actividades/tareas, remitidas a través de la plataforma en línea puesta por el MEC, o por los canales propios de las instituciones privadas (donde, además gira todo un debate en torno a la continuidad de pago de cuotas).

La primera reacción, es que interino se decide cómo avanzar, toda propuesta es oportuna, necesaria, porque los niños y jóvenes deben continuar “estudiando” (responsabilidad), y asociado a ello, el miedo de “perder el año”, suponiendo que de alguna forma se va a validar el desarrollo académico.

Se afirma que los estudiantes se “aburren” en sus casas, y los padres no siempre sabemos cómo lidiar con eso. Pero también, es complejo esperar que el padre/madre se convierta de pronto en docente calificado. Más aun, pocos serán los padres que, a la par de la voluntad, tengan el conocimiento para enseñar antes que confundir, especialmente a los jóvenes con asignaturas de carácter técnico-científico.

En las familias más carencias las prioridades son otras, y no pasan necesariamente por lo educativo, sino más bien por la alimentación que queda cesante, situación a la que el MEC ha sabido responder, a la par de los menesteres propios del paro de actividades económicas/laborales, a la que pronto se sumará el frío del invierno.

Para esta franja, dejar el aula presencial es desatender el escenario educativo hasta nuevo aviso.

La limitante puede que no sea únicamente el acceso a plataformas educativas, por celular (masificado), o por computadora o laptop (excepción en los hogares), sino tal vez de carácter cultural. Debemos preguntarnos si es que tenemos como sociedad, arraigada la práctica del estudio en línea, con la disciplina, rigurosidad, y seguimiento que ello requiere.

El cuidado más importante, es el de no caer en hacer lo sencillo, que pasa por una puesta de plataforma en línea (con contenidos válidos, pero aun siendo instrumentos no validado, no evaluados, ni contrastados), de la cual deriven exámenes por lo supuestamente desarrollado, acabando en la aprobación del grado/curso sin más, “para no retrasar al niño o joven”.

El MEC -como órgano rector- debe manejar y publicitar los escenarios, porque el sistema educativo requiere previsibilidad, para con ello planificar acciones, como sistema educativo nacional, público y privado.

Está en debate el camino para lo que resta de abril, al menos mayo, y luego junio, julio y agosto, temporadas de invierno, siendo todos meses centrales para cumplir los 200 días del año educativo regular.

Un primer escenario es el retorno en unas semanas o mes de mayo, siempre que las autoridades del MSPyBS consideren prudente liberar el aislamiento social de niños y jóvenes.

En términos de calidad educativa, alcance y efectividad, sería poco prudente dar por sentado que las actividades supletorias, en línea, con acompañamientos en medios de comunicación masiva, cuadernillos impresos u otros, sustituyan a las horas presenciales no realizadas.

Por lo cual implica recuperar los meses de marzo y abril, ajustando la malla curricular, tomando únicamente asignaturas centrales, suprimir vacaciones y feriados, y recuperar en lo posible fechas para culminar el año, por allá avanzado diciembre, o incluso enero.

Un segundo escenario es que se determine no exponer a niños y jóvenes a las condiciones de gripe y frío del invierno, siendo el retorno en la primavera. Implica asimilar que no se ha cursado el semestre de marzo a agosto.

Priorizando la calidad educativa, corresponden dos propuestas; una, sobre qué hacer de aquí a agosto, y otra, en la cual se asimile, o repita, lo poco que fue desarrollado en el año, y se recalendarice en adelante.

El Ministerio de Educación y Ciencias reparte kit de alimentos para los alumnos desde hace varias semanas. (MEC)

5.

Escenarios sobre qué hacemos de aquí a agosto:

¿Qué hacemos con los niños y jóvenes? Refuerzo educativo, con propuestas por grupos.

  1. Niños de niveles de educación escolar básica (6 a 14 años): A través de programas de televisión, tareas en plataformas e impresos en cuadernillos (para la población más carenciada), en asignaturas o contenidos de conocimiento, según determinación técnica de las instancias curriculares-académicas del MEC. Evaluaciones que puedan ser implementadas por lo padres, validadas, en momento posterior, por los docentes, pero no condicionantes a aprobación o reprobación en términos de año académico regular.
  1. Jóvenes de la educación media (15 a 17 años, que comprende el bachillerato o la formación profesional y tendrá tres cursos académicos): Nivelación de alumnos en asignaturas de pruebas estandarizadas, y uso piloto de la plataforma en línea MEC. Es muy alentador la iniciativa con Microsoft, que facilitará una serie de accesos, materiales, biblioteca virtual, entre otros. Es una oportunidad para evaluar y validar la efectividad de las herramientas virtuales, tanto en contenido y calidad educativa, como en conectividad, alcance nacional, asistencia técnica, entre otros. Evaluaciones que puedan ser implementadas y validadas por plataforma, o cuadernillos impresos (para la población más carenciada), por los docentes, pero no condicionantes a aprobación o reprobación en términos de año académico regular.

¿Qué hacemos con los docentes? Capacitación intensiva, en línea, cumpliendo, además, con el examen de conocimientos pendiente, los cuales en su momento han justificado los aumentos de salarios establecidos.

También, aprovechar el periodo, con las medidas sanitarias necesarias, para avanzar en la mejora y puesta en condiciones de la infraestructura educativa.

 ESCENARIOS DE RECALENDARIZACIÓN:

A) Retomar clases en agosto/setiembre 2020, asimilando lo cursado en febrero/marzo 2020, con expectativa de finalización a finales de marzo 2021.

Implica una adecuación de malla curricular, reduciendo las asignaturas a las troncales/indispensables, a la par de un ajuste de vacaciones y feriados, y un esfuerzo de estudiantes y docentes para un intenso desarrollo de contenidos y asimilación, y de realización de exámenes finales de este año académico, en el primer trimestre del 2021.

Por citar:

  • Exámenes parciales: Diciembre, periodo del 1 al 18.
  • Vacaciones de Navidad y Año Nuevo: Del 19 de diciembre al 10 de enero 2021.
  • Exámenes finales: Marzo 2021.

Acto seguido, iniciar inmediatamente el año académico 2021, por allá en abril, post Semana Santa, con igual compromiso de ajustar la malla curricular y el calendario, pensando en la finalización a diciembre 2021, completando la regularización.

B) Re-iniciar el año académico 2020 en agosto/setiembre, y culminar en mayo/junio 2021. Esto es, sustituir nuestro calendario académico (hemisferio sur), y asimilar el convencional del hemisferio norte.

Como ejemplo, Colombia, posee ambas opciones de calendario, que conviven sin mayor estrés. En el calendario B, el año escolar comienza a mediados de agosto o a principios de septiembre, y finaliza a mediados de junio. A principios de diciembre o finales de noviembre, hay un periodo de vacaciones de Navidad y Año Nuevo, con una duración de un mes o mes y medio.

Superada la restricción sanitaria, ajustar, de forma inmediata, o gradual, el calendario para el retorno al convencional del hemisferio sur. Por citar, un escenario extremo y gradual:

  1. Año académico 2020: (re) inicia en agosto 2020, culmina en mayo 2021 (asimila el mes de clase realizado entre febrero/marzo 2020).
  2. Año académico 2021: inicia en julio 2021, culmina en abril 2022.
  3. Año académico 2022: inicia en junio 2022, culmina en marzo 2023.
  4. Año académico 2023: inicia en mayo 2023, culmina en febrero 2024.
  5. Año académico 2024: inicia en marzo 2024, culmina en diciembre 2024 (regularizado).

C) Tomando el MEC su determinación para la educación pública, sea a) o b), brindar a las instituciones privadas la flexibilidad de optar entre ambas (tal cual se da en Colombia).

OBS: En ninguno de los casos, en términos de egresados e inicio universitario, debería haber mayor inconveniente, más allá del ajuste de periodo de cursillos de ingreso, considerando que las carreras ya están en gran medida semestralizadas.

Ideas a consideración, para ampliar el debate.

(*) Sobre una primera reflexión, la he ampliado tras un intercambio muy nutritivo con el ministro de Educacion y Ciencias, Eduardo Petta (disculpe por nombrarlo).

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Licenciado en sociología, y en ciencias políticas y de la administración pública por la Universidad de Salamanca, España. Magíster en administración pública por la London School of Economics, Reino Unido. Es el actual director del programa de Becas Carlos Antonio López (BECAL), del Gobierno de Paraguay.

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2 COMENTARIOS

  1. Muy prolijo el artículo.
    Lo que me preocupa es la obsesión por cumplir con la carga horaria, los días de clase al año, la malla curricular, etc.
    Esta es una brillante oportunidad para desaprender concepciones largamente arraigadas por una fuerte tradición escolar.
    Debemos ampliar nuestro concepto de educación, por consiguiente, de evaluación.
    Tenemos el peor sistema educativo, no hay nada que perder.
    Aprobado general para la primera etapa y si no volvemos pronto, aprobado general del año lectivo. Y mientras, pensemos en la educación que necesitamos.

  2. Me parece interesante la propuesta. Sin embargo sería bueno tener un panorama de cada región (departamento, distrito) en todos los órdenes, para tener mayor claridad. La realidad es distinta en cada contexto. E involucrar a los actores locales, legítimamente constituidos y obligados por sus leyes orgánicas a intervenir con mayor responsabilidad : municipios y gobernaciones (quienes finalmente son los que dan las respuestas más efectivas al corto plazo) de modo a que el rediseño sea «real» y no una propuesta de laboratorio (una vez más con experiencias foráneas de las cuales tampoco tenemos garantías de resultados auspiciosos)
    Y convocar a los actores de acuerdo a su competencia. Anhelo que podamos encontrar el camino. Pero no con decisiones inconsultas al interior de la nación paraguaya. Ello nos llevaría a un incierto camino.

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