En noviembre publicábamos la primera parte de una entrevista que Ciencia del Sur realizó a la Dra. Eva Latorre, científica española quien junto con un grupo de investigación de la Universidad de Exeter, Inglaterra, descubrió una nueva forma de rejuvenecer un tipo de células, todo un logro que arroja esperanzas para la longevidad humana.
En esta segunda parte habla acerca de su última publicación científica y respecto a visión de la ciencia en Europa.
La Dra. Latorre es licenciada en Veterinaria, máster en Investigación en Ciencias Veterinarias y doctora por la Universidad de Zaragoza. Ha publicado numerosos artículos científicos de su especialidad y participa en gran cantidad de investigaciones. Actualmente es investigadora asociada en The Institute of Biomedical and Clinical Science de la Medical School University of Exeter, Inglaterra.
-¿Qué trabajos están realizando actualmente en la Universidad de Exeter?
El grupo en el que estoy trabajando y que es liderado por la Dra. Lorna Harries se centra en la regulación de genes y el procesamiento alternativo de ARN mensajero («splicing alternativo«) en enfermedades del sistema endócrino y envejecimiento humano.
En cuanto al splicing, que es parte del proceso de corte y empalme en la maduración del ARN mensajero para la expresión de proteínas, ellos previamente ya habían notado que existía una disminución en la expresión de los factores que contribuyen al splicing alternativo cuando nosotros envejecemos.
Es decir, la población de personas mayores presentan mucho menos factores por lo cual la célula pierde cierta capacidad de regular y expresar isoproteinas para hacer frente al estrés de la vida diaria celular.
Estoy trabajando con cultivos primarios humanos; investigamos actualmente con tres líneas diferentes de fibroblastos, pero también con astrocitos, células del endotelio y cardiomiocitos.
Mi labor se centra en alcanzar la senescencia de estas células y valorar los factores de splicing y la capacidad de multiplicación de las células. También monitoreamos las «proteínas del SASP«, que son productos proinflamatorios que liberan las células senescentes.
Cuando vamos envejeciendo hay un acúmulo de estas células senescentes y se cree que que pueden jugar un papel muy importante en enfermedades relacionadas con el envejecimiento, como neurodegeneración, Alzheimer, Parkinson, riesgo cardiovascular, entre otros.
-¿Pero en qué consiste la investigación y cuál fue el resultado más importante?
La investigación consiste en tratar las células senescentes con unos compuestos que se utilizaron en la Universidad de Brighton. Se trataron las células senescentes con estos compuestos, aumentando sus niveles de factores de splicing, revirtiéndolas a células de características jóvenes. Esto generó un choque mediático inmediato, hasta con cierta exageración.
Lo que sí queda claro es que: si podemos modificar esos niveles de expresión de los factores y si se logra que las células vuelvan a tener los niveles de splicing alternativo de modo que la célula vuelva a regular los tipos de proteínas, parece que tiene que ver con rejuvenecer.
Lo novedoso del artículo que publicamos es la comprobación de que el splicing alternativo juega un papel fundamental en la senescencia celular.
-¿Cuáles fueron los trabajos previos en los que se basa el trabajo que están realizando?
Mi incorporación al grupo de trabajo es reciente, llevo tan solo dos años en el laboratorio. Previamente estaba trabajando en España en temas de investigación completamente distintos.
El grupo del laboratorio tiene muchas publicaciones que miden los factores de splicing directamente en sangre de personas, trabajan con bancos de sangre y también tienen acceso a historiales médicos, con lo cual se tiene información de los hábitos de vida de las personas.
Lo que vieron anteriormente es que ya los fibroblastos senescentes tenían igual que en sangre una disminución de los factores de splicing. Así que está comprobado que en el envejecimiento perdemos capacidad de splicing. Hay muchos factores que lo regulan, pero ellos concretamente decidieron trabajar con 20 factores, aquéllos que están más alterados cuando envejecemos.
En principio fue prueba y error, porque estudiamos qué relación había en el proceso inflamatorio del envejecimiento con los factores de splicing, y paralelamente me pidieron que probara exponer células senescentes a compuestos para ver qué ocurría y cómo afectaban a los factores.
-Hay muchos mitos en los tratamientos para dejar de envejecer: desinformación, seudociencia e intereses económicos
Vivimos en una sociedad donde la imagen vale muchísimo y tenemos que ser siempre jóvenes y estar siempre muy delgadas. Envejecer es lo normal, es lo bueno que tenemos que hacer; llega un momento en que la célula tiene que decidir o entra en senescencia o se vuelve tumoral. Particularmente yo prefiero envejecer.
Por otro lado, se está investigando muchísimo en empresas, en la academia, en muchos campos. Hace poco hallaron una mutación que está aparentemente relacionada con la longevidad de individuos de una comunidad.
Lo que me gustaría dejar claro es que el objetivo principal de nuestra investigación es llegar a la salud. No me gustaría sufrir algo y vivir muchísimo tiempo.
Lo importante es la calidad de vida. Yo podría vivir 200 años pero si los últimos te sientes fatal es peor; yo preferiría vivir 80 años con una buena calidad de vida. Lo que se busca directamente es la prevención o por lo menos mitigar las patologías.
-Estos trabajos tendrán enormes implicancias en políticas de salud a lo largo y ancho del mundo. ¿Qué podemos prevenir antes de que se implementen este tipo de trabajos? ¿Hay que tomar recaudos?
No lo sé, porque hay muchos frentes en investigación y hoy día hay poca regulación. Por ejemplo, hace poco la Comisión Europea estaba hablando sobre si tenían que regular la terapia génica, considerarla como un medicamento. Yo creo que eso se está haciendo y tenemos que pedirle a nuestros representantes que lo regulen porque están muy en el aire.
Creo que todavía es a muy largo plazo y hay mucho que investigar. Nosotros trabajamos con una línea celular en condiciones controladas y es difícil extrapolar todavía la investigación a organismos enteros. Eso requiere mucha más investigación, esfuerzo de todos y sobre todo dinero, para siquiera reproducirlo en un modelo animal cualquiera.
-¿Por qué utilizaron resveratrol para este trabajo?
El resveratrol es ampliamente reconocido como sustancia antioxidante, teniendo en cuenta que se vincula el estrés oxidativo con el envejecimiento celular.
El problema del resveratrol es que la viabilidad en sangre baja muchísimo, entonces es muy difícil tener niveles suficientes de resveratrol para ver efectos en el cuerpo.
Unos colegas de la Universidad de Brighton estaban buscando análogos al resveratrol que pudieran mantener mayor viabilidad en sangre y cuando lo sintetizaron decidieron probarlo en células para ver si tenía algún efecto. Pero fue en plan de prueba, aunque los resultados fueron espléndidos. A partir de eso tenemos la publicación, con el alcance mediático que conocemos.
-¿Cuál es el siguiente paso?
El siguiente paso es estudiar el mecanismo intracelular implicado, ya que sabemos que el efecto del resveratrol es aumentar los factores de splicing, pero ¿cómo esto ocurre de manera intracelular?
El paper está muy bien, pero yo no me centro en cómo el resveratrol hace el efecto, sino el efecto del resveratrol sobre la senescencia. Lo que intentamos entender es cómo intracelularmente se da ese efecto para interferir en tratamientos.
-¿Cuánta gente está trabajando en esta investigación?
En este trabajo somos como 7 personas, pero en mi trabajo en concreto soy muy autónoma. Mi investigación es como mi bebé.
-¿Antes de llegar al Reino Unido en qué linea estabas trabajando?
Trabajaba totalmente otra línea. Yo soy veterinaria de formación, hice la tesis en fisiología intestinal en Zaragoza, España, y me centré en la relación del sistema serotoninérgico en el sistema inmune innato y las implicaciones en la enfermedad inflamatoria intestinal.
-¿Cómo fue para que empezaras a trabajar en envejecimiento celular?
Estudié veterinaria porque mi objetivo era investigar y me planteé que si estudiaba medicina no llegaría a trabajar en investigación. Tenía muy claro que quería dedicarme a las ciencias.
Al acabar la tesis presenté propuestas a varias universidades y una de las primeras en comunicarse conmigo fue la Universidad de Exeter, teniendo en cuenta mi amplia experiencia en cultivo celular. Ellos estaban buscando personas con experiencia, ya que trabajar con células animales es difícil y con células senescentes más difícil todavía.
-¿Qué te parece el sistema de investigación en la Universidad de Exeter?
La verdad que es muy buena universidad, de las mejores en el Reino Unido.
Específicamente trabajo en The Institute of Biomedical and Clinical Science, que es un instituto que depende del Sistema Nacional de Salud y la Facultad de Medicina de la Universidad de Exeter. Hay muchos equipos trabajando y suficiente dinero para investigación.
-¿Qué diferencias encuentras en el aspecto científico entre la Universidad de Exeter y las universidades españolas?
La diferencia principal se ve en las instalaciones. En Zaragoza teníamos gente muy buena y algunos equipos, pero en España en general, dinero en investigación no hay.
En cambio aquí también hay mucha gente buena, pero cuentan con mucha tecnología. Un Western blot en Zaragoza me tomaba una semana y lo hacía manual, aquí lo tienes en un día todo automatizado. Son diferentes formas de trabajar.
-¿Cómo ves al sistema de investigación de España teniendo en cuenta esos problemas de fondos? ¿Cree que eso pueda revertirse?
Espero que sí. Para dar un ejemplo claro, cuando empecé a hacer la tesis doctoral en la Universidad de Zaragoza estábamos 15 doctorandos cada uno haciendo su proyecto y su tesis. Cuando vine aquí, dejé solo a 2 trabajando.
No hay financiación, no hay becas para que los estudiantes se inicien con una tesis doctoral, no hay dinero ni gente para llevar a cabo proyectos de investigación. Todo esto revierte en la misma universidad, no solo en el sistema científico, porque la gente con experiencia se va jubilando y no hay recambio. No hay gente nueva formándose.
Todos los que hemos terminado la tesis tuvimos que ir fuera del país o abandonar la ciencia porque no hay plazas en la universidad. Tampoco hay plazas en investigación.
La situación está muy mal y la gente en la calle no es consciente de lo puede generar invertir en ciencia. Entonces como no se valora y no hay dinero, lo primero que cortan son los fondos para investigación científica.
-Vivimos en un tiempo de mucho acceso a la información y al conocimiento científico. Sin embargo, nuestras sociedades son proclives a dogmas, oscurantismo y seudociencia. ¿Por qué?
Creo que ahí fallamos los investigadores. Fallamos en la transmisión de conocimiento y en publicitar lo que hacemos.
La tarea que están realizando en Ciencia del Sur es muy importante. Contar lo que estamos haciendo sirve y explicarle eso a la gente con el lenguaje de la calle cuesta mucho.
También falla la televisión. Debería haber mucha más gente de ciencia en los medios, mostrando que la ciencia es del día a día y que a todos nos beneficia.
Particularmente, en mis redes sociales (Instagram y Twitter) tengo posteos personales, pero también profesionales, poniendo fotos del laboratorio. Como trabajo con animales he visto cada barbaridad; la gente debe saber que para trabajar con animales hay protocolos estrictos a seguir, todo está justificado.
Si quieres trabajar involucrando animales debes estar formado, tener un proyecto y contar con permisos para todo el proceso. Todo está bien justificado y esto normalmente a la gente no le llega. Ahí debemos hacer un mea culpa los investigadores que no sabemos hacer esa transmisión.
-Hay un panorama muy difícil para la ciencia en Europa. En algunos países de Sudamérica también hay recortes para investigación. ¿Qué puedes decirle a los jóvenes que quieren ser investigadores en estos momentos?
Lo fundamental es tener pasión por lo que haces y luchar por lo que crees. Es un camino muy difícil, es verdad, pero hay que pelear por lo que uno es y por lo que uno quiere ser y luchar por los sueños. La ciencia es muy sacrificada, cuesta mucho, pero da mucha recompensa.
Yo no voy a trabajar como cualquiera. Voy emocionada a trabajar, pensando qué voy a hacer. Es un tiempo difícil, pero hay que hacer ciencia. Es ahora nuestro tiempo y tenemos que tirar adelante como sea.
¿Qué te pareció este artículo?
Columnista de Ciencia del Sur. Bioquímico por la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Asunción, UNA. Del 2004 hasta la fecha trabaja en el desarrollo y gestión de la investigación, innovación y transferencia tecnológica en la Universidad Nacional de Asunción. Recibió una mención de honor como divulgador por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en 2017. Es el vicedirector de Ciencia del Sur.