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El elixir de la vida, Ab-ı Hayat, en árabe; Al-ḥaya en turco otomano y Bengisu, en turco antiguo, también conocido como elixir de la inmortalidad, es una poción que supuestamente garantizaba la vida eterna a aquellos que la ingerían.

Isaac Newton era reconocido por sus prácticas alquimistas. Libro «Isaac Newton and the Transmutation of Alchemy: An Alternative View of the Scientific Revolution», de Philip Ashley Fanning. (GoodReads)

Por siglos, encontrar el «elixir de la vida» fue una de las metas perseguidas por los alquimistas para sanar todas las enfermedades (la panacea universal) y conseguir la anhelada inmortalidad. Como todo delirio colectivo, debido a que estaba fundado y apoyado simplemente en creencias y la precariedad científica del pasado, el tiempo se encargó de enterrarlo y transformarlo en un mito más que la imperiosa necesidad de una vida eterna basado en creencias y pócimas mágicas.

En pleno siglo XXI y con el sustento de la ciencia y la tecnología actual, los trabajos de investigación para entender el proceso de envejecimiento celular son masivos y los hallazgos diarios nos revelan que la prolongación de la vida y sobre todo de la calidad de vida es posible a muy corto plazo. Todo esto gracias a los estudios de rutas metabólicas, cofactores, regulaciones de vías, modulación de modificación pos traduccional, edición génica, entre otras investigaciones que avanzan día a día a paso agigantado.

Por otro lado, el inventor Ray Kurzweil considera que la nanotecnología nos permitirá vivir para siempre y que en unas decenas de años tendremos los medios para reprogramar el software ‘de la edad de piedra’ de nuestros cuerpos para que podamos detener y revertir el envejecimiento.

Existen esfuerzos privados como los de Craig Venter y su empresa  Human Longevity Inc. que intenta interpretar el código genético para hallar regiones del genoma asociadas a la longevidad humana.

Un grupo de investigación con un enfoque distinto en la Universidad de Exeter, dirigido por la Dra. Lorna Harries, ha descubierto una nueva forma de rejuvenecer células senescentes inactivas. A las pocas horas del tratamiento, las células más viejas comenzaron a dividirse y tenían telómeros más largos.

Los telómeros son regiones de ADN no codificante, altamente repetitivas, cuya función principal es la estabilidad estructural de los cromosomas en las células eucariotas, la división celular y el tiempo de vida de las estirpes celulares.

Con la edad ocurre una alteración de la expresión de los factores de empalme (splicing) de ARNm por lo que se piensa que es un mecanismo de envejecimiento. La acumulación de células senescentes también se produce in vivo con el avance de la edad y causa una gran patología degenerativa relacionada con el envejecimiento. Sin embargo, la relación entre estos dos procesos es difusa.

En consecuencia, se ha desarrollado un panel de moléculas novedosas derivadas de la molécula de resveratrol, para determinar si la alteración de los reguladores del procesamiento del ARNm realmente influye en los fenotipos de senescencia celular de fibroblastos humanos de diferentes linajes. El tratamiento de cultivos senescentes de células de diferentes antecedentes genéticos con estas nuevas moléculas se asoció con un aumento en la expresión de múltiples factores de empalme, a niveles consistentes con los observados en estadios tempranos.

El tratamiento con moléculas análogas del resveratrol se asoció con la alteración de la expresión de factores de empalme y el rescate de múltiples características de la senescencia. Las células que demostraron la expresión restaurada del factor de empalme también demostraron una mayor longitud de los telómeros, un nuevo ciclo celular y una reanudación de la proliferación.

Imagen de células vivas tratadas con resveratrol. Células senescentes indicadas con flechas. (Exeter.ac.uk)

La Dra. Eva Latorre, investigadora asociada en el laboratorio, describió la sorpresa que le causó el hallazgo: «cuando vi algunas de las células en la placa de cultivo rejuveneciéndose, no lo podía creer».

«Las células viejas tenían el aspecto de células jóvenes. Fue como un milagro. Repetí el experimento varias veces, y en todos los casos las células rejuvenecieron. Estoy muy emocionada por las implicaciones y el potencial de este estudio», afirmó la Dra. Latorre.

Esta es la primera demostración de que la modulación de los niveles de factores de empalme está asociada con la reversión de la senescencia celular en fibroblastos humanos y que reguladores de tales dianas pueden representar nuevas terapias anti-edad muy promisorias.

Así como el hallazgo del equipo de investigación de la Universidad de Exeter, otros grupos como los de Craig Venter hacen que nos encontremos en una coyuntura de descubrimientos sumamente relevantes en el campo del control del envejecimiento celular.

Esto nos revela que vivimos en un tiempo en el que la ciencia y la tecnología avanzan de manera exponencial en progresión muy distinta a la de nuestra sociedad y su cultura que sigue rodeada de oscurantismo, creencias medievales y de ignorancia, la cual tendrá que debatir dilemas éticos, morales y culturales sólo cuando estos avances sean ya parte de su realidad. Ante ello, ¿estaremos preparados?

 

* Próximo artículo: Entrevista de Ciencia del Sur a la Dra. Eva Latorre, Investigadora Asociada del grupo de investigación de la Universidad de Exeter, Reino Unido.

 

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Columnista de Ciencia del Sur. Bioquímico por la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Asunción, UNA. Del 2004 hasta la fecha trabaja en el desarrollo y gestión de la investigación, innovación y transferencia tecnológica en la Universidad Nacional de Asunción. Recibió una mención de honor como divulgador por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en 2017. Es el vicedirector de Ciencia del Sur.

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