La baja inversión en Investigación y Desarrollo (I+D) y la casi inexistente transferencia de conocimiento de la academia al mercado todavía son problemas a resolver para el Paraguay. Sin embargo, el Índice Global de Innovación (GII) 2021 muestra una leve mejoría para el país, ya que ocupa el puesto 88 de 132 países.
En 2019, nuestro país quedó en el puesto 95 y descendió al 97 en 2020. Varios son los obstáculos y desafíos que imposibilitan a nuestro país escalar a mejores posiciones en cuanto a innovación se refiere. Pero sin dudas, la poca apuesta por la ciencia juega un rol fundamental. A esto se suma la falta de involucramiento del sector privado con las universidades y la casi nula inversión en conocimiento propio.
Al menos esa es la visión particular de Juan Paredes Romero, especialista en innovación y emprendimiento, actual director de Fomento, Desarrollo e Innovación en el Ministerio de Industria y Comercio del Paraguay donde también realiza investigaciones en el sector de mipymes y emprendedurismo. Además, es docente invitado en la Universidad Iberoamericana (UNIBE) y en la Universidad Nacional de Concepción (UNC).
El Global Innovation Index o Índice Global de Innovación de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual se publica anualmente, generando mucha expectativa. Fue creado por el Instituto Europeo de Administración de Negocios (INSEAD) en 2007. El informe presenta indicadores que clasifican a los países en términos de su entorno favorable, así como en sus resultados, en relación a la innovación.
-Buenos días Juan, en primer lugar muchas gracias por aceptar esta entrevista, pero para ir a lo que nos compete explicanos, ¿qué mide el Índice Global de Innovación? ¿Dónde estamos como país en este ranking?
Buenos días, muchas gracias a Ciencia del Sur, es un placer para mi hablar de estos temas que son de vital importancia para el crecimiento país.
El Índice Global de Innovación nace con el objetivo de encontrar y determinar métricas y métodos que pudieran capturar una imagen -lo más completa posible- de la innovación en la sociedad. Inició sus publicaciones en el 2007 y la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI) inició su asociación con la GII en 2011 y comenzó a publicar conjuntamente la GII en 2012.
De acuerdo con lo descrito en su portal oficial, el modelo GII 2021 incluye 132 economías, que representan el 94,3 % de la población mundial y el 99 % del PIB mundial. El GII se basa en dos subíndices, el Subíndice de Insumos de Innovación (Innovation Input Sub-index), insumos capturan elementos de la economía que permiten y facilitan las actividades innovadoras y el Subíndice de Resultados de Innovación (Innovation Output Sub-index), son el resultado de actividades innovadoras dentro de la economía.
El puntaje general del GII es el promedio de los subíndices de insumos y productos, sobre los cuales se elaboran las clasificaciones económicas del GII.
Paraguay, si bien ha mejorado su posición a nivel global con relación a los últimos años, pasando de la posición 97 al 88 (sobre un total de 132 países) en este año, sigue todavía “media tabla para abajo” en esta medición a nivel global. Eso puede verse reflejado también en el hecho de ocupar el puesto 11 entre los 18 países de América Latina y el Caribe analizados.
-¿Por qué estamos tan relegados en estos índices de innovación?
De acuerdo con los Indicadores de Ciencia y Tecnología de Paraguay 2019 del CONACYT, en nuestro país se invierte 4 veces menos en I+D comparado con el promedio de inversión de la región de América Latina y el Caribe (0,14 % vs. 0,62 %), sumado a que el 70 % de esa inversión es de fuente pública.
Esto marca un gran contraste con lo reportado por el Instituto de Estadística de la UNESCO (UIS) que informa que los 15 primeros países con mayor gasto total en I+D, invierten entre el 2 y el 4,1 % del PIB en este segmento, con una participación del sector privado en ese esfuerzo entre el 55 al 78 % del total.
Estos datos nos muestran claramente que la inversión en I+D está aún lejos de llegar a los niveles esperados y que sigue concentrando sus esfuerzos y sostenibilidad, en su mayoría, en los fondos públicos.
El sector privado paraguayo a su vez, concentra su actividad de innovación en el 93,5 % de los casos en la compra “llave en mano” de maquinarias y equipos donde el esfuerzo de I+D es casi nulo y de origen foráneo. A eso se suma la ausencia de mano de obra calificada para encarar este tipo de procesos según revela la última Encuesta de Innovación Empresarial del Paraguay (EIEP). Esto último como principal obstáculo interno para la innovación.
A esta baja inversión en I+D y la carencia de capital humano, le sumamos la escasa cultura de involucramiento e interacción de la academia con la empresa que coloca al Paraguay en la última posición a nivel mundial en la Encuesta Mundial de Emprendimiento (GEM 2019/20) y que se refuerza con los resultados del GII 2021 en el pilar de producción de conocimientos y tecnología.
En síntesis, una baja inversión en I+D, junto a la escasa cultura de la innovación en las empresas, poca o nula presencia de capital humano calificado para la innovación y una práctica casi inexistente de transferencia en I+D de la academia a la empresa nos lleva a la posición actual como país.
-¿Cuáles son nuestras debilidades?
Confirmando las estadísticas de diversos estudios, el GII 2021 muestra a Paraguay con calificaciones inferiores al promedio de los países de ingreso medio alto y a los de América Latina y el Caribe en los pilares de “Producción de Conocimiento y Tecnología” (generación de patentes, artículos científicos, gastos en software, manufactura de alta tecnología, entre otros). También en “Capital Humano e Investigación” (gastos en educación, años de escolaridad, cantidad de investigadores, gastos en I+D, entre otros) e “Institucionalidad” (estabilidad política, eficiencia gubernamental, calidad regulatoria, imperio de la ley, facilidad para abrir negocios, entre otros).
De los indicadores resaltados como los más débiles, lo referente al capital humano y la producción de conocimiento y tecnología marcan definitivamente el progreso de Paraguay como un ecosistema capaz de desarrollar y captar innovación.
La importación de servicios TIC (Posición 131 de 132), la exportación de servicios TIC (Posición 126 de 132), la colaboración academia – industria para la generación de I+D (124) y la generación de artículos científicos y técnicos (123) se presentan como los mayores desafíos a la cual deben enfocarse los esfuerzos y recursos I+D de nuestra sociedad como conjunto.
-¿Se puede revertir esta situación paupérrima?
La resiliencia ante la adversidad es una habilidad casi natural del ser paraguayo y como en tantas otras circunstancias históricas, reencauzar nuestro perfil en investigación y desarrollo como país puede resultar una tarea difícil pero no imposible de realizar.
Programas públicos como PROINNOVA y PROCIENCIA del CONACYT deben mantenerse y fortalecerse como puntales del Sistema CTI del Paraguay considerando que son las inversiones públicas las que dan el puntapié inicial, o incluso son piedra angular, en el desarrollo de los ecosistemas de I+D en países como EE.UU., Israel y otros.
Si bien no contamos con una tradición de investigación y desarrollo militar que empuje la innovación en diversos ámbitos, como en los países citados, un uso racional y eficiente de nuestros principales recursos, agua y electricidad pueden convertirse en prioridades para la inversión pública innovadora.
Pero el esfuerzo del CONACYT no debe ser un “canto solitario de sirena”, iniciativas como la Estrategia Nacional de Innovación (ENI) y entidades claves como el MIC, MITIC, CONATEL y otros deben fortalecer la conexión y complementación de esfuerzos y recursos hacia la innovación.
Una cultura de innovación no podrá instalarse en el país si no se cuenta con un mayor involucramiento del sector privado en su desarrollo y fortalecimiento, programas como OpnX Paraguay, impulsado por el BID Lab a través de la UIP, o MIPYME Compite, impulsado por la Unión Europea, que tiene su brazo de ejecución privada en la UIP y FECOPROD son muestras de que la innovación abierta.
El fortalecimiento de centros de innovación y el soporte a empresas con potencial de impacto son el camino que deben seguir y con el cual empoderarse como sector.
Todo esfuerzo en I+D debe tener un soporte intelectual y académico y es ahí donde la universidad en Paraguay debe pegar, de una buena vez, el salto de calidad en la prestación de servicios más allá de la masificación de la oferta académica donde el foco es el alumno con necesidades de empleabilidad y donde el emprendedurismo o la investigación con utilidad o aplicación comercial no son visibilizados como “modelo de negocios”.
Menos convenios y más contratos deben ser el enfoque y la vara con los cuales medir el compromiso de la academia con el impulso de la innovación. Finalmente, la Triple Hélice que impulsa el motor de nuestro desarrollo solo podrá girar correctamente si todas sus aspas así lo hacen.
¿Qué te pareció este artículo?
Columnista de Ciencia del Sur. Bioquímico por la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Asunción, UNA. Del 2004 hasta la fecha trabaja en el desarrollo y gestión de la investigación, innovación y transferencia tecnológica en la Universidad Nacional de Asunción. Recibió una mención de honor como divulgador por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en 2017. Es el vicedirector de Ciencia del Sur.
En apretada síntesis, por poco fotográfica, nos muestra la realidad paraguaya en el aspecto de innovación, y presenta sendas alternativas a seguir. Excelente el articulo!