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Si usted tiene intensos sentimientos de preocupación, no por síntomas específicos, sino por la creencia de padecer una enfermedad, y si esa creencia le genera un intenso malestar con disfunción notable de sus actividades diarias, la respuesta es sí.

Si ha recorrido varios servicios médicos y ha sido atendido por un sinnúmero de profesionales, no obstante, la creencia de estar enfermo persiste, y si todo ello hace que se sienta frustrado e insatisfecho con la atención médica recibida, usted probablemente padece de algo: hipocondría.

No se preocupe. La hipocondría diagnosticada a tiempo y con enfoque terapéutico específico puede controlarse y su calidad de vida puede verse restituida.

Reseña histórica

La hipocondría fue definida como la preocupación por el miedo a tener, o la creencia de que se tiene, una enfermedad física grave basándose en la interpretación errónea de síntomas corporales (Brítez Cantero et al., 2012). Sus características fundamentales son la convicción de enfermedad (más bien una sospecha que refleja una incertidumbre difícil de soportar por parte del paciente afectado, lo que le impulsa a seguir buscando evidencias para su enfermedad) y miedo a la enfermedad (los pacientes con hipocondría no tienen miedo a contraer una enfermedad en el futuro, como los nosofóbicos, sino de tenerla ya realmente en el presente y no haber sido diagnosticado) (Fergus et al., 2010).

Actualmente, el término hipocondría ha quedado anticuado. Etimológicamente se refiere a una alteración abdominal, lo que lo hace obsoleto y completamente alejado de su concepción actual. Es por ello que ahora la comunidad científica prefiere “trastorno de ansiedad por enfermedad” (Torales, 2017).

Concepto

En el trastorno de ansiedad por enfermedad existe, durante al menos 6 meses, una preocupación generalizada y no delirante de llegar a tener (o la idea que se tiene) una enfermedad grave. Esta preocupación produce sufrimiento y disfunción significativos en la propia vida y no puede explicarse por la presencia de otro trastorno psiquiátrico (APA, 2013).

Fisiopatología

En el trastorno de ansiedad por enfermedad existe una hipersensibilidad a las sensaciones corporales normales. Esta hipersensibilidad podría, asimismo, estar en línea con sesgos cognitivos que llevan a los pacientes afectados a interpretar cualquier síntoma físico como una enfermedad médica (Zegarra et al., 2007).

La hipersensibilidad también está en consonancia con el concepto clásico de “amplificación somatosensorial”, que intenta explicar el proceso por el cual el malestar psicológico lleva a una mayor sensibilidad a los síntomas físicos o una mayor reactividad fisiológica. La somatización surge, entonces, de la interacción entre las percepciones corporales (fisiológicas o mínimamente patológicas) y la atribución psicológica otorgada por el paciente (Kirmayer et al., 2007).

Síntomas clínicos

Como se mencionó previamente, la característica fundamental del trastorno de ansiedad por enfermedad es la preocupación, no por los síntomas, sino por la creencia de padecer una enfermedad. Esta creencia se basa en la interpretación errónea —catastrófica— de signos y sensaciones corporales como evidencia de una enfermedad (Torales, 2017).

En el caso de que un síntoma o signo físico esté presente, frecuentemente es una sensación fisiológica normal (por ejemplo, mareo ortostático), una disfunción benigna y limitada (por ejemplo, acúfenos transitorios) o un malestar corporal no indicativo de enfermedad (por ejemplo, eructos). Si una enfermedad médica está presente, la ansiedad y preocupación del paciente afectado es claramente exagerada y desproporcionada a la severidad de la enfermedad en cuestión.

La preocupación asociada a la creencia de estar enfermo está acompañada de gran ansiedad sobre la salud. Los pacientes con trastorno de ansiedad por enfermedad se angustian fácilmente sobre probables enfermedades tan solo al escuchar que otra persona está enferma. Sus preocupaciones acerca de una enfermedad no diagnosticada no responden a la evaluación médica ni a la presencia de evidencia que demuestre que no están enfermos. La preocupación acerca de estar enfermo asume un rol prominente en la vida del paciente, afectando sus actividades diarias, su identidad, su imagen corporal y puede incluso conducir a que el paciente se vuelva inválido (APA, 2013).

Debido a su convicción de enfermedad médica (“orgánica”, “física”), los pacientes afectados de trastorno de ansiedad por enfermedad consultan con mayor frecuencia a servicios de medicina interna o medicina familiar, antes que a servicios de salud mental. La mayoría de estos individuos tienen una extensa pero insatisfactoria historia de atención médica, aunque algunos rehuyen dicha atención.

La tasa de utilización de recursos de salud por parte de estos pacientes es muy elevada, en comparación con la población general. El paciente recorre varios servicios médicos y es atendido por varios profesionales; no obstante, la idea persiste a pesar de adecuada evaluación médica y reaseguramiento. A veces, la atención médica resulta en un aumento paradójico de la ansiedad, sin soslayar la posibilidad de complicaciones derivadas de pruebas y procedimientos diagnósticos a los que el paciente es sometido. Los pacientes afectados se sienten frustrados e insatisfechos con la atención médica recibida y la consideran inútil, sintiendo que los médicos no les prestan debida atención.

Creo que soy “hipocondríaco”, ¿qué puedo hacer?

No se alarme. Existen tratamientos disponibles, que por lo general se basa en los siguientes principios (Harrington, 2009; Kahn, 2016):

  • Establecer una firme alianza terapéutica con su médico.
  • Recibir educación acerca de las manifestaciones de su padecimiento.
  • Recibir reaseguramiento constante.
  • Optimizar su habilidad para enfrentarse a los síntomas, antes que tratar de eliminarlos.
  • Evitar realizar pruebas diagnósticas innecesarias.

Estudios clínicos controlados sugieren que la terapia cognitivo-conductual es eficaz en el tratamiento del trastorno de ansiedad por enfermedad (McManus et al., 2012). Asimismo, la terapia de grupo ha demostrado ser beneficiosa. En ambas modalidades, el objetivo es cambiar el centro de la atención desde la búsqueda de una enfermedad médica inexistente a la aceptación de las raíces psicológicas del problema (Brítez Cantero et al., 2012) y como paso siguiente abordar, buscar y modificar la percepción o conducta que sostiene el trastorno.

En el caso de la farmacoterapia, la misma es utilizada como adyuvante de la psicoterapia y de la psicoeducación. Los objetivos de la farmacoterapia son reducir síntomas comórbidos y trastornos concurrentes (por ejemplo, depresión), prevenir complicaciones y, en algunas circunstancias, reducir los síntomas hipocondríacos.

Además, manténgase activo, limitando así el efecto que el trastorno podría tener en su calidad de vida y su funcionamiento diario. Es responsabilidad de su médico ofrecerle un reaseguramiento constante y comprender que muchas veces usted será reticente a aceptar explicaciones sobre la ausencia de una enfermedad.

Por último, su familia y sus amigos no deben preocuparse en demasía por los síntomas expresados por usted (evitando así conductas de reforzamiento de los mismos). Ellos deben ser instruidos para ofrecer contención y apoyo constantes, para que usted se sienta seguro y acompañado.

Si cree que podría estar atravesando por un cuadro de ansiedad por enfermedad, anímese, consulte con un especialista en salud mental (médico psiquiatra o psicólogo). No deje que la ansiedad gobierne su salud física y mental y se apropie de su vida.

 

Referencias

 

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Columnista de Ciencia del Sur. Doctor en medicina y cirugía, especialista en psiquiatría clínica y magíster en docencia médica superior (Universidad Nacional de Asunción, Paraguay), diplomado en psicodermatología (Academia Argentina de Dermatología y Psiquiatría y Universidad Maimónides, Argentina) y magíster en psicofarmacología (Universidad de Valencia, España). Se desempeña como profesor de psiquiatría, psicología médica, socioantropología y metodología de la investigación, como asesor de la Dirección de Investigaciones y como Director de la Filial Santa Rosa en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNA. Es Investigador del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología - Programa Nacional de Incentivo a los Investigadores (PRONII). Es fellow de la American Psychiatric Association y miembro honorario de la World Psychiatric Association. Es presidente de la Academia de Dermatología y Psiquiatría del Paraguay (ADEPSI Paraguay) y presidente electo de la Asociación Paraguaya de Psiquiatría de la Infancia, Adolescencia y Profesiones afines (APPSIA). Sus líneas de investigación son epidemiología y psicopatología de los trastornos mentales; psicodermatología y fisioterapia en salud mental. Ha publicado 19 libros y más de 160 artículos científicos.

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