“Sciencetelling”, el nuevo desafío de los investigadores

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Los diferentes medios que hoy tenemos deben ser utilizados inteligentemente para contar ciencia (Gentileza).
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Hace unos días fui invitado por National Geographic (NatGeo) a un evento de ScienceTelling en la ciudad de Buenos Aires. Allí, NatGeo convocó a una veintena de científicos considerados “exploradores” por esta importante y emblemática organización internacional.

Estuvimos tres días juntos intercambiando opiniones, aprendiendo, discutiendo y practicando el sciencetelling. Muchos de nosotros nos imaginábamos de qué se trataba, algo así como las historias de la ciencia, o cómo contar la ciencia. Lo cierto es que este anglicismo venía cargado con mucha historia y muchas prácticas.

Los anglicismos invadieron el comercio y la cultura originalmente (p. ej. draga, dragado, rumbo, rada), hoy más en industria, política y deporte (p. ej. líder, tranvía, mitin, fútbol, deporte, boxeo, básquet, voleibol, tenis, revólver), hasta inclusive los anglicismos incorrectos que tienen que ver con la anteposición del adjetivo, como Jockey Club, Plaza Hotel. Durante los últimos 40 años el inglés se ha convertido en la lengua internacional de la ciencia, la tecnología y las comunicaciones (Yanosky, 2001).

Fue así que como equipo convocado fuimos aprendiendo entre español e inglés a entender que estaríamos viendo técnicas modernas de comunicación de la ciencia, trayendo todos los antecedentes del storytelling, o el contar historias. Estos temas de ciencia y comunicación fue tratado extensamente por Davis & Horst (2016).

Un grupo diverso de científicos, antropólogos, arqueólogos, biólogos, sociólogos que solo teníamos en común la pasión por la ciencia de diferentes países de América Latina, con historias de vida, educaciones, condiciones sociopolíticas diversas, que enfrentábamos en el día a día contar lo que hacemos y poder “convencer” sobre la importancia de nuestra aporte a la sociedad.

Pudimos discutir temas como arqueología de naufragios, cambios en la biología en zonas afectadas por el cambio climático, la fauna que vivía a la sombra de los dinosaurios, los techos verdes y la vegetación y fauna nativa, las luchas ideológicas, la educación ambiental como pilar de la conservación, el yaguareté como elemento “bandera” para la conectividad, las montañas sagradas, y los cambios que se están dando en la vegetación del Gran Chaco y los últimos lugares donde poder ver el Chaco original que teníamos antes de la llegada de “la conquista”.

Con más de 30 años de trabajo en ciencia y conservación, me parecía un poco arriesgado invertir mi tiempo en algo que sonaba más a mercadeo; también, habiendo tomado cursos para administración de la ciencia y comunicación científica, hasta me parecía que poco era lo que podría aprender.

Sin embargo, como suele ocurrirnos, estaba con la premisa errada. Aprendí mucho, capitalicé la experiencia de mis colegas, creamos una nueva red de trabajo (networking) y luego de experiencias vivenciales, que terminaron con nuestro debut frente a un público diferente al que estábamos acostumbrados, llevado a cabo en el Centro Cultural de la Ciencia, puedo confirmar que toda esta miríada de oportunidades que se nos abren a los científicos deben ser debidamente aprovechadas.

El sciencetelling o contar la ciencia, como quisiera llamarlo, nos brinda técnicas más o menos posibles de aprendizaje (aprendibles). En muchos casos algunos de nosotros tenemos algunas habilidades innatas y otras adquiridas por nuestras circunstancias de vida, pero decididamente se aprende a contar la historia, dependiendo de nuestra audiencia.

Foto: Alberto Yanosky.

Contar la ciencia no aborda lo que ya sabemos hacer relativamente bien: presentar en congresos, simposios, mesas redondas o debates de nuestros hallazgos científicos y mostrar cómo la lógica científica nos lleva a validar en nuestras matrices disciplinarias las conclusiones a las que hemos llegado.

En cambio, aborda ese otro “contar la ciencia”, más de vanguardia, que tiene una audiencia no necesariamente del ámbito científico, y el famoso elevator pitch, que simula una de esas oportunidades únicas en la cual no tienes más de tres minutos para contarle a alguien —en un ascensor o elevador— la importancia de tu trabajo.

Es no solo saber cómo contar la historia sino también qué recursos tenemos a mano para poder enriquecer nuestra habilidad de contar la historia: cómo movernos, cómo gesticular, cómo llamar la atención, cómo generar sentimientos. Y dado que en muchas oportunidades tenemos posibilidades de enriquecer nuestra habilidad de contar con imágenes o videos, utilizando la tecnología más familiar que hoy tenemos, como por ejemplo, nuestros teléfonos inteligentes.

El desarrollo de nuevas habilidades y herramientas para seguir la tendencia de la redes sociales es clave. Los diferentes medios que hoy tenemos deben ser utilizados inteligentemente para contar ciencia. Es la gran oportunidad que tenemos los científicos, de cada vez más poder mostrar lo que hacemos e impactar en la sociedad, contribuyendo al desarrollo de la misma.

Es muy común que nosotros mismos los científicos comencemos nuestras presentaciones asegurando que el tema no llamará la atención, que no será visto como importante, o asumiendo que la audiencia no entiende lo que hacemos.

Pues está en nosotros comenzar a ser más positivos e invitar a nuestra audiencia a motivarse con lo que hacemos, sin importar si se trata del hallazgo de restos de un naufragio en las costas atlánticas, o la persona que llevó a los científicos a uno de los hallazgos más importantes de los fósiles mesozoicos, o las mariposas en los techos verdes de Córdoba, o la naturaleza que venimos perdiendo en el Gran Chaco sin siquiera conocerla, solo por citar algunas de estas historias.

Socializar la ciencia es quizás uno de los desafíos más importantes de los investigadores. Por muchos siglos fuimos unos seres “especiales” (así nos creíamos), con un don particular que nos permitía cuestionar, preguntar, observar, y tratar de explicar.

Buscábamos la validación entre nosotros mismos, creando disciplinas y haciendo que nuestros pares nos evaluaran y nos creyeran, validando el conocimiento. Hoy estamos frente a un nuevo desafío: la socialización de la ciencia, la ciencia participativa y la ciencia ciudadana, pero este tema será eje central de un próximo artículo.

 

Referencias

 

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Columnista de biología y políticas científicas de Ciencia del Sur. Ex director ejecutivo de Guyra Paraguay. Es un reconocido biólogo y conservacionista y uno de los biólogos más productivos de Paraguay. Tiene un doctorado en ciencias biológicas por la Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina. Actualmente, es investigador PRONII del Conacyt. Recibió varios premios y reconocimientos en Paraguay y otros países.

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1 COMENTARIO

  1. Gran artículo, comparto la idea de un nuevo desafío para las ciencias de hoy, su validación en el campo social, ciudadano y participativo….la ciencia como una forma de incluir para lograr una sociedad mas preparada culturalmente!

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