Un cambio universal evidenciado es el aumento en la prevalencia de sobrepeso y la obesidad, definida como la acumulación excesiva de grasa; es considerada una pandemia del siglo XXI y afecta no solo a países desarrollados sino también a aquellos con medianos o bajos ingresos.
La gravedad en el aumento de personas con obesidad se traduce a su asociación con múltiples enfermedades tales como diabetes, cardiopatía isquémica y ciertos tipos de cáncer, que al ser adquiridas reducen la calidad de vida o producen la muerte. De hecho ha alcanzado proporciones tan elevadas, que según reportes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), como mínimo mueren cada año 2,8 millones de personas por sobrepeso u obesidad.
Si bien, anteriormente era un problema predominantemente en personas adultas, en los últimos cuatro decenios la prevalencia de obesidad en niños y adolescentes de edades comprendidas entre los 5 y 19 años se ha multiplicado, siendo una de los preocupaciones de salud más graves. Esto debido a que los niños y niñas con sobrepeso tienen mayores posibilidades de convertirse en adultos obesos y de sufrir enfermedades cardiovasculares como la diabetes a edades más tempranas.
En Paraguay, según la Primera Encuesta Nacional de Factores de Riesgo de Enfermedades no Transmisibles realizada en 2011, el 57,6% de los adultos presenta sobrepeso y obesidad, cifras que van en aumento, así como lo reportado por el Sistema de Vigilancia Alimentaria y Nutricional, donde un 30% de los niños en edad escolar y adolescentes presentan ya sobrepeso y obesidad.
Datos reportados por la OMS indican que en todo el mundo, el número de lactantes y niños pequeños (de 0 a 5 años) que padecen sobrepeso u obesidad aumentó de 32 millones en 1990 a 41 millones en 2016.
En los países en desarrollo con economías emergentes (clasificados por el Banco Mundial como países de ingresos bajos y medianos) la prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil entre los niños en edad preescolar supera el 30%. Lo preocupante de esta situación es que si se mantienen dichas tendencias el número de lactantes y niños pequeños con sobrepeso aumentará a 70 millones para el año 2025.
Causas y estrategias de prevención
Según la OMS la causa fundamental del sobrepeso y la obesidad infantil resulta del desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto calórico. Atribuyéndose al aumento del consumo de alimentos con mucha grasa, azúcares, escaso consumo de frutas y verduras, además de las reducidas prácticas de actividad físico-recreativas, donde un estilo de vida sedentario son priorizados a través de largas horas frente a video juegos, computadoras y celulares.
En cuanto al consumo de alimentos, el control sobre las elecciones que niños realizan requiere de una atención especial, sobre todo en la etapa escolar donde están más expuestos a adquirir comidas o meriendas poco saludables, por la escasa variedad de alimentos y la elección de aquellos con alto contenido calórico (snacks) porque la mayoría de los estudiantes lo hace así.
De hecho las elecciones que realizan los niños, sobre los alimentos que deciden consumir o las actividades que emprenden, mucho tiene que ver con el entorno que les rodea. Por lo que la educación alimentaria sobre la selección de los alimentos saludables desde el hogar marcará la diferencia al momento en que los niños tengan que relacionarse con sus pares.
En este sentido, Navarrete y colaboradores, en una revisión sistemática del 2015, sobre la efectividad de las intervenciones educativas realizadas en América Latina para la prevención del sobrepeso y obesidad infantil en niños escolares de 6 a 17 años, concluyen que “las intervenciones realizadas en el ámbito escolar que combinan la nutrición adecuada y la promoción de la práctica de actividad física son efectivas en la prevención del sobrepeso y la obesidad infantil».
Aunque los estudiosos sugieren la incorporación de intervenciones en el ambiente familiar para permitir un abordaje integral, asociado con mayores respuestas sobre el cambio comportamental de los escolares.
Por lo que además de la educación nutricional y los programas de actividad física, incluidas en programas educativos, la adquisición de una conciencia alimentaria en el ámbito familiar asegura comportamientos saludables desde la infancia y que se mantendrán hasta la edad adulta.
Cabe mencionar que en la mayoría de las cantinas escolares destacan alimentos poco nutritivos; de hecho las papas fritas, las bebidas azucaradas y las golosinas suelen ofrecerse fácilmente, sumado a que además tienen precios más reducidos que las frutas, sándwiches de verduras y jugos naturales. Además de ser escasamente hallados en dichas expensas, tienen precios más elevados, favoreciendo la selección de alimentos con “calorías vacías” por su alto contenido calórico y reducido aporte nutritivo a un precio más accesible.
Un trabajo de investigación realizado en el 2017 por los investigadores Páez y Barrios, revela que de 11 cantinas observadas en escuelas del interior del país, la mayoría ofrecía alimentos con alto contenido calórico; siendo las empanadas las más vendidas, en el otro extremo, los menos vendidos fueron las frutas.
Aquellos productos menos saludables tenían un precio más reducido que las frutas, predisponiendo, económicamente hablando, la elección de los mismos. Por lo que el problema en la selección de alimentos saludables no solo se encuentra influenciado por la presencia o ausencia de los mismos, sino también por el factor económico de las familias.
Una opción sostenible para la obtención frecuente de frutas y verduras sería la implementación constante de las huertas escolares e incluso, en el mejor de los casos, una huerta familiar que permita la accesibilidad permanente de frutas y verduras.
Varios son los pilares para un estilo de vida saludable, entre los que se mencionamos:
- Educación alimentaria para la selección inteligente de alimentos nutritivos desde el hogar, para que los niños, en sus diferentes ambientes puedan elegir objetivamente alimentos saludables.
- Actividad física regular, ejercicios al aire libre, deportes recreativos.
- Consumo adecuado de agua durante el día.
- Una opción no menos importante es la incorporación de huertos escolares o familiares a modo de favorecer la adquisición frutas y verduras de manera sostenible.
Por lo mencionado que el niño o niña aprenda a vivir a través de un estilo de vida saludable es una tarea que permitirá una adultez sana y buena calidad de vida.
Bibliografía
- Organización Mundial de la Salud. Diez datos sobre la obesidad. Recuperado julio de 2019.
- Organización mundial de la Salud. Estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud. Recuperado julio de 2019.
- Organización Mundial de la Salud. Comisión para acabar con la obesidad infantil. Recuperado julio de 2019.
- Cañete F, et al. (2016). Epidemiología de la obesidad en el Paraguay. An Fac Cienc Méd. Vol. 49(2).
- Herscovici C, Kovalskys I (2015). Childhood obesity. A review of school-based preventive interventions. Revista Mexicana de Trastornos Alimentarios. Vol. 6:143-51.
- Navarrete J. (2015). Efectividad de las intervenciones educativas realizadas en América Latina para la prevención del sobrepeso y obesidad infantil en niños escolares de 6 a 17 años: una revisión sistemática. Nutr Hosp. Vol. 31(1):102-114.
- Paez C, Barrios M, Burgos R, Meza Paredes J. (2017). Conocimiento, actitud y buenas prácticas de manufactura según anexo 2 de la resolución n° 16264/13 en instituciones educativas públicas de Tobatí [Tesis grado para la obtención del título de Licenciado en Nutrición]. Facultad de Ciencias Químicas. Universidad Nacional de Asunción.
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Johana Meza es nutricionista y docente. Egresada de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y especialista en dietética clínica y soporte nutricional, actualmente cursa una maestría en Nutrición Humana en la UNA. Es auxiliar de materias en la carrera de Nutrición de la UNA.