Una vez lograda la aprobación de la vacuna contra la COVID-19, las compañías farmacéuticas han estado buscando fabricar una vacuna combinada, es decir, diseñada para proporcionar protección contra más de una enfermedad.
Moderna es un ejemplo de esto. Ha impulsado pruebas para una vacuna combinada contra la influenza y la COVID-19. La empresa tiene planes de iniciar un ensayo avanzado a finales de 2023 en adultos mayores de 50 años, con la esperanza de obtener aprobación regulatoria para 2025.
¿Por qué es crucial una combinación de este tipo?
Cada año, unas mil millones de personas en todo el mundo se infectan con la influenza. De ellas, entre 3 y 5 millones padecen casos graves y entre 290.000 y 650.000 fallecen.
En cuanto a la COVID-19, es una enfermedad respiratoria que llegó para quedarse. A pesar de la disminución en el número de fallecimientos, aún se la considera una enfermedad similar a una gripe severa.
Para ambas enfermedades existen vacunas altamente recomendadas, especialmente para adultos mayores.
«La influenza y la COVID-19 representan una carga estacional significativa para las personas, los proveedores de salud, los sistemas sanitarios y las economías”, comentó el director ejecutivo de Moderna, Stephen Hoge, en octubre.
“Las vacunas combinadas ofrecen una oportunidad importante para mejorar la experiencia de los consumidores y proveedores, aumentar el cumplimiento de las recomendaciones de salud pública y aportar valor a los sistemas sanitarios».
Resultados iniciales prometedores
Los niveles de anticuerpos obtenidos en el ensayo de fase 1-2 demostraron que esta inyección generó una respuesta inmune contra los virus de la gripe similar o incluso superior a las vacunas actuales contra la influenza. Además, la vacuna provocó una respuesta inmune contra el SARS-CoV-2 similar a la del refuerzo COVID de Moderna, conocido como SpikeVax.
Los primeros resultados de la vacuna combinada de Moderna surgen después de que la compañía informara en septiembre que su vacuna reformulada contra la gripe tuvo un mejor desempeño que su intento previo.
Recordemos que algunas de las vacunas contra la COVID-19 desarrolladas durante la pandemia se convirtieron en las primeras inyecciones que utilizaron tecnología de ARN mensajero para enseñar al sistema inmunológico a reconocer el virus. Sin embargo, este tipo de tecnología ya venía siendo estudiada durante varios años.
Respecto a los efectos secundarios de la vacuna combinada, se observó un patrón similar al del refuerzo de la COVID-19. La mayoría fueron leves, y menos del 4% de los participantes de 50 años o más experimentaron reacciones más graves, aunque no requirieron hospitalización.
Debido a la disminución en la demanda de vacunas contra la COVID-19 debido a la falta de aceptación, algunos fabricantes esperan que una vacuna combinada anual ayude a combatir la fatiga asociada a las vacunas.
Algunos científicos temen que los pacientes no toleren el mismo nivel de efectos secundarios (incluyendo inflamación y fiebre) que se presentaron durante la pandemia con las vacunas anuales.
Moderna señaló que los efectos secundarios del refuerzo de la vacuna contra la COVID-19 fueron significativamente menores que los de las primeras vacunas administradas durante la pandemia. También mencionó que la inyección combinada estaría dirigida a personas mayores que no corren riesgo de miocarditis, un efecto secundario raro pero grave de la vacuna Moderna y Pfizer.
Además de Moderna, las empresas Pfizer y BioNTech iniciaron el año pasado un ensayo con su propia vacuna combinada contra la gripe y la COVID-19. Por su lado, Novavax también tiene una vacuna en fase de investigación.
Todo indica que las vacunas combinadas podrían estar disponibles en el mercado en 2025. Para su aceptación generalizada, será crucial que las compañías presenten datos claros, precios accesibles y una campaña de promoción en cada país.
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Columnista y editora científica de Ciencia del Sur. MSc y PhD en Biología Parasitaria con énfasis en Biología Molecular aplicada a microorganismos por el Instituto Osvaldo Cruz (Fiocruz) de Río de Janeiro, Brasil. Fabiola obtuvo su licenciatura en Biología de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas de la Universidad Nacional de Asunción.
Realizó un posdoctorado en la Universidad de Bath (Inglaterra) y es colaboradora externa del Centro para el Desarrollo de la Investigación Cientifica.
Actualmente es Research Assistant en el Instituto Sanger de Cambridge, Reino Unido.