Por Ignacio Telesca *
Acaba de publicarse una obra que marcará un antes y un después en la historiografía del Paraguay. El libro editado por Hannes Kalisch y Ernesto Unruh, ¡No llores! La historia enlhet de la guerra del Chaco (Asunción & Ya’alve-Sanga: Centro de Artes Visuales/Museo del Barro, Nengvaanemkeskama Nempayvaam Enlhet & Servilibro), aborda dos ejes que a toda persona dedicada a la historia le desvelan: cómo abordar la historia de los olvidados y excluidos por los relatos oficiales y cómo no caer en las garras del concepto de “Estado-Nación” como categoría de análisis única y exclusiva.
Veamos primero la estructura de la obra: tras un rico prefacio, se inicia el texto con una “apertura” donde se presenta por un lado la dinámica de los relatos y se introduce el tema de la memoria y, por otro, lo que la historiografía ha dicho sobre la población indígena durante la Guerra del Chaco. Le sigue luego el karakú de la obra: los relatos.
Es importante detenerse en este punto. Los editores trabajan desde hace más de una década y media en la recopilación de los relatos de las personas más ancianas de las comunidades.
La intención no fue la de publicarlos ni siquiera sacarlos de las comunidades sino compartirlos entre ellos con la intención de recuperar el protagonismo indígena, de la mano de la recuperación de la memoria y de la lengua.
De hecho, la organización que lleva a cabo la tarea se llama Nengvaanemkeskama Nempayvaam Enlhet que significa “hacer crecer nuestro idioma enlhet”. Todo su trabajo puede ser consultado en su página web.
Este grupo de trabajo venía recopilando los relatos de las y los ancianos con la intención primero de recuperar la memoria y segundo de compartirla con la comunidad. Para esto último se valieron de la radio Pa’i Puku (720 AM) que tiene alcance regional.
Este primer compartir hizo que más personas estuvieran interesadas en relatar sus memorias y de esa manera se formó un banco de datos muy rico en donde los más diversos temas son tratados y vueltos a tratar. Esto significó horas y más horas de grabación con las consiguientes para su desgrabación.
Lo que en un primer momento estaba exclusivamente destinado a las propias comunidades, con el trascurrir de los años se pensó en ponerlo en relación con las historias ‘oficiales’. Primeramente, apareció en alemán la obra Wie schön ist deine Stimme. Berichte der Enlhet in Paraguay zu ihrer Geschichte (Qué hermosa es tu voz. Relatos de los Enlhet en Paraguay sobre su historia) que se refiere a las relaciones entre los enlhet y los menonitas.
No es baladí que haya salido en alemán primero; la intención era confrontar, poner en tensión, con el relato menonita.
La presente obra, ¡No llores!, se refiere a la guerra del Chaco, la historia enlhet de la misma. Está subdividida en 5 momentos y un paréntesis: 1.- Los exploradores; 2.- En los fortines; 3.- Fuera de los fortines; Un paréntesis: la epidemia de viruela; 4.- La violencia desenfrenada; 5.- Reacciones.
En cada uno de estos momentos se incluyen relatos de los mismos indígenas, sólo relatos, 32 en total.
Le sigue a continuación una sección llamada “Observaciones”. En vez de utilizar la técnica de la nota a pie de página en cada relato, los editores decidieron realizar los comentarios y las contextualizaciones en un capítulo aparte, siguiendo la misma estructura de los relatos, dividido en los mismos momentos; de tal manera que cada lector/a pueda leer, si quisiese, tras cada grupo de relatos las observaciones pertinentes.
La última parte de la obra la constituye una reflexión sobre “los relatos enlhet y el Paraguay” donde los editores extraen las consecuencias de asumir realmente la historia de los enlhet, tanto para la comprensión de la llamada ‘historia nacional’ como para el abordaje de la relación memoria e historia.
Vista la estructura de la obra, la cual es compleja, lo que nos habla sobre la seriedad con la que se ha abordado la tarea, pasemos a reflexionar sobre los dos puntos que señalábamos en el primer párrafo y en el mismo título.
Una historia desde abajo
Se suele mirar con desconfianza, y muchas veces con justa razón, la repetida frase de ‘dar voz a los sin-voz’ puesto que siempre implica que hay alguien, un sector, que tiene la capacidad y el poder de dar lo que otro no posee; lo que podría pensarse como un proceso de liberación termina replicando otro modelo de colonialismo.
Sin embargo, hay experiencias muy importantes en donde quedaron recogidos testimonios que hoy son capitales para entender el pasado: estoy pensando en las obras compiladas por el CEPAG, los cuatro volúmenes del Kokueguara rembiasa que recogen las experiencias campesinas de las Ligas Agrarias Cristianas entre 1960 y 1980 y Ko’ãga Roñe’ẽta que testimonia la represión campesina en Misiones entre 1976 y 1978.
Se ha insistido mucho sobre el uso y la importancia de estos testimonios, desde su rol terapéutico para las mismas comunidades hasta su uso pedagógico, además, claro está, de su utilización como fuente para la narración de la historia.
Hay un texto clásico escrito por Gayatri Spivak titulado precisamente “¿Puede hablar un subalterno?” donde plantea como eje el análisis las condiciones de posibilidad de ser escuchado en su reclamo. Hablar, hablan; es un hecho. ¿Se les escucha?
Hay por lo general mediadores de estas voces. En el caso del Kokueguara rembiasa fue la Comisión Nacional de Rescate y Difusión de la Historia Campesina, en el caso de ¡No llores! los editores del libro.
Son estos mediadores los que toman las decisiones sobre cuál relato tomar y qué parte de dicho relato. Como dijimos antes, los testimonios eran generales, no sobre un tema en específico, eran horas de grabaciones, de las cuales los editores extraen partes y las agrupan.
El proceso es complejo si lo vemos en detalle (y dejemos de lado el tema de la traducción). Por un lado, la experiencia de la oralidad había señalado que la misma persona podía relatar una y otra vez la misma memoria y en cada oportunidad ir añadiendo o sacando especificidades; pero ahora, la escritura atrapa a la palabra y la encarcela, la fija.
Por otro lado, ¿hubiese sido el mismo relato si los protagonistas de las memorias hubiesen sabido que iría a ser destinado a un público amplio y general?
Un indígena anciano enlhet es subalterno en la sociedad llamada ‘nacional’ pero no lo es al interior de su misma comunidad. ¿En qué rol hablan los autores de los relatos? ¿Cómo los leemos nosotros?
En esa disyuntiva paradojal está el desafío y, al mismo tiempo, el karakú de la obra: en obligarnos a nosotros, lectores, a descentrarnos, a tomar una distancia respetuosa respecto al texto: una voz nos dice “esto que vos tomás como relato de un subalterno no lo es, fue ‘dicho’ en un contexto comunitario, para la comunidad, y se te está dando la posibilidad de asomarte, de escuchar la voz de otro, como quien escucha conversación ajena”.
En síntesis, no es el relato enlhet sobre la guerra destinado para la sociedad no enlhet; es el relato que ellos mismos se narran a sí mismos.
Y ¿qué dice ese relato?
El terror y el horror aparecen en las memorias: despojo, matanza, violaciones. Las mismas situaciones que se experimentaron en la conquista durante el siglo XVI. A 400 años de distancia las experiencias traumáticas se repetían, se volvían a vivir.
El Chaco también se conquistó sobre las poblaciones indígenas que lo habitaban. Un ejercicio fructífero, aunque ensordecedor, será el contrastar estos relatos con las cartas del clérigo Martín González de mediados del siglo XVI recientemente rescatadas.[1]
Una historia desde afuera
Esta obra nos cuenta una historia desde abajo pero también desde fuera del Estado-Nación. Es la historia de la ocupación y del dominio del país de los enlhet, son “las voces de los dueños originarios de la región”.
El Estado-Nación es una categoría que permea la actividad del historiador: si el Dr. Francia aseguró la independencia de la República, si Carlos Antonio López consolidó el Estado, si hay un segundo o tercer reconstructor del Paraguay, etc.; la lista podría continuar.
A veces aparecen las mujeres, la población indígena, la obrera y hasta la esclavizada, pero siempre en el contexto del Estado-Nación. A tal punto llega la simbiosis con esta categoría que hasta se llega hablar de un “Paraguay eterno”.
Todo Estado moderno se afianzó sobre la exclusión y la opresión; Paraguay no fue la excepción. Muchas veces se esconde esta realidad con el tema de la “integración”, hasta hoy día.
Cuando Carlos Antonio López suprimió los Pueblos de Indios declaró a estos últimos como “ciudadanos de la república”. Por un lado, los “integra” a la República, por el otro les niega la identidad indígena. Desde una visión del Estado-Nación siempre se ha tomado como una medida positiva, sin embargo, mirado desde el indígena el panorama cambia.
Lo mismo se puede pensar sobre la conquista europea en el siglo XVI o sobre la conquista del Chaco por los distintos Estados-Naciones desde fines del XIX hasta mediados del XX.
La obra que comentamos, ¡No llores!, nos presenta la visión de los que hasta la década del ’20 del siglo pasado eran los dueños del territorio. Los enlhet, y otros pueblos, se vieron primero invadidos por los menonitas y luego por los diversos ejércitos, el paraguayo y el boliviano. Los relatos dejan en evidencia las distintas maneras de relacionarse con lo otro, con los otros.
Vista desde fuera del Estado-Nación paraguayo (y boliviano), la guerra del Chaco implicó la desaparición del país de los enlhet. ¿Está bien? ¿Está mal? Depende del lugar hermenéutico donde nos ubiquemos.
Pero como en 1537, como en 1848, en la guerra del Chaco los sujetos sobre los cuales se impuso el Estado fueron las poblaciones indígenas. Los dos Estados lucharon por un territorio que de hecho era poseído por otros pueblos, otras naciones.
La guerra por el Chaco fue también una guerra contra los pueblos indígenas que lo poseían. Realidad que queda de manifiesto tras leer estos relatos.
Jaque a relatos hegemónicos
Este tipo de trabajos no sólo son necesarios, sino imprescindibles. Por un lado, para darle el protagonismo a cada una de las comunidades, pero también para poner en jaque los relatos hegemónicos que provienen del Estado y se hacen carne en el sistema educativo: tanto a nivel de hechos como de manera de narrar lo pasado.
La historiografía del Paraguay que narre lo acontecido en el Chaco en el siglo XX no podrá pasar por alto esta obra que acaba de irrumpir. Los que nos dedicamos a mirar para atrás para comprender el presente ¡No llores! nos cuestiona las categorías asumidas para estudiar la historia. Nos obliga a replantearnos nuestro lugar, desde el dónde miramos para atrás.
[1] Guillaume Candela, Entre la pluma y la cruz. El clérigo Martín González y la desconocida historia de su defensa de los indios del Paraguay. Documentos inéditos (1543-1575). Asunción: Tiempo de Historia, 2018.
* Ignacio Telesca es historiador e investigador. BA y MA in Modern History, University of Oxford; doctor en historia, Universidad Torcuato di Tella; posdoctorado en la Universidad de Colonia, Alemania, como Fellow de la Fundación Alexander von Humboldt. Es miembro de la Academia Paraguaya de la Historia y del Comité Paraguayo de Ciencias Históricas. Se desempeña como Investigador Independiente del CONICET, Argentina, y Profesor Titular de Historia de América Colonial y de Historia del Paraguay en la Universidad Nacional de Formosa.
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