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Una vez más, la prensa en Paraguay se hizo eco de un problema ubicuo en nuestros centros sanitarios: la existencia de bacterias multirresistentes en hospitales que ocasionan las llamadas infecciones hospitalarias. Este tema ya se había abordado hace algún tiempo en Ciencia del Sur, pero hay otras cuestiones pertinentes con respecto a los pacientes que ameritan una nueva columna.

Aquel paciente en quien se aísla o encuentra una bacteria resistente presenta un perfil característico: suele ser de edad avanzada, con varias enfermedades crónicas ya existentes (generalmente tratadas de forma insuficiente) y con repetidos ingresos hospitalarios (generalmente a causa de las enfermedades crónicas).

Es difícil acceder a los protocolos sanitarios para el manejo de dichas situaciones en los centros asistenciales de Paraguay. Cada hospital es distinto, y uniformar todo bajo el techo de un solo protocolo que cuente con correcciones que se adapten a la situación de cada hospital es algo que aún no se concreta. Recién en junio pasado se reglamentó la ley de 2013 que crea el Programa Nacional de Prevención, Vigilancia y Control de Infecciones Hospitalarias.

Aun así, cada hospital con un flujo regular e importante de pacientes suele tener —o debería al menos tener— un departamento de vigilancia epidemiológica, entre cuyas tareas suele estar el monitoreo de las medidas de higiene para evitar infecciones hospitalarias.

Varias etapas

Cuando ingresa un paciente con un perfil similar al mencionado arriba, este es sometido a un tamizaje, empezando por su historia clínica; esto es, se pregunta al paciente su última estadía en un hospital, qué enfermedades porta, qué medicamentos consume, cuándo usó por última vez antibióticos y por cuánto tiempo.

Si es posible, se indaga en el archivo de su última estadía en el hospital y se investiga qué gérmenes fueron aislados en dicha oportunidad. En caso de que exista indicio de una anterior colonización o infección por gérmenes multirresistentes, el paciente deberá ser aislado, obviamente para evitar la diseminación del germen.

Posteriormente, se procede a la toma de muestras de material biológico: cultivos de orina, sangre, esputo, secreción traqueal e hisopados de piel y anal o heridas. Todo esto se procesa cuando el paciente ya está internado. Si los resultados son positivos,  se procede al aislamiento.

En las salas de terapia intensiva o con pacientes con estadía prolongada se procede al tamizaje permanente y regular en busca de dichos gérmenes. Por ejemplo, una vez a la semana se realiza hisopados de piel (específicamente de la región inguinal) y anal.

Es importante distinguir entre colonización e infección. Un paciente puede ser portador de un germen pero no manifestar una respuesta orgánica ante la presencia de este, lo cual estaría colonizado —es decir, sería  un ‘’portador sano’’.

Si el paciente presenta criterios clínicos de una infección, ya sea fiebre, somnolencia, tos con producción de catarro o parámetros laboratoriales elevados (aumento de glóbulos blancos y proteínas de fase aguda), entonces se asume que el paciente puede estar infectado; o sea, este desarrolla una enfermedad a causa de la presencia del germen en el cuerpo. Esta distinción es relevante en términos clínicos, no así a fines epidemiológicos. Se aísla a todo paciente que esté infectado o colonizado.

Tratamiento complejo

bacterias multirresistentes en hospitales, quirófano
En el quirófano el instrumental quirúrgico o procedimental, así como las secreciones del propio paciente, son fuentes de diseminación (Foto: EBY).

Tener un paciente con una infección así, previamente enfermo con dolencias crónicas como diabetes o insuficiencia cardíaca, es siempre complejo. No disponer del arsenal adecuado para tratar la infección, ya sea porque el germen es invulnerable a antibiótico alguno o sencillamente es difícil conseguir el antibiótico ideal, compromete seriamente su sobrevida.

Cabe destacar que la bacteria, en el proceso de adquirir dicha multirresistencia, sacrifica generalmente su virulencia, o sea, su capacidad de provocar una infección en el cuerpo del hospedador. Interesante paradoja. Esto quiere decir que un paciente puede estar colonizado y no necesariamente infectado, lo que significa que no es necesario tratarlo con antibióticos.

Esto lo encontraría muy difícil de decidir el médico internista (u otro especialista tratante), y parte de su formación implica adquirir las habilidades necesarias que le permitan discriminar cuáles son las causas que impiden la mejoría del paciente.

Con esto no se está tratando de minimizar el problema ni de menoscabar la importancia del tamizaje. La presencia de gérmenes de este tipo es un problema de difícil solución cuando se trata de mantener al mínimo las infecciones intrahospitalarias, especialmente en el quirófano, ya que el instrumental quirúrgico o procedimental, así como las secreciones del propio paciente, son la fuente de diseminación de estos.

Contar con protocolos unificados acortaría la curva de trabajo en el manejo de estos pacientes, lo cual a su vez disminuiría el tiempo necesario para el tratamiento y la estadía hospitalaria, factor importante vinculado al contagio de nuevos pacientes. Todo esto sin mencionar el uso eficaz de antibióticos, ya sea en el hospital o en la comunidad.

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Osvaldo Meza es médico especializado en Medicina Interna por la Universidad Católica de Asunción (UCA) y editor de Ciencias Médicas en Ciencia del Sur. Forma parte de la Asociación Paraguaya Racionalista, y entre sus aficiones se encuentran la física, astronomía, la divulgación científica y el pensamiento crítico.

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