Desde su creación, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) en Paraguay ha experimentado una notable falta de reconocimiento y apoyo por parte de los sucesivos gobiernos, pero el de Mario Abdo Benítez alcanzó un nuevo hito de desinterés. En 2019, los investigadores se manifestaron públicamente por primera vez y expresaron su desacuerdo con la designación del Ing. Eduardo Felippo al frente de la institución.
A pesar de la oposición de la comunidad científica, el Gobierno de Mario Abdo confirmó a Felippo en su puesto. Lo más lamentable y vergonzoso fue que el mismo gobierno que estableció dicho consejo llegó a desconocerlo cuando llegó el momento de renovarlo. Hasta ahora, no se ha designado un reemplazo y, por lo tanto, desde diciembre de 2021, Felippo continúa como presidente de la institución.
Si bien es cierto que Paraguay ha mostrado avances en investigación y desarrollo (I+D) gracias a la iniciativa ProCiencia I, aún nos encontramos muy rezagados. Nuestro país destina una de las inversiones más bajas en ciencia a nivel mundial, apenas 0,15 % del PIB. Carecemos de políticas públicas que promuevan la colaboración entre la incipiente comunidad científica local, así como de estrategias que comprendan la urgencia de no desperdiciar más tiempo. El Presupuesto General de Gastos sigue sin contemplar inversión para I+D y dependemos de los royalties de una represa hidroléctrica en tiempos de eventos climáticos extremos.
Estamos desperdiciando la oportunidad de transformar nuestra nación a través de la economía del conocimiento. No somos competitivos ni atractivos en este ámbito. Nuestras universidades presentan deficiencias evidentes, en muchos casos son obsoletas, mediocres y, en los peores casos, incluso se oponen a la investigación o no quieren financiarla. El sistema educativo tampoco contribuye a solucionar este problema.
El próximo Gobierno de Paraguay debe evitar seguir los mismos errores en materia de políticas científicas. Las próximas autoridades del Ejecutivo y Legislativo, si desean dejar un legado histórico, deben asegurar una financiación fija a la ciencia con recursos del Tesoro.
Asimismo, deben potenciar programas y proyectos emblemáticos como el nuevo SISNI, PROCIENCIA II, BECAL y otros que contribuyan al desarrollo nacional, y no solo para mostrar su existencia.
Desde el 15 de agosto debe materializarse un cambio real que permita impulsar de manera efectiva y tangible el progreso del país. Ignorar la ciencia, la tecnología y la innovación en nuestra era es condenar a la ciudadanía paraguaya al subdesarrollo. Más allá de los fondos, también es imperativo reformar el CONACYT, actualizar el sistema educativo al siglo XXI, reconocer y recompensar la producción de conocimiento local, y fomentar el desarrollo de una cultura científica en Paraguay.
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Equipo periodístico y científico de Ciencia del Sur
Se puede afirmar sin lugar a dudas que en cualquier parte del mundo, sin ciencia no hay desarrollo y la investigacion científica en nuestro país necesita seguir avanzando con PROCIENCIA 2 y otros recursos que se pueden gestionar de otras fuentes nacionales e internacionales. Se necesita investigar también en temas dirigidos hacia las necesidades específicas de situaciones regionales y apoyar a la agricultura familiar para mejorar el nivel de vida de los mismos para lo cual se necesitan políticas de Estado.