Inicia el año la ciencia paraguaya arrastrando una incógnita: ¿Quiénes serán las autoridades del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) en 2022 y 2023?
El mandato de su presidente y de su consejo era hasta 2021, pero la burocracia y la época de vacaciones retrasa el recambio o la reconducción de los mismos desde hace más de dos meses.
Según fuentes consultadas por Ciencia del Sur, el Ing. Eduardo Felippo podría ser reelecto sin oposición aparente, pese a que su designación hace dos años fue resistida frontalmente por la comunidad académica y a que diversos referentes siguen subrayando la necesidad de que la institución sea dirigida por personas más idóneas.
¿Qué está dilatando el nuevo consejo?
El CONACYT envió el pasado noviembre a la Presidencia de la República la lista de los 15 consejeros y consejeras postuladas por las instituciones que integran el consejo. Estos, una vez nombrados por decreto presidencial, deben votar por una terna de personas a liderar el CONACYT. La elección final la tendrá nuevamente el presidente Mario Abdo Benítez con un segundo decreto.
En conversación con Ciencia del Sur, el consejero titular saliente por las universidades privadas, José Carlos Marín, explicó que aún no ha salido siquiera el primer decreto presidencial en el cual se nombra oficialmente al nuevo consejo.
“Aparentemente hay el mismo impasse que hubo en las elecciones anteriores sobre la interpretación del título máximo [de los consejeros]. Eso está en discusión, no ya en el CONACYT, sino en la Presidencia de la República. Están haciendo las consultas correspondientes para tomar las decisiones al respecto”, dijo.
Marín se refiere al artículo 10 de la Ley 2279/03, el cual establece que para ser consejero del CONACYT se requiere: “a) nacionalidad paraguaya o por naturalización; b) poseer título universitario máximo, otorgado por una universidad nacional, preferentemente en las áreas ciencias causativas o tecnológicas, o el equivalente de una universidad extranjera, debidamente revalidado en el Paraguay, y c) haber ejercido la docencia universitaria o poseer experiencia comprobada en el ejercicio de su profesión por un período mínimo de diez años”.
Para la renovación de autoridades en 2019, en lugar de elevar los estándares y exigir un doctorado, el título universitario más alto, el consejo saliente del CONACYT decidió requerir de los candidatos a consejeros nada más un título de grado, como una licenciatura o ingeniería.
Según Marín, el retraso se debe a que en los meses de diciembre y enero muchos funcionarios se encuentran de vacaciones. Opinó que la gestión del Ing. Felippo le pareció “bastante buena” y que probablemente su nombre vuelva a estar en la terna para presidir la institución.
En reiteradas oportunidades, Ciencia del Sur se comunicó con el CONACYT para obtener la visión del Ing. Felippo, pero este se encontraba de viaje. Tampoco la institución accedió facilitar la lista no oficializada de los nuevos consejeros en este momento, aunque adelantó que hay “muy pocos cambios en relación al consejo anterior”.
Igualmente, este medio intentó obtener los puntos de vista de la consejera por la Sociedad Científica del Paraguay, Antonieta Rojas de Arias, y de la consejera por las universidades estatales, Zully Vera, rectora de la Universidad Nacional de Asunción. Ambas se excusaron de brindar declaraciones por encontrarse de vacaciones.
No obstante, varios investigadores dieron su opinión a Ciencia del Sur sobre los criterios a tener en cuenta para los cargos y las necesidades de una nueva política de ciencia nacional.
Un consejo acorde a la realidad del mundo científico
Desde hace ya varios años, la comunidad científica pide cambios en la estructura del CONACYT. Christian Schaerer, investigador y profesor de ciencias exactas, dijo que la institución posee una estructura no adecuada a las necesidades que requiere hoy la ciencia y el crecimiento del Paraguay. Opinó que el Ing. Felippo “es un buen administrador” pero “hay que ir un poco más allá de eso”. Considera que el consejo necesita un recambio fuerte y debe estar conformado por representantes de las diferentes áreas de las ciencias, no por representantes de instituciones.
El biólogo y conservacionista José Luis Cartes compartió una perspectiva similar y dijo que el consejo del CONACYT debe estar conformado por personas que tengan experiencia y trayectoria en materia de investigación. “Así como está conformado tiene una visión muy anticuada, donde la ciencia es muy utilitarista y son los usuarios de sus productos los que determinan qué y cómo hacer”. Para el investigador, la gestión del Ing. Felippo “deja mucho que desear”, evidenciada en indicadores decepcionantes en el informe presentado.
Asimismo, el politólogo Marcello Lachi concordó con que se necesitan más investigadores y menos empresarios en el consejo. También sugirió que el gobierno debería tener un representante de la presidencia y no de los ministerios, “ya que el presidente da la línea política del gobierno. Un representante de la presidencia estaría más competente para dar una línea política también al CONACYT”.
Para la doctora en biología Fátima Mereles, “los que van a ir como consejeros deben estar muy compenetrados con los objetivos del CONACYT”. Afirmó que se deben elegir personas con actitudes positivas hacia lo que es el ente y lo que el país quiere desarrollar. “Las representaciones deben ser en beneficio del país”, no sectoriales, declaró.
Por su parte, el investigador en ciencias biomédicas Alcides Chaux sostuvo que si se mantiene la misma línea en el CONACYT no habría ningún inconveniente. “Sé que hay algunos cuestionamientos por el hecho de que [el Ing. Felippo] no tiene experiencia directa en investigación, pero para mí el hecho en sí no es excluyente, sobre todo si tiene un buen consejo de investigadores que le guían al respecto”.
Camilo Caballero, investigador en ciencias sociales del PRONII, propuso que el consejo debe representar al triángulo de Sábato o a algún otro modelo de gestión o interacción de los actores de un sistema nacional de ciencia y tecnología. Agregó que los consejeros deben tener una aguda comprensión del paradigma científico y ser capaces de plasmarlo en cada acción.
“Actualmente no ocurre ni lo uno ni lo otro, salvo contadas excepciones”, opinó. Alegó que existe una subrepresentación del sector científico y que los tres actores principales de un sistema nacional de ciencia y tecnología—gobierno, empresa-industria y academia—deben estar en equilibrio.
Hacia una nueva lógica para las políticas de ciencia
Los investigadores consultados por Ciencia del Sur ofrecieron ideas para fortalecer y seguir desarrollando la política de ciencia nacional.
Schaerer ve como una urgencia consolidar la comunidad científica: “¿Cómo fijar las nuevas generaciones de doctores que formamos? Necesitamos que ellos nos ayuden en nuestra diplomacia científica, a contactar con otros doctores a nivel mundial y que las investigaciones que hagamos estén inmersas en el contexto internacional futurista”.
También considera necesario responder a la duda de la sostenibilidad. “Tener un modelo desordenado como el que tenemos ahora, en el que la persona necesita tomar varios empleos para subsistir, va en contra de las ciencias porque el científico necesita tiempo para pensar”, argumentó.
En la misma línea, el investigador Lachi también defendió la necesidad de un sistema de investigación con continuidad para los investigadores. “Tú no puedes armar un sistema de investigación que no es permanente; no puedes hacer una investigación en el tiempo libre porque es acumulación de conocimiento. No puedo hacer una investigación por dos años y después me dedico a dar clases por tres años”, retrató.
Para Chaux, se necesita dar énfasis a la generación y respuesta de “preguntas relevantes, significativas, y no tanto en el control minucioso de los gastos porque eso consume mucho tiempo en un proyecto de investigación”. Considera que las investigaciones tienen que estar orientadas a resolver los problemas sociales, que deben ser definidos y priorizados.
El biólogo Cartes propone defender el presupuesto asignado a la ciencia e incrementarlo; mejorar los programas, relacionándolos con otros como el de formación de capital humano y la academia; aplicar esquemas de evaluaciones objetivas y aceptables; propiciar el desarrollo de instituciones dedicadas a la investigación científica; facilitar la formación de jóvenes investigadores dentro del país y capitalizar las capacidades que residen ya en Paraguay.
De la misma manera, el doctorando Caballero expresó que es necesario aumentar la cultura científica de la población paraguaya, con más científicos insertados en diversos sectores estratégicos estatales y empresariales. “El CONACYT es el organismo rector de las políticas públicas de ciencia y tecnología. Esto implica tener incidencia en la estrategia estatal de desarrollo de la ciencia y tecnología en todos los niveles, pero aún estamos muy lejos de eso”, aseguró. “La ciencia necesita tiempo, previsibilidad, recursos, redes, y todo esto choca con la lógica administrativa actual”.
Una turbulenta etapa
El periodo del actual consejo del CONACYT inició de manera turbulenta en 2019. Por primera vez en la historia, la comunidad científica se manifestó frente a la institución en rechazo a la terna propuesta para la presidencia del CONACYT. Universitarios también se presentaron frente a la sede para posicionarse en contra de la designación del Ing. Felippo como presidente. Ambos grupos reclamaban que quien fuera designado debía ser un investigador y no un empresario que había hecho declaraciones que demostraban un desconocimiento de la ciencia.
Desde el inicio de la gestión, investigadores han denunciado situaciones como falta de transparencia, intromisiones sectoriales en la evaluación de proyectos e irregularidades en adjudicación de fondos, aunque otros han destacado la capacidad administrativa.
Según el último informe de gestión del CONACYT, 2021 culminó con 83 investigadores menos categorizados en el Programa Nacional de Incentivo al Investigador (PRONII): de 515 a mitad de año, se redujeron a 432. Se destacan áreas como la repatriación y radicación de investigadores para hacer ciencias en el país y los fondos especiales para proyectos sobre la pandemia del COVID-19.
Nota del editor: la Dra. Antonieta Rojas se comunicó con Ciencia del Sur para aclarar que se encontraba en el país al momento de contacto, no en el exterior como mencionaba anteriormente este artículo.
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Alejandra es reportera en Ciencia del Sur. Licenciada en periodismo por la Universidad Autónoma de Asunción, se ha desempeñado en distintas área de la comunicación para empresas y organizaciones de la sociedad civil. Fue una de las ganadoras del Premio Nacional de Periodismo Científico de Paraguay en 2019 y en 2022. Forma parte de la Red LATAM de jóvenes periodistas, iniciativa de Factual y Distintas Latitudes.