El Dr. César Marín es especialista en ecología y evolución. (Gentileza)
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Para el biólogo César Marín, uno de los principales aprendizajes en su carrera como científico es que falta comprender que la ciencia cambia todo el tiempo y que ningún humano es 100 % racional. Este destacado investigador afirma que no existe un único método científico y alerta sobre la falta de inversión en I+D en Colombia, su país de origen.

Desde Ciencia del Sur tuvimos el gusto de dialogar con Marín, quien amablemente aceptó hablar sobre su trabajo, sus proyectos y su perspectiva frente a la profesión en Colombia y la  región, así como su consideración frente al futuro con el cambio climático y la realidad a la que se enfrentan los científicos.

César es egresado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, tiene un doctorado en ciencias con mención en ecología y evolución por la Universidad Austral de Chile. Es investigador y profesor asociado del Centro de Investigación e Innovación para el Cambio Climático (CiiC) de la Universidad Santo Tomás de Chile.

Fue reconocido con el Premio Afrocolombiano del Año (2019) en la categoría Academia y también en el Simposio de Investigadores Jóvenes (2021) por la Sociedad de Biología de Chile. Tiene una larga trayectoria con la fundación, investigación y edición de diversos proyectos e instituciones, tanto en América como en Europa, ejerciendo como académico posdoctoral en el área de las ciencias de la vida.

El Dr. Marín también es divulgador científico en distintos medios y proyectos, siendo miembro fundador del South American Mycorrhizal Research Network. Y ha buscado dejar su huella como afrocolombiano, víctima del conflicto armado, mediante las Bibliotecas Comunitarias para la Memoria y la Auto Reparación.

-¿A qué se dedica como científico y cuál es su función en el CiiCC?

Me incorporé en enero de este 2022 al CiiCC, Facultad de Ciencias, Universidad Santo Tomás, donde soy investigador y profesor asociado. El Centro está compuesto de 8 investigadores, la mayoría en Santiago (yo resido en la región de Los Ríos, donde terminé mi doctorado en el 2018), todos con áreas diferentes, pero complementarias, de la ecología a todas las escalas. 

Hay desde expertos en océanos y sus conchas, hasta expertos en murciélagos, humedales, y suelos, como en mi caso. También estamos encargados de dar clases en el doctorado en conservación y gestión de la biodiversidad de la universidad.

Por lo demás, mi trabajo es seguir haciendo lo que hice previamente durante mis posdoctorados: investigación, solo que ahora con bastante más libertad de tiempos, temas, horarios, personas y ética de trabajo. 

En este instante me encuentro como investigador principal de un proyecto chileno por 3 años, coinvestigador de otro proyecto chileno, también por 4 años, así como investigador asociado o colaborador de dos proyectos globales con origen en Alemania y Países Bajos. Además, estoy postulando a 3 proyectos más en la actualidad, en Chile y Perú, y publicando al menos 10 artículos al año, por lo que el tiempo siempre se hace corto. 

Investigo en múltiples temas, pero me centro en la ecología del suelo y de micorrizas. Principalmente en la relación causal entre biodiversidad y diferentes formas de cuantificarla, los procesos/servicios/funciones del ecosistema terrestre y las variables ambientales. 

Tradicionalmente en ecología se investiga cómo el ambiente afecta a los organismos, pero creo que esto es un proceso de retroalimentación: los organismos también afectan y modifican al ambiente, pero esto no se ha investigado tanto en ecología y evolución. Los microorganismos del suelo ofrecen una oportunidad única para estudiar dicha retroalimentación. 

Para Marín, el Estado colombiano no incentiva ni invierte tanto en ciencia como los propios científicos locales. (SRS)

-¿Cuál es su interés investigativo?, ¿tiene algún hallazgo increíble?

La ecología del suelo y de micorrizas, y la relación causal, espacial, y temporal entre la biodiversidad del suelo y diferentes formas de medirla (taxonómica, funcional, filogenética, estructura comunitaria, redes de interacciones). Los servicios o funciones ecosistémicas del suelo (ej. respiración, ciclos de nutrientes, productividad primaria y secundaria, infiltración de agua, etc). 

Todo esto en contextos naturales, experimentales, y aplicados (ej. agricultura, restauración ecológica). Me centro en esto, sin embargo también he explorado otros campos, como la conservación biológica, selección multinivel, propagación vegetal mediante hormonas, viticultura, entre otros.

Es difícil pensar qué significa «increíble». Diría que quizás mi primer trabajo, de mi tesis de pregrado, donde un patrón altamente denso y uniforme de sembrar el maíz reduce en más de un 90 % las malezas, y aumenta la cosecha de maíz en un 70 %. 

Tengo un par de artículos sobre esto. O quizás mi tesis de doctorado donde muestro cómo las hifas de los hongos colonizan y degradan las rocas del material parental, liberando sus nutrientes -esto se sabía desde hace 20 años pero con muy pocas evidencias in situ, como fue mi estudio. Bueno, habría muchos otros hallazgos. 

Recientemente estoy en un par de artículos donde se cuantifica el número total de especies de hongos en 3.200 parcelas en todo el planeta, dicho número sería aproximadamente 905.000 especies, basadas en secuencias de ADN ambiental.

-¿Cuál considera qué es el papel de biólogo en nuestra región, como científico y como alguien que aporta a la sociedad?

El papel del biólogo sin posgrados tiende a ser lamentablemente muy limitado. Consultor, contratos por pocos meses, funcionario público, etc. Ninguno de esos roles está mal, pero pienso que una formación seria en biología debería llevar a mucho más. 

El problema es que, al menos en nuestros países, cuando alguien adquiere un posgrado, por lo menos en ciencias, especialmente las biológicas, tiene menos posibilidades de ser contratado. Acá en Chile la tasa de desempleo, para un profesional es de menos del 3-5 %, mientras que para alguien con doctorado ronda el 15 %. 

Los roles de un biólogo incluso como científico, serán limitados mientras que la inversión en ciencia no sea mucho mayor. Pero una mayor inversión en ciencia tampoco podría significar que se bajen los estándares y se acepte cualquier idea, proyecto o publicación. Si no que se invierte más desde el pregrado (o desde antes, por supuesto) para formar mejores biólogos, y aumentar el número neto de buenas ideas, proyectos, y publicaciones.

-Como colombiano, ¿cómo ve la formación (en los diferentes niveles), ejercicio y producción científica de los biólogos en el país y en el exterior?

Los colombianos somos muy valorados en el extranjero, a veces más que los locales, quizás porque precisamente costó tanto esfuerzo llegar afuera, sostenerse y, además, conseguir un trabajo. 

Ni se diga de un trabajo permanente, que en promedio toma más de 10 años lograr. Creo que hay muchas fortalezas de escuelas de pensamiento clásicas y no tan clásicas de la biología en Colombia. Puedo pensar de muchísimos nombres que han sido referentes, desde filosofía de la biología hasta especiación. 

Es indudable que las condiciones naturales del país han llevado a trabajos absolutamente interesantes. Pero también es obvio que falta mucha más inversión, descentralización, y en general, que se presente a la biología como una opción viable, en un país con apenas 88 científicos por cada millón de habitantes (aquí en Chile dicho número es de 493, en Dinamarca de 8066). Por ejemplo en las ciencias biomédicas existe un potencial enorme, pero muy desperdiciado.

-¿Considera que en Colombia se forma, se invierte y se promueve la ciencia en la cultura y sistema educativo del país?

No por parte del Estado, pero sí por parte de muchos científicos muy entusiastas y enamorados de lo que hacen.

El biólogo César Marín estudia la ecología del suelo y de micorrizas, y la relación causal, espacial, y temporal entre la biodiversidad del suelo y diferentes formas de medirla. (Gentileza)

-¿En esta trayectoria cómo ha sido su experiencia, entre aprendizajes, dificultades o experiencias memorables?

Los aprendizajes son muchos para resumirlos, pero creo que serían: comprender que la ciencia cambia constantemente y que ninguna persona es siempre 100 % racional; la misma ciencia nos muestra cómo cualquier cosa, aparentemente irrelevante, puede atrofiar la razón. 

No existe un único método científico, sino múltiples formas de hacer ciencia, aunque las postulaciones a proyectos se siguen pensando en un contexto popperiano. Hay una enorme cantidad de ciencia (de hecho, la mayoría) que no sigue ese contexto pero que no por ello deja de ser ciencia. 

Por ejemplo hace poco un artículo en PNAS estimó que aún faltan por describir 9.200 especies de árboles en todo el planeta, describirlas sigue siendo ciencia así su descripción no se pueda falsear, así como el modelamiento, metaanálisis, medición de procesos, etc.

Siguen siendo ciencia. 

Sin duda, es imposible trabajar solo y es fundamental establecer redes de colaboración en todos los alcances geográficos posibles, yo siempre durante mi doctorado fui el único estudiante de mi supervisor pero de todas formas tuve bastantes colaboradores a lo largo de Chile, en América del Sur y en Europa. La única forma de hacer todo lo que se tiene que hacer es mediante la división del trabajo; el prestigio y la productividad no son tan importantes como se cree. 

Claro, es importante ser productivo puesto que esto permite acceder a fondos para poder hacer investigación, y permite acceder a un trabajo estable, pero igualmente importante es que uno se sienta bien, acogido y libre donde está trabajando. 

Sin duda, he pasado por espacios no del todo agradables. Con mucha jerarquía, mucha imposición, esquemas muy universales que no conducen a nada. He tenido un rango de experiencias desde lugares muy jerárquicos y «tóxicos», hasta lugares donde me siento absolutamente bien, donde me siento más en familia que con algunos familiares. 

Creo que lo más bonito de la ciencia es eso, formar una profunda y solidaria amistad, y mejor aun cuando son decenas o cientos en múltiples países del planeta; otro aprendizaje ha sido no dejar las cosas a medias. Me la paso constantemente rescatando manuscritos que no se lograron publicar y trato de que se publiquen, en un caso, me tomó siete años publicar un experimento que demuestra selección multinivel, más que nada por falta de tiempo. Creo que a la comunidad científica, en general, le falta mucha introspección y filosofía

Por otro lado, he tenido conversaciones o intercambios con personas muy destacadas, incluyendo un premio Nobel (Rich Roberts, Medicina 1993), que no tienen para nada esa actitud jerárquica, y cuyo tratamiento es muy horizontal, muy ameno. 

Bueno, básicamente casi todos los científicos eminentes en mi área de mayor interés, son ahora colaboradores de alguna u otra forma.

En 2014 era un sueño o algo irreal pensar que podría trabajar con ellos, pero ahora tengo publicaciones con Maarja Ôpik y Leho Tedersoo de Estonia, Marcel van der Heijden de Suiza, Diana H. Wall (Colorado State University), Thomas Crowther (Suiza), Fernando Maestre y Manuel Delgado-Baquerizo (España), entre muchos otros, todos han hecho cosas increíbles, han recibido muchas distinciones, publicado mucho. 

En biología evolutiva he tenido contacto (aunque no publicado) con Charles Goodnight de la Universidad de Vermont y con David Sloan Wilson de Binghamton University. Aquí en Chile también colaboró o soy amigo de varia gente muy destacada, incluyendo a mi director doctoral Roberto Godoy (pionero en biogeoquímica terrestre en los 80), Guillermo D`Elía, Fernando Borie, entre otros; alcancé a recibir una clase de don Humberto Maturana, antes que falleciera. 

-¿Cómo ve el futuro de la biología en América Latina de cara al cambio climático, la conservación, la agricultura, las enfermedades, la educación ambiental y demás situaciones?

Será inevitable, espero yo, que se le de un rol más central a las ciencias biológicas frente a todas esas problemáticas. Hay cambios ya irreversibles, cuya única mitigación posible pasa por la biología, por la ecología. Lamentablemente, creo, se debe vender esta urgencia desde un punto de vista más económico que ético y de supervivencia. 

Los hidrocarburos, petróleo, carbón, ganadería extensiva, entre otros, aunque en el corto plazo parecen muy rentables, no lo serán en el mediano ni largo plazo. Y es ahí donde la ciencia (y la economía) producen la evidencia de ello. Lo que, con suerte, llevará a cambios políticos y en el mercado. Por supuesto ya será muy tarde, principalmente para la humanidad y en parte para el planeta.

-¿Qué mensaje o consejo le dejaría a los futuros biólogos que están o quieren iniciar en esta ciencia, para que salga adelante con su profesión?

Uno puede quejarse y denunciar las ineficiencias del sistema, pero, al mismo tiempo, luchar muchísimo para salir adelante, y para cambiar el sistema. A mi como colombiano, afro y víctima de la violencia, me ha tocado esforzarse el triple o cuatro veces más que los demás. 

Me presenté a múltiples cargos donde seleccionaron a personas muchísimo menos capacitadas. Tuve, en alguna oportunidad, jefes con menos currículum. Si uno se deja consumir la cabeza por esas injusticias, perdió. Es un ejercicio innecesario y hay que tener el cuero duro. Hay que entender que la ciencia es una cosa más pero no todo. 

Frente a las etapas iniciales: hay que hacer una muy buena tesis de pregrado, ojalá publicable, hay que asistir a congresos, charlas, ser asistente de laboratorio o de clase, y sobre todo, entender que la formación de postgrado es bastante diferente. He visto muchísimas personas que en pregrado tenían un gran promedio pero no tenían ideas originales y no llegaron a un postgrado, o de hacerlo, no les fue del todo bien. 

Lo que quiero decir es que, al menos en mi muy subjetiva experiencia, un gran promedio de pregrado no necesariamente se traduce en una carrera de investigador. Porque para esto último se necesita mucho más: creatividad, independencia, y atreverse, atreverse a escribirle a alguien muy reconocido; a salir del país y dejarlo todo atrás, a tener periodos de tiempo en los que solo se trabaja; a constantemente ser criticado y rechazado. 

Creo que he visto mucha gente que no desarrolla su potencial, muchos tienen ciertos miedos de salir, de lanzarse al agua, u otros que manejan muy mal el rechazo, las críticas, y las injusticias. Yo constantemente he sido rechazado, me rechazan en trabajos, artículos y proyectos, muchas veces de forma justificada -que le permiten a uno mejorar y seguirlo intentando, y varias otras veces de forma injusta. 

Ante esto último, he puesto todo en perspectiva: que le den un muy buen trabajo a alguien mucho menos capacitado que uno es nada en comparación a las situaciones de violencia que he vivido. Por eso hablaba de poner la actividad científica siempre en perspectiva. 

El último consejo, quizás más difícil, es rodearse de buenas personas, de buenos mentores y colegas. Esto es más difícil pues depende mucho de la suerte, son cosas que por lo general son difíciles de saber (pero se pueden preguntar siempre) hasta que ya se llegó a un sitio. 

Tan o más importante como la calidad científica de un lugar es su calidad humana, y aunque muchos sitios, muy productivos, son además reconocidos por su excelente trato humano, muchos otros no. 

Por mi parte, además de afirmar esto, siempre he señalado o criticado aspectos del quehacer científico como la excesiva formalidad de las sociedades y el hecho de que solo las publicaciones Web of Science cuentan, y no hay espacios suficientes de divulgación para esto. 

Pero en mis vacaciones o los fines de semana, o en las noches, he trabajado para solventar estas autocríticas, he trabajo en alternativas de publicación, en divulgación, y sobre todo en hacer redes y conectar a personas de todas las escalas.

El biólogo también cuantifica el número total de especies de hongos en todo el planeta. El número sería aproximadamente 905.000 especies, basadas en secuencias de ADN ambiental. (Gentileza)

-¿Qué piensa de la divulgación científica de la biología y esa ciencia pop que se publica en libros, videos y textos para acceso del público general?

Hay muy buena y muy mala divulgación. Hay entrevistas que suelen ser muy mal conducidas o caen en lugares comunes o intentan ser sensacionalistas, cuando el común de la actividad científica está inmerso en aspectos mucho más complejos que un titular. En mucha incertidumbre. Creo que es más la mala divulgación que la buena. 

Falta más divulgación de conceptos que de hallazgos. La divulgación científica no es algo que se pueda hacer sin la revisión o comentarios de un científico activo. Por otro lado, aún son insuficientes los fondos e incentivos para hacer divulgación desde las agencias de financiación, aunque es algo que formalmente se solicita. 

Respecto a los libros populares, de nuevo, hay algunos muy buenos (como los de José Maza acá en Chile) y muchos otros bastante regulares. La verdad no me queda mucho tiempo para verlos.

-¿Hay una discusión filosófica de la biología que le interese?, ¿y cuál cree que, en la actualidad, es la discusión, pregunta o asunto fundamental que la biología (y la filosofía de la biología) debe abordar?

Creo que hay dos, una centrada frente a selección multinivel y otra frente a una relación causal entre biodiversidad y funciones ecosistémicas. Es algo sobre lo que he escrito y hablado bastante durante los años.

Por otro lado, la biología es muy amplia como para que sea una única pregunta. Estas preguntas fundamentales cambian cada cierto tiempo, se influencian por la aparición de nuevos métodos que permiten rescatar preguntas del pasado. Siempre hay temas que se van volviendo más o menos relevantes.

 

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Es licenciado en educación básica con énfasis en humanidades: lengua castellana e inglés, por la Universidad de Cundinamarca (Colombia). Es creador de Radiotelescopio abandonado y Girardot Review. Hizo parte de semilleros universitarios de investigación, y trabajó como editor colaborador para Nullius in Verba. Además ha participado en diversos medios escribiendo sobre literatura, educación, semiótica y lingüística. Columnista de lingüística, literatura y educación de Ciencia del Sur.

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1 COMENTARIO

  1. Muy enriquecedor aporte. Sus experiencias son de gran motivación.
    » Por eso hablaba de poner la actividad científica siempre en perspectiva.
    El último consejo, quizás más difícil, es rodearse de buenas personas, de buenos mentores y colegas.»

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