El jueves 26 de julio inicia el Ciclo de Escritura Científica (CEC 2018), organizado por Ciencia del Sur, la Sociedad Científica del Paraguay y el Instituto de Patología e Investigación. Los talleres tendrán a un interesante grupo de profesores que son los investigadores más productivos que tiene el país actualmente.
Es una brillante oportunidad para reflexionar sobre el quehacer científico local.
¿Por qué es importante hacer ciencia y divulgarla?
Independientemente de la importancia nacional del emprendimiento científico, que ya no se discute porque ayuda al desarrollo cultural y económico de los países, existe un imperativo de investigación en el ser humano.
Para ciertas personas es una necesidad vital investigar. Como el sentido lúdico infantil. Como para un artista pintar o componer o para un poeta escribir bellos poemas. Es un camino hacia la autoexpresión. ¿Acaso que la autorrealización no es el destino preferido aunque no siempre alcanzado del Homo sapiens?
No existe aún otra manera creíble de confiar a los otros los descubiertos secretos de la naturaleza que publicar en alguna revista científica. Es casi un deber de la especie, que así se propaga y transmuta en su impredecible y breve destino. Comunicar en primer término a los colegas investigadores que están trabajando en áreas afines, en segundo lugar a otros científicos y en tercer lugar a la población general. Este último rol ya no es del científico necesariamente, sino de los divulgadores o comunicadores de la ciencia.
Hay pocos investigadores con el talento de difundir sus ideas y al mismo tiempo no perder el rigor ni la práctica científica. Es que asomar del aislamiento oscuro y silencioso de la investigación al gran mundo de luces y acción cobra el alto precio de la contaminación mundana.
Uno que sí pudo fue el Premio Nobel de Medicina Peter Medawar. En las disciplinas humanistas fue Edward Said. Richard Dawkins y Carl Sagan sufrieron el castigo. Pero es probable que en el futuro cambien los métodos de comunicación. Se nota, evaluando la historia de las publicaciones, una gradual contracción de los trabajos, que hace 100 años eran reportados en largos tratados y se han ido acortando a lo más breve posible.
Un escrito corto no era considerado. Es probable que continúe esta tendencia a la brevedad. No son necesarios los rodeos perifrásticos ni la repetición, que son causas habituales de la longitud de los escritos. Grandes ideas se han comunicado en pocas líneas, como el descubrimiento de la estructura de la molécula del ADN por Watson y Crick.
Estar al corriente del conocimiento, ¿es posible?
Es casi imposible estar al día con todo el conocimiento concerniente al área de uno, por más pequeña que parezca. Ayuda que el conocimiento sea fragmentario; en ciencias no existen conocimientos totales. Uno lee por partes. Uno investiga por partes. Las revistas son por partes. Hay modestia intelectual, no se pretende ir más allá de este fragmento.
Quizás la filosofía pretenda verdades totales, pero no la ciencia. Este conocimiento parcial, sin embargo, debe ser de extremo rigor, que pueda resistir los embates de la crítica, de otras observaciones y de los experimentos. Uno elige libremente sus revistas preferidas.
Por su prestigio, su rigor, la alta originalidad de los artículos, por la excelencia de su editor y de su comité editorial, en la avanzada de la investigación. En cada disciplina, intuitivamente se sabe cuáles son las mejores. También existen herramientas menos subjetivas que ayudan a elegir, como las citas por otros autores o el factor de impacto, su ranking o el índice H de sus autores.
Ciclo de Escritura Científica 2018
En pocos días iniciará el Ciclo de Escritura Científica. Me gustaría contagiar allí el gusto por la escritura científica. Desacralizar sus dificultades e identificarla con fluidas y bellas narraciones que nos cuentan algo importante, significativo. Me gusta más escribir ciencia sobre mis observaciones originales y experimentos. Me gusta menos que escribir, leer ciencia.
Leo solo lo imprescindible en mi pequeña área de estudio. Prefiero leer fuera de la ciencia, los buenos escritores, las buenas ideas, las narraciones fluidas, los ensayos, las visiones críticas y las narraciones simbólicas. En mi taller les hablaré de libros. Cada libro representa una característica del escribir.
El caso del Instituto de Patología e Investigación (IPI)
En realidad, hoy aparecen en el escenario científico asunceno varias instituciones con una producción científica interesante. En verdad fue pretencioso, quizás un atrevimiento de juventud que hoy no lo haría, denominar a este pequeño laboratorio Instituto de Patología e Investigación. Fue más un deseo que una posibilidad.
La producción científica puede aparentar más de lo que es en un país de pobre cultura científica, pero la realidad es que no resistiría esta institución una competencia seria ni en países vecinos. Nuestros trabajos son muy sencillos y de bajo costo, excepto quizás algunos realizados mediante colaboraciones internacionales con instituciones de renombre, que utilizan técnicas modernas y muy costosas.
Porque no está nuestra institución sustentada en un verdadero ambiente académico, presiento, no, mejor, veo su ocaso.
La alta producción en ciencias médicas
Considero que la alta producción en ciencias médicas en el país pudiera deberse a la tradición histórica, sobre todo en el área de la patología, que es la disciplina que más trabajos produce en Paraguay. Existen por lo menos 5 grupos independientes de patólogos que publican regularmente en revistas internacionales.
Esto se debe a que en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) aparecieron en un pasado reciente algunos profesores mentores de alto nivel que contagiaron a sus alumnos con la fiebre de la investigación, como los profesores Boggino, Rolón, Franco y Riveros.
Sus alumnos han contagiado a otros alumnos y ya se percibe una cuarta generación de patólogos que están publicando. Pero es mucho lo que falta, sobre todo en otras disciplinas médicas, y más bien veo ahora como un rezago en las publicaciones clínicas que están siendo superadas gradualmente por los estudios de biología molecular, representando una tendencia mundial.
Pero a diferencia de otros países, donde los patólogos han ingresado al campo de investigación molecular, acá lo han hecho los biólogos, los químicos, los especialistas no médicos en enfermedades infecciosas. La declinación prevista de las investigaciones médicas clínicas también tiene que ver con la situación poco favorable para la investigación en las facultades de medicina, donde no se han creado ambientes académicos adecuados que favorezcan los estudios clínicos.
Las nuevas facultades, perdiéndose la oportunidad de considerar a la investigación como función principal, son copias burdas de la primera, que requiere de una urgente revolución misional.
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Directivo y columnista de Ciencia del Sur. Es un destacado médico patólogo, investigador y comunicador científico. Es Premio Nacional de Ciencia de Paraguay 2002 por sus trabajos sobre cáncer de pene y actualmente es uno de los científicos paraguayos más productivos, según el Conacyt.
Recibió la prestigiosa Medalla Koss, que otorga la Sociedad Internacional de Patología Urológica. Es director del Instituto de Patología e Investigación, IPI. Como comunicador científico se inició en el diario ABC Color hacia finales de los '60. Tiene decenas de publicaciones científicas y capítulos en libros que van desde la medicina a la educación superior.
En Ciencia del Sur escribe columnas y editoriales sobre medicina, patología, epistemología, filosofía de la ciencia y educación universitaria.