Latinoamérica debe invertir más en ciencia y tecnología. (Unsam.edu.ar)
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Por Mario Bunge*

Se puede y se debe hacer ciencia en los países en vías de desarrollo, porque la carencia de una comunidad científica es uno de los motivos del atraso. Que la tarea no es fácil, es obvio. Pero tampoco es imposible, como lo muestran los casos de Argentina, Brasil, Chile, México y Venezuela.

Aunque débiles, las comunidades científicas de esos países han contribuido a la producción científica mundial, y han vacunado a parte de la población contra las pseudociencias de moda, en particular las medicinas alternativas, como la homeopatía y el psicoanálisis.

Parte del secreto es elegir las ciencias a cultivar y apoyar. Por lo pronto, descartemos las ciencias que exigen una fuerte inversión en instrumental científico, como ocurre con la física nuclear, la astrofísica y la neurociencia. Pero todas las disciplinas tienen un componente teórico, que sólo exige cerebro, lápiz y papel, así como seminarios y congresos donde se pueda intercambiar ideas.

Por ejemplo, en cualquier lugar se puede juntar un puñado de matemáticos dispuestos a reunirse una vez por semana para discutir sobre ideas propias y de colegas ultramarinos. Esto fue lo que hicimos los físicos argentinos que fuimos despedidos por el gobierno de Juan Domingo Perón por no afiliarnos a su partido. Nos reunimos todas las semanas en una casa privada, donde montábamos una pizarra.

Esas reuniones nos motivaban para seguir trabajando sin cobrar. Gracias a esos seminarios privados pudimos presentarnos a concurso cuando cayó ese gobierno y se normalizaron las universidades.

La principal dificultad que arrastran los científicos independientes es la escasez o ausencia de mentores capaces de sugerir problemas y de supervisar trabajos. Este problema es muy serio, de modo que la independencia puede resultar solamente durante un tiempo limitado. Esto confirma la idea de que es mucho más fácil cortar de un plumazo un pimpollo de ciencia que cultivarlo.

A su vez, esta conclusión nos recuerda que no hay ciencia sin gobierno favorable. En particular, los gobiernos neoliberales se ensañan con la ciencia desinteresada a la que acusan de no contribuir al PIB. Ignoran que la ingeniería se basa sobre las ciencias exactas, la medicina sobre la biología, y la ciencia social sobre las ciencias básicas del hombre.

En conclusión, puede y debe hacerse ciencia teórica en el desarrollo, pero esta tarea es mucho más difícil que otras. Se requiere una vocación y una fuerza de voluntad extraordinarias. Es como la prueba del agua para encontrar brujos: quien sobrenada está embrujado. ¡Ayudemos a quienes se atreven a sobrenadar! ¡Brujos del tercer mundo, uníos en seminarios!

A veces, para iniciar a hacer ciencia, se precisa solo lápiz, papel o pizarra, principalmente en países que no cuentan con muchos recursos para I+D+i. (Pixabay)

*El Dr. Mario Bunge es un filósofo y físico argentino-canadiense reconocido mundialmente por sus obras de epistemología y por desarrollar su propio sistema filosófico, el materialismo sistémico. Vive en Montréal, Canadá. Es miembro de la Sociedad Americana para el Avance de las Ciencias y de la Real Sociedad Canadiense. En 1982 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Artículo publicado a propósito del Seminario de Filosofía y Ciencia «100 años de Mario Bunge», organizado por Ciencia del Sur, en la Universidad Iberoamericana de Asunción.

 

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2 COMENTARIOS

  1. Cual es la necesidad de desacreditar disciplinas sólo porque si?
    «…han vacunado a parte de la población contra las pseudociencias de moda, en particular las medicinas alternativas, como la homeopatía y el psicoanálisis». Hmm, no estoy segura que el psicoanálisis sea pseudociencia. Acá pueden plantearle esa propuesta a los expertos en el tema: a vér qué les dicen: https://www.ucl.ac.uk/psychoanalysis/
    https://www.health.harvard.edu/newsletter_article/Psychoanalysis_Theory_and_treatment
    http://mahindrahumanities.fas.harvard.edu/content/psychoanalytic-practices
    https://ihum.princeton.edu/reading-groups/psychoanalysis

  2. Como dicen en una web, Mario Bunge fue un charlatán más el mundo de los charlátanes. Durante su vida jamás pudo demostrar que su «axiomatización» y ontología fueran mejor que sistemas bien cimentados de ciencias de la complejidad. Una rápida búsqueda en la literatura revela que la ontología bungueana y su sistemismo no son necesarias en la industria tecnológica, ni tienen una aplicación mejor que como se hace con las teorías sistemicas clásicas desde Shannon. En ciencias sociales y biología Bunge es ausente, salvo por unos cuantos de sus adeptos que lo alabaron en pequeños homenajes.

    Bunge dice que la «carencia de una comunidad científica» es motivo de atrasao, pero nunca dio datos. En tanto, descalifica la homeopatía y el psicoanálisis sin en toda su vida haberse dado a la tarea más que de referir a otros autores polémicos de que esas discíplinas eran «pseudociencias». Irónicamente, son esas comunidades científicas las que poco a poco le dieron la espalda a los delirios y desvaríos de Bunge. Brisith Medical Journal, Scientific Reports, Plos One, entre otras tantas revistas que por un tiempo vilpenaron esas discíplinas son ahora abiertas a publicar artículos de homeopatía o psicoanálisis.

    Lo único que veo es que Bunge entre su supuesta «erudición» nunca la demostró. Sus libros son el mismo libelo reclicado desde los años 80, su pensamiento sólo se modificó ligeramente en algunas cuestiones, pero en otras siempre se mantuvo dogmático, pedante y peleonero. Nunca fue capaz de tener debates con especialistas, confiaba su estúpidez endogámica en los aplausos en medios facistas (de derecha o izquierda) que supusieran su validez al ateísmo dogmático de organizaciones lobistas como ARP/SAPC o CSICOP. NO hay nada que agradecer a Bunge, al igual que James Randi sólo fueron un par de bullyes aplaudidos por sectarios que querían mantener el status quo.

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