Del 4 al 10 de octubre las Naciones Unidas (NN. UU.) celebran la Semana Mundial del Espacio (WSW por sus siglas en inglés). El 4 de octubre de 1957 fue lanzado el Sputnik, el primer satélite artificial, mientras que el 10 de octubre de 1967 entró en vigencia el Tratado del Espacio Exterior, un esfuerzo internacional para darle al espacio un uso no bélico.
El objetivo de las NN. UU. con esta celebración es dar a conocer a la sociedad la importancia que en nuestras vidas tiene el espacio y la investigación espacial.
Las actividades que se desarrollan durante esta semana promueven o alientan el interés del público por la ciencia, nos recuerdan también los acuerdos entre distintas naciones para mantener la paz y la cooperación espacial.
La WSW también es un homenaje al conocimiento humano, que mediante la tecnología ha conquistado un nuevo mundo para el desarrollo de toda nuestra especie.
Un poco de historia
“El camino a las estrellas está abierto”, con estas palabras el ingeniero jefe Serguéi Koroliov confirmaba que el primer satélite lanzado al espacio había entrado exitosamente en órbita alrededor de la Tierra. De esta forma culminaba un trabajo iniciado cuatro años antes por los científicos y técnicos de lo que en aquel entonces era la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Ese día, el 4 de octubre de 1957, las palabras de Koroliov también daban inicio a la era espacial.
La idea de montar un satélite de 1,3 toneladas en un enorme misil intercontinental de más de 200 toneladas fue concebida por Serguéi Koroliov en 1953. Él y otros científicos convencieron a Gobierno de la URSS de que sería posible enviar al espacio un satélite en lugar de una ojiva nuclear usando un misil modificado para dicho efecto.
Koroliov y su equipo se pusieron a trabajar en el Sputnik con el objetivo de llegar al espacio antes que los estadounidenses, quienes habían prometido poner un satélite en el espacio durante la celebración del Año Geofísico Internacional de 1957.
El diseño original del satélite de la URSS pasó por varias fases de ajustes y cambios. Finalmente los rusos decidieron que el dispositivo espacial tendría un tamaño mucho menor que el de su concepción original.
Por deseo expreso de Koroliov el Sputnik tenía una forma esférica, estaba construido con una aleación de aluminio de 2 mm de espesor y tenía un diámetro de 58 cm. La carga útil del cohete consistía en el satélite de 32 kg, más los 2 equipos de radio con sus baterías que juntos sumaban 51 kg: en total 83,6 kg de carga útil.
Los equipos de radio que llevaba el Sputnik generaban el ya famoso bip-bip que emitía el satélite y que pudo ser captado prácticamente desde cualquier punto del planeta. Las frecuencias en que transmitía el equipo de radio de abordo eran 20,005 y 40,000 MHz, el consumo de energía era de 1 w.
La duración de cada bip estaba entre 0,2 y 0,6 segundos, dependiendo de la temperatura interior del pequeño satélite, así que la frecuencia de dicho sonido podía dar cuenta de la temperatura que tenía el satélite en determinado momento.
El Sputnik también contaba con 4 antenas, un par con 2,4 metros de longitud y otro par con 2,9 metros. Los equipos de transmisión se diseñaron para que emitan por lo menos por 2 semanas en el peor de los casos y por varios meses en el mejor de ellos.
Cuando el satélite fue completamente ensamblado lo llevaron hasta el lugar de su lanzamiento en Tyara-Tam, conocido actualmente como Baikonur. “Que tengas buen viaje. Acompañemos a nuestro primer hijo” había dicho Koroliov mientras llevaban al Sputnik hasta la plataforma de despegue.
A las 01:30 hora local del 4 de octubre de 1957 se lanzó el satélite, el motor principal de propulsión se apagó un segundo antes de lo programado, dejando al Sputnik 90 km por debajo de la órbita planeada. En el punto más cercano de la órbita el satélite se posicionaba a 228 km de la Tierra, mientras que en el punto más distante de su órbita el Sputnik estaba a 947 km.
La pequeña nave espacial completaba una órbita alrededor de nuestro planeta cada 96 minutos.
Aquel día de octubre la URSS no solo puso en órbita el primer satélite propiamente dicho, acompañaban al Sputnik el propulsor principal de 27 metros y 7,5 toneladas, así como la cofia que protegía al satélite (los tres objetos estaban en la misma órbita).
Lo que las personas divisaban en el cielo nocturno en aquella época no era el Sputnik sino el propulsor que brillaba con magnitud 1 (igual que la estrella Sirio, la más brillante del cielo). El propio Koroliov había recomendado pintar el propulsor con pintura reflectante de tal forma que pueda reflejar la luz solar. La magnitud visual del Sputnik en el mejor de los casos llegaba a 6, visible a simple vista en condiciones óptimas de observación y para personas con una visión muy aguda. Se podía verlo sin problemas con binoculares o con telescopios pequeños.
El Sputnik completo 1.440 orbitas alrededor de la Tierra, reingresando a la atmósfera el 2 de enero de 1958.
Finalmente podemos decir que Koroliov y su equipo lograron su objetivo: pusieron exitosamente un satélite operativo en el espacio antes que los estadounidenses.
La exploración espacial y nuestras vidas
Responder a la cuestión de por qué destinamos tantos recursos a la exploración espacial tiene muchas aristas. Parte de una respuesta general podría ser porque los seres humanos somos exploradores por naturaleza, tenemos un marcado impulso por el conocimiento, pero por sobre todo son los beneficios tecnológicos lo que hace que la exploración del espacio sea importante para nuestras vidas.
En ese sentido podemos citar varios aspectos en los cuales la ciencia espacial ha sido relevante para la humanidad. En el caso de la NASA hay más de 700 ejemplos de aplicaciones derivadas de la investigación espacial que se utilizan en la vida diaria. La NASA los llama spinoff.
La agencia espacial norteamericana tiene registrados unos 6.300 patentes derivados directamente de la tecnología espacial. A eso hay que sumarle otro importante número de patentes pertenecientes a las empresas contratistas.
En la década de los 60, por cada dólar que se invirtió en el proyecto Apolo, los economistas calculan que se ha obtenido un retorno de 20 dólares en conceptos relacionados a la tecnología.
Para tener una idea de los gastos en materia de exploración espacial, el presupuesto de la NASA no llega ni al 3% del dinero que se destina a gastos militares. Por lo tanto, afirmar que la investigación del espacio es demasiado costosa es muy relativo.
¿Y qué beneficios sacamos de todo eso?
Hay que tener en cuenta que los desarrollos tecnológicos derivados de la exploración espacial no se aplican inmediatamente en la sociedad, por lo general lleva años implementarlos a las cosas que usamos cotidianamente. Un buen ejemplo es el CCD, un dispositivo desarrollado para estudiar la luz de las estrellas y que ahora es un componente de cualquier cámara de teléfono móvil o tableta.
Componentes de equipos desarrollados inicialmente para exploración espacial o la astronomía se aplican en la actualidad en el área de medicina en la angioplastia láser, los marcapasos de última generación, los termómetros infrarrojos, el video termosensible que detecta anomalías en el cuerpo humano sin necesidad de operar, el mapeo ocular, los analizadores de sangre que pueden rastrear proteínas en cantidades mínimas de sangre, los equipos de diálisis, los estudios sobre rayos ultravioleta que pueden dañar el cuerpo humano.
Las unidades de cuidado intensivo usan dispositivos que se diseñaron originalmente para monitorear el estado de salud de los astronautas que iban a la Luna.
En otras aéreas tenemos los sistemas de detección de incendios, los distintos tipos de rayos láser, la fotografía satelital, el monitoreo climático, las pinturas anticorrosivas, el aprovechamiento de la energía solar, los filtros de agua, la realidad virtual, las cámaras de los celulares, el material de los calzados deportivos, los alimentos deshidratados y el famoso teflón.
Experimentos realizados en la Estación Espacial Internacional permitirán saber la causa y la solución a los problemas de pérdida de masa muscular y de calcio en los huesos, cosas que actualmente afectan a los astronautas con largas estadías en el espacio.
La gravedad de la Tierra en ocasiones enmascara ciertos fenómenos que son visibles en microgravedad, por lo tanto pueden ser estudiados en los laboratorios de la Estación Espacial. Por ejemplo, en microgravedad se pueden obtener cristales de proteínas lo suficientemente grandes para ser caracterizados, lo cual es muy importante en la elaboración de medicamentos.
Otro aspecto en el cual la investigación espacial ha sido determinante es en el conocimiento de nuestro universo. Sabemos ahora cómo y cuándo se originó cuanto nos rodea; la astronomía ha podido responder a la pregunta del origen.
Sabemos también de qué está formado nuestro universo, que más del 70% es algo que dimos en llamar “energía oscura”, que aún no podemos explicar, pero que tal vez en el futuro nos pueda servir como fuente inagotable de energía.
A finales del siglo pasado hemos descubierto que existen otros mundos alrededor de otras estrellas, lo que ha hecho volar nuestra imaginación y ha redoblado nuestros esfuerzos por desarrollar más y mejor tecnología para averiguar cómo son esos nuevos mundos.
De muchas y variadas formas se relaciona la tecnología espacial con nuestro día a día, pero tal vez sea la inmediatez de la información aquello que nos es más familiar. Sin dudas esto lo ha hecho posible la investigación espacial. Gracias a ella se desarrollaron los satélites, los dispositivos de comunicación, los procesadores y un sinnúmero de componentes que hacen posible esta comunicación en tiempo real.
La Semana Mundial del Espacio en Paraguay
La institución pionera de la celebración del WSW en nuestro país ha sido el Centro de Difusión e Investigación Astronómica, que durante muchos años ha organizado eventos como observaciones públicas, exposiciones fotográficas, concurso de ensayos para niños y charlas.
Hasta el año pasado la coordinadora por Paraguay para el WSW ha sido Silvia Trigüis, columnista de Ciencia del Sur y becaria del BECAL en Suecia. Actualmente el coordinador es Rodrigo Ríos, un excelente astrofotógrafo.
En los últimos años varias instituciones de carácter astronómico se han sumado a la celebración del WSW, haciendo más participativa esta fiesta.
Durante la WSW cualquier institución o persona puede organizar sus propias actividades, las cuales pueden incentivar a los niños a tener un primer encuentro con las ciencias o para hacer divulgación para un público más general.
El organismo encargado de coordinar las actividades del WSW es World Space Week Association, en ese sitio uno puede registrar su actividad o puede consultar sobre las actividades que se realizaran en las localidades cercanas a donde uno vive.
Que tengan todos una brillante Semana Mundial del Espacio.
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Columnista de astronomía y cosmología de Ciencia del Sur. Es un reconocido analista de sistemas informáticos y divulgador astronómico paraguayo. Egresado de la Facultad Politécnica de la Universidad Nacional de Asunción, fue miembro del Club de Astrofísica del Paraguay y fundador y secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica (CEDIA). Construyó en 2003 un telescopio newtoniano y dictó varias charlas y conferencias por el Año Internacional de la Astronomía. Fundó el Foro Paraguayo de Astronomía, AstroPy.