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Nuestro Sistema Solar nació del colapso gravitacional de una nube molecular hace unos 4.600 millones de años. Durante el proceso de formación, los materiales más pesados quedaron cerca de lo que sería la estrella central, convirtiéndose con el paso del tiempo en los planetas rocosos, en cambio aquellos componentes con menor masa se agruparon en las periferias del nuevo Sistema Solar y pasaron a ser parte de los planetas gaseosos y los objetos helados.

Actualmente, todos aquellos planetésimos (pedazos de roca) que no consiguieron fusionarse para formar un planeta se encuentran vagando por el espacio, muchos de ellos orbitan en una zona bien determinada entre Marte y Júpiter llamada Cinturón Principal de Asteroides.
La población de asteroides catalogados (objetos cuyas órbitas son conocidas) es de alrededor de 750.000.

En promedio cada mes se agregan unas 2.000 rocas espaciales al catálogo. Los NEAs u Objetos Cercanos a la Tierra -por sus siglas en inglés- equivalen a un 2% del total de asteroides conocidos. El 10% de los NEAs se denomina PHA o Asteroides Potencialmente Peligrosos, estos objetos tienen una probabilidad no nula de impactar contra la Tierra.

Los PHA pertenecen al grupo de asteroides denominado Atenas, la mayoría de estas rocas tienen un afelio (el punto de su órbita más alejado del Sol) mayor a una unidad astronómica (la distancia promedio que hay entre nuestro planeta y su estrella), por lo tanto cruzan el camino que sigue la Tierra en su viaje alrededor del Sol, de ahí su caracterización como Potencialmente Peligrosos.

Según el proyecto de la NASA denominado NEOWISE, la población PHAs es de aproximadamente 4.700 objetos, con un margen de error de 1.500. Los diámetros de estos asteroides serían mayores a 100 metros. Se estima que se han encontrado del 20% al 30% de este grupo de rocas espaciales.

El Minor Planet Center (MPC), dependiente de la Unión Astronómica Internacional mantiene una lista de los PHAs, dichos datos se pueden consultar en este link.

Los objetos que caen desde el Espacio

Si bien no somos conscientes de ello, se calcula que a diario caen a la Tierra unas 100 toneladas de fino polvo espacial. Este material tiene su origen en los cometas, las colisiones entre asteroides y los restos de la formación del Sistema Solar. El polvo atraviesa la atmósfera sin dejar rastros visibles, pero podemos encontrar evidencias de estos granos microscópicos en nuestros techos y antiguos aljibes, de hecho hay personas que los recolectan y los estudian.

Las estrellas fugaces y los bólidos que ocasionalmente podemos observar representan a los objetos de mayor tamaño que ingresan a nuestra atmósfera. Las dimensiones de estos cuerpos varían: van desde el tamaño de granos de arena hasta rocas de miles de toneladas. Si el objeto sobrevive al paso por la atmósfera y llega a tocar tierra recibe el nombre de meteorito.

El evento meteórico de mayor magnitud más reciente ocurrió el 15 de febrero de 2013 en la ciudad rusa de Cheliábinsk. Una roca de aproximadamente 17 metros de largo y una masa de 10.000 toneladas (un bólido) explotó a una altura de 20 km liberando una energía de 500 kilotones (30 veces más potente que la bomba lanzada sobre Hiroshima).

La onda expansiva producida por la explosión provocó el destrozo de ventanales cuyos cristales hirieron a unas 1.490 personas y más de 100 tuvieron que ser trasladadas a centros médicos. El bólido pudo ser visto por miles de testigos y también fue captado por cámaras de vigilancia, estas espectaculares imágenes recorrieron el mundo entero dando cuenta de la enorme energía que producen estos eventos naturales.

El evento meteórico de mayor magnitud más reciente ocurrió el 15 de febrero de 2013 en la ciudad de Cheliábinsk, en Rusia. (WikiCommons)

¿Hay probabilidad de que caigan en la Tierra?

Estadísticamente, una piedra espacial de 8 metros golpea a la Tierra cada año. Sin embargo, la fricción del objeto con la atmósfera hace que estas rocas exploten y se rompan en diminutos trozos que por lo general ya no representan riesgos para nosotros.

Una vez cada 10.000 años objetos mayores a los 30 metros ingresan a la atmósfera terrestre; para los cuerpos de 800 metros el período es de unos 500 mil años; mientras que cada 10.000.000 años se espera que la superficie terrestre sea alcanzada por un visitante espacial de unos 5 km.

Estos valores son estadísticos, no tenemos garantía de que un gran asteroide o cometa no impacte contra la Tierra en un momento dado, tampoco tenemos forma de evitar que ocurra este tipo de eventos. Ya en los años 80, el astrónomo y divulgador Carl Sagan propugnaba por una acción internacional conjunta que implemente planes de seguimiento y defensa ante eventuales ingresos de objetos desde el espacio.

“Nada indica que nos vaya llegar ayuda de algún otro lugar”, decía Sagan en relación al cuidado de nuestro planeta.

En referencia a los daños que podrían causar los objetos que impacten contra la Tierra, debemos tener en cuenta que esto depende del tamaño del objeto. Hace 65 millones de años un asteroide de unos 10 km de largo provocó una de las mayores extinciones del planeta, la explosión recorrió el globo terrestre y terminó con innumerables formas de vida, incluyendo la de los dinosaurios.

Generalizando, un objeto de 50 metros que llegue hasta el suelo, dejaría un cráter de 1 km, lo que destruiría completamente el centro de una ciudad del tamaño de Asunción. En cuanto a la energía desatada por el impacto de una de estas rocas espaciales, solemos escuchar que la potencia de una explosión se mide en megatones. Un megatón (MT) es el equivalente a la explosión que produciría mil millones de kilogramos de TNT. La bomba atómica lanzada en Hiroshima durante la segunda guerra mundial tenía 0,02 MT.

Podríamos decir que si un asteroide que tuviera unos 100 metros y una masa de 2,7 millones de toneladas impactará contra nuestro planeta, generaría una explosión de 128 Megatones, unas 6.400 bombas como la de Hiroshima.

Teniendo en cuenta estos valores, nos imaginamos el tamaño del cráter y la magnitud de la potencia del impacto para cuerpos de 50 y 100 metros respectivamente. Es fácil ver lo enormemente destructivos que son estos eventos.

Para objetos espaciales de 6 km en adelante que lleguen a impactar en cualquier parte de la superficie de la Tierra, podemos decir que implicarían una extinción a nivel global. Sin dudas, nuestra especie sobreviviría gracias a nuestra tecnología, pero la civilización tal cual como la conocemos desaparecería y con ella millones de vidas.

Un asteroide de 10 km que golpee al planeta haría que todo aquello que se encuentre en un radio de unos 1.000 km del punto de impacto literalmente se evapore. De caer en un continente se producirían enormes incendios, las zonas alejadas del impacto sobrevivirían por un tiempo, pero las nubes oscuras formadas por las rocas y la tierra evaporadas por el calor de choque, oscurecerían el cielo y no dejarían pasar la luz solar.

La fotosíntesis se detendría, la vida vegetal sucumbiría y la cadena alimenticia colapsaría, provocando irremediablemente la muerte de los seres vivos.

Citando nuevamente a Sagan “Ya que los asteroides y los cometas deben representar un peligro para todos los planetas habitados de la galaxia, los seres inteligentes, si es que existen, tendrán que uniformar políticamente sus mundos, abandonar sus planetas y mudarse a mundos cercanos. Su elección es eventualmente, como nuestro caso, entre los vuelos espaciales y la extinción”.

El cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko, captado por la sonda Rosetta. (NASA)

¿Qué podemos hacer?

La principal tarea que podemos realizar y de hecho, se está haciendo desde hace bastante tiempo, es la de buscar y monitorear los objetos que vagan por el espacio. Observatorios automatizados barren vastas zonas del cielo detectando objetos que hayan cambiado de posición en un corto lapso. La idea es detectar los objetos potencialmente peligrosos, para así tener tiempo de tomar medidas de contingencia.

Debido a la alta peligrosidad de los NEAs se han elaborado diversos programas de seguimiento y de búsqueda. Podemos citar algunos:

-NEAT (Near Object Earth Program): Usa cámaras CCD para observar una misma parte del cielo cada 20 minutos, se comparan las 3 imágenes para poder determinar si un objeto se está moviendo.

-LINEAR (Lincoln Near-Earth Asteroid Research): Utiliza los telescopios GTS-2 de vigilancia de satélites para búsqueda de objetos menores.

-NEOWISE (NASA’s Near-Earth Object Wide-field Infrared Survey Explorer): Tiene la tarea de identificar la población de objetos potencialmente peligrosos cercanos a la Tierra. NEOWISE también está caracterizando poblaciones de asteroides y cometas distantes para proporcionar información sobre sus tamaños y composiciones.

-AIDA (Asteroid Impact and Deflection Assessment): Es una misión que tiene por objetivo el asteroide binario Didymos. AIDA está compuesta por AIM (Asteroid Impact Mission) de la Agencia Espacial Europea (ESA) (que no consiguió fondos para financiar el programa) y DART (Double Asteroid Redirection Test) de la NASA. AIDA tendría que recolectar datos para poder diseñar técnicas de desvío de NEAs cuyas órbitas presenten una amenaza real para nuestro planeta.

Escala de Clasificación de Probabilidad de Impactos de Objetos

Escala de Turín analiza el riesgo de colisión de objetos espaciales y sus consecuencias. (NASA)

Los NEOs pueden ser clasificados según una escala de peligro de impacto contra la Tierra denominada Escala de Turín.

Fue creada por el investigador del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) Richard Binzel en el año 1995. En aquel entonces, Binzel trabajaba en el departamento de ciencias planetarias. La Escala de Turín está pensada para ser usada por el público general, clasifica probabilidades de riesgo de impactos de asteroides o cometas contra nuestro planeta. Los valores de la escala van del 0 al 10.

Los objetos que no representan riesgo están en el nivel 0, en cambio el número 10 indica una colisión segura, un evento catastrófico a nivel global. Los números de la escala siempre se representan en valores enteros y por lo general tienen asignados colores distintos.

La clasificación es la siguiente: riesgo nulo color blanco; normal va de color verde; merecedores de atención por parte de los astrónomos tiene el color amarillo; acontecimientos preocupantes tienen el color naranja mientras que la colisión segura es de color rojo.

Nivel 0 color blanco
La probabilidad de impacto es nula o casi nula. Los objetos pequeños que pueden ingresar a nuestra atmósfera y desintegrarse durante su paso están también en este nivel.

Nivel 1 color verde
Objetos que no merecen atención, la probabilidad de impacto es extremadamente baja. Por lo general bajan a nivel 0 al conocerse con presión su órbita.

Nivel 2 color amarillo
Los astrónomos deberían prestar atención al objeto, el riesgo no es tal que la población se deba preocupar. Nuevamente las observaciones más exactas de su órbita lo podrían dejar en el nivel 0.

Nivel 3 color amarillo
Probabilidad de colisión hasta un 1%; el impacto podría causar destrucción local. Las autoridades y el público deben prestar mucha atención sobre todo si la colisión se puede dar en menos de 10 años.

Nivel 4 color amarillo
Igual al nivel anterior pero en este nivel existe una probabilidad de impacto mayor a 1%.

Nivel 5 color naranja
El objeto supone una amenaza seria, pero todavía incierta. Los astrónomos deben determinar si la colisión se dará efectivamente o no. Si el impacto puede ocurrir en menos de 10 años y si se deben considerar medidas del gobierno de carácter urgente, ya que la devastación podría ser regional.

Nivel 6 color naranja
Para objetos de gran tamaño, categorizados como amenaza seria, pero también incierta. Los astrónomos deben determinar si existe o no probabilidad de choque. Los gobiernos deben tomar medidas de urgencia si la colisión está prevista para menos de 30 años ya que la catástrofe sería global.

Nivel 7 color naranja
Encuentro con un objeto de gran tamaño. Deben tomarse medidas internacionales de contención para la catástrofe global que podría generar. Los astrónomos deben determinar rápidamente y con la mayor certeza posible si la colisión tendrá lugar o no.

Nivel 8 color rojo
La colisión es segura, destrucción localizada si impacta en tierra o un tsunami si impacta en el mar. Podría ocurrir entre 1 vez cada 50 años y 1 vez cada varios miles de años.

Nivel 9 color rojo
Igual que el nivel anterior, dicha clase de eventos se presenta entre 1 vez cada 10.000 años y 1 vez cada 100.000 años.

Nivel 10 color rojo
La colisión es segura, y con capacidad para causar una catástrofe climática global que pueda amenazar el futuro de la civilización tal como la conocemos impacte donde impacte. El promedio de ocurrencia es de 1 vez cada 100.000 años o más.

Los asteroides Apofis y Bennu

La sonda OSIRIS-REx (Origins, Spectral Interpretation, Resource Identification, Security, Regolith Explorer) llegará al asteroide Bennu en 2023. (NASA)

En referencia al asteroide Apofis, Paul Chodas del centro del JPL para el estudio de objetos cercanos a la Tierra había dicho “Todavía no podemos excluir la posibilidad de que pueda afectar a nuestro planeta, pero podemos calcular que la probabilidad de impacto es sólo una entre 100.000 en el próximo siglo, la que, por supuesto, es muy baja”.

Según las estimaciones, el asteroide Apofis, de cerca de 370 metros de diámetro, pasará cerca de la Tierra el 13 de abril de 2029. Las observaciones iniciales de esta roca espacial indicaron que había una probabilidad de uno entre 36 de que chocase con la Tierra ese día, pero un estudio más profundo de la órbita descartó esta posibilidad.

Bennu, por su parte, es un asteroide de unos 500 metros de diámetro, fue bautizado con dicho nombre por el ave mitológica egipcia asociada con la muerte. Pasará entre nuestro planeta y la Luna alrededor de año 2.135, esto podría alterar su órbita, haciendo que impactara con la Tierra a fines del siglo XXII. Las probabilidades de choque son de de 1 entre 2.500.

La sonda de la NASA, OSIRIS-REx llegará a Bennu este año y regresará con una muestra de la superficie del asteroide para el año 2023.

Impactos meteóricos en el Paraguay

Un muy interesante artículo del Boletín del Museo Nacional de Historia Natural del Paraguay titulado Evidencias de Metamorfismo de impacto de los grades cráteres de impacto Negla y Yasuka Rendá, muestra pruebas de 2 cráteres de impacto en la región oriental de nuestro país.

Negla (~80-81 km de diámetro) y Yasuka-Rendá (~95-96 km de diámetro), con edades probablemente Mesozoicas estimadas entre ~146.7 ± 12.8 Ma. a >133 Ma.

Visitantes espaciales

Entre los días 3 y 9 de febrero del corriente año 7 pequeños asteroides incluidos 2 potencialmente peligrosos cruzaron por nuestro vecindario.

La proximidad de estos pasos varió entre 0,5 y 16 veces la distancia que nos separa de la Luna. El último asteroide que nos visitó durante ese lapso fue el 2018 CB con un tamaño de unos 40 metros.

En su punto más próximo, esta roca llegó a unos 75.000 km de la Tierra. Ninguno de ellos representó amenaza para nuestro planeta.

¡Buenos cielos!

 

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Columnista de astronomía y cosmología de Ciencia del Sur. Es un reconocido analista de sistemas informáticos y divulgador astronómico paraguayo. Egresado de la Facultad Politécnica de la Universidad Nacional de Asunción, fue miembro del Club de Astrofísica del Paraguay y fundador y secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica (CEDIA). Construyó en 2003 un telescopio newtoniano y dictó varias charlas y conferencias por el Año Internacional de la Astronomía. Fundó el Foro Paraguayo de Astronomía, AstroPy.

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