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En los últimos años, polémicos debates se han gestado en distintos países en torno al concepto «ideología de género«. Para un sector del debate, vinculado a la derecha política, así como a determinadas instituciones religiosas, hablar de ideología de género implica hablar de un oscuro plan que tiene por finalidad destruir a la familia. Para el otro sector del debate, vinculado a la izquierda política, así como a ciertas facciones feministas y progresistas, el concepto ideología de género no es más que una treta creada por la derecha para descalificar la lucha por la igualdad de derechos y oportunidades.

A este respecto, el portal Ciencia del Sur publicó una entrevista realizada por Daniel Duarte a María Gloria Montórfano, doctora en medicina y cirugía por la Universidad Nacional de Asunción, mediante la cual se expusieron los alcances de dicho debate en Paraguay. Aunque estoy de acuerdo con la mayoría de los argumentos expresados por Montórfano, así como con la búsqueda de una sociedad igualitaria, considero pertinente realizar algunos comentarios respecto las ideas vertidas en dicha entrevista.

Un concepto útil

Montórfano considera que el término ideología de género “no existe como tal”. Sin embargo, se trata de un concepto real que puede dar algunas luces sobre la problemática relación entre sexo-género, ciencia y política.

Según Gorelik (2016), tanto la derecha como la izquierda cometen errores en su argumentación sobre el sexo y el género. Por un lado, la derecha se equivoca al concebir lo transgénero como un trastorno mental (ACI Prensa, 2015), mientras que, por otro lado, la izquierda se equivoca considerar al género como una construcción cultural (Andino, 2017).

Sorpresivamente, de forma contraria a ambas posturas, la evidencia sugiere que existirían componentes biológicos capaz de explicar la transgeneridad (Russo, 2016; Wu, 2016; Yong, 2018), así como la homosexualidad (Rahman, 2015; Soh, 2017a).

Además de ello, vincular lo transgénero a la disforia de género revela que se ha comprendido mal en qué consiste, ya que este último refiere a si el deseo de poseer los caracteres del sexo opuesto genera “un malestar clínicamente significativo o a deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento” (American Psychiatric Association, 2013, p. 453).

Queda claro que si una persona transgénero no siente malestar alguno respecto su condición (algo que, en definitiva, es impulsado por el entorno cultural), no presentará disforia de género. De forma semejante, existe evidencia suficiente para cuestionar que el género sea una construcción cultural (Morales, 2017). Dicho esto, el concepto ideología de género puede ser útil en tanto permite identificar premisas erróneas sobre el sexo y el género (Quintana, 2017), independientemente del espectro político al que pertenezcan.

Roles de género

Según Montórfano, el concepto de género,

“(…) responde a las identidades y funciones constituidas socialmente para la mujer y para el hombre y al significado social y cultural que se atribuye con base en las diferencias biológicas. Es lo que cada sociedad a lo largo de la historia ha construido como «naturalmente» propio para uno u otro sexo, es lo que esa sociedad espera de ser un hombre o ser una mujer, incluidas características de su personalidad” (Duarte, 2017).

Dicha definición, no obstante, se vincula de mejor manera al concepto de roles de género, los cuales constituyen normas informales de conducta basados en estereotipos asociados al sexo y vinculados con el sistema cultural que los comprende (Aguilar, Valdéz, González-Arratia & González, 2013).

Sin embargo, cabe señalar que lo que muchas investigaciones realizadas en campos como neurociencia, ciencia cognitiva o psicología evolucionista han demostrado que lo que llamamos género contiene una fuerte base biológica (Kuhle, 2012; Morales, 2017; Soh, 2017b) que puede ser diferenciada en relación al sexo del sujeto observado (Auyeung et al., 2009) y que, además, puede estar vinculada a las diferencias neurológicas existentes entre hombres y mujeres (Ritchie et al., 2018).

Dicha evidencia implica un radical cuestionamiento a la afirmación de que el género sea una construcción cultural —como todavía es considerada, sea en función al constructivismo (Andino, 2017) o en función a la “teoría” queer (Fonseca & Quintero, 2009)— ya que dicha caracterización, aunque no siempre señalada, defiende una postura abiológica sobre el género (Morales, 2017).

Reduccionismo

Concuerdo con Montórfano en afirmar que “la sexualidad no puede reducirse simplemente al sexo biológico sin tener en cuenta todos los demás elementos que la constituyen” (Duarte, 2017).

Sin embargo, también es cierto que, al momento de realizar el balance, el aspecto biológico del género parece tener preponderancia sobre su aspecto cultural (Morales, 2017).

Realizando la respectiva aclaración de que Montórfano no ha afirmado lo contrario, cabe señalar que considerar la sexualidad meramente como una construcción cultural constituye también una forma de reduccionismo/determinismo sociológico que ya ha sido advertido en la literatura, al estar basadas sobre una epistemología anticientífica (Barber, 2012; Morales, 2017).

De este modo, así como es erróneo definir la sexualidad únicamente desde una perspectiva biológica, también lo es definirla desde una perspectiva únicamente cultural.

Perspectiva de género

Concuerdo plenamente con Montórfano en que el concepto «ideología de género» es absolutamente distinto del llamado enfoque o perspectiva de género, puesto que mientras el primero refiere a una serie de premisas (erróneas) sobre el sexo y el género que apuntan hacia un fin político específico, el segundo constituye un enfoque metodológico que permite comprender cómo determinados problemas sociales (actividad delictiva, desempleo, pobreza, etcétera) afectan de forma distinta a varones, mujeres, trans, entre otros (Miranda-Novoa, 2012). Como tal, el enfoque de género constituye una herramienta valiosa para la investigación sociológica, así como para el diseño de políticas públicas que no merece ser confundida con el concepto «ideología de género».

Finalmente, cabe resaltar, que la búsqueda por una sociedad igualitaria no contraviene —ni debe contravenir— la búsqueda de la verdad científica. Hacer lo contrario, invitaría a que la objetividad que caracteriza la práctica académica se tiña de un color específico, no necesariamente para comprobar una hipótesis determinada, sino también para impedir que se exploren otras distintas.

Por lo pronto, al no estar basadas sobre ninguna evidencia reconocible, insto a la academia especializada en ciencias humanas a poner a un lado nuestras convicciones políticas para cuestionar todas las ideologías de género existentes vengan de donde vengan.

 

Referencias

 

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Sergio Morales Inga es antropólogo y egresado de la Maestría en Filosofía de la Ciencia, ambos por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Perú. Tiene publicaciones en revistas académicas de Perú, Colombia, Argentina, España y Reino Unido. Columnista de evolución humana, género y epistemología de las ciencias sociales en Ciencia del Sur. También realiza divulgación en evolución cultural a través del blog "Cultura y evolución".

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1 COMENTARIO

  1. Me gustó el articulo, no soy parte total de una opinión u otra, pero creo que no se debe dajar de lado la ciencia. La lucha de igualdad de derechos es muy buena y estoy a favor, siempre que no se pase el limite que afecte los derechos de otro. Cito por ejemplo el caso de personas que se identifican con el sexo femenino y que con ese solo hecho en algunos países ya legal, se pueden inscribir a competencias de mujeres o equipos femeniles, las características físicas siempre van a ser diferentes por lo que creo que se esta siendo injusto con los derechos de otros.

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