Medicina tradicional: ¿charlatanería o ciencia?

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Hierbas de medicina tradicional
Venta de hierbas con supuestas propiedades medicinales en Ciudad de México (Foto: Mariano Castillo / Secretaría de Cultura CDMX).
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En los últimos años, múltiples fallecimientos en diversos países se han vinculado a la medicina tradicional: en Alemania tres personas fallecieron tras acudir al centro Klaus Ross; en Estados Unidos una mujer murió tras ingerir un té en el barrio chino de San Francisco; y en Japón 80 personas fallecieron por tomar suplementos que contenían arroz de levadura roja.

Medios en América Latina revelan una situación parecida: “Joven estadounidense murió al tomar ayahuasca”, “Gestante muere luego que familiares la llevaran a curandero”, “Ritual de sanación espiritual dejó un muerto en Medellín” o “Bebé de un año muere por presunta intoxicación con infusión recetada por médico ñana”.

Ante hechos de ese tipo, diversos especialistas destacan la importancia del rigor y la evidencia (Montón, 2017). Pese a ello, la medicina tradicional no ha retrocedido sino todo lo contrario: se expande a escala global (Maron, 2018; Samper, 2018; The Economist, 2017). Ello genera varios problemas.

La opinión común sostiene que la medicina tradicional se compone de prácticas que carecen de evidencia y son llevadas a cabo por sujetos que aprovechan los huecos de la ley para obtener beneficio económico. Ello hace que su incorporación en sistemas de salud pública sea muy debatida.

Pero, ¿será cierto que la medicina tradicional y la ciencia van por caminos diferentes? ¿Será que su ejercicio carece de toda evidencia? Para responder, comencemos por el inicio. Generalmente, la medicina tradicional forma parte de la llamada medicina alternativa y complementaria (MAC en adelante). ¿A qué se refiere?

Los peligros de las otras medicinas

La Organización Mundial de la Salud define la MAC como “un amplio conjunto de prácticas de atención de la salud que no forman parte de la medicina tradicional o convencional de ese país y que no están plenamente integradas en el sistema de cuidado de la salud dominante” (World Health Organization, 2019, p. 8).

Como tal, la MAC reúne prácticas muy diversas, tales como homeopatía, acupuntura, Reiki, quiropraxia, flores de Bach, bioneuroemoción, constelaciones familiares, musicoterapia, iridología, osteopatía, yoga o meditación (Fundukian, 2014; Murillo-Godínez, 2019). No obstante, pese a la variedad, el consenso científico es muy claro: la MAC carece de evidencia.

En su libro Filosofía para médicos, el físico y filósofo Mario Bunge (2012) señaló que la MAC se compone de “una amplia panoplia de terapias sin base ni comprobación científicas […] ejercidas casi siempre por individuos sin preparación médica o por médicos que ocultan sus diplomas universitarios para poder ejercer como chamanes” (p. 29).

Por ello, muchos las consideran pseudomedicinas.

Libros como Science meets alternative medicine (Sampson & Vaughn, 2000), Voodoo science (Park, 2000), Snake oil science (Bausell, 2007), Suckers (Shapiro, 2008), Bad science (Goldacre, 2009) o Do you believe in magic? (Offit, 2013) han criticado diversas formas de MAC y denunciado que su auge fue producto del posmodernismo y el relativismo cultural.

Los estudios del médico Edzard Ernst –quien dedicó 20 años de su vida a combatir la MAC– cuestionan la falta de evidencia de la medicina herbal (Singh & Ernst, 2008), la acupuntura (Ernst, 2009, 2022), la homeopatía (Ernst, 2016), la quiropraxia (Ernst, 2020), entre otros (Ernst, 2021). Ernst también debatió los problemas éticos de su ejercicio (Ernst et al., 2004).

Más cercanos a nuestra realidad, los libros Los productos naturales, ¡vaya timo! y Medicina sin engaños del bioquímico José Miguel Mulet (2011, 2015) e Ingenuos de Vicente Caballo e Isabel Salazar (2019) develaron la falta de evidencia de muchas prácticas de MAC. Para los autores, ella forma parte de la pseudociencia.

Pese a las críticas, la MAC ha ganado terreno.

Esta tiene relativa presencia en universidades e instituciones de salud (Zevallos-Morales et al., 2016), ocasionando que muchos pacientes oncológicos abandonen los tratamientos médicos (Johnson et al., 2018a, 2018b). En aquellos entornos, sus practicantes actúan como si la pseudociencia no existiera (Rojas, Silva, Alonso & Sansó, 2013).

En determinados casos, tal realidad se vuelve compleja. Por ejemplo, solo en Estados Unidos la MAC mueve aproximadamente 34 mil millones de dólares (Friedman, 2016). Ello es producto de que casi la mitad de la población estadounidense cree que muchas terapias alternativas pueden curar el cáncer (Rettner, 2018).

España es otro lugar donde la MAC ha alcanzado niveles peligrosos: 1.500 españoles mueren cada año por el uso de pseudoterapias (Ramírez, 2019). Ahí no solo las leyes son compasivas con sus practicantes (Jiménez, 2018), sino que también varios médicos recomiendan prácticas como homeopatía, Reiki o flores de Bach (Piñeiro et al., 2022).

Aunque se diga que hay diferencias entre la medicina alternativa y la complementaria (una se emplea de forma alternativa y otra a modo de complemento) (Trethewey et al., 2019), lo cierto es que suelen ir juntas, ya que entre ambas no hay una diferencia radical. La única que sí se distingue es la llamada medicina tradicional.

¿Qué es la medicina tradicional?

Medicina tradicional china, acupuntura
La acupuntura forma parte de la medicina tradicional china (Foto: Instituto Confucio de Barcelona).

Para la Organización Mundial de la Salud, la medicina tradicional (en adelante MT) refiere a:

la suma total de conocimientos, habilidades y prácticas basadas en teorías, creencias y experiencias indígenas de diferentes culturas, explicables o no, empleadas en el mantenimiento de la salud, así como en la prevención, diagnóstico, mejora o tratamiento de enfermedades físicas y mentales. (World Health Organization, 2019, p. 8)

En China o India la MT es parte central de su sistema de salud. En otros lugares, aunque más debatida, también muestra una fuerte presencia. Un estudio publicado hace algunos años develó que en países como México, Rusia o Sudáfrica el consumo de MT se observa generalmente en poblaciones rurales y menos educadas (Oyebode et al., 2016).

Por otro lado, estudios realizados en Ghana, (Gyasi et al., 2016), Etiopía (Chali et al., 2021; Legesse & Babanto, 2023), Ruanda (Tan et al., 2021), Uganda (Logiel et al., 2021), Austria (Eigenschink et al., 2023) o Indonesia (Febriyanti et al., 2024) demuestran que la MT es un producto muy consumido.

Ni hablar de su aceptabilidad.

Una encuesta realizada en diferentes países (como Alemania, Estados Unidos, Japón, China, Malasia, Vietnam, Rusia, Kazajistán y Emiratos Árabes Unidos) reveló que muchas personas se mostraron a favor del empleo de MT (Youn et al., 2022). Para los encuestados ella debía emplearse en el tratamiento de diversas enfermedades.

En América Latina el panorama no es diferente.

Un estudio realizado a inicios de siglo en Buenos Aires, Argentina, analizó a 540 pacientes y reveló que más de la mitad había empleado alguna forma de MT (como hierbas medicinales chinas) y que, además, las calificaron de “excelente” y “muy bueno” (Franco & Pecci, 2002). Un estudio reciente confirmó dicha valoración (Palmieri et al., 2022).

En países como Argentina (Idoyaga & Sarudiansky, 2011), Bolivia (Beatriz, 2014), Colombia (Granados et al., 2005, Polindara & Sanabria, 2022), Cuba (De Melo, 2013; López et al., 2019; Rojas, 2018), México (Corell-Doménech, 2019) o Perú (De la Cruz-Vallejo et al., 2023; Eyzaguirre, 2016; Pereyra-Elías & Fuentes, 2012) la MT es un tema muy debatido.

De hecho, la naturaleza pluricultural de nuestra región es un lugar idóneo para el desarrollo y consumo de MT (Nigenda et al., 2001). Pero, ¿cómo ha ganado dicha presencia? ¿Por qué muchos confían en ella más que en la medicina científica? Para responder tales dudas no basta con saber cómo se define. También hay que saber comprenderla.

En ello, la antropología es de gran ayuda.

Antropología, cultura y etnomedicina

La antropología médica (en adelante AM) es aquella rama de la antropología especializada en estudiar las concepciones de salud y enfermedad de diversas poblaciones humanas (Joralemon, 2017; Winkelman, 2009). Para ello, los antropólogos estudian la cultura de tales poblaciones, ya que ella determina lo que significa estar sano o enfermo.

Así, desde un enfoque cultural, la AM estudia fenómenos como las curaciones, el chamanismo, la nutrición, la salud reproductiva, el consumo de alcohol y drogas, los síndromes ligados a la cultura, las infecciones, el estrés, los desórdenes psicológicos, el suicidio o la salud pública (Ember & Ember, 2004; Manderson et al. 2016; Singer et al., 2020).

Al concebir el término “medicina tradicional” como una etiqueta occidental, la AM prefiere el concepto etnomedicina (Erickson, 2008; Nichter, 1992). Desde tal perspectiva, la etnomedicina refiere a las “creencias, conocimientos y prácticas relacionadas con la salud de un grupo cultural” (Ember & Ember, 2004, p. xxix).

Como tal, es un objeto de estudio de la AM.

La etnomedicina es el área de la antropología que estudia las nociones de salud y enfermedad de las distintas sociedades, incluyendo cómo piensan y actúan las personas con relación al bienestar y la curación. La medicina –como el lenguaje, la música y la política– es un subconjunto de la cultura que está situado localmente. Así, tenemos la medicina británica, la medicina bávara, la medicina masái, la medicina maya, etc. Cada sociedad tiene su propio estilo médico o cultura médica. (Quinlan, 2011, p. 381)

En su estudio de las etnomedicinas, la AM estudia todas las prácticas médicas o terapéuticas capaces de ayudar a la persona enferma a obtener bienestar (Aparicio, 2007). Ello implica que los antropólogos deben comprender las diferentes creencias y prácticas curativas de diversas poblaciones alrededor del mundo (Díaz et al., 2015).

Es aquí donde el tema se torna complejo.

El problema con la MT no es tanto su carácter cultural sino el discurso que la enmarca. Como indicó la antropóloga Anamaria Iosif Ross (2012), la MAC (que incluye formas de MT) es “ideal para el examen antropológico, ya que comúnmente se la representa como el otro escurridizo y desafiante de los sistemas biomédicos capitalistas modernos” (p. 1).

¿Qué implica ello?

Lo “tradicional” de la medicina tradicional

Mercado de las Brujas, en La Paz
Mercado de las Brujas en La Paz, Bolivia (Foto: Psamathem)

Al reconocerla como objeto de estudio, la AM concibe la MT como un conjunto de prácticas que existe fuera de las instituciones oficiales de salud (Menéndez, 1994). En ello, el discurso antropológico señala que la MT se compone de prácticas y saberes milenarios de culturas oprimidas por el “Modelo Médico Hegemónico” (Menéndez, 1985).

Dicha narrativa también indica que la MT fue “perseguida, maltratada, difamada y aplastada por el poder y por los sistemas dominantes” (Aparicio, 2007, p. 6). En tales debates, términos como epistemicidio o racismo epistémico (Rocha, 2017) son evocados para graficar una guerra ideológica entre los mundos indígena y occidental.

Aunque son diferentes, prácticamente los mismos factores que causaron el auge de la MAC, como el impacto de ciertas modas académicas o la crisis del enfoque racionalista médico (Beyerstein, 2001), también favoreció la expansión de la MT. De ahí que muchos la pongan en la misma bolsa de la quiropraxia o la homeopatía.

En ese contexto, todas las medicinas alternativas, complementarias y tradicionales son protegidas como si fueran la misma cosa y no tuvieran que someterse a la experimentación controlada, el doble ciego o la replicación. Pese a ser distintas, son legitimadas por un mismo discurso (Rojas, Silva, Alonso & Sansó, 2013).

Es aquí donde lo complejo se torna polémico.

Si tales prácticas fueran sometidas a experimentación –la “más importante conquista de la investigación en salud” (Rojas, Silva, Sansó & Alonso, 2013, p. 115)– y ganaran evidencia, dejarían de ser alternativas, complementarias o tradicionales y formarían parte de la medicina científica. La propia historia del campo revela que ello es un proceso gradual.

Más aún, la diversidad de tales prácticas invita a analizarlas debidamente, sea por la falta de evidencia que muchas exponen (Yamey, 2000) o por su acusado carácter pseudocientífico (Casino, 2017; Li et al., 2018; Miranda, 2016). En dicho panorama es claro que el término tradicional es sinónimo de no-occidental, por tanto, de no-científico.

Ello genera un problema.

El problema del relativismo

Un principio metodológico básico de la antropología es el relativismo cultural, según el cual cada práctica o conducta debe analizarse con relación a su contexto cultural. Como principio metodológico tiene mucho sentido. No obstante, el problema surge cuando se considera que la MT o la etnomedicina es tan válida como la medicina científica.

La doctrina de que hay muchas formas válidas de ver el mundo, y que la ciencia es solo una de ellas, ha sido muy criticada. Dicho “relativismo posmoderno” (Boghossian, 2006) afirma que el conocimiento científico no brinda una mirada objetiva de la realidad, ya que es una construcción social equivalente a los mitos o las religiones (Sokal, 2011).

Aunque uno pueda debatir ciertos detalles, dicho enfoque extremista es real. De hecho, hay un vínculo fuerte entre constructivismo/posmodernismo y negacionismo científico (Hansson, 2020; Kuntz, 2012). Dicha postura anticientífica no solo tiene presencia en el mundo angloparlante sino también en América Latina (Cabrera, 2011).

Trasladado al ámbito de la MT, aquel relativismo plantea que “al ser la ciencia una construcción social, la verdad (el conocimiento) sería relativa y por ello dos teorías provenientes de ‘sociedades’ distintas pueden ser válidas” (Peña & Paco, 2007, p. 94). Tal perspectiva, aunque tenga valor teórico, puede generar dilemas prácticos.

Si bien permite comprender el carácter cultural de la MT, el relativismo llevado a su extremo puede degenerar en un relativismo epistémico que impida al antropólogo evaluar la eficacia de las etnomedicinas de manera objetiva –es decir, tal como haría un científico natural. Ello puede minar su capacidad profesional.

Para el antropólogo Eduardo Menéndez (1994), la AM no tiene por objetivo debatir la eficacia de la MT sino estudiarla en su contexto cultural. Aunque Menéndez (1994) afirmó que tal cuestionamiento es posible, reiteró que “lo pertinente es remitir las prácticas y representaciones ‘populares’ y ‘científicas’ al campo social en el cual se constituyen” (p. 76).

Tal situación genera que algunas veces el antropólogo denomine MT a prácticas que otros científicos llamarían pseudomedicina. Frente a los estudios que advierten los peligros de la MT por su falta de evidencia (Byard et al., 2017), el antropólogo mantiene silencio. ¿No debería, acaso, tener la misma actitud de sus pares científicos?

No lo olvidemos: ante todo, el antropólogo es un científico y, como tal, sus posturas sobre determinados temas deben estar guiadas por el método científico y la evidencia, especialmente en temas que pueden comprometer la salud pública. Si un conjunto de prácticas culturales afecta la salud humana, el antropólogo debe ser el primero en advertirlo.

Y a todo esto, ¿será realmente que la MT carece de toda evidencia?

Medicina tradicional, ¿una ciencia?

Puesto de medicina tradicional en Chupaca, Perú
Mercado Modelo de Chupaca, Perú (Foto: Thayne Tuason).

Al menos para quienes la estudian académicamente, la MT es una ciencia como cualquier otra. Según Dongpei Hu (2016), la MT china es una ciencia natural o ciencia de la vida, ya que estudia la salud y la enfermedad, así como la ley del nacimiento, crecimiento, envejecimiento y muerte del ser humano.

Por otro lado, también es una ciencia social, ya que analiza cómo las relaciones personales y sociales impactan en la salud física y mental de los individuos (Hu, 2016). Además, al basarse en el diagnóstico y tratamiento de malestares, la MT difiere de cualquier medicina popular (folk medicine) transmitida por costumbre o tradición (Kayne 2010).

Desde luego, ello no es suficiente para demostrar su carácter científico.

Para resolver tal duda hay que revisar los estudios clínicos.

Las hierbas medicinales conforman uno de los tópicos más estudiados de la MT (Musa et al., 2023). Aunque se advirtió la presencia de reacciones alérgicas y tóxicas (Ernst, 1998), diversos análisis demuestran que ciertas hierbas contienen los mismos componentes que muchos fármacos (Bussmann et al., 2010; Kong et al., 2008; Liu et al., 2008; Saslis-Lagoudakis et al., 2012).

En América Latina, varios estudios han mostrado los beneficios de algunas plantas medicinales, como la muña (Minthostachys mollis) y su capacidad de aliviar la gastritis leve (Carhuapoma, 2007) o los múltiples aportes de la milenaria hoja de coca (Erythroxylum coca) (Biondich & Joslin, 2015) y la maca (Lepidium meyenii) (Ulloa del Carpio et al., 2024).

Los hallazgos sobre hierbas medicinales son de tal importancia que incluso se emplean en casos de emergencia sanitaria. Por ejemplo, varios países han recurrido a diversas formas de medicina herbal para tratar los efectos de la COVID-19 (Ang et al., 2022; Badanta et al., 2023; Liu et al., 2022; Nugraha et al., 2020; Xia & Huang, 2021; Zia-Ul-Haq et al., 2021).

Por otro lado, aunque se basa en la existencia (no comprobada) de una energía corporal llamada chi, algunos estudios postulan que la acupuntura es eficaz en el manejo del dolor (Liu et al., 2021; Lu et al., 2022; Wang et al., 2022; Wu et al., 2024). Desde luego, otros estudios dicen lo contrario y critican la baja calidad de la literatura (Chen et al., 2020; Interlandi, 2016).

Con respecto al mundialmente famoso yoga, múltiples estudios revelan que su práctica aumenta la salud cardiovascular (Cramer et al., 2014), osteoarticular (Lauche et al., 2019) y mental (Akdeniz & Kaştan, 2023). En ello, reduce la ansiedad (Cramer et al., 2018), el dolor de cabeza (Anheyer et al., 2020), el estrés (Wang & Szabo, 2020) y la depresión (Brinsley et al., 2021).

Estos son solo algunos ejemplos.

Hace poco una investigación que revisó decenas de estudios y elaboró mapas de evidencia concluyó que algunas formas de MT muestran efectos altos y moderados en el tratamiento de diversos malestares (Schveitzer et al., 2021). Tales resultados y otros dan permiten hablar de una MT basada en evidencia (Mandal et al., 2021; Mortada, 2024; Tian et al., 2021).

Recientemente, la revista Frontiers in Pharmacology ha dedicado un número entero a discutir las evidencias de ciertos productos naturales y hierbas, así como los beneficios de la MT china (He et al., 2024). A modo de conclusión, varios de los 15 estudios incluidos destacaron la necesidad de realizar mayor investigación.

Debates dentro y fuera

I Cumbre de Medicina Tradicional en la India
I Cumbre de Medicina Tradicional de la OMS en India, agosto de 2023 (Foto: PAHO).

Si de metodología hablamos, el estudio de la MT emplea diseños experimentales (ensayos clínicos aleatorizados y no aleatorizados), cuasiexperimentales, históricos o casuísticos (Telles et al., 2014), así como diversos paradigmas (Ijaz et al., 2024). En ello, las enfermedades más investigadas son de tipo digestivo, circulatorio y genitourinario (Ang et al., 2024).

Desde luego, aquella literatura también posee limitaciones: el empleo de muestras pequeñas, la variabilidad e inconsistencia en los resultados, el uso de diseños metodológicos inadecuados, la poca significatividad estadística (derivado de las muestras pequeñas), controles deficientes y la falta de comparación con el placebo (Telles et al., 2014).

Como resultado de todo ello, el Manual Cochrane de Revisiones Sistemáticas e Intervenciones (que integra los resultados de ensayos clínicos y brinda amplia evidencia sobre la eficacia de los tratamientos médicos) ha incluido una sección dedicada a la MT donde somete a revisión muchas de sus prácticas.

Tal situación generó algunos debates vinculados a la calidad y cantidad de la evidencia (Dai et al., 2022), así como a la necesidad de una definición estandarizada (Wieland et al., 2011). Otros análisis –que ahondan en la filosofía, pero no tanto en la evidencia empírica– han calificado la MT de no ser ciencia (Ongay de Felipe, 2021).

En dicho contexto la Organización Mundial de la Salud (OMS) impulsó la MT al incluirla en la última edición de su Clasificación Internacional de Enfermedades (Cyranoski, 2018) y celebrar la primera Cumbre de Medicina Tradicional Global en la India (Burki, 2023). Ello obedece a su interés en estandarizar su práctica y hacerla más segura.

Desde luego, hay voces en contra.

Para algunos la OMS promueve la pseudociencia (Jarry, 2023a), ya que la MT se basa en conceptos incompatibles con el método científico (Jarry, 2023b). Ello es correcto. En su afán integrador, la OMS ha incorporado prácticas como la homeopatía, acusada de no tener evidencia incluso por investigadores que defienden la MT (Schveitzer et al., 2021).

Ciertamente, incorporar la MT en los sistemas de salud pública conlleva una serie de retos, tales como regular sus prácticas adecuadamente, verificarlas mediante experimentación (lo que pasa por reconocer su diversidad) o considerar las diferencias culturales de los países (Von Schoen-Angerer et al., 2023). Son tareas nada fáciles.

Un caso especial

Actualmente, muchas revistas científicas publican estudios sobre MT: Phytomedicine, Journal of Natural Products, Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine, BMC Complementary Medicine and Therapies, Journal of Integrative and Complementary Medicine, Journal of Ethnobiology and Ethnomedicine, American Journal of Chinese Medicine, Advances in Traditional Medicine o Chinese Medicine.

Ello prueba que la MT es un objeto de estudio científico y un caso especial de MAC.

Y es que, en este punto, es clave diferenciarlas. Si bien la MAC comprende las variadas formas de MT, también incluye prácticas ampliamente criticadas como la homeopatía, la hipnosis o la reflexología que –si acaso vale aclarar lo obvio– no forman parte de la herencia cultural de ninguna población indígena.

De hecho, las pseudomedicinas más dañinas no son tradicionales en el sentido antropológico del término sino inventadas por médicos occidentales con segunda especialidad (Ernst, 2021, 2024). La MT –sea china, india, latinoamericana o africana– se compone en su mayor parte de hierbas y otros productos naturales considerablemente menos peligrosos.

Si hay algún consenso, este defiende la necesidad de desarrollar mayor y mejor investigación. Por tal motivo, algunos han sugerido que la MT podría ser científica si se vuelve más rigurosa (Cooper, 2004), lo que también pasa por evaluar la seguridad, calidad y eficacia de sus prácticas (Lin et al., 2021). Ello sería complicado con la homeopatía o la orinoterapia.

Durante gran parte de su historia la medicina científica fue tradicional y hoy sigue siéndolo, en tanto múltiples productos naturales integran los componentes de muchos fármacos (Butler, 2005; Kong et al., 2008; Newman et al., 2000; Saslis-Lagoudakis et al., 2012). Ello revela, contrario a lo que se piensa, que la MT y la medicina científica no son contradictorias.

Palabras finales

Buena parte de la desconfianza hacia la MT tiene que ver con su imagen estereotípica: cuando pensamos en ella imaginamos a un chamán sin formación académica ofertando hierbas a sus clientes. No obstante, hace mucho tiempo que la MT viene siendo desarrollada por científicos profesionales en instituciones competentes.

Aunque no sea la más rigurosa, la MT tiene respaldo científico en tanto observa y analiza la realidad, formula hipótesis y las comprueba experimentalmente. Muchas hipótesis serán rechazadas, pero otras serán aceptadas. Así funciona la ciencia. Por ello algunos han sugerido distinguir la MT científica de su contraparte pseudocientífica (Aramesh, 2018).

Desde luego, la publicación de ensayos clínicos y metaanálisis no dicta la última palabra sobre un tema que parte de otras bases filosóficas (Eckman, 2024; Ongay de Felipe, 2021; Wang, 2019). Si bien este no es el lugar idóneo para determinar si es dura, proto o pseudo, la literatura científica comprueba que la MT no es algo tan lejano de la ciencia como usualmente se cree.

 

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Sergio Morales Inga es antropólogo y egresado de la Maestría en Filosofía de la Ciencia, ambos por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Perú. Tiene publicaciones en revistas académicas de Perú, Colombia, Argentina, España y Reino Unido. Columnista de evolución humana, género y epistemología de las ciencias sociales en Ciencia del Sur. También realiza divulgación en evolución cultural a través del blog "Cultura y evolución".

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4 COMENTARIOS

  1. Empecemos con una cuestión, el artículo de Morales Inga es un artículo copia y pega y ligeramente modificado de otro «El silencio de los inocentes: la antropología frente a
    El silencio de los inocentes: la antropología frente a los peligros de la medicina tradicional» que apareció en la ya inexistente revista «Scientia in Verba» en el 2019.

    El autor antes de definir la medicina tradicional (MT) mete miedo con «múltiples fallecimientos» con casos aislados en varios países incluso metiendo suplementos (pese a que más adelante se queja de que varias llamadas por el lego «MT» no son tales, los suplementos son MT cuando le conviene al autor y si sirve para culpar a la MT de las desgracias). Luego tampoco separa las muertes ocasionadas por automedicación de las que haya dado un curador tradicional. Eso sí, se jacta de hablar del rigor y la «evidencia».

    Tampoco el autor separa entre las definiciones de MT de la OMS (que el autor tampoco sabe que ha recibido críticas por la vaguedad y etnocentrismo) y asume que todo el que práctica dichas formas lo hace por mero beneficio económico. Luego, de forma ignara afirma que «la MT forma parte de la medicina alternativa y complementaria», ¿fuentes? Ni una, por supuesto. Si el autor hubiera leído lo que sí dice la OMS, habría evitado confundir, ya que la MT puede ser alternativa o complementaria dependiendo del uso que el curador le dé.

    También el autor, ahora sí tras presentar la definición de la OMS, habría notado el sesgo de dicha definición, ya que hay países como la India en donde varias prácticas que son consideradas «alternativas» son reconocidas oficialmente (lo que no significa que dejen de ser subalternas).

    Luego, el autor sin ninguna otra referencia apela a que hay un «consenso científico» de que «carecen de evidencia» como si todas fueran lo mismo. ¿Fuentes? De nuevo ni una. Eso sí, usa como argumento de apoyo el libro de Mario Bunge, el cual ni siquiera se tomó la molestia nunca de analizar cada práctica MT o MAC, sino que lanzaba críticas sin sentido generalizando y de forma ignorante llamando a todos «chamanes» (vergüenza que un antropólogo como Morales Inga ni siquiera note el sesgo).

    Y sin faltar el que habla de «evidencia» basa su crítica en libros de activistas «escépticos» con un claro sesgo en contra de todas las MAC y MT (si el señor pregunta, sí, conozco todos esos libros y en general uno encuentra cherry picking y eso que se la pasan sermoneando en contra de ello ni hablar de la mezcolanza de relativismo moral y posmodernismo que hacen sin atender críticas específicas).

    Ahora, luego se la pasa citando a Edzard Ernst, un clásico crítico de las MAC que con todo y todo lo agresivo que es, al menos admite que un 5% de MAC tienen sustento científico. No sin faltar mencionar que el propio Ernst en su libro dice esto sobre la homeopatía:

    «There Is No Credible Evidence at all that Supports Homeopathy. Several well-conducted clinical studies of homeopathy with positive results have been published. It is therefore not true to claim that there is no good trial evidence at all» (P. 62).

    Obvio, después en su libro Ernst arroja un montón de excusas sin sentido de que «no le parecen convincentes» como si él fuera el juez supremo del mundo. Como sea, el señor Inga no entiende que desde hace años los trabajos de Ernst han sido criticados por, irónicamente, mala metodología y mala conducta científica:

    https://karger.com/fok/article/20/5/376/353085/Homeopathy-Meta-Analyses-of-Pooled-Clinical-Data

    Pero lo que más calamidades causa es ver la forma tan descuidada que Inga usa el fraudulento informe APETP (el mismo que uno de sus ex colegas denunció como fraude) como soporte. No, no hay «1 500 españoles» que mueren por el uso de «pseudoterapias» cada año. La APETP en su web ni siquiera fue capaz de completar el listado de «pseudoterapias», el cálculo que hicieron lo basaron en un estimado en Twitter (sí, no es una broma) de un ingeniero informático (coautor del informe), lo cual hace más ridículo el asunto. Ni hablar de que el informe cuando se trata de los datos en España en su propio documento todos los casos no pasan de una docena y se remiten a diarios de periódicos o casos aislados o de mala praxis o unos en los que graciosamente confunden hierbas con homeopatía (pese a que se la pasan diciendo que eso lo hacen los pacientes).

    Y más errores, Inga si antes confundió la MT con la forma en que se usa (complementaria o alternativa), luego siempre sí las distingue «una se emplea de forma alternativa y otra a modo de complemento», luego se le ocurre decir que entre ambas «no hay una diferencia radical. La única que sí se distingue es la llamada medicina tradicional». ¿O sea, cómo? No tiene sentido, se confunde al inicio, luego aclara para terminar cayendo de nuevo en la confusión. No Inga, la MT o las MAC se usan de forma alternativa o complementaria, al igual que la biomedicina puede usarse así (aunque esta sin el contexto «holístico»).

    Antes Inga no reconoció el sesgo de la definición etnocentrista de la OMS, luego siempre sí cuando admite que en China o India la MT forma parte central del sistema de salud. ¿Entonces la MT es un «producto» muy consumido? ¿a qué te refieres? ¿en serio crees que la MT sólo es algo de marketing y venta de tecitos o cápsulas de ginseng en tiendas naturistas?

    Pretender comprender la MT, aunque antes ya has prejuzgado y confundido términos (quizá por tu mala comprensión lectora en temas que obviamente no estudiaste más allá de lo que leíste superficialmente). ¿Luego metes imágenes de la brujería para confundir al lector y hacerle creer que los antropólogos de la medicina deben necesariamente ir a una tienda de velitas?

    Desde hace años que está superada la idea de que la AM se basa en estudiar prácticas que «existen fuera de las instituciones oficiales de salud», incluso el mismo Menéndez en los artículos que usas lo dice clarito. Resulta más irónico que Sergio se queje del concepto de epistemicidio cuando los libros de los militantes «escépticos» que tanto admira suelen admitir que buscan eliminar las MAC y MT.

    Luego, el autor sin tener ni idea, difunde mitos como que la homeopatía es parte de un auge de «moda académica» contra el enfoque racionalista médico. Por favor, si la homeopatía fue predecesora de los métodos como el doble ciego y el primer ensayo clínico controlado (no, no fue el de la vacuna de Salk). Y tampoco pareces estar al tanto de que los propios homeópatas no son un conjunto monolítico, pues los hay quienes desde hace décadas defienden la experimentación controlada y han hecho experimentos (otra cosa que los militantes «escépticos» los ignoren adrede y no los citen ni mencionen en sus librillos).

    La tontería clásica de que si X MAC o MT fuera sometida a experimentación y genera pruebas deja de ser «alternativa, complementaria o tradicional» no tiene sentido. Una práctica MAC o MT puede ser sometida al ensayo clínico y generar estudios o ser refutada, y eso no cambiará su estatus. la acupuntura tiene bastantes estudios y ha sido incluida incluso en guías de atención clínica y es practicada en muchos hospitales en el mundo, ¿y eso ha detenido que la dejen de calificar como «pseudoterapia» curiosamente los medios «escépticos? No.

    Metes la parte de que son «pseudociencias», basándote en artículos que no logran mantener un solo criterio demarcatorio coherente ni consistente, ya no decir que ni siquiera supera el tamiz de la crítica. ¿Cuántos criterios de demarcación han sobrevivido o resuelto el problema de demarcación? Ni uno, si no lo han hecho usarlos como herramienta es al menos muy dudoso y más si los autores que los usan lo hacen de forma superficial.

    Después confundes el relativismo moral con el axiológico y también mezclas un montón de cosas sin sentido. Ni todos los autores sobres las MAC rechazan la MBP ni todos dicen que haya que apuntarse al relativismo axiológico. Sí, hay proponentes de las MAC que son definitivamente relativistas axiológicos, pero la mayoría (al menos los que yo he leído y académicos) no lo son, suelen defender un relativismo moderado criticando la MBP (que también académicos en contra de las MAC o críticos moderados los hay que critican la MBP). Me parece gracioso que Inga no se de cuenta de que cae en el extremismo del pseudoescéptico ramplón de negar toda las MAC y MT (sí, que los militantes «escépticos» suelen caer en ello) y también se puede hablar del vínculo de los «escéptico» con defender cosas irónicamente cuestionables como las cirugías de reasignación trans que sus proponentes suelen caer en el posmodernismo y relativismo axiológico para defender la existencia de un supuesto «tercer sexo» (que aunque haya trans que nieguen eso, los hay que lo hacen abiertamente) y que niegan los estudios más recientes de alta calidad que cuestionan los beneficios de las terapias de reasignación. No se diga de las simpatías y quiños de los activistas «escépticos» hacia el glifosato (pese a la contundente y sólido sustento de que causa daños a la salud y medio ambiente, y la biodiversidad).

    Inga tampoco parece estar al tanto de que hay irónicamente militantes «escépticos» que le hacen guiño al constructivismo social (que Bunge criticaba pero que no entendió bien). Además, el supuesto de que un antropólogo «no puede evaluar la eficacia de las etnomedicina» es una tontería. En AM el término eficacia no es el mismo que el de eficacia en la llamada «Medicina Basada en Pruebas», en AM eficacia se refiere al aspecto socio cultural y pragmático. Un AM no tiene por qué evaluar la eficacia entendida por la MBP ya que no todo AM es médico, aunque sí lo puede hacer si se mete a leer y estudiar (yo, por ejemplo, lo hice con la homeopatía basándome en estudios de revisiones).

    Menéndez sólo estudió de forma teórica las MAC y MT, nunca hizo trabajo de campo con estas prácticas. Sin embargo, él no las prejuzga y dejó a otr@s AM estudiarlas.

    Luego dices: «Tal situación genera que algunas veces el antropólogo denomine MT a prácticas que otros científicos llamarían pseudomedicina. Frente a los estudios que advierten los peligros de la MT por su falta de evidencia (Byard et al., 2017), el antropólogo mantiene silencio. ¿No debería, acaso, tener la misma actitud de sus pares científicos?»

    El AM tiene el derecho a denominar MT porque hay definiciones con sus críticas y limitaciones, mientras que el término «pseudomedicina» es un concepto bastante etnocéntrico y muy cuestionable que se basa en el problema de demarcación que sigue sin ser resuelto e irónicamente muchas propuestas deberían ser llamadas charlatanería epistemológica (sí, entre ellas la propuesta de Bunge que no sirve para lo que dijo prometer, ya que sus «tuplas» son tonterías que se sacó de la manga e incluso filósofos modernos hablan de que su criterio está prácticamente «muerto»).

    Sí, el antropólogo es un científico y por eso antes de prejuzgar debe investigar el tema y no caer en creerse lo que dicen militantes «escépticos» en un hilo en Twitter o un vídeo en Tik Tok o Youtube sólo por los likes. En tu caso, tu postura no está basada en la «evidencia» que dices defender. Por ejemplo, hablas de que se evalúe la eficacia pero te metes a hablar de las reacciones alérgicas como si la penicilina o medicamentos «convencionales» no las puedan desencadenar. Luego, si antes decías que no tienen pruebas, luego dices que algunas plantas han mostrado beneficios, ¿en qué quedamos? Si hablas de que la acupuntura tiene estudios con beneficios y luego otros dicen que no, ¿cómo eso la convierte en «pseudoterapia»? Si no separas entre condiciones clínicas lo mismo se puede decir de las intervenciones «convencionales» porque hay pruebas a favor y en contra, ¿eso la hace «pseudoterapia»? Seguro estarías de acuerdo en que no, pues se te guías por la calidad metodológica, limitaciones y demás:

    https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0895435622001007

    Y no, Inga, si hablas de «muestras pequeñas», una muestra pequeña no necesariamente significa un mal estudio. Recuerda que si aplicas ese mismo tamiz a la antropología te la cargas porque la mayoría de estudios que hacen los antropólogos son con muestras «pequeñas» ya que su corte es de más índole cualitativo, ni hablar de que difícilmente puedes aplicar controles.

    Luego dices:

    «Ello es correcto. En su afán integrador, la OMS ha incorporado prácticas como la homeopatía, acusada de no tener evidencia incluso por investigadores que defienden la MT (Schveitzer et al., 2021).»

    https://scielosp.org/article/rpsp/2021.v45/e48/ ¿Está es tu fuente? Ni siquiera leíste el documento, en ninguna parte se menciona la homeopatía. El Evidence GAP real de la homeopatía es este y dice lo contrario a lo que dices:

    https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/39719147/

    Otra cosa que dices:
    «Un caso especial. Actualmente, muchas revistas científicas publican estudios sobre MT: Phytomedicine, Journal of Natural Products, Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine, BMC Complementary Medicine and Therapies, Journal of Integrative and Complementary Medicine, Journal of Ethnobiology and Ethnomedicine, American Journal of Chinese Medicine, Advances in Traditional Medicine o Chinese Medicine. Ello prueba que la MT es un objeto de estudio científico y un caso especial de MAC.»

    Bueno, pues tus autores favoritos «escépticos» descalifican esas revistas, mientras que tú dices que son científicas. Al menos estamos de acuerdo en que esas revistas no son científicos, el problema lo tienes con los militantes «escépticos» que te dirán que «no lo son».

    «Si hay algún consenso, este defiende la necesidad de desarrollar mayor y mejor investigación.»

    ¿En serio apenas te diste cuenta? Eso lo vienen diciendo los propios proponetes de la MT y la MAC desde hace décadas. Mientras que los militantes «escépticos» a los que tanto apoyas quieren parar esa investigación y lo han intentando difamando en redes o presionando, pero parece que esa parte en tu mundo no existe.

    «Buena parte de la desconfianza hacia la MT tiene que ver con su imagen estereotípica: cuando pensamos en ella imaginamos a un chamán sin formación académica ofertando hierbas a sus clientes. No obstante, hace mucho tiempo que la MT viene siendo desarrollada por científicos profesionales en instituciones competentes.»

    Pues eso díselo a tus seguidores que en redes sociales siguen difundiendo ese estereotipo.

    «Si bien este no es el lugar idóneo para determinar si es dura, proto o pseudo, la literatura científica comprueba que la MT no es algo tan lejano de la ciencia como usualmente se cree.»

    ¡Es lo que yo llevo diciendo desde 14 años y sólo recibí acoso y difamaciones de grupos «escépticos»! Pero entonces lo dice un militante escéptico y recibe aplausos. Hipócritas.

    • Hola Jesús, gracias por tu comentario.

      1) Empecemos con una cuestión. El otrora editor de Scientia in Verba, mi tocayo Sergio Barrera, liberó todos los artículos antes de «renunciar» y autorizó a todos los autores a enviar los artículos a otros medios. Más que un «copia y pega», como dices malintencionadamente, es una reformulación del debate.

      2) Tu 2do párrafo no se entiende. Te pido claridad en la redacción.

      3) Mi artículo aclara las diferencias entre MT y MAC.

      4) La cita a Bunge y la calificación de la MT como ‘carente de evidencia’ forma parte de la estrategia narrativa del artículo: empieza por su imagen estereotípica y prejuiciosa para luego ir desgranando el tema y apreciar los matices. Confundes mala intención con estrategia narrativa.

      5) Resolvamos esto de forma sencilla: ¿la homeopatía cuenta con evidencia? ¿Cuál es?

      6) ¿Tu desacuerdo con el informe de la APETP es simplemente afirmar que lo que dice es falso? Supongamos que no te creo, porque muchos críticos del informe son practicantes de pseudoterapias. ¿Cuál es la evidencia? Eso es lo que debes compartir.

      7) Más allá del uso (complemento o alternativo) que se le dé a la MT, esta tiene un origen histórico diferente de la MAC. La MT refiere a saberes indígenas. La MAC no.

      8) «¿en serio crees que la MT sólo es algo de marketing y venta de tecitos o cápsulas de ginseng en tiendas naturistas?»
      No. Literalmente mi artículo trata sobre cómo la MT es más que eso.

      9) «¿Luego metes imágenes de la brujería para confundir al lector y hacerle creer que los antropólogos de la medicina deben necesariamente ir a una tienda de velitas?»
      What?

      10) La antropología médica es el estudio de sistemas médicos. Que también estudien otros fenómenos o prácticas no anula que su objetivo central sea ese. Cualquier libro de antropología médica lo confirma.

      11) Te agradeceré que compartas evidencia de que la homeopatía fue pionera del doble ciego y, de paso, la evidencia de que funciona.

      12) Lo que los «círculos escépticos» digan de la acupuntura me tiene sin cuidado. A mí me interesa lo que diga la evidencia científica, no lo que diga algún «escéptico» sin nombre.

      13) «Me parece gracioso que Inga no se de cuenta de que cae en el extremismo del pseudoescéptico ramplón de negar toda las MAC y MT»
      Literalmente mi artículo afirma que la MT puede ser una disciplina científica.
      La MAC es otro tema muy diferente.

      14) ¿Qué tendrá que ver eso del «tercer sexo»? ¿Lo has visto? ¿Cómo se llama?
      Hablando de mezclar «un montón de cosas sin sentido».

      15) «Inga tampoco parece estar al tanto de que hay irónicamente militantes «escépticos» que le hacen guiño al constructivismo social»
      Escribí un artículo el 2017 criticando al constructivismo.

      16) Un antropólogo no está preparado para examinar la eficacia de una medicina o tratamiento. Los antropólogos no son formados para ello.

      17) Pseudomedicina no es lo mismo que pseudociencia. La homeopatía o la acupuntura no tienen por qué evaluarse según los criterios de demarcación porque no son ciencias (son terapias, muy aparte de si funcionan o no). Solo se les pide que cuente con evidencia que las respalde.

      18) Me queda claro que tu desacuerdo con la obra de Bunge es meramente de palabra.
      Aun así, mi artículo apenas cita a Bunge una vez.

      19) No veo dónde digo que la acupuntura es una pseudoterapia. Literalmente lo que hago es mostrar que hay estudios que discuten su eficacia.

      20) Yo no dije que un estudio con muestra pequeña lo conviertía en un «mal estudio». Me limité a mencionar que las muestras pequeñas son parte de las limitaciones de los estudios al respecto.

      21) Sobre la cita a Schveitzer et al. (2021). Lo más probable es que me haya confundido de cita. Déjame revisar y te confirmo.

      22) «tus autores favoritos «escépticos» descalifican esas revistas, mientras que tú dices que son científicas»
      No sé a qué te refieres con «autores favoritos escépticos». Yo solo hablo por mí.

      23) «¿En serio apenas te diste cuenta? Eso lo vienen diciendo los propios proponetes de la MT y la MAC desde hace décadas.»
      Perfecto. Yo lo digo en un artículo del 2025. ¿Cuál es tu problema con ello?

      24) «eso díselo a tus seguidores que en redes sociales siguen difundiendo ese estereotipo»
      Lo que hagan mis seguidores en redes me tiene sin cuidado. Parece que tienes problemas para formular una crítica seria que no caiga en acusaciones infantiles.

      25) No sé a quién te refieres con eso de «militante escéptico». Pero si tú tuviste mala suerte en tu trabajo, lo lamento mucho. A lo mejor a mí me fue bien porque tuve mejores argumentos y un gran medio (como Ciencia del Sur) para difundirlas.

      En síntesis, parece que leíste mi artículo estando enojado porque me descalificaste, usaste un lenguaje burlón, me acusaste de «militante escéptico» y me achacaste la postura de pensar que la MT es pseudociencia o pseudomedicina cuando mi artículo hizo todo lo contrario: acercarla a la ciencia. Te aconsejo que te tomes un té verde para alinear tus chakras y que vuelvas a leer mi artículo con calma.

      • Hola, gracias por leer mi comentario y responderlo. Respondo punto por punto:

        1) Cuando alguien republica un artículo en otro medio por ética y normas de publicación ha de aclarar que se trata de una republicación o en tu caso «una reformulación».
        2) Escribí mi comentario en el teléfono, mea culpa. En el segundo párrafo me refiero a que hay aplicas un doble rasero hablando de algunos casos de daños causados (presuntamente o confirmados) de MT, como si eso fuera un problema inherente de la MT. Si mencioné la automedicación es justamente porque en tus fuentes no se hace esa distinción de si los daños fueron por ello o por una prescripción con un practicante.
        3) Si bien las aclaras, también las confundes en otros párrafos y las tratas como sinónimos. Coo cuando dice que «lo cierto es que suelen ir juntas, ya que entre ambas no hay una diferencia radical». Siendo que la medicina alternativa es referente a una práctica (incluso de la llamada MT) que, según la OMS, se basa en que se usa en lugar de la biomedicina.
        4) Te lo compro, ¿no habría sido más adecuado entonces críticar la opinión de Bunge?
        5) y 6) La respuesta es afirmativa, la homeopatía sí tiene pruebas que confirman su validez más allá del efecto placebo. Este nivel de pruebas está a la par en proporción a la de la biomedicina. Que se niegue y se asuman prejuicios es otra cosa. Analicé el informe de la APETP al completo, incluso el contexto en el cuál se escribió, cada fuente que citaron sobre la homeopatía (ya que fue mi caso de estudio). El informe APETP estimaba inicialmente más de 1 500 pacientes, luego lo redujeron y truncaron a España, luego de ahí pues cuando se desgranan sus fuentes te topas con que siempre no, que sus fuentes son apenas unos pocos casos en España y el resto son algunos estudios en los cuales en muchos casos no se hizo un análisis que separe por tipos de MAC o MT, ni si se usaron solas o como complemento. Todo esto que preguntas tanto de los estudios de eficacia como el análisis del informe de la APETP lo presenté desde el año pasado en una tesis profesional que recibió mención honorífica, puedes mirar el índice en los capítulos 27 y 29:
        https://www.academia.edu/126469005/Bolitas_y_chochitos_la_homeopat%C3%ADa_bajo_fuego_Disertaci%C3%B3n_antropol%C3%B3gica_epistemol%C3%B3gica_e_hist%C3%B3rica
        7) La MT tiene un problema, es un concepto muy vago que en la literatura puede ser identificado como sinónimo de herbolaría/medicina indigena, biomedicina o incluso MAC. Pero la MAC para la OMS tiene un sentido práctico de su uso como, valga la redundancia, alternavo o complementario justamente porque la OMS lo ve desde el punto de vista hegemónico. Así que en este sentido, de nuevo, las MT pueden funcionar como MAC. Obviamente que si te refieres a la cuestión de la New Age o el posmodernismo asociado a estas una MT con cauteral sería una MA.
        8) Ok.
        9) Me refiero a la imagen del mercado de las brujas.
        10) No era necesario que me expliques el estudio de la AM, en mi tesis desarrollé el tema y conozco bastante el ámbito. A lo que me refiero es que desde la AM, la biomedicina es otro sistema a la par en el sentido etnográfico. Si una es más o menos válida que la otra eso se lo dejamos a la epistemología y la historia de la medicina.
        11) Claro, hay artículos que hablan de S. Hahnemann fue uno de los pioneros en reconocer el efecto placebo y desde hace décadas los mismos homeópatas desarrollaron experimentos cegados en los «provings»:
        https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24931754/
        https://www.thieme-connect.de/products/ejournals/abstract/10.1016/S0007-0785%2897%2980036-1
        12) Diferimos en ello, para mí es importante lo que digan los «círculos escépticos» porque justamente son los que hacen más ruido y se oponen en los medios son ellos y nadie más.
        13) En mi comentario te mencioné que oscilas entre rechazar la MT y considerarla una disciplian científica. Aclaro que cometí un error de escritura en mi comentario cuando dije que las revistas de MAC «no son científicas», quise decir que lo son y que en eso estamos de acuerdo. Las MAC son un conjunto muy heterógeneo de prácticas desde las que no cuentan con pruebas hasta las que cuentan con pruebas prometedoras o incluso sólidas para algunas condiciones de salud (desede el punto de vista de la biomedicina).
        14) La calidad de los estudios en hormonación trans son en su vasta mayoría de baja calidad al nivel que los tratamientos de reconversión «gay cis». En contraste, irónicamente los de disciplinas como el yoga, la acupuntura y la homeopatía son cuando menos bastante más sólidos (en general). Los casos de daños en menores trans o que se rechazan más grandes su identidad trans están documentado. ¿Cómo es que el discurso dominante a unas se les considera «pseudociencias» mientras que las intervenciones trans no? Y conste que no estoy rechazando la identidad de género (cosa que a mí no me incumbe si X o Y se quieren identificar con otro género). Mi punto es señalar ese doble rasero.
        No, no he visto el «tercer sexo», pero sí he visto activistas trans defender que eso «existe». A ell@s son a quienes les deberías pedir pruebas de ello, no a mí.
        15) Justamente por eso aclaro la ironia que Bunge fuera un ferviente crítico del constructivismo social (que hizo también sus hombres de paja), pero que haya militantes «escépticos» defendiendo el constructivismo social a conveniencia.
        16) Técnicamente es correcto lo que dices, excepto que cualquier leguleyo «escéptico» osa decir que la homeopatía, por ejemplo, «no tiene pruebas» sin consultar la literatura o si la consulta hace cherry picking o cita la Wikipedia. Incluso hay uno que otro antropólogo (como Eduardo Aznar en su libro de las «terapias placebo») que sí que ha intentado evaluar la eficacia de la homeopatía pero de forma bastante superficial. En mi caso, en mi tesis entré en el asunto de la eficacia de la homeopatía tras leer y consultar expertos en el tema, quienes me fueron guiando y recomendando material de lectura. Es por eso que es una tesis inédita, incluso tiene una clara estrategia de búsqueda basada en más de 35 bases de datos académicas en comparación con tu tesis (que desconozco tu número de bases de datos que consultaste ya que no las mencionas). Y no sólo soy antropólogo.
        17) En los libros de divulgadores «escépticos» se trata la pseudomedicina como sinónimo de «pseudoterapia» y un derivado de la «pseudociencia». En contra de lo que afirmas, algun@s filósofos y otros que no lo son han intentado evaluar la homeopatía con esos criterios de demaración. De hecho, Bunge intentó hacerlo en sus libros pero nunca lo hizo de manera sistemática. En el 2018 evalué preliminarmente su criterio para el caso de la homeopatía y mostré que no se cumple (https://www.academia.edu/37201159/Pros_y_contras_en_el_debate_acerca_de_la_homeopat%C3%ADa). Hasta la fecha por más críticas que tenga el criterio de Bunge, sigue siendo el más completo y falló con la homeopatía. Como aclaro, mi análisis del 2018 apenas fue un «juego» ya que en mi tesis es cuando en el capítulo 31 a partir de los demás capítulos, simplemente terminé por «sepultar» el criterio de Bunge para el caso de la homeopatía. En mi tesis concluyo que por lo menos la homeopatía se puede considerar una protociencia, aunque tiene más visios de una ciencia en ciertas áreas como la investigación fundamental con muchas preguntas ya que en estos últimos años se sabe más del fenómeno que hace 20 o 30 años.
        18) Mi desacuerdo con Bunge ya lleva años, lo llevo citando en artículos desde el 2013. Alguna vez lo contacté por correo, no me respondió.
        19). Ok.
        20) En estadística médica una muestra pequeña no dice por si sola nada. Hay estudios que las farmacéuticas hacen con miles de pacientes ya que saben que con ello se aumenta la sifgnificancia estadística. Puedes tener un ensayo con N = 1 500 pacientes y doble ciego, pero ser de mala calidad si está mal diseñado. Para ello una mejor limitación metodológica es hablar de los intervalos de confianza y el riesgo de sesgo.
        21) Ok.
        22) Ok.
        23) Que al menos hay que reconocerlos, ¿no crees?
        24) Pues no se diga más.
        25) Conozco mucho el «movimiento escéptico», más de lo que crees. De hecho la mitad de mi tesis fue abordar las críticas de ese grupo (en sentido ideal ya que obviamente no son del todo homógeneos) y el doble rasero que usan. No me puedo quejar, tengo una tesis de casi 1 500 páginas con más de 2 800 referencias. Si crees que eso es que te «vaya mal», pues difermos. Mientras tienes como medio de difusión el portal Ciencias del Sur (que bueno, no es nada malo), yo ya publiqué algo en Science, una carta al editor, algo es algo. Science tiene más prestigio que Ciencias del Sur, ¿no crees? https://www.academia.edu/98607235/e_Letter_Please_dont_reject_evidence_when_it_exists_
        No te enojes, no creo haberte insultado y si te sentiste atacado pues soy capaz de pedirte una disculpa. Simplemente mi error fue escribir en el teléfono caminando y luego se me activó el teclado con una mano. Cuando gustes debatimos. Mientras tanto puedes checar mi tesis, que si bien no es perfecta (tiene sus errores en algunas palabras por el manejo super pesado del Word que se alocaba y eso que tengo una computadora decente), pero por lo demás se hizo con bastante cuidado. Ahí encontrarás las referencias incluso varias inéditas que no menciona ni un sólo divulgador «escéptico», sobre la eficacia de la homeopatía, estudios que dan sustento al efecto memoria del agua, referencias sobre el efecto biológico en animales no humanos, plantas, cultivos y sistemas fisicoquímicos. La tesis fue presentada no ante un grupo de «new age», sino ante la Escuela Nacional de Antropología e Historia, la de mayor prestigio en antropología en toda América Latina y entre mis sinodales estuvo uno de los antropólogos médicos más importantes de América Latina. Igual puedes checar la página de agradecimientos y buscar quienes son los científicos que se mencionan.

        A veces me emociono mucho, pero no me hagas caso así soy.

        • Gracias por continuar el diálogo, estimado.

          1) Correcto. Podría haberlo hecho, pero opté por no hacerlo.

          2) Entiendo. Pero mi idea fue más una estrategia narrativa: empezar por la superficie, lo estereotípico, para luego profundizar.

          3) Lo que dije es correcto: no hay una diferencia radical entre MA y MC. Pero la MT sí es diferente.

          4) Lo hago de forma implícita a lo largo del texto, al demostrar que la MT se basa en evidencia científica (al menos de forma genérica).

          5) La literatura científica que conozco sobre la homeopatía la describe como una práctica sin evidencia. No obstante, si consideras que ello es un error haces bien en señalarlo. Los lectores tomarán ambas perspectivas y podrán formar su propia conclusión.

          6) Te agradezco la información que compartes. Si el informe en cuestión tuvo errores, está bien señalarlos. Quienes nos lean habrán de considerar ambos lados del debate. Eso sí, que no se instale la idea de que mi artículo gira en torno a dicho informe, porque solo se lo menciona una vez.

          7) Lo que señalas es correcto. Pero la OMS también distingue la MT en tanto la define como producto de conocimientos indígenas. Mi artículo recoge esa definición y la emplea para diferenciarla de cualquier otra forma de MAC que no sean prácticas indígenas.

          8) Vale.

          9) Así se llama el mercado. Es un nombre folklórico, si se quiere.

          10) Correcto. No veo cómo en mi artículo haya dicho algo diferente.

          11) Gracias por la info. Lo que entiendo es que la homeopatía estuvo involucrada con el doble ciego. Yo había entendido que el doble ciego empezó con la homeopatía y no creo que ello fuera cierto. No creo que una produjera la otra, sino que ambas estuvieron relacionadas desde el principio.

          12) Podemos convenir en que su opinión es importante, pero en mi artículo remito directamente a estudios científicos.

          13) De acuerdo en que las MACs son un campo heterogéneo. Mi artículo se centra en la MT, desde el título, hasta la discusión y el final. Si mencioné la MAC en alguna parte es para destacar que muchas veces se incluye a la MT en la MAC.

          14) Creo que ese doble rasero que mencionas con respecto a las terapias de afirmación de género están más en lo activistas que en los científicos. Porque, al final, siempre hay debate sobre cuestiones metodológicas. / Hasta ahora no he visto a nadie hablar de un tercer sexo y fíjate que aquí mismo publiqué un artículo sobre el tema.

          15) Entiendo, pero ello escapa a mi postura personal y al tema de mi artículo.

          16) Puede haber excepciones, pero dependen de su formación.

          17) Gracias por exponer tu punto de vista. El tema de la demarcación sigue en debate.

          18) Interesante episodio.

          19) Vale.

          20) Importante aclaración.

          21) Revisé este punto y lo que dije fue una lectura que faltó aclarar. Yo suelo ser muy cuidadoso con las fuentes que cito y cómo las interpreto, pero acá fallé en no clarificar el punto. El estudio de Schveitzer et al. (2021) cita unos mapas de evidencia (mediante un link) que señalan que la MT tiene evidencia para varios malestares, pero la homeopatía no tanto. A mi modo de ver (debatible, por supuesto), se trata de un estudio que defiende la MT pero no le tiene mucha confianza a la homeopatía. Entiendo que tú puedas criticarlo.

          22) Vale.

          23) Mi artículo reconoce la literatura científica sobre MT y la considera una disciplina muy cercana al método científico.

          24) Vale.

          25) Lo que puedo decirte al respecto es que Ciencia del Sur tiene la opción de recibir respuestas a los artículos que publica. Si lo consideras pertinente, puedes enviar tu crítica respondiendo a aquellos que consideran que la homeopatía es una pseudociencia y podrías mencionar mi artículo (la parte donde menciono el tema) como un gancho inicial para luego exponer en pocas palabras toda la evidencia a favor de la misma. El tema de la homeopatía (que desconozco, más allá de algunos pocos artículos divulgativos) siempre es controversial y no está demás generar debate al respecto. Estoy seguro que habrá quien se anime a debatir contigo en los medios adecuados. Te lo digo de antropólogo a antropólogo.

          Vale, acepto la disculpa. Entiendo que estos temas nos apasionan y que siempre debatimos al borde del asiento (me ha pasado, me pasa y me seguirá pasando). Gracias por compartirme tu tesis, la revisaré aunque no prometo nada porque no soy especialista en homeopatía o MAC (entiendo que tú sí lo eres y por ello será interesante leerte). Anímate con el artículo de respuesta.

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