Cocinar, limpiar la casa, lavar la ropa, cuidar a los niños y a las personas mayores son tareas diarias que recaen principalmente sobre las mujeres. Este trabajo no remunerado ocupa varias horas al día y ningún hogar se podría sostener sin ello. El estudio Visibilizar el valor del tiempo, publicado en octubre de 2021, cuantificó el valor del tiempo dedicado al trabajo doméstico no remunerado en un año y estimó el papel económico de las personas que se encargan de esas tareas en Paraguay.
El trabajo no remunerado del hogar representó en 2016 el 22,4 % del Producto Interno Bruto (PIB), unos Gs. 45.9 billones (US$6.5 mil millones al cambio actual). Esta estimación se logró con una metodología innovadora aplicada en el estudio impulsado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía y la Secretaría Técnica de Planificación.
Las Cuentas Nacionales de Transferencias (CNT), también conocidas en inglés como National Transfers Accounts, es una metodología internacional aplicada en más de 90 países que muestra cómo la sociedad financia el déficit económico a lo largo del ciclo de vida de una persona. Por ejemplo, durante la infancia, la familia y el Estado financian sus necesidades; en la adultez, esta produce lo suficiente para sostenerse a sí misma y frecuentemente a otras, incluyendo hijos u otros parientes; ya en la vejez, vuelve a ser financiada por la familia, ahorros, y/o sistemas de jubilaciones.
Sin embargo, las CNT no incluyen todo el trabajo no remunerado y de cuidado en el hogar; es como si las tareas que realizan mayormente mujeres no contaran. Es por ello que investigadores empezaron a asignarles un valor y a calcular su peso con respecto al PIB. Así nacieron las Cuentas Nacionales de Transferencias de Tiempo (CNTT), una nueva metodología aplicada en 10 países, a los cuales ahora se une Paraguay.
¿Qué tanta diferencia hay?
El estudio primeramente presenta los datos del ciclo de vida económico por sexo en Paraguay al 2016 según las CNT. Este instrumento incluye el consumo de las personas y los ingresos laborales que perciben durante su vida productiva.
Los datos muestran que en promedio los hombres presentan un superávit —sus ingresos superan sus gastos— durante 36 años, desde los 26 hasta los 62 años de edad. En cambio, las mujeres presentan un déficit en todo su ciclo de vida económico.
Sin embargo, cuando se agrega el valor monetario de las tareas no remuneradas, combinando las CNT y CNTT, las mujeres logran un superávit de 28 años, entre los 26 y 54 años de edad.
El trabajo doméstico es un pilar para el desarrollo de todas las personas
El trabajo doméstico contempla una gran variedad de tareas: cocinar, limpiar la casa, lavar la ropa, planchar, mantener y reparar el hogar, cuidar el jardín y a las mascotas, comprar los bienes y servicios indispensables, realizar los desplazamientos para las actividades anteriores y otras tareas voluntarias para el cuidado de los miembros de la comunidad. Además, se incluye el cuidado de personas: niños, adolescentes, personas adultas, mayores y personas de cualquier edad con alguna enfermedad o discapacidad.
Históricamente, el trabajo doméstico ha recaído más en las mujeres. En Paraguay, a partir de los 14 años, el 93,9% de las mujeres realiza trabajos no remunerados, frente al 85,1% de los hombres. Semanalmente, las mujeres ocupan 28,7 horas en estas tareas y los hombres destinan menos de la mitad: 12,9 horas.
Mirtha Rivarola, coordinadora del estudio y oficial de género y adolescencia del UNFPA en Paraguay, y Claudina Zavattiero, integrante del equipo técnico del estudio y asesora del UNFPA en población y desarrollo, explicaron a Ciencia del Sur que el trabajo doméstico contribuye al bienestar de las personas con un rol central en la reproducción social.
“La vida y la sostenibilidad del crecimiento no serían posibles sin ese tiempo y trabajo, realizado principalmente por las mujeres”, sostuvieron.
¿Cómo afecta a las mujeres la división tradicional del trabajo?
Esta forma de organizar el trabajo remunerado y no remunerado afecta a la autonomía económica de las mujeres. Por la gran carga doméstica y de cuidado, ellas participan menos en trabajos remunerados, pueden trabajar menos horas y reciben un menor salario por hora.
Rivarola y Zavattiero declararon que las consecuencias sociales de la división tradicional para las mujeres son:
- Obstáculos para la incorporación plena de las mujeres al mercado laboral.
- Dificultad para acceder a un trabajo con ingresos dignos y menores posibilidades de independencia.
- Mayor probabilidad de transitar su vejez en dependencia de transferencias públicas, de activos o ahorros que pudieran acumular o de herencias.
Visibilizar la brecha de género en las estadísticas
Con el estudio Visibilizar el valor del tiempo y las CNTT las investigadoras buscaron cuantificar el valor del tiempo dedicado a las tareas domésticas no remuneradas y calcular su peso con respecto al PIB. Para obtener el valor monetario promedio de las tareas domésticas y de cuidado recurrieron a la Clasificación Paraguaya de Ocupaciones y a la Encuesta sobre Uso del Tiempo.
En el material explican que una desventaja de este método es que existe una subvaloración de las tareas a causa de que “estas tareas están feminizadas”. Es decir, las mujeres reciben una remuneración menor que los hombres por la misma labor.
Las encuestas producidas por el Instituto Nacional de Estadística, como la Encuesta Permanente de Hogares 2016 (EPH), la Encuesta sobre Uso del Tiempo 2016 (EUT) y la Encuesta Nacional de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes 2011 (EANA) permitieron el monitoreo de las brechas de género en el mercado laboral y en los ámbitos domésticos.
¿Qué políticas públicas y estrategias se necesitan para cerrar la brecha de género?
Con la redistribución del tiempo del trabajo doméstico y de cuidados se lograría una menor carga de trabajo para las mujeres y esto permitiría mejorar su calidad de vida y potenciar el desarrollo del país.
“La brecha respecto a los hombres se cerraría si se reemplazara el trabajo no remunerado con políticas de cuidado, posibilitando el ingreso y el aumento de la cantidad de horas en el mercado laboral [de las mujeres]”, afirma el estudio.
Las políticas públicas pueden jugar un papel importante para cerrar la brecha. Estas podrían ser, según las investigadoras:
- Una política económica y de empleos de calidad que incluyan una remuneración digna, seguro y protección social, como así también garantizar el cumplimiento de las normas laborales vigentes.
- Una política de salud y educación que contemple la extensión de los horarios de atención y de la jornada escolar.
- Una política de protección social que incorpore la perspectiva de género, teniendo en cuenta que las mujeres tienen una mayor esperanza de vida y trabajos más inestables que los hombres a causa de la carga del trabajo no remunerado que realizan.
- Una política de cuidado que contribuya al bienestar integral de las personas con alguna forma de dependencia. Esta política es fundamental para la redistribución del trabajo no remunerado, logrando que no recaiga completamente en las mujeres.
Otra estrategia que consideran necesaria las representantes del UNFPA es trabajar articuladamente con las instituciones encargadas de la gestión de conocimiento como el Instituto Nacional de Estadística, el Banco Central del Paraguay, las universidades y los centros académicos.
Así también, la prensa y las organizaciones de la sociedad civil son actores claves para posicionar el mensaje y transformar el modo en que el sistema social distribuye los recursos económicos que producen las desigualdades de género.
Además, otra acción fundamental es la sensibilización al sector empresarial y productivo en temas como la sobrecarga de trabajo, la discriminación salarial y la subvaloración de determinados trabajos realizados por mujeres, como el trabajo doméstico y de cuidado.
Hacia una política pública de cuidado
En otros países de la región, como Uruguay, Chile, Costa Rica y Ecuador, se han establecido políticas públicas entendiendo al cuidado como un derecho, en algunos hasta en la Constitución. Por ejemplo, los gobiernos en distintos niveles ofrecen servicios de cuidado para niños, adultos mayores o madres y otorgan no solo licencias de maternidad sino de paternidad.
En Paraguay, existe el Grupo Impulsor de Políticas de Cuidado y el Ministerio de la Mujer cuenta con un anteproyecto de ley de la Política Nacional de Cuidados.
En el documento Marco para el diseño de la Política Nacional de Cuidados, publicado en 2019, la exministra de la mujer Nilda Romero argumentaba que avanzar en dichas políticas públicas ayudarían a lograr “mejores condiciones para que las personas —en especial las mujeres, que hoy asumen un alto porcentaje de los cuidados en el país— puedan insertarse plenamente en el empleo formal, fortaleciendo su autonomía económica, dinamizando con sus aportes al crecimiento del país y la reducción sostenida de la pobreza; y seguir construyendo una cultura de igualdad real entre mujeres y hombres”.
Rivarola comentó que se espera la presentación del proyecto de ley al Congreso y su tratamiento para el primer trimestre del 2022. Recalcó que, a partir de los datos obtenidos en el informe, es posible identificar oportunidades y diversos abordajes desde las políticas públicas.
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Alejandra es reportera en Ciencia del Sur. Licenciada en periodismo por la Universidad Autónoma de Asunción, se ha desempeñado en distintas área de la comunicación para empresas y organizaciones de la sociedad civil. Fue una de las ganadoras del Premio Nacional de Periodismo Científico de Paraguay en 2019 y en 2022. Forma parte de la Red LATAM de jóvenes periodistas, iniciativa de Factual y Distintas Latitudes.