En el horneado de la chipa al tatakua, en la cocción de un cántaro de barro, en el procesamiento de la leche y la carne, en el secado de granos, tabaco y yerba mate —en todos estos procesos se utiliza biomasa, principalmente leña, como energía en Paraguay. Es el tipo de energía que más se consume en el país, pese a ser un productor mundial de energía hidroeléctrica. En 2021, la biomasa representó el 41 % del consumo final de energía, y la electricidad, solo el 18 %.
En su sentido energético, biomasa es toda materia orgánica que puede ser convertida en combustible. En Paraguay, la leña representa el tipo de biomasa por excelencia, la cual se quema y genera energía térmica.
Ya en 2013, el Viceministerio de Minas y Energías calculaba que, para cubrir la demanda de biomasa, el país necesitaba de 10 a 13 millones de metros cúbicos al año de madera y leña, lo que equivale a una superficie de 333.333 a 433.333 hectáreas.
Aunque la biomasa es una energía renovable, su producción y consumo no siempre son sustentables.
¿Cuál es el problema de la biomasa que se utiliza en Paraguay?
Uno de los principales problemas del consumo de biomasa en Paraguay es de dónde proviene la leña.
“La biomasa tiene la característica de que podría ser una energía renovable, pero en Paraguay se hace a costa de la explotación de los bosques nativos. No es sustentable”, comentó la ingeniera industrial y experta en energía, Mercedes Canese.
Un estudio realizado por el Viceministerio de Minas y Energías en 2019 encontró que el uso de biomasa en el país genera una alta presión sobre los bosques nativos. Casi el 80 % de la oferta de biomasa proviene de estos bosques.
La oferta de biomasa no da abasto para todos los usos que se le da —industrias, hogares y exportación—, por lo que se vuelve urgente una transformación de la producción y uso de esta energía.
Otra dificultad con la biomasa es su consumo eficiente. Por no contar con la tecnología necesaria, se desperdicia la energía. En el consumo hogareño, es común utilizar la leña en el suelo, lo cual desaprovecha hasta el 90 % de esa energía, comentó la Ing. Canese. Además, el humo produce daños a la salud de las personas si el mismo no es liberado de forma segura —por ejemplo, a través de chimeneas—.
El último Balance Energético Nacional (2021) declaró que 16.000 hogares dejaron de utilizar leña como principal combustible. Sin embargo, la producción de productos primarios de la biomasa creció y el consumo final prácticamente se mantuvo porque la actividad de la industria manufacturera, el comercio y los servicios en restaurantes y hoteles se reanudaron luego del año pandémico de 2020.
En 2021, el Viceministerio de Minas y Energías y el Ministerio del Ambiente y Desarrollo lanzaron un programa para promocionar el uso eficiente de la biomasa. Como parte de este programa, prepararon un formulario que posibilita a las industrias calcular su consumo de biomasa. Además, existe el Programa Nacional de Certificación de Biomasa.
Para el año 2025, todas las empresas tendrán que utilizar biomasa proveniente de plantaciones y bosques manejados, según lo planeado.
¿Contribución al cambio climático?
Además del origen no sustentable y su consumo ineficiente, la quema de biomasa emite gases de efecto invernadero (GEI). Existe un argumento de que esta emisión se compensaría al plantar árboles para leña en lugar de usar bosques existentes. Plantaciones energéticas como el eucalipto absorberían el dióxido de carbono (CO2) que genera el consumo de biomasa, cumpliendo un ciclo cerrado.
Sin embargo, al ser plantaciones de rápido crecimiento y aprovechamiento, al talarlas para el consumo se libera nuevamente el CO2 absorbido. Además, una investigación realizada sobre plantaciones de eucalipto en pastizales de Uruguay encontró que estos pierden su capacidad de absorber carbono con el tiempo y generan otros impactos negativos en el suelo, como la acidificación.
En el debate de cuáles son los esfuerzos de las autoridades estatales y los actores privados para frenar o mitigar el cambio climático, no solamente se debe tener en cuenta cuántos GEI se emiten y cuántos se absorben.
“De hecho, considerar que es el único elemento ambientalmente importante en el contexto actual de crisis podría ser un error. Para que cualquiera de los GEI hoy en día más emitidos […] lleguen a la atmósfera, indefectiblemente es necesario un proceso de degradación ambiental previo”, advierte el hidrólogo e investigador Guillermo Achucarro. Por ejemplo, en Paraguay el sector que más GEI emite es la agroganadería, cuyas fronteras históricamente se expandieron tras el desmonte de bosques nativos.
Una larga transición al consumo de energía eléctrica
Dejar de consumir leña extraída principalmente de bosques nativos para consumir una energía renovable como la hidroeléctrica, que Paraguay ya posee en abundancia, sería lo ideal. Sin embargo, imaginar que todas las industrias y hogares que hoy utilizan biomasa pasen a utilizar energía eléctrica es un plan a muy largo plazo, explicó el ingeniero forestal César Berni a Ciencia del Sur. Para ello, es necesario cambiar la matriz energética del país.
La Ing. Canese también resaltó que la diferencia entre la biomasa y la electricidad es que, en general, los combustibles son muy buenos para producir calor, y que la energía eléctrica es buena para producir luz y fuerza; en el proceso de transformación de una energía primaria a otra siempre se pierde energía.
Mientras la biomasa se siga utilizando, se necesitan políticas públicas que incentiven su producción sustentable.
Una alternativa para aliviar la presión sobre los bosques nativos que ha tenido gran auge en Paraguay son las plantaciones de eucalipto para fines energéticos. Pese a que el eucalipto es una especie exótica, el Instituto Forestal Nacional (INFONA) lleva años promoviendo su uso en forestación con créditos blandos del Estado.
Sin embargo, grandes extensiones de monocultivos acarrean sus peligros. El Marco de Gestión Ambiental y Social realizado por el propio INFONA y el Banco Mundial cita estudios sobre los posibles impactos de plantaciones de eucalipto, los cuales dependen de factores como especie, ubicación, escala de plantación y cercanía con formaciones arbóreas.
Los principales efectos mencionados son la absorción de nutrientes del suelo, erosión debido a suelos sin protección vegetal, reducción de disponibilidad de agua, contaminación por altos niveles de fertilizantes, cambios en la biodiversidad, colonización o invasión de esta especie, vulnerabilidad ante incendios y alteración del paisaje.
Un estudio realizado en Euskadi y la Península Ibérica —una de las zonas con más plantaciones de eucaliptos en Europa— menciona que algunos efectos al suelo provocados por los eucaliptales se podrían disminuir con medidas de protección, pero hay otros que guardan relación con las características intrínsecas del eucalipto.
En Brasil, regiones donde se promovió el monocultivo de eucaliptos por décadas enfrentan un proceso de desertificación.
Canese mencionó otros cultivos que también tienen potencial energético, tales como la caña de azúcar y el mbokaja (cocotero), los cuales son cultivos tradicionales en el país y cuentan con una industria y tecnología establecidas.
“Realmente, el enfoque debería ser hacia la agricultura familiar campesina, que necesita una política de Estado. No puede ser ni de gobierno, porque el gobierno dura solo 5 años, y se necesita 7 años de acompañamiento para que empiece a producir (el coco)”, comentó la experta en energía.
No obstante, “mientras tengamos tantos campesinos sin tierras va a ser muy difícil que podamos implementar cultivos energéticos. Esto también debería entrar en el análisis energético”, afirmó.
Paraguay seguirá siendo dependiente de la biomasa en el corto y mediano plazo, por lo que existe una necesidad urgente de que su producción y consumo se vuelvan económica y ecológicamente sostenibles, beneficiando a sus habitantes y al ambiente.
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Alejandra es reportera en Ciencia del Sur. Licenciada en periodismo por la Universidad Autónoma de Asunción, se ha desempeñado en distintas área de la comunicación para empresas y organizaciones de la sociedad civil. Fue una de las ganadoras del Premio Nacional de Periodismo Científico de Paraguay en 2019 y en 2022. Forma parte de la Red LATAM de jóvenes periodistas, iniciativa de Factual y Distintas Latitudes.
El articulo muy bueno, pero en realidad la Hidroelectrica conducida por la locomotora a pedal nunca lo fue..Infona tampoco se interesó en la deforestación, una decada atras ya la Demanda superaba 2 veces a la demanda e inclusive en su ultimo informe declara sin sonrojarse que En 3 años, Paraguay perdió 756.000 hectáreas de bosques por deforestación..
Estoy completamente de acuerdo con el reportaje, y me sorprende gratamente el talento de la periodista y el redactor.
Excelente trabajo.