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En Paraguay, más del 10% de los habitantes posee algún tipo de discapacidad, según la Senadis. En algunos tratados internacionales y en la misma Constitución Nacional no se admite algún tipo de discriminación, sea laboral, social, educativa o política dentro de las entidades públicas. Además, según la misma Organización de Naciones Unidas, la educación es englobada dentro de lo que se conoce como un derecho humano.

Pero dentro de nuestro país, a pesar de los avances legales en los que se encuentra inmerso el Estado, las barreras mentales, arquitectónicas e intelectuales siguen siendo inmensas. Es así que miles de personas con discapacidad que sueñan con ser científicas se quedan frustradas, en muchas ocasiones, por no poseer los recursos suficientes para acceder a las tecnologías existentes para la educación y el desarrollo.

Soy una persona ciega de nacimiento. Y como tal, he tenido que afrontar miles de barreras sociales y educativas para poder conseguir una educación igualitaria. Les presento mi caso solo con el objeto de que toda la comunidad científica, casas editoriales y el mismo Estado puedan tomar conciencia de que cientos de ciudadanos con algún tipo de discapacidad que sueñan con colaborar con la sociedad científica.

Hasta los 17 años me manejé con el sistema que más utilizan las personas ciegas: el braille. Con este método de puntos en relieve dentro de una hoja, copiaba todas las lecciones y fotocopias las cuales eran entregadas en las escuelas a las que por su puesto, pude acceder después de mucha lucha con el mismo Estado.

La dificultad del sistema radica en que nuestros docentes carecen de formación para corregir los trabajos que uno entrega. Las tareas escolares debían ser transcriptas nuevamente a letra de imprenta para ser evaluadas. Es decir, el tiempo que podía estudiar o aprender, me lo pasaba trabajando en correcciones y preparación de trabajos para que los profesores pudieran acceder a mis trabajos y corregirlos.

Pero mi formación hasta los 17 años fue mecánica. El braille es un sistema que requiere cuidados y en el cual las letras tienen una extensión más grande que las letras imprentas. Por lo tanto, la posibilidad de acceder a libros es casi nula, por el espacio que requieren para su conservación y guardado. Un libro de 100 páginas, pasado al sistema braille, equivale a 400 páginas. En otras palabras, tener un diccionario de la Real Academia Española equivaldría a una pieza entera de libros de gran tamaño.

Por personas particulares interesadas en mi educación, conocí la tecnología y un mundo hermoso lleno de libros, ciencia y conocimiento. Pero con la tecnología me encontré con otra dificultad: no tenemos muchos libros en formatos digitales con buena calidad. Además, muchos docentes universitarios son reacios al manejo del formato digital en sus clases. Por otra parte, para acceder a programas de buena calidad que te permitan la lectura informatizada de libros, páginas de internet y el manejo de computadoras, uno necesita pagar licencias de alto costo que están al alcance de pocas personas.

En mis 4 años como estudiante universitario, me pasé la mitad del tiempo escaneando libros, digitalizando fotocopias de mala calidad y rogando a muchos docentes que me cedan sus materiales digitalizados. Me pasé solicitando algo que por derecho me correspondía. Estas dificultades influyen en el rendimiento académico que uno tiene en clase.

Dentro de todo, también es bueno hacer una mención especial a los docentes que colaboraron con mi formación. Los educadores paraguayos, por lo general, carecen de formación en educación a personas con discapacidad. Pero dentro del gremio docente existen personas con apertura mental.

Me considero una persona privilegiada por poder tener acceso a una educación universitaria, por acceder a la tecnología y a muchos libros los cuales me sirven día a día para seguir creciendo dentro del ámbito científico. Pero no puedo dejar de pensar en las miles de personas que han dejado sus estudios por carecer de las herramientas necesarias para poder estudiar al mismo nivel que las personas sin discapacidad.

Probablemente, para mi tesina pasaré varias horas digitalizando libros y copias; seguramente cuando me reciba todo un país me aplaudirá, olvidando que por una persona formada, hay miles que están dejando sus estudios por sentirse frustradas ante las inmensas dificultades que pasan día a día.

El Estado debería romper las barreras que tienen los no videntes para estudiar e investigar. (Wikipedia.de)

El Estado está suscripto a diversos tratados internacionales que permiten el acceso a personas con discapacidad a materiales didácticos.

Ojalá que mediante el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) u otras instituciones de nuestra organización estatal algún día la discapacidad no sea barrera para ser un científico.

Ojalá el testimonio de una persona que día a día sigue remando para formarse sirva para definitivamente salir del oscurantismo en el cual sigue viviendo la discapacidad en Paraguay.

 

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