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Irina Ráfols (1967, Montevideo) es una reconocida escritora, poeta y profesora uruguaya radicada en Paraguay desde hace 26 años. Es licenciada en Letras y docente de literatura, dirige la Escuela de Escritores del Centro Cultural El Lector y en 2016 coordinó la Academia Literaria de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción (UNA).

La autora, miembro de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP) y de Escritoras Paraguayas Asociadas (EPA), ganó el Premio Roque Gaona de Novela en 2013, además de recibir honores y homenajes en diversas instituciones educativas y culturales.

Las obras de Irina son: Esperando en un café, Abulio, el inútil, Alcaesto, El hombre víbora y Cuadros parlantes.

En esta entrevista con Ciencia del Sur, la escritora habló de Augusto Roa Bastos, de la escuela que dirige en El Lector y de los desafíos de la literatura paraguaya.

-¿Qué podemos rescatar de la obra de Roa para los tiempos que vivimos?

Es la muestra de que se puede llegar a otras instancias con la literatura, se puede “salir de casa”, conquistar otros públicos. Cuando un escritor abre un camino, lo hace para todos.

Ahora depende de cómo se muevan los otros. Principalmente se debe tener talento. Si bien es cierto que hay literatura comercial que a veces llega en forma masiva al público mediante un buen marketing, para la buena literatura lo primordial sigue siendo el talento.

Irina Ráfols (Imagen de la autora).

Roa Bastos lo tenía, y su obra sigue siendo un referente universal de buena literatura. Su obra sigue ofreciendo posibilidades de análisis, de lecturas, de visiones. La riqueza de la obra de Roa no se agotó hasta el momento, no se ha dicho todo.

-A nivel literario, ¿cuál fue el aporte de ARB para la literatura y la cultura general?

Para la literatura creó un cosmos roabastiano, así como lo hizo García Márquez, Cortázar y otros. Un conjunto de personajes singulares en un mundo particular que tiene un sello diferente e identificable como autóctono de un autor, de un país. Enriqueció tendencias literarias como el realismo mágico y el realismo crítico. En cuanto a cultura, la literatura es cultura general.

-El exilio, el poder desmedido, el autoritarismo giran en torno a la obra de Roa Bastos. ¿Qué temas o tópicos tocan hoy los escritores paraguayos en democracia?

No todos los escritores circunscriben su literatura a la democracia, al autoritarismo o cualquier política. Aquí tenemos diferentes focos de interés.

Están los que escriben temas relacionados con figuras de la historia o la política, otros escriben sobre temas tradicionales, mitos, leyendas, y otro grupo interesado en temas más cosmopolitas y universales donde entra hasta la ciencia ficción. Aunque también los hay que escapan a las calificaciones y son una simbiosis de todo.

-¿Cuáles serían los mejores escritores vivos que tenemos? ¿Tendrías una lista de al menos diez?

Jacobo Rauskin, Susy Delgado, Mónica Laneri, Carlos Bazzano, Raúl Silva Alonso, Guido Rodríguez Alcalá, José Eduardo Alcázar, Mónica Bustos, son algunos de los que me vienen a la mente ahora. Hay otros, desde luego. No sé si está bien decir “los mejores”, porque eso induce a pensar a que si unos son mejores, otros no, y no quiero hacer un juicio de esa manera. Prefiero decir que son muy buenos.

-¿Es la FIL Asunción un buen lugar para compartir literatura? Más allá de la venta y compra de libros.

La FIL Asunción es una oportunidad para muchas cosas. Tenemos las charlas, las ponencias, la oportunidad de que el público se encuentre con los escritores y se concreten diversos proyectos. El verse, el hablar de libros, de autores, todo es gratificante. Sobre todo es una fiesta para el libro en el sentido de que puede ser el centro de atención.

-¿Los jóvenes escritores que no llegan a la FIL tienen espacios alternativos para promocionarse?

Sí, tienen. Hay muchos espacios alternativos: las academias literarias de los colegios, centros culturales, cafés, pubs, festivales como los de anime y cómics, donde ya se le da entrada a la literatura convencional y viceversa.

Pueden participar en concursos y ganar premios o menciones. Espacios no faltan. Si hay talento y ganas de realizar propuestas, se puede hacer un camino, inclusive en Paraguay. El día de mañana cuando uno sienta que está preparado para avanzar más lejos, pues bueno, se buscan otras opciones.

Lo que no hay que hacer es esperar a que venga alguien a mover lo de uno, porque no hay. Agentes literarios no tenemos todavía, pero no podemos quedarnos con los brazos cruzados. Hay que construir posibilidades. No pasa nada si uno mismo no se mueve.

Obras de la escritora y docente Irina Ráfols. (Imagen de la autora)

-¿Estás trabajando en algo últimamente?

Sí, siempre tengo mucho trabajo, edito libros de otros autores, formo escritores que se están iniciando, corrijo materiales para publicar, dirijo talleres literarios, trabajo en varias ponencias sobre literatura y continúo escribiendo mis propios libros: actualmente un poemario y una novela.

-¿Cuál es la experiencia de los talleres literarios en la editorial El Lector?

En El Lector funciona la Escuela de Escritores que dirijo desde hace nueve años consecutivos. Son clases muy gratificantes. Me siento libre para enseñar lo que quiero y como quiero siguiendo una línea constructivista muy dinámica.

Han pasado muchos alumnos por la Escuela de Escritores. Son clases en las que me divierto enseñando y creo que los alumnos también se divierten aprendiendo varias cosas. No solamente escribimos y analizamos textos, también debatimos, tratamos de salir afuera llevando la literatura o el gusto por escribir a otros espacios.

Además de la Escuela, desde hace más de dos años, dirijo el Taller Literario del Club Centenario, y es igualmente un gran placer la enseñanza allí, la alegre camaradería con los alumnos y los talentos que se van perfilando.

-¿Tiene mucho que escribir todavía Irina Ráfols?

Espero que sí, mientras viva, yo creo. Escribir es un placer que no cambio por nada, al menos hasta el momento. Y ya tengo en mente tres novelas más.

Lo que me pasa a veces es que tengo muchos distractores con los trabajos y la tecnología invasiva —celulares y esas cosas—. Para sentarme a escribir una novela necesito olvidarme de todo y a veces me siento invadida. Pero es cuestión de ser un poquito más fuerte y aprender a cerrar la puerta cuando es necesario. En definitiva, es cerrarla para después dar cosas mejores.

 

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Director ejecutivo de Ciencia del Sur. Estudió filosofía en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y pasó por el programa de Jóvenes Investigadores de la UNA. Tiene diplomados en filosofía medieval y en relaciones internacionales.
Condujo los programas de radio El Laboratorio, con temática científica (Ñandutí) y ÁgoraRadio, de filosofía (Ondas Ayvu).
Fue periodista, columnista y editor de Ciencia y Tecnología en el diario ABC Color y colaboró con publicaciones internacionales. Fue presidente de la Asociación Paraguaya Racionalista, secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica y encargado de cultura científica de la Universidad Iberoamericana.
Periodista de Ciencia del Año por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2017). Tiene cinco libros publicados.

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