Paraguay alberga una rica diversidad de aves, con 724 especies documentadas hasta la fecha y otras seis que requieren confirmación. Sin embargo, esta biodiversidad enfrenta crecientes desafíos de conservación debido a la pérdida de hábitats, el cambio climático, la cacería furtiva y la fragmentación de ecosistemas.
El estado actual de las aves en el país, sus amenazas y las proyecciones para el futuro son temas estudiados por diferentes especialistas. Todos destacan la urgente necesidad de medidas efectivas para proteger nuestra avifauna.
Pero la conservación de la biodiversidad enfrenta numerosos desafíos, desde la aplicación de leyes hasta la disponibilidad de recursos para fiscalizar.
Para entender mejor el panorama, Ciencia del Sur entrevistó al Prof. José Luis Cartes, destacado investigador del SISNI-CONACYT y director ejecutivo de Guyra Paraguay. Cartes analizó el marco legal vigente, las políticas de conservación y los retos que el país debe superar para proteger a sus especies más vulnerables.
A lo largo de esta entrevista, el biólogo describió las debilidades del sistema actual y enfatizó la necesidad de fortalecer las capacidades de control y fiscalización. Además, resaltó que la falta de condenas ejemplares para quienes cometen delitos ambientales agrava la situación, contribuyendo al fenómeno conocido como la «Crisis de los Comunes».
-¿Cómo evalúa el sistema y las políticas de conservación de especies de animales en Paraguay?
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En Paraguay contamos con un marco legal amplio que establece las bases para las políticas nacionales de conservación de especies silvestres. La Ley 96/92 “De Vida Silvestre” es el pilar regulador, definiendo qué constituye una especie de fauna silvestre y promoviendo su conservación, especialmente en el caso de las especies amenazadas.
Además, esta normativa regula actividades como la habilitación de zoocriaderos, centros de rescate y la cacería en sus distintas modalidades. También introduce el concepto de “especies exóticas invasoras” y la necesidad de controlarlas.
Complementando esta legislación, está la Ley 3556/13 “De Pesca y Acuicultura”, que regula la pesca en cuerpos de agua. Asimismo, Paraguay ha ratificado importantes convenios internacionales relacionados con la conservación, como el Convenio sobre Diversidad Biológica (CBD, Ley 253/93), el Convenio sobre Especies Migratorias (CMS, Ley 1314/98) y el CITES (Ley 1508/99), que regula el tráfico de especies silvestres.
Otra herramienta clave es la Ley 716/05, que tipifica como delito penal ciertas acciones que afectan el medio ambiente, como la cacería o comercialización de especies amenazadas. Esta ley establece penas que van de uno a cinco años de prisión, además de multas.
Aunque existe este marco normativo, en la práctica no se percibe la gravedad de actos como matar a una especie en peligro de extinción, lo que refleja una brecha entre la normativa y su aplicación.
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-¿Qué otras herramientas existen para la conservación?
Además de las leyes, contamos con herramientas administrativas como la Estrategia Nacional y Plan de Acción para la Conservación de la Biodiversidad (ENPAB 2015), actualmente en proceso de actualización, y el Plan Ambiental Nacional (PAN), cuyo estado actual es incierto. También existe el Plan de Manejo del Jaguar (MADES 2016), el único plan específico para una especie que, hasta donde sé, se ha desarrollado en el país.
Por otro lado, hay una multitud de resoluciones ministeriales que complementan las normativas y regulan el uso y conservación de la vida silvestre. Estas herramientas impulsan actividades como la investigación científica, el fortalecimiento de áreas protegidas, el control del tráfico de fauna, la educación ambiental, y el desarrollo de zoocriaderos.
Sin embargo, lo más importante para que estas políticas sean efectivas es garantizar la capacidad de control, fiscalización y la aplicación de condenas proporcionales a los delitos ambientales.
-¿Cuáles son los principales desafíos en la aplicación de estas políticas?
El principal obstáculo es la limitada capacidad de control y fiscalización debido a la insuficiencia de recursos humanos y materiales. Este problema afecta no solo al MADES, sino también a otras instituciones responsables como la policía, la fiscalía y las aduanas.
Aunque durante eventos específicos, como el Rally del Chaco, se realizan controles puntuales, esto no es suficiente para abarcar los 406.752 km² del territorio nacional.
Incluso con más recursos, ningún país puede controlar completamente su territorio. Por ello, se necesitan estrategias efectivas, como controles aleatorios con sanciones ejemplares para los infractores. Las condenas judiciales tienen un efecto educativo fundamental, ya que envían un mensaje claro sobre las consecuencias de violar la ley.
Otro punto crítico es la capacitación de las fuerzas públicas y el personal de aduanas. Un ejemplo relevante es el manejo de huevos de guacamayo decomisados, que en el pasado fueron destruidos en un procedimiento erróneo.
Aunque recientemente los huevos decomisados fueron enviados a un centro de rescate, el problema radica en que los traficantes rara vez son procesados o condenados.
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-¿Qué medidas considera prioritarias para mejorar la situación?
Primero, necesitamos una presencia más activa y protagónica del MADES como entidad reguladora. Esto incluye asumir su rol en la implementación y supervisión de políticas públicas, con una adecuada participación ciudadana. Es preocupante que muchas veces se delegue la responsabilidad a consultores que carecen de experiencia, lo que deriva en una ejecución deficiente de las políticas.
Segundo, es urgente la aplicación de condenas firmes para delitos ambientales graves, como la caza de especies en peligro de extinción. La ausencia de sanciones fomenta una percepción de impunidad, incentivando aún más las actividades ilegales.
Por último, debemos enfrentar lo que se conoce como la “Crisis de los Comunes”, donde la falta de control sobre recursos compartidos, como la fauna, lleva a su explotación excesiva. Este modelo es evidente en nuestros “bosques desiertos”, remanentes de ecosistemas que han perdido especies cinegéticas debido a la caza indiscriminada.
Solo con un enfoque integral, que combine control, educación, sanciones y participación ciudadana, podremos revertir esta tendencia.
-Para ser más específicos, ¿cómo se implementan las políticas de conservación de especies amenazadas o en peligro?
Para abordar esta pregunta, primero es esencial comprender qué significa que una especie sea declarada amenazada. El primer paso en este proceso consiste en definir cuáles son las especies en riesgo.
Para ello, el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADES) organiza, o debería organizar periódicamente, talleres con expertos para evaluar y determinar qué especies enfrentan problemas de conservación en el país.
En estos talleres se aplican los criterios de la iniciativa internacional «Lista Roja de Especies» (UICN, 2024). Estos criterios abarcan cinco áreas clave relacionadas con las poblaciones de cada especie, su hábitat y su rango de distribución geográfica:
- Tendencias poblacionales.
- Distribución geográfica.
- Tamaño poblacional.
- Modelos matemáticos poblacionales.
Si se dispone de datos para al menos uno de estos criterios, es posible evaluar una especie, utilizando además la opinión de expertos en el área específica.
Categorías de conservación
Los resultados de estas evaluaciones se agrupan en cuatro grandes categorías:
- Especies Extintas
- EX (Extintas): cuando no quedan individuos vivos, ni siquiera en zoológicos o como mascotas.
- EW (Extintas en la naturaleza): cuando no hay ejemplares en estado silvestre, pero sí en zoológicos o bajo cuidado humano.
- Especies Amenazadas
Estas especies presentan algún grado de peligro de desaparecer. Se subdividen en:- VU (Vulnerables): muestran indicios de disminución poblacional y requieren medidas de conservación para evitar su progresión a «En Peligro» en unos 10 años.
- EN (En Peligro): enfrentan una marcada disminución poblacional y podrían convertirse en «Críticamente Amenazadas» sin acciones correctivas urgentes.
- CR (En Peligro Crítico): presentan poblaciones extremadamente reducidas y necesitan medidas inmediatas para evitar su extinción.
- Especies No Amenazadas
Son especies cuya población no presenta señales significativas de declive. Se dividen en:- LC (Preocupación Menor): sin evidencia de amenazas actuales.
- NT (Casi Amenazadas): presentan tendencias incipientes al declive, que podrían agravarse en 10 años sin intervención.
- Especies Deficientes en Datos (DD): aquellas evaluadas pero sin información suficiente para determinar su estado de conservación.
- Especies No Evaluadas: especies que aún no han sido estudiadas por falta de interés, recursos o especialistas, lo que afecta principalmente a invertebrados y plantas.
Aplicación local
En Paraguay, la legislación reconoce solo dos categorías: “Especies Amenazadas de Extinción” y “Especies En Peligro de Extinción”. Estas categorías no se correlacionan directamente con las de la UICN, pero generalmente abarcan las categorías VU y EN en el primer caso, y EN y CR en el segundo.
Diferencias entre evaluaciones locales e internacionales
Es posible que una especie sea considerada en peligro a nivel nacional pero no internacional, debido a su distribución geográfica. Por ejemplo, el jaguareté, que tiene un rango desde Arizona (EE.UU.) hasta Argentina, enfrenta una disminución severa en Paraguay, lo que lo clasifica como «En Peligro» a nivel local, mientras que a nivel internacional se considera «Casi Amenazado».
Acciones para la conservación
Una vez identificada la categoría de amenaza de una especie, se espera implementar medidas que la ayuden a recuperar su estado anterior o a eliminar las amenazas. Estas medidas incluyen:
- Proteger porciones representativas del hábitat de la especie como áreas protegidas.
- Asegurar la conectividad entre áreas protegidas para mantener poblaciones viables.
- Manejar activamente poblaciones aisladas, incluyendo la traslocación de individuos para preservar su diversidad genética.
- Repoblar hábitats en caso de poblaciones muy reducidas, eliminando amenazas para garantizar su recuperación.
En casos excepcionales, como el del guacamayo de Spix (Cyanopsitta spixii), se puede recurrir a programas de cría en cautiverio para reintroducir la especie en su hábitat natural.
Este loro, endémico de la región de la Caatinga en Brasil, fue reintroducido gracias a un programa internacional que partió de 52 ejemplares criados en Europa. Sin embargo, estos proyectos son costosos, con un gasto de cientos de miles de dólares por individuo.
Dado el elevado costo de los programas de cría en cautiverio, la principal estrategia es mantener las poblaciones en sus hábitats naturales, evitando que caigan por debajo de niveles ecológicamente viables (al menos 250 parejas reproductivas con conectividad). Para ello, se priorizan corredores biológicos y programas de manejo intensivo.
Conocer con precisión el estado de las especies amenazadas requiere una fuerte inversión en investigación, algo difícil de lograr debido a la falta de conciencia sobre la importancia de la biodiversidad. En Paraguay, muchas veces solo se financian investigaciones que demuestran una utilidad práctica inmediata, lo que limita el desarrollo de estudios fundamentales para la conservación.
Por esta razón, se trabaja bajo el principio de precaución, implementando las acciones mencionadas y favoreciendo estrategias que protejan y fortalezcan las poblaciones silvestres antes de que sea demasiado tarde.
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– Guyra Paraguay tiene muchos años de trabajar en conservación de especies de aves en nuestro país. ¿Cuáles programas o proyectos se destacaron más? ¿Algunos tuvieron más éxitos que otros?
Desde 1997, Guyra Paraguay trabaja incansablemente por la conservación de la biodiversidad en el país, con un enfoque integral y el apoyo de la sociedad organizada.
Aunque nuestro principal objetivo son las aves, nuestra misión abarca la protección de toda la biodiversidad nacional. Las aves, con su belleza e inspiración, actúan como un puente para abordar múltiples frentes de conservación.
Desde el año 2000, seguimos un modelo inspirado en la estrategia de BirdLife International, enfocándonos en cuatro niveles clave: especies, sitios, paisajes y comunidades.
1. Especies
Hemos realizado un trabajo destacado en inventarios y monitoreos de aves acuáticas y migratorias, además de análisis de vacíos de conservación. Entre nuestros logros principales está la identificación de las 57 Áreas Importantes para la Conservación de las Aves (IBAs, por sus siglas en inglés).
2. Sitios
Para proteger estas IBAs, hemos adquirido y manejado más de 36.000 hectáreas de reservas naturales en tres ecorregiones:
- Reserva Guyra Reta (Itapúa): 6.196 hectáreas que protegen el Bosque Atlántico del Alto Paraná (BAAPA) y pastizales naturales.
- Reserva Pantanal Paraguayo: 17.286 hectáreas, que incluyen la Estación de los Tres Gigantes.
- Finca Tobich (Chaco): 4.700 hectáreas en colaboración con la Asociación de la Nación Ishir (UCINI), como parte de un proyecto REDD+.
- Reserva Natural Campo Iris (Médanos del Chaco): 3.500 hectáreas.
- Reserva Cañada El Carmen (Chaco Seco): 4.000 hectáreas.
3. Paisajes
Somos pioneros en el análisis de cambios de uso del suelo a través de herramientas como MapBiomas Chaco y MapBiomas Paraguay. Estas plataformas ofrecen información desde 1985 y permiten diseñar paisajes de conservación y corredores biológicos entre áreas naturales clave.
4. Gente
Apoyamos iniciativas locales como bomberos forestales y programas de conocimiento de biodiversidad, creando herramientas como guías de aves, serpientes y aplicaciones como eBird y Merlin ID. También impulsamos negocios verdes en comunidades rurales, promoviendo la producción sostenible de yerba mate bajo sombra, petit grain, turismo de naturaleza y apicultura.
Nos enorgullece conservar en nuestras reservas hábitats que albergan el 75 % de las especies de aves del Paraguay. Además, estamos colaborando con Rewilding Argentina y Save Brasil en proyectos de restauración animal de ecosistemas (rewilding).
Sin embargo, la falta de control y debilidad institucional en el país limita la viabilidad de reintroducir especies como grandes loros o pavas de monte en ciertas zonas.
Actualmente, enfocamos nuestras investigaciones en especies amenazadas como el Chopi Sa’yju y el jaguareté, así como en aves migratorias terrestres, utilizando tecnologías como el monitoreo satelital del cuclillo americano junto a la Universidad de Georgetown y BirdLife.
En Guyra Paraguay trabajamos para demostrar resultados tangibles. Invitamos a todos a visitar nuestras reservas y proyectos para observar de primera mano los logros alcanzados. Seguiremos avanzando con dedicación y hechos concretos en la conservación in situ de la biodiversidad del Paraguay.
-Como investigador, ¿cuáles considerá que son las estrategias o programas que funcionan mejor para conservar especies que pueden estar amenazadas o en peligro de extinción?
La efectividad de una estrategia depende de la especie y su contexto, ya que factores como el estado crítico de su población o hábitat deben ser considerados. Sin embargo, en términos generales, las estrategias más aceptadas incluyen:
- Proteger las poblaciones en su hábitat natural.
- Evaluar si esas poblaciones están dentro de áreas protegidas. Si no es así, crear dichas áreas para garantizar su resguardo.
- Mantener el tamaño poblacional y la conectividad entre áreas protegidas. Esto permite el intercambio genético y la estabilidad de la especie.
Este enfoque es práctico y económico para preservar la biodiversidad.
En casos más complejos, como los programas de rewilding (reasilvestramiento), es crucial analizar si los costos justifican el esfuerzo. Además, las condiciones del hábitat y las amenazas deben estar bajo control para garantizar la supervivencia en la naturaleza.
Aunque polémicos por sus elevados costos y resultados variables, estos programas serán esenciales en el futuro, especialmente cuando las especies queden confinadas a áreas protegidas. En estos casos, será necesario implementar esquemas de traslocación y manejo poblacional para asegurar su conservación a largo plazo.
Un aspecto fundamental en la gestión de áreas protegidas es la aplicación de la metodología de Planificación para la Conservación del Sitio (PCS), desarrollada por The Nature Conservancy (Groves et al., 2000). Este enfoque identifica “objetos de conservación”, como especies amenazadas y establece monitoreos periódicos para reducir o eliminar amenazas activas.
Sin embargo, en Paraguay, los planes de manejo suelen ser tratados como ejercicios teóricos en lugar de herramientas prácticas de gestión. Sería vital evaluar y fortalecer la implementación de estos planes.
Por otro lado, la conservación ex situ, como en zoológicos, también puede jugar un papel relevante, siempre que haya una gestión seria. Esto incluye el uso de Stud Books, registros sistemáticos que documentan linajes y evitan la endogamia. Sin embargo, muchos zoológicos locales carecen de esta información, lo que requiere análisis genéticos adicionales y mayor regulación por parte del MADES.
En áreas fragmentadas de la Región Oriental, como el BAAPA y ciertos humedales, ya es necesario un manejo activo de las poblaciones debido a la fragmentación del hábitat. Esto podría implicar traslocaciones o reintroducciones de especies, siempre que se eliminen amenazas y se restauren condiciones adecuadas de alimentación, refugio y reproducción.
Por ejemplo, Guyra Paraguay recomendó en 2008 a la Fundación Moisés Bertoni considerar un manejo más activo del jaguareté en la Reserva Natural del Bosque Mbaracayú.
En cuanto a especies únicas, Guyra Paraguay trabaja bajo el enfoque de la Alianza para la Extinción Cero (AZE), que busca adquirir tierras clave para la conservación de especies microendémicas, como ciertos gekos en Paraguarí (Cacciali et al., 2015). Estas especies, cuyo rango geográfico es menor a 50.000 km², enfrentan mayores riesgos de extinción debido a eventos catastróficos.
Por último, especies como el tapir, que requieren grandes áreas y son sensibles al aumento de densidad poblacional, también necesitan un manejo más activo para mantener su salud poblacional en áreas protegidas. Este enfoque integral permitirá afrontar los desafíos de conservación en un contexto de creciente presión sobre los ecosistemas.
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-¿Cuál es el número real de aves que tenemos en el Paraguay? Y de éstas, ¿cuántas están amenazadas o en peligro?
En Guyra manejamos una base de datos propia, construida a partir de los aportes de trabajos de campo realizados en distintos proyectos y complementada con datos publicados por otros autores. Según esta base de datos, actualmente tenemos documentadas un total de 724 especies de aves en el país.
Además, se sospecha de la presencia de otras 6 especies, pero aún falta obtener evidencia concreta para confirmarlas. Esto implica registros verificables, como grabaciones de su canto, fotografías, o ejemplares capturados que permitan afirmar con certeza su existencia en territorio paraguayo.
En cuanto a la conservación, a nivel nacional, de acuerdo con la Resolución MADES 254/19, que establece la lista oficial de aves amenazadas, se han identificado:
- 66 especies clasificadas como “En Peligro de Extinción”.
- 99 especies categorizadas como “Amenazadas de Extinción”.
En total, 165 especies de aves, es decir, cerca del 23 % de nuestra avifauna, enfrentan problemas de conservación a nivel nacional.
A nivel mundial, las cifras se distribuyen de la siguiente manera:
- 4 especies se encuentran en la categoría de “En Peligro Crítico” (CR). De estas, según las últimas recomendaciones de BirdLife International sobre la Lista Roja, dos ya pueden considerarse oficialmente extintas:
- El campesino (Numenius borealis), un chorlo migratorio terrestre.
- El gua’a hovy (Anodorhynchus glaucus), un guacamayo violáceo que habitaba la Región Oriental de Paraguay.
- 6 especies están catalogadas como “En Peligro” (EN), entre ellas:
- La jakutinga (Pipile jacutinga), una pava de monte del BAAPA.
- El águila coronada (Buteogallus coronatus).
- El tordo amarillo (Xanthopsar flavus), dependiente de pastizales naturales.
- 20 especies figuran como “Vulnerables” (VU), incluyendo:
- El mytũ (Crax fasciolata), otra pava de monte.
- El taguato ruvicha o águila harpía (Harpia harpyja), con registros muy escasos en el país.
- Varias especies del BAAPA, como el carpintero cara canela (Celeus galeatus), el loro charao (Amazona pretrei) y el jurupé picochato (Platyrinchus leucoryphus).
- El gua’a hovy (Anodorhynchus hyacinthinus), que enfrenta una fuerte presión por caza comercial.
- Aves de pastizales naturales, amenazadas por la pérdida y transformación de su hábitat, como el Tachurí coludo (Culicivora caudacuta), el jetapa’i (Alectrurus tricolor) y el jetapa coludo (Alectrurus risora), además de varias especies de semilleros.
En la mayoría de los casos, las especies consideradas amenazadas a nivel mundial también están incluidas en las categorías nacionales de amenaza, aunque hay algunas excepciones.
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-En el futuro, según las proyecciones que tenemos, ¿tendremos más o menos diversidad de aves en el Paraguay?
La tendencia es muy clara y preocupante. Incluso en la situación actual ya es urgente implementar trabajos de manejo activo e intensivo de poblaciones animales, especialmente en la región del BAAPA.
Las proyecciones indican que las áreas protegidas y las pocas áreas naturales remanentes estarán cada vez más fragmentadas y atomizadas dentro de un paisaje profundamente modificado.
Esto significa que muchas especies dependerán de la traslocación para mantener su calidad genética, lo cual plantea un desafío de conservación muy serio.
A esta problemática debemos sumar los efectos sinérgicos de otras amenazas graves, como el cambio climático global y la creciente incidencia de fenómenos meteorológicos extremos.
Las sequías prolongadas y los incendios forestales han demostrado que prácticamente ninguna área protegida puede garantizar por sí sola la supervivencia de las especies a largo plazo.
Por ejemplo, en 2020, grandes porciones de la Reserva de San Rafael fueron consumidas por incendios. Para que estas áreas se recuperen, es fundamental contar con zonas naturales conservadas adyacentes que permitan la resiliencia, es decir, la capacidad de volver al estado previo al desastre.
Las áreas pequeñas, por otro lado, son altamente susceptibles de desaparecer por completo ante eventos catastróficos de este tipo.
Otro desafío importante es el desarrollo vial, que si bien es crucial para el progreso del país, no está acompañado de medidas adecuadas de mitigación para evitar atropellamientos de fauna. Los pasafaunas instalados en las rutas son en su mayoría insuficientes y mal diseñados.
Algunos son demasiado pequeños, las cercas que deberían guiar a los animales están mal colocadas o incluso han sido robadas, y muchos de estos pasos se colmatan rápidamente porque son semienterrados, lo que anula su funcionalidad. Es fundamental realizar un análisis de costo-beneficio al inicio de los proyectos viales, ya que corregir estas deficiencias posteriormente es mucho más costoso.
Además, prevenir colisiones no solo protege la fauna, sino que también reduce daños materiales, tiempos de reparación y, sobre todo, el riesgo de accidentes mortales. Por ejemplo, un choque a gran velocidad con un tapir de 300 kg puede ser extremadamente peligroso.
Este problema ya es crítico en Mato Grosso, Brasil (Delborgo Abra et al., 2020), y debe abordarse con la seriedad necesaria en proyectos viales en el Chaco paraguayo.
Por último, la cacería furtiva es un problema gravísimo y desatendido en el país. El nivel de actividad ilegal es alarmante. Hoy en día, con la introducción de motocicletas, los cazadores locales han incrementado significativamente su capacidad de acción, con mayor alcance, accesibilidad y capacidad de carga.
Constantemente enfrentamos problemas con cazadores en áreas de reserva; en algunos casos, incluso llegan desde muy lejos. Por ejemplo, hemos identificado grupos de cazadores de Ciudad del Este en el Pantanal y, en Itapúa, ocurre lo mismo con personas provenientes de otras ciudades en camionetas.
Este escenario refuerza la urgente necesidad de establecer controles efectivos y aplicar condenas apropiadas para frenar esta actividad.
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Director ejecutivo de Ciencia del Sur. Estudió filosofía en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y pasó por el programa de Jóvenes Investigadores de la UNA. Tiene diplomados en filosofía medieval y en relaciones internacionales.
Condujo los programas de radio El Laboratorio, con temática científica (Ñandutí) y ÁgoraRadio, de filosofía (Ondas Ayvu).
Fue periodista, columnista y editor de Ciencia y Tecnología en el diario ABC Color y colaboró con publicaciones internacionales. Fue presidente de la Asociación Paraguaya Racionalista, secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica y encargado de cultura científica de la Universidad Iberoamericana.
Periodista de Ciencia del Año por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2017). Tiene cinco libros publicados.