El gua’a sa’yju o kaninde (Ara ararauna) es una especie de guacamayo en peligro de extinción en Paraguay. Pero proyectos como el plan de reproducción de la especie en el este y de turismo sostenible en el norte del país, ambos con componentes educativos, no dejan que se apague el maravilloso espectáculo natural del guacamayo azul y amarillo.
En la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, el gua’a kaninde se encuentra con el nivel de preocupación menor. Pero en Paraguay, a causa del mascotismo y la caza, está en grave peligro de extinción. Ya se encuentra prácticamente extinto en la mayoría de los departamentos.
Los guacamayos se diferencian de otros loros por su gran tamaño y por poseer una cara libre de la cubierta de plumas (a excepción de los completamente azules), aunque tienen algunas líneas delgadas de plumitas o una cara blanca sin plumas. El kaninde, los gua’a y los maracaná corresponden a nombres locales en guaraní de los guacamayos o papagayos, como también les nombramos.
En Paraguay tenemos registradas siete especies de guacamayos, tres de ellas de gran tamaño: el kaninde (Ara ararauna), que es el guacamayo azul y amarillo, el gua’a pytã (Ara chloroptera) y el jacinto o gua’a hovy (Anodorhynchus hyacintinus), que es el guacamayo más grande del mundo.
Y tres especies de guacamayos pequeños, de unos 35 cm de cabeza a cola, que son el maracaná (Primolius maracana), el maracaná ajura sa’yju (Primolius auricollis) por su mancha amarilla en la nuca, y el maracaná de hombros rojos (Diopsittaca nobilis) de reciente registro en nuestro país.
La última especie, el guacamayo violáceo (Anodorhynchus glaucus), está considerada ya casi como una especie extinta, según el biólogo e investigador José Luis Cartes, director ejecutivo de Guyra Paraguay.
“Esta especie podría tener un proyecto muy similar al de la película Río, pero no se conocen individuos vivos en cautiverio, lo que imposibilita ese tipo de proyecto. Ya en épocas de Félix de Azara esta especie era muy rara de observar. Tenemos que recordar que todas las especies de guacamayos fueron muy comercializadas en este siglo y el pasado por su alta demanda de mascotismo”, apuntó Cartes.
El especialista recordó que antiguamente era incluso cazada y usada como alimento, tal y como lo mencionan Guido Boggiani en sus expediciones al Alto Paraguay y Azara en sus apuntamientos de historia natural.
Común en Sudamérica, pero en riesgo en Paraguay
El gua’a kaninde es una especie relativamente común en Sudamérica y criada para fines de mascotismo ornamental en muchas partes del mundo, en especial el Caribe, Norteamérica, Europa, Sudeste Asiático y Oceanía.
A nivel internacional esta especie es considerada como no amenazada (preocupación menor) principalmente por presentar un gran área de distribución y grandes poblaciones en Sudamérica, pero en Paraguay sí hubo un retroceso enorme en las poblaciones silvestres.
“Históricamente estuvo presente en gran parte del país, donde el límite sur de su distribución incluía el Chaco y parte de la Región Oriental. Hoy día se tienen poco registros recientes en el norte de la Región Oriental. Todavía existen observaciones en vida silvestre, pero la tendencia es que esta especie desaparezca por completo, principalmente debido a la pérdida de sus hábitats reproductivos”, según Cartes.
Esto porque los guacamayos anidan en huecos de árboles maduros —en ramas o troncos gruesos que están a gran altura del suelo. La pérdida de ese hábitat boscoso con árboles maduros, y la gran demanda por el valor comercial que tienen, sumado a la facilidad con que ubican los nidos, es una fórmula para el desastre para esta especie.
“Hoy está casi localmente extinta de los departamentos de Alto Paraguay, Concepción, Caaguazú, Amambay, Alto Paraná y Canindeyú, que se estima que representan su distribución histórica en Paraguay. En Asunción y el Área Metropolitana tenemos varios grupos de guacamayos que vuelan libres y que la organización ASORA asume la responsabilidad de ello gracias a su programa Gua’a Urbanos”, comentó.
Cartes explica que muchos de los guacamayos urbanos que vuelan por Asunción son el resultado de una cruza de especies, los kaninde con los gua’a pytã, y así resultan en una especie híbrida denominada arlequín. Incluso se observa la reproducción de estos híbridos con el kaninde, lo que se denomina guacamayos jubileo, una doble hibridación.
Esto es normal entre guacamayos porque son especies muy sociables que pueden formar parejas mixtas, según diversos estudios. Sin embargo, conservar especies híbridas no es recomendable y no corresponde a un programa serio de conservación, para el director de Guyra.
“En términos de especies originales de Asunción, probablemente solo sea el gua’a pytã, dado que el mismo Azara refiere sobre el kaninde que ‘No pasa de los 24° (de latitud sur), ni existe a cincuenta leguas de la capital del Paraguay’”, recordó Cartes.
A pesar de esta situación de hibridismo que genera muchas dudas, los loros urbanos sí representan una excelente oportunidad de contar con bellos animales que viven en libertad sobre nuestras ciudades, una mejora en la calidad de vida y del paisaje natural, a criterio de Cartes.
En la ciudad brasileña de Campo Grande, en Mato Grosso do Sul, no solo estos guacamayos viven en libertad sino también pavas de monte, carpinchos, agutíes e incluso ahora cuenta con un programa de tapires urbanos.
“¿Se imaginan ir al Parque Guasu, Ñu Guasu o al Banco San Miguel y ver estos animales libres? Ojalá que algún día podamos valorar eso”, lanzó el biólogo.
La propuesta de Itaipú: reproducción y reintroducción
La hidroeléctrica Itaipú Binacional cuenta con un programa denominado Proyecto Canindeyú que busca investigar y promover la reproducción de la Ara ararauna y tratar de reintroducirlos en sus hábitats del departamento de Canindeyú.. El trabajo lo aplican investigadores y veterinarios del Centro de Investigación de Animales Silvestres (CIASI) de la Itaipú Binacional en el Centro Ambiental Tekopota.
El programa cuenta con la certificación de la Asociación Latinoamericana de Parques Zoológicos y Acuarios (ALPZA) y el asesoramiento de especialistas del Instituto Smithsoniano de Estados Unidos. Ya se logró el nacimiento de ejemplares bajo custodia humana en Alto Paraná.
Aunque tenga el nombre de Canindeyú, por la presencia histórica del ave, no se tienen registros actualmente de su presencia en ese departamento.
El proyecto se divide en dos componentes:
- Ex situ, la reproducción y rehabilitación bajo cuidado humano en colaboración con entidades como el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADES) y la Granja La Esmeralda de Argentina;
- In situ, recopilando datos sobre las poblaciones silvestres y el hábitat apropiado para la reintroducción, trabajando muy de cerca con la comunidad, a través de los programas de educación para la conservación.
Itaipú desarrolla igualmente un programa educativo en la región canindeyuense, con acciones que van desde charlas en colegios hasta proyectos de reforestación, para sensibilizar a la comunidad sobre la importancia de estas aves.
La Ruta del Gua’a y el turismo sostenible
Otro de los emprendimientos para la conservación de estas aves es la Ruta del Gua’a, una propuesta turística que integra educación ambiental y turismo en el departamento de Concepción, principalmente al norte. En poco tiempo, jóvenes de esta zona lograron integrar sostenibilidad con conservación de la naturaleza.
Fue una propuesta de las organizaciones Naturaleza para la Vida (de Asunción) y Turismo Joven (de Vallemí). Aunque el gua’a sa’yju fue avistado por última vez en la zona urbana de Vallemí en 2022, se observan aún el hovy, el pytã y otras especies.
Estudiantes, vecinos, educadores y turistas se ven beneficiados por esta propuesta que incluso recibió galardones internacionales.
“Actualmente, nos enfocamos en educación ambiental para brindar informaciones necesarias sobre el cuidado del ambiente en general y más específico de la biodiversidad de la zona. La idea es concientizar y de esa forma prevenir los casos más comunes que se dan en esta zona, justamente la de provocar heridas con hondita o aire comprimido a los guacamayos”, dijo a Ciencia del Sur Anabel Benítez, una ingeniera ambiental que se desempeña como secretaria de Turismo Joven de Vallemí y parte del equipo técnico de la Ruta del Gua’a.
En el último año, llegaron a casi 300 estudiantes, y desde que la ciudadanía conoció el emprendimiento empezaron a realizar denuncias de forma anónima sobre especímenes en cautiverio (normalmente pichones). El proyecto brinda primeros auxilios y luego traslada al animal hasta profesionales en vida silvestre para su posterior reintroducción.
Para Benítez, la mejor estrategia para conservar a los guacamayos es la educación ciudadana. En una zona donde la caza, la comercialización y la venta de derivados del animal es todavía muy fuerte, el trabajo no es fácil.
“Pensamos que es por puro desconocimiento, entonces nuestro fuerte es la educación ambiental. De hecho, con esta estrategia conseguimos varios aliados que nos ayudan a frenar estas malas prácticas y podemos salvar por lo menos algunas especies”, indicó.
En una mezcla de inclusión social y turismo sostenible, el primer paso de la Ruta del Gua’a fue incluir a todos los sectores, tanto públicos como privados, con todas las personas de distintas ciudades, diferentes profesiones y edades.
Con un equipo diverso se realizaron los cursos enfocados en turismo sostenible. Esto les permitió la certificación y habilitación de facilitadores turísticos con énfasis en aviturismo.
El proyecto tiene 17 miembros que trabajan activamente, pero se capacitaron a 40 jóvenes dentro del Cerrado Concepcionero, abarcando tres distritos: San Lázaro, San Alfredo y San Carlos.
“Influye de manera positiva para los guías activos. De hecho, ese era uno de los objetivos principales, incluir a todos, que desarrollen habilidades como guías de turismo, promoviendo un turismo sostenible que les pueda generar ganancias personales y también a la naturaleza con la conservación”, manifestó Benítez.
“Tanto en Vallemí como en todo el país y la región falta terminar por completo con la caza y la comercialización de las especies silvestres. Si acabamos con eso, conservaremos todo lo que nos queda. Eso únicamente se logrará aumentando el grado de las sanciones y aplicando para todos”, recordó.
¿Cómo se puede hacer la Ruta del Gua’a?
Cualquier persona puede visitar esta propuesta en el norte de Concepción escribiendo a [email protected] o al (0983) 282-199. Pueden hablar directamente con guías locales para agendar la visita y realizar el circuito que deseen. La Ruta del Gua’a tiene dos circuitos: Mbokaja y Jacarandá (árboles que sirven de alimento para las especies de guacamayos).
En 2024 los guacamayos fueron avistados en lo que va del año, desde enero hasta agosto.
“Ahora justamente estamos entrando en época reproductiva y existe más posibilidad de observarlos. Se ven diferentes aves. Anteriormente, estos temas acá no eran tan conocidos. Ahora más personas están al tanto y saben que a los guacamayos no se les toca. Solo se les admira”, finalizó Anabel.
Enfoque multifacético y participativo
La conservación de especies en peligro requiere un enfoque multifacético, según la bióloga e investigadora Fátima Ortiz. Para la profesora de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UNA, el enfoque debe combinar investigación científica, políticas públicas efectivas y la creación y gestión de áreas protegidas.
Además de la cumplimiento de las leyes que prohíban la caza y el comercio de especies amenazadas o en peligro, la regulación del uso del suelo, participación comunitaria y educación ambiental son complementos necesarios.
“La integración de estas estrategias, adaptadas a las condiciones locales, puede ser efectiva, destacando la importancia de un enfoque colaborativo y multidisciplinario que une ciencia, política y acción comunitaria”, según Ortiz, doctoranda de la Universidad de Salamanca, España. También destacó la necesidad de asegurar financiamiento sostenible y fomentar la colaboración con otros investigadores.
La Fundación Moisés Bertoni (FMB), que también trabaja con la conservación de la biodiversidad, cuenta con programas de protección y cuidado de diferentes especies.
“Hemos desarrollado campañas locales, alrededor de nuestras áreas, de concientización sobre la conservación de aves emblemáticas, así como proyectos de varios años en términos de establecer el estado poblacional y de presas del jaguareté en el área de Mbaracayú, que incluyen actividades de socialización ”, dijo a Ciencia del Sur el Prof. Danilo Salas, biólogo y gerente de investigación y conservación de la Fundación Bertoni.
En 2004 iniciaron el monitoreo de la población del Yvyja’u morotĩ (Eleothreptus candicans), un ave con distribución global muy restringida, que a pesar de los esfuerzos de tratar de evitar perturbaciones de su ecosistema (Cerrado), tiene una declinación poblacional importante.
Aunque Paraguay enfrenta desafíos en la conservación de su biodiversidad, combinar la protección de hábitats, la educación, la investigación, la legislación y la participación comunitaria es esencial para el éxito a largo plazo.
“Algunas aves de pastizal como Xanthopsar flavus, el tordo amarilo, se han logrado proteger de alguna manera gracias a la Nueva evaluación para las Áreas Importantes para la Conservación de las Aves (IBAs) en el sur de Paraguay. El proyecto involucra a varias organizaciones locales. Esto es fundamental, ya que no solo se protege una especie sino todas aquellas que se encuentran en el área protegida, en este caso el pastizal, que es siempre es un área ecológica vulnerable”, puntualizó Ortiz.
Primera parte del reportaje: Científicos y ciudadanos se unen por el jaguareté, especie rumbo a la extinción en Paraguay
Este reportaje fue realizado gracias al apoyo del Fondo para la producción periodística sobre crisis climática de La Precisa.
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Director ejecutivo de Ciencia del Sur. Estudió filosofía en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y pasó por el programa de Jóvenes Investigadores de la UNA. Tiene diplomados en filosofía medieval y en relaciones internacionales.
Condujo los programas de radio El Laboratorio, con temática científica (Ñandutí) y ÁgoraRadio, de filosofía (Ondas Ayvu).
Fue periodista, columnista y editor de Ciencia y Tecnología en el diario ABC Color y colaboró con publicaciones internacionales. Fue presidente de la Asociación Paraguaya Racionalista, secretario del Centro de Difusión e Investigación Astronómica y encargado de cultura científica de la Universidad Iberoamericana.
Periodista de Ciencia del Año por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (2017). Tiene cinco libros publicados.